2.Precisiones previas.

           

Compañero Miguel:

Usted recaba nuestro juicio acerca de las:

<<...políticas sociales de identidad, y más específicamente sobre las denominadas políticas públicas de juventud, más allá de su evidente utilización por el Estado burgués en favor del mantenimiento de la ley de valor y la acumulación capitalista.>>

Más allá de estos objetivos que compartimos, entendemos que el Estado capitalista —en tanto instrumento político de clase dominante— no tiene capacidad ni voluntad política para trascenderse a sí mismo en tanto superestructura político-institucional de la burguesía. Carece de capacidad, porque el propio modo de producción que esta clase social representa o encarna, se lo impide. De ahí que, de su vicio de explotar trabajo ajeno, los burgueses deban hacer virtud cantando loas al mercado. Y, como consecuencia de ésta, su condición histórica de clase propietaria, tampoco pueden desarrollar una voluntad política que históricamente les trascienda, porque eso significaría su propio suicidio social, extremo que, naturalmente, se niegan a aceptar por las buenas, lo cual explica el papel de la violencia en la historia.

Para aportar las razones de esta proposición, es necesario empezar por definir qué es la política. Para quienes asumimos el Materialismo Histórico como la única disciplina del pensamiento aplicado a la sociedad que merece el calificativo de ciencia, el objeto de la política son las relaciones de poder entre las clases o sectores de una misma clase en cada período histórico de la humanidad.

De aquí se desprende que, teleológicamente[1], es decir, desde el punto de vista de su finalidad, siguiendo a Gramsci cabe decir que hay dos tipos perfectamente definidos de política, a saber: la política que tiene por objeto las relaciones de poder entre clases antagónicas históricamente irreconciliables de una sociedad dada, y la que tiene por objeto las relaciones de poder entre sectores de una misma clase social en el poder. Gramsci define a la primera como “gran política”, porque a través de ella, de sus marchas y contramarchas, triunfos y derrotas, en última instancia se resuelven o sintetizan progresivamente las contradicciones económicas y sociales que permiten a los seres humanos pasar de un modo de producción social dominante a otro superior, entendido este pasaje como el objeto científico que hace a la prehistoria de la humanidad, en la que se engloba o comprehende la política[2].

La “pequeña política”, es la política “de andar por casa”, que no pasa de dirimir las relaciones de poder entre distintas fracciones de una misma clase dominante al interior de una determinada formación social, y que trata de que la política de las clases subalternas se mantenga en ese nivel. Es la política de que se ocupa diariamente el periodismo venal en los “mass media”:

<<Gran política (alta política), pequeña política (política del día, política parlamentaria, de corredores, de intriga). La gran política comprende las cuestiones vinculadas con la función de nuevos Estados, con la lucha por la destrucción, la defensa, la conservación de determinadas estructuras orgánicas económico-sociales [trabajo asalariado, capital, mercado, etc.] La pequeña política comprende las cuestiones parciales y cotidianas [políticas de juventud, por ejemplo] que se plantean en el interior de una estructura ya establecida, debido a las luchas por la preeminencia entre las diversas fracciones de una misma clase política. Es, por lo tanto, una gran política, la tentativa de excluir a la gran política del ámbito interno de la vida estatal y de reducir todo a política pequeña>> (Antonio Gramsci: “Notas sobre Maquiavello, sobre la política y sobre el Estado moderno”. Lo entre corchetes es nuestro)  

¿Por qué decimos ―siguiendo a Marx y Engels― que la política está comprendida en la prehistoria de la humanidad y no en su historia? Porque esta es una ciencia que corresponde a los procesos histórico-naturales en curso, como parte del desarrollo humano en la sociedad de clases; es una ciencia que hace a los procesos históricos de la humanidad, porque es la que le permite (a la humanidad) trascender los distintos períodos de su desarrollo histórico como especie animal, la única especie que, propiamente hablando, tiene historia; y es natural, porque las contradicciones económicas de las relaciones de producción que los seres humanos contraen entre sí ―en cada período del desarrollo de sus fuerzas productivas― y sobre las cuales (relaciones sociales) cabalga la lucha política de clases en cada período, son relaciones por completo independientes de todaconciencia y voluntad humana, se imponen como cualquier otra ley de la naturaleza, como la dela gravedad cuando a alguien se le cae un tiesto en la cabeza.[3]

Siendo que el capitalismo es el primer modo de producción y la primera formación social que permitió al ser humano descubrir su naturaleza económico-social y sus propios limites ―por tanto, también la esencia y causa de caducidad de las sociedades pretéritas― y dado el carácter no propietario del proletariado, el comunismo será la única formación social cuya génesis no podrá ser más que el resultado de la negación consciente del capitalismo por parte de los explotados, como premisa de su conciencia política positiva, arquitectónica o constructiva del socialismo en tránsito al comunismo. Sólo cuando la consciencia política del proletariado se ponga a la altura de lo que ya actualmente exige el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo tardío, e inicie el tránsito del capitalismo al socialismo, recién entonces se podrá decir que la humanidad está en ciernes de superar su prehistoria para pisar los umbrales de su propia historia, la que los seres humanos por sí mismos pueden hacer conscientemente, es decir, sin condicionamientos de tipo histórico-natural (económico, social y político), esto es, de clase.

Sobre el final de este proceso, al desaparecer las clases y aumentar sin precedentes el dominio y control ecológico de las fuerzas productivas sobre la naturaleza, será cuando la religión y la política ―en este orden las más altas expresiones de la enajenación humana universal―, dejarán de existir para siempre, y la dialéctica social o lucha de clases ―como contrapartida de la penuria humana relativa que justifica la existencia de la categoría de propiedad privada―, dejará paso a la pura dialéctica entre los seres humanos como productores asociados y la naturaleza todavía por conocer, dominar y socializar.

Tal es el resultado previsto[4] por la concepción materialista de la historia, como ciencia, que Marx considera sólo válida para su objeto de estudio, esto es, la sociedad de clases y la ejecución del tránsito hacia la sociedad comunista. En este punto, al revolucionarse el sistema de vida determinado por las nuevas relaciones de producción comunitarias, acaba la misión histórica de la economía política como objeto del conocimiento científico y, con ella, la política propiamente dicha.[5] En este aspecto fundamental del concepto de ciencia,Marx entronca con el pensamiento de Einstein, según el cual, las leyes de la física cambian con el cambio de su “sistema de referencia” como objeto de estudio y, por tanto, también varía el método de investigación que permite su descubrimiento. Fue esta coincidencia con Marx en este principio científico general ―y en la irracionalidad manifiesta del sistema capitalista―, lo que convenció al genio creador de la teoría de la relatividad sobre la necesidad histórica del socialismo: Cfr: http://www.marxists.org/espanol/einstein/por_que.htm

 

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[1] Término creado por el filósofo y matemático alemán Christian Wolff (1679) para clasificar las cosas según su finalidad.

[2] ¿Por qué decimos ―siguiendo a Marx y Engels― que la política está comprendida en la prehistoria de la humanidad y no en su . historia? Porque esta es una ciencia que corresponde a los procesos histórico-naturales del desarrollo humano en la sociedad de clases; es una ciencia que hace a los procesos históricos de la humanidad, porque es la que le permite trascender los distintos períodos de su desarrollo histórico; y es natural, porque las contradicciones económicas de las relaciones de producción que los seres humanos contraen entre sí ―en cada período del desarrollo de sus fuerzas productivas― y sobre las cuales (relaciones) cabalga la lucha política de clases, son relaciones por completo independientes de todavoluntad humana. Sólo cuando la política se ponga a la altura de lo que ya actualmente exige el desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad, e inicie el tránsito del capitalismo al socialismo, recién entonces se podrá decir que la humanidad está en ciernes de pisar los umbrales de su propia historia, la que ellos mismos pueden hacer sin condicionamientos de tipo histórico-natural, ni, por tanto, social, esto es de clase. En este punto, la religión y la política, en este orden como las más altas expresiones de la enajenación humana universal, dejarán de existir para siempre, y la dialéctica social, como expresión de la penuria humana relativa, dejarán paso a la pura dialéctica entre los seres humanos y la naturaleza todavía por dominar y socializar.    

[3] Todos las formaciones sociales correspondientes a los diversos modos de producción conocidos hasta hoy, han sido el resultado de procesos en que los seres humanos fueron divididos en clases antes de que fueran conscientes de ello y empezaran a actuar según esas sucesivas determinaciones objetivas de la historia, condiciones sociales de las que llegaron a ser conscientes “post festum”, a posteriori de su creación, lo cual dio pábulo a las distintas políticas de clase y sectores de clase.   

[4] Si hay algo que caracteriza a la ciencia, es precisamente esto, la capacidad de prever, de adelantarse con el intelecto a la evolución de un objeto de estudio descubriendo el principio activo o “causa sui” de su movimiento. Tal ha sido el mérito de Marx en la economía política. Lejos de ser una extravagancia de los científicos, toda capacidad de prever fue siempre una exigencia que se remonta a la más primaria la lucha por la supervivencia humana y que signó su progreso. Un buen pescador, es aquél que puede predecir en qué condiciones, donde y cuando, determinada especie de peces morderán el anzuelo. Predicciones tan sencillas como ésta constituyen el pedestal común de los grandes monumentos científicos modernos. En medio de la consagración social de este postulado cintífico, hizo su aparición "El Capital". Cfr: http://www.nodo50.org/gpm/cis/15.htm

[5] Cfr: “El Capital” Prólogo a la segunda edición en:
http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/0.htm
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