c) Los supuestos de Trotsky frente a la realidad del movimiento de masas y el partido  

La primera conclusión política que Trotsky sacó una vez dada por cierta su teoría del estancamiento económico permanente y de la fascistización irreversible de la sociedad capitalista, fue que la consecuente imposibilidad de que las reivindicaciones del proletariado pudieran ser satisfechas por la burguesía, perdían sentido como instancia de lucha en el proceso de toma de conciencia del proletariado. Esto explica su decisión de suprimir la distinción entre programa mínimo y programa máximo, procediendo a elaborar un programa que en una situación no revolucionaria, pretendió combinar las consignas mínimas con determinadas consignas transicionales, concebidas como puente o trampolín hacia la lucha por la toma del poder.

Semejante decisión, producto, por una parte, de la crisis capitalista que Trotsky juzgó mortal de necesidad para el sistema burgués --automatismo por completo ajeno a la lógica del capital demostrada por Marx-- y, por otra, de una realidad política, el fascismo, que parecía confirmar las lógicas consecuencias de un capitalismo supuestamente sin salida. Sobre estas bases teóricas, Trotsky se agarró al siguiente eslabón de su cadena de errores, que consistió en saltarse la fase natural de desarrollo político en la conciencia del proletariado correspondiente al "programa mínimo", para tratar de que ajuste sus luchas a las consignas del "Programa de Transición", entre ellas, la de "gobierno obrero y campesino", como puente entre la dictadura del capital y la "dictadura del proletariado":

<<La agitación bajo la consigna de gobierno obrero y campesino tiene en todos los casos un enorme valor educativo. Y no es por azar: esta consigna, completamente general sigue la línea del desarrollo político de nuestra época (bancarrota, disgregación de los viejos partidos burgueses, quiebre de la democracia, auge del fascismo, aspiración creciente de los trabajadores a una política más activa y más ofensiva).>> (L.D. Trotsky: "Programa de Transición" Apartado 14: "Gobierno obrero y campesino")

Trotsky extrajo esta consigna del contexto histórico en que los bolcheviques la aplicaron por primera vez, en 1917 --bajo condiciones de ofensiva revolucionaria de las masas-- para aplicarla a las condiciones de retroceso profundo imperantes en 1938, que permitieron a la burguesía internacional desencadenar la Segunda Guerra Mundial.

De aquí en adelante, ésta fue la táctica por la que los trotskystas se distinguieron a sí mismos de la táctica oportunista de los reformistas. Pero, para eso, necesitaron otro supuesto irreal: que el proletariado estaba preparado y dispuesto a pasar sin solución de continuidad, de las luchas inmediatas en una situación no revolucionaria bajo la hegemonía ideológica y política de la burguesía sobre su conciencia, a la lucha por el derrocamiento del capital, es decir a otra situación de carácter revolucionario. Él único argumento que ofreció Trotsky a favor de este salto evolutivo fue el siguiente:

<<En todos los países, el proletariado está sobrecogido por una profunda inquietud. Grandes masas de millones de hombres se sitúan sin cesar en la vía de la revolución, pero cada vez chocan con sus propios aparatos burocráticos>> (L.D. Trotsky: Op. Cit. "Las premisas objetivas de la revolución socialista")

Colocarse sobre una vía y comenzar decididamente a andar sobre ella, supone saber donde y por dónde se va. Lo cierto es que, cuando Trotsky escribió y pronunció estas palabras, el proletariado no estaba sobre la vía de la revolución sino a punto de subir a los vagones que le conducirían a los distintos frentes de guerra. Ya había aceptado ese destino como algo tan inminente como inevitable. Convenientemente cohesionado por sus direcciones políticas y sindicales reformistas en torno a sus respectivas burguesías nacionales, aceptó ser internacionalmente dividido para tomar partido entre los dos bloques de países capitalistas beligerantes previamente conformados, dispuestos a matarse mutuamente en una nueva guerra interburguesa de reparto. La "premisa subjetiva" de Trotsky, estuvo preñada de una fuerte subjetividad revolucionaria personal: 

<<Es verdad que el reformismo es la lógica del oportunismo. Pero no es menos cierto que las direcciones políticas reformistas del movimiento obrero no hacen oportunismo con la burguesía, sino con la conciencia burguesa de la clase obrera mayoritaria. Sólo se puede manipular lo que es efectivamente manipulable. La condición suficiente del reformismo no reside, pues, en las direcciones del movimiento obrero traidoras a los principios de la revolución, sino en la conciencia burguesa de la clase obrera. De hecho, que las mayorías proletarias de algún país hayan llegado al enfrentamiento político directo con sus direcciones reformistas desde una perspectiva objetivamente revolucionaria, la historia no registra ningún caso.>> (http://nodo50.org/gpm/cuarta/06.htm)

Como hemos sostenido ya, en determinadas condiciones las masas pueden sobrepasar espontáneamente a sus direcciones reformistas burocráticas. Pueden, incluso, desbaratar a un Estado; pero la perspectiva objetivamente revolucionaria de esa lucha está en función de la presencia de un partido revolucionario con influencia de masas, mucho antes de que esos acontecimientos se produzcan.

Si la "oposición de izquierdas" hubiera podido a fines de los años veinte constituirse en internacional revolucionaria --al menos en Europa, EE.UU. y Japón-- manteniéndose en la línea que va de Marx a Lenin, tal vez a fines de la década siguiente un sector significativo del proletariado se hubiera sacudido a sus direcciones reformistas, y otras serían las condiciones históricas como para poder decir que las premisas objetivas y subjetivas de la revolución socialista en 1938 estaban maduras. Pero no fue posible. Casi todos murieron a manos de los agentes de Stalin, luchando en la URSS por la revolución política, como dejó testimonio Trotsky en el obituario que escribió para despedirse de su hijo, León Sedov, también asesinado por la GPU:

<<La vieja generación con la que (...), una vez emprendimos el camino de la revolución (...) ha sido barrida del escenario. Lo que las deportaciones, las cárceles y la katorga zaristas, lo que las privaciones de la vida en el exilio, lo que la guerra civil y lo que las enfermedades no hicieron, lo ha logrado Stalin, el peor azote de la revolución, en estos últimos años. (...) La mejor parte de la generación intermedia, aquellos que (...) el año de 1917 despertaron y recibieron su adiestramiento en veinticuatro ejércitos del frente revolucionario, también han sido exterminados. La mejor parte de la joven generación, los contemporáneos de Liova (...) también han sido pisoteados y aplastados. (...) En estos años de exilio hemos hecho muchos nuevos amigos, algunos de los cuales han venido a ser (...) como miembros de nuestra familia. Pero a todos los conocimos cuando ya nos acercábamos a la vejez. Sólo Liova nos conoció cuando éramos jóvenes; él participó de nuestra vida desde el momento en que tuvo conciencia de sí...>> (L.D. Trotsky: "Lion Sedoff, Son, Friend, Figther" Marzo de 1938. Citado por Isaac Deutscher en: "Trotsky, el profeta desterrado" Cap. V)

Por tanto, era impensable que un reducido grupo de militantes revolucionarios organizados, pudieran cumplir la tarea de resolver la crisis de dirección revolucionaria del proletariado mundial en semejantes circunstancias de la lucha de clases. Menos aún esgrimiendo un programa de lucha inspirado en el espontaneísmo revolucionario de las masas, como fue el caso de "El Programa de Transición".  A sólo dos años de su fundación, Trotsky analizaba las discusiones al interior de la IVª, empezando por reconocer la debilidad teórica y consecuente heterogeneidad ideológica y política de sus cuadros, buena parte de ellos procedentes del campo stalinista y de la IIª Internacional.

<<Una proporción considerable de los militantes de la sección americana, y de nuestra joven Internacional, procede del Comintern, en su período de decadencia, o de la Segunda Internacional. Han tenido malos maestros. La discusión ha revelado que amplios círculos del partido carecen de educación teórica de base. Basta con recordar, por ejemplo, que el Comité Local de Nueva York no respondió con una vigorosa defensa a los intentos iluminados de revisar la doctrina marxista y nuestro programa, sino que apoyó mayoritariamente a los revisionistas. Es una lástima, pero se puede remediar, porque la sección americana, y toda la Internacional, está compuesta por individuos honrados que buscan sinceramente el camino de la revolución. Tienen el deseo y la voluntad de aprender. Pero no hay tiempo que perder. Precisamente, la penetración del partido en los sindicatos, y en el medio obrero en general, requiere la preparación teórica de nuestros cuadros. Y no quiero decir con "cuadros" el "aparato", sino el conjunto del partido. Cada militante debe considerarse y actuar como un oficial del ejército proletario.>> (L.D. Trotsky: "De un arañazo al peligro de gangrena")

Producto de esta nada prometedora situación, la organización acabó dividiéndose en dos tendencias. La primera, revisionista del marxismo por la derecha. La segunda, seguidora de las posiciones de Trotsky; ambas como expresión de las "tendencias orgánicas de la psicología de los trabajadores" actuantes en el movimiento de masas, al interior del Partido Socialista Obrero norteamericano (SWP). Finalmente, el partido se rompió a raíz del pacto que Stalin firmó con Hitler, cuando Trotsky decidió mantener su defensa incondicional de la URSS, decisión rechazada por la "tendencia pequeñoburguesa" minoritaria, que finalmente rompió para formar un nuevo partido, apropiándose de The World Internacional, la revista del Social Worker's Partý":

<<Podría decirse que la división arruinó a la Cuarta Internacional si una organización tan insustancial como ésta hubiese podido ser arruinada en modo alguno. Trotsky abrigó la esperanza de que, después de la salida de los "elementos pequeñoburgueses y oportunistas". El Partido Socialista Obrero pudiera echar raíces más profundas en la clase obrera norteamericana. Pero eso no habría de suceder: el partido siguió siendo una pequeña capilla cuyos miembros se mantuvieron devotamente fieles a las enseñanzas de Trotsky y más tarde a su memoria, pero que nunca pudo adquirir ningún peso político.>> (Isaac Deutsche: Op.cit Cap. V)

En semejantes condiciones totalmente desfavorables para el proletariado, tanto por su falta de madurez ideológica, como de la debilidad teórica y política de la IVª, Trotsky puso casi todas sus expectativas en que los efectos objetivos de la guerra sobre el proletariado, tanto en los frentes como en la retaguardia, operaran por sí mismos el necesario cambio en su conciencia colectiva, a fin de que, durante y posteriormente al desenlace final de las hostilidades, esas condiciones le tornarán directamente permeable a las consignas transicionales, facilitando a los revolucionarios complementar la tarea de lanzarlo a la lucha por la toma del poder para que puedan pasar por encima de sus direcciones políticas tradicionales.

Después de acordar con el marxismo en que el proletariado estaba "sobrecogido por una profunda inquietud" anticapitalista sólo contenida por sus direcciones burocráticas políticas y sindicales, pocas líneas más abajo, Trotsky soltó un pronto que, desde entonces, ha inducido a la desviación espontaneísta de la lucha de clases; y es que, según la literalidad del texto, el comportamiento de los explotados está determinado por dos fuerzas contradictorias, a saber, por las condiciones objetivas o económicas tendencialmente revolucionarias y por los agentes ideológicos y políticos contrarrevolucionarios de la burguesía. Para concluir que, de estas dos fuerzas, en última instancia se impone la fuerza de las condiciones objetivas a través de las luchas obreras; o sea, que la conciencia revolucionaria surge directamente de las luchas. Trotsky lo dijo literalmente así:

<<La orientación de las masas está determinada, de una parte, por las condiciones objetivas del capitalismo en descomposición; de otra, por la política de traición de las viejas organizaciones obreras. De estos dos factores, el factor decisivo es, por supuesto, el primero: las leyes de la historia son más poderosas que los aparatos burocráticos. Cualquiera que sea la diversidad de métodos de los socialtraidores --de la legislación social de Blum a las falsificaciones judiciales de Stalin-- no lograrán jamás quebrar la voluntad revolucionaria del proletariado....>> (L.D. Trotsky: "El programa de transición" Apartado II "El proletariado y sus direcciones". Subrayado nuestro)

Trotsky parece excluir aquí al Partido Revolucionario y su función educadora como condición suficiente para el desarrollo de la conciencia del proletariado y la eficacia política de sus luchas estratégicas. Según el espíritu que se desprende de la literalidad del documento en este pasaje, esta función educadora es atribuida por Trotsky a las contradicciones de la realidad económico-social capitalista a través de las masas en lucha, quienes así, por sí mismas, serían capaces de pasar sin solución de continuidad, de la lucha por reformas económicas y políticas dentro del sistema, a la lucha por el poder. Tal ha sido la significación unívoca del discurso espontaneísta de Trotsky en su Programa de Transición, para explicar que "las leyes (económicas) de la historia son más poderosas que los aparatos burocráticos" (lo entre paréntesis nuestro). Según este modo de entender la resolución de la dialéctica social, el partido como educador ideológico y político de masas no es necesario y los mencheviques tenían razón.

Pero, inmediatamente, Trotsky recupera la idea del Partido, no ya como educador político colectivo, sino como dirigente de masas. Dice textualmente que los "esfuerzos desesperados" de la burguesía, "demostrarán a las masas que la crisis de dirección del proletariado (...) sólo podrá ser resuelta por la IVª Internacional". O sea, que, según el discurso de Trotsky, el proletariado espontáneo, por el sólo hecho de luchar contra el capital, llega a comprender las leyes de la historia, esto es, a adquirir conciencia de clase; pero carece de capacidad para autodeterminarse; su conciencia de clase resulta ser insuficiente o parcial; no les sabe indicar qué hacer para que la historia cumpla con sus leyes objetivas; de ahí que necesiten del Partido que les indique por dónde ir, que les de las consignas de su lucha. Tal es la ambigua y contradictoria idea de la relación vanguardia-masa contenida en "El Programa de transición".

Al final de todo, resulta que, para salir de su crisis de dirección, tomar el poder y construir el socialismo, ese proletariado supuestamente conocedor de las leyes de la historia por mediación de sus luchas espontáneas, necesita de un Partido que, desde fuera de sus organizaciones naturales, le indique hacia dónde tirar. Porque él sólo, por sí mismo, no sabe ni por dónde empezar siquiera para quitarle el poder a la burguesía. Y esa dirección que iba a resolver todo el problema, según Trotsky, era la IVª Internacional. Pero, ¿no habíamos quedado, al principio, en que "la orientación del proletariado se resuelve por la contradicción entre las condiciones objetivas revolucionarias y la traición de las organizaciones obreras, a través de la lucha de los explotados? Mayor confusión y ambigüedad que ésta, sólo es posible hallarla remitiéndose a los discursos políticos burgueses.

Esto explica la ambigüedad de los compañeros del CIS sobre la dirección del proceso revolucionario. En efecto, por una parte entienden que:

 <<la dirección del proceso revolucionario (que será de masas: proletarias, semi-proletarias y demás sectores oprimidos en su conjunto) corresponde a la clase obrera;>> (CIS: Apartado I. "Es imprescindible reagrupar...")

O donde proponen:

<<un programa que surja desde dentro de las luchas de clase  especificas>> (CIS: Op.cit. "El partido revolucionario")

Al tiempo que en otras partes del documento dicen cosas como que:

<<La Revolución es de masas proletarias y semiproletarias, etc, pero el Partido es de cuadros>> (CIS: Op.cit. "Es imprescindible reagrupar...")

o que:

<<...el partido de vanguardia combate las ilusiones burguesas (en la conciencia de las masas) y conserva la conciencia colectiva ganada.>> (CIS: Op.cit. El significado de “socialismo". Lo entre paréntesis es nuestro)

y que:

<<Es en la batalla por el poder que los trabajadores --mediados por el partido-- adquirirán la conciencia capaz de establecer la democracia nueva>> (Ibíd. El subrayado es nuestro)

De este modo, es imposible saber exactamente dónde reside la dirección del proceso revolucionario. Este lenguaje opaco y ambiguo se presta por partes iguales a la desviación reformista y a la espontaneísta revolucionaria; por tanto, también al centrismo, como sucede con organizaciones como el BIPR  http://www.nodo50.org/gpm/bipr13.htm y http://www.nodo50.org/gpm/bipr14.htm

Casi a renglón seguido, en el primer párrafo del tercer apartado, donde trata sobre "el programa mínimo y el programa de transición", Trotsky empieza volviendo a reconocer la inadecuación de la conciencia del proletariado a las exigencias de las condiciones objetivas. Y dice que en el período prerevolucionario, esto es, bajo condiciones económico-sociales críticas pero con plena hegemonía ideológica y dominio político de la burguesía sobre el proletariado, esa inadecuación de la conciencia proletaria al ser de la burguesía en crisis económica terminal, deberá ser superada por la IVª Internacional consiguiendo que los explotados asuman las consignas transicionales:

<<La tarea estratégica del próximo período --período prerevolucionario de propaganda, agitación y organización-- consiste en superar la contradicción entre la madurez de las condiciones objetivas y la falta de madurez del proletariado y de su vanguardia (confusión, descorazonamiento de la vieja generación, falta de experiencia de la joven.>> (L.D. Trotsky: “El programa de transición”. Apartado III "El programa mínimo y el programa de transición")

 Como se ha podido ver citado más arriba, es elocuente y significativo el comentario de Trotsky acerca del comportamiento de los militantes del Comité Local de Nueva York, incapaces de oponerse a los ataques de los revisionistas contra el marxismo y el programa de la IVª, y que acabaron votando mayoritariamente sus posiciones. Trotsky dice allí que "es una lástima, porque se trata de elementos honrados que tienen "el deseo y la voluntad de aprender" Y seguidamente agrega. "Pero no hay tiempo que perder". Como si temiera que los acontecimientos se le vinieran encima y en el momento preciso el Partido no contara con efectivos suficientes. La gravedad de la situación no estaba en el objeto de esa preocupación o temor de Trotsky, sino al revés, en que persiguiendo la cantidad, estaba sacrificando el tiempo necesario para conseguir militantes de calidad. En tal sentido, ¿con qué acervo militante pensaba Trotsky que se podían encarar las tareas estratégicas de propaganda, agitación y organización, a fin de resolver la crisis de dirección del proletariado? Detengámonos en este punto del análisis sobre este apartado, para ver qué entendieron los clásicos del marxismo por consignas de transición, cuales fueron las condiciones históricas en que recomendaron su aplicación y con qué metodología política:

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org