d) Condiciones históricas y método de aplicación de las consignas transicionales según Marx, Engels y Lenin.

Empecemos por destacar la opinión de Trotsky acerca del carácter de su programa. En el punto 3 de los Estatutos de la CI dice lo siguiente::

<<En su plataforma, la Cuarta Internacional concentró la experiencia internacional del movimiento marxista revolucionario, y especialmente aquella que surge de las conquistas socialistas de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia>> (Op.cit.)

Esta afirmación no se corresponde con los hechos históricos ni con la misma línea de pensamiento y táctica política que implementaron los clásicos del marxismo. Marx y Engels entendieron las consignas de lucha por medidas transicionales sólo en el contexto de un ascenso revolucionario de las masas y como parte del mismo proceso de lucha inmediatamente antes y después de la toma del poder. No como demandas de imposible aplicación por la burguesía bajo cualesquiera condiciones de la lucha de clases, esto es, en todo momento, sino como una imposición perfectamente posible pero sólo bajo condiciones insurreccionales, que se les arranca al Estado en un acto de doble poder. En septiembre de 1847, durante su polémica con Karl Heinzen, Engels expuso la idea de las consignas trancisionales inequívocamente así:

<<Todas las medidas para restringir la competencia y la acumulación de capital en poder de individuos, toda restricción o supresión de la ley de la herencia, toda organización del trabajo por el Estado, etc., todas estas medidas revolucionarias no solamente son actualmente posibles por necesarias. Son posibles porque detrás de ellas está todo el proletariado en actitud insurgente y las mantiene por la fuerza de las armas. Son posibles a pesar de todas las dificultades y las desventajas que alegan contra ellas los economistas, porque estas mismas dificultades y desventajas obligarán al proletariado a ir más y más allá de ellas, hasta que la propiedad privada sea abolida por completo, no para perder nuevamente lo que se ha ganado ya. Estos son los pasos tan posibles como preparatorios para la toma del poder, etapas transicionales, temporales, hacia la abolición de la propiedad privada, no de ninguna otra manera.>> (F. Engels: "Gaceta alemana de Bruselas" Nº 3 03/10/847)

Con este mismo espíritu, Marx y Engels redactaron en diciembre de ese año el programa de consignas transicionales contenidas en el capítulo II del "Manifiesto", pensadas para las condiciones existentes en los países más avanzados de Europa, que provocaron el estallido revolucionario de 1848, consignas entendidas no como una conquista parcial y definitiva al interior del sistema capitalista ni como una concesión excepcional y perentoria del Estado capitalista dentro del ordenamiento legal burgués, sino como una "violación despótica" de ese ordenamiento, de las leyes que preservan la propiedad privada y las relaciones de producción burguesas, medidas que serán "insuficientes" para el proletariado, al mismo tiempo que "insostenibles" para la burguesía, de modo tal que tiendan a ser objetivamente sobrepasadas en el curso de la lucha, o volver a la situación de equilibrio de poder anterior, como debe suceder en toda situación en que existe una dualidad de poderes:

<<Esto, naturalmente, no podrá cumplirse al principio más que por una violación despótica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de producción, es decir, por la adopción de medidas que, desde el punto de vista económico, parecerán insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se sobrepasarán a sí mismas y serán indispensables como medio para transformar radicalmente todo el modo de producción.>>  (Op. Cit)

Los creadores del materialismo histórico plantearon estas consignas transicionales inmediatamente antes de la toma del poder, en medio de la crisis revolucionaria, cuando la conciencia del proletariado está en el punto de inflexión que le permite pasar a la ofensiva en condiciones de implantar el doble poder con vistas al derrocamiento de la burguesía. Por tanto la condición para agitar las consignas de transición, es que la correlación política de fuerzas haya variado en favor del proletariado hasta el punto de que las relaciones entre las clases no están bajo el dominio absoluto de la burguesía, porque las luchas obreras han forzado una situación de doble poder. Por ejemplo, a través del control obrero de la producción.

Los bolcheviques en Rusia han procedido siguiendo estas enseñanzas de los clásicos. A Lenin, jamás se le ocurrió actualizar las consignas de transición en condiciones normales del proceso de acumulación y de plena estabilidad del Estado burgués. Ni siquiera en condiciones de crisis económica bajo plena hegemonía ideológica y control político de la burguesía sobre el movimiento de masas. El POSDR sólo se puso en tensión para orientar el movimiento en el sentido de las consignas transicionales, cuando la sociedad rusa llegó a estar en condiciones de crisis económica sobredeterminada por una crisis política de la burguesía, esto es, de su Estado, producto de la creciente intensidad y masificación de las luchas del proletariado y el pueblo en defensa del "programa mínimo". O sea, en condiciones de crisis revolucionaria, cuando, en un primer momento, los de abajo no toleran ya seguir viviendo como se lo han venido dictando las leyes económicas y políticas del sistema, y súbitamente muestran haber comprendido aquello en lo que la vanguardia revolucionaria había venido insistiendo en explicar durante largos años de incansable labor de propaganda, en los que, aparentemente no pasaba nada, y mucha gente honesta, desilusionada, abandonaba la vida política por eso; así se llega al momento en que las masas salen a luchar habiendo abandonado ya toda confianza en esas leyes y en sus instituciones (empresas, partidos políticos y organismos estatales), abriendo con sus luchas una grieta en el dominio político y militar hasta ese momento absoluto de la burguesía, que así da muestras de estar perdiendo el control de la situación ante esos movimientos de masa de magnitud; es en el curso de este primer momento de la lucha, cuando los clásicos agitaron --sin dejar de explicar su sentido emancipador-- las consignas de transición con vistas a que esa lucha imponga esas consignas transicionales al Estado burgués por la fuerza, a instancias del ejercicio de un doble poder económico a través de los consejos de fábrica y político a instancias de los soviets. Esa institucionalización del poder proletario y popular paralelo y enfrentado al poder contrarrevolucionario de la nobleza y la burguesía, que fungió entre febrero y octubre de 1917, demostraba que los asalariados y demás clases subalternas habían comprendido la necesidad de hacer lo que estaban haciendo, de luchar para imponer las consignas mínimas y transicionales tras establecer su doble poder dentro de la sociedad capitalista todavía en poder del gobierno provisional en manos del bloque histórico aristocrático-burgués.

Así, en tales circunstancias ni a Lenin, ni a Trotsky  ni a nadie, se le pudo ni podía ocurrir lanzar consignas de transición que suponen el ejercicio del doble poder, antes de que se hubieran dado las condiciones objetivas y subjetivas que lo permitieran, y menos aún haciendo creer a las masas sin conciencia de clase, que el Estado ruso estaba en condiciones de conceder semejantes reivindicaciones; como si unos asalariados que no han llegado a desesperar de sus patrones y del Estado burgués, pudieran asumir las consignas transicionales y sentir en la resistencia del enemigo a cumplirlas, un estímulo a sus luchas que alumbren en sus conciencias el camino del poder. Lenin solía decir que la verdad es revolucionaria y jamás traicionó esta máxima ni su corolario político. Y decía, además, que a las masas nunca se les debe proponer hacer cualquier cosa bajo condiciones objetivas todavía no maduras para ello, o cuando, habiendo ya madurado esas condiciones, su consecuente necesidad histórica de actuar no haya sido comprendida por los encargados de realizarla, que en la comprensión de la necesidad económica reside la libertad política:

<<La comuna, es decir, los soviets, no "implantan", no se proponen implantar, y no deben implantar ninguna reforma que no haya alcanzado plena madurez, tanto en la realidad económica como en la conciencia de la aplastante mayoría del pueblo.>> (V.I. Lenin: "Las tareas del proletariado en nuestra revolución", texto más conocido por "Las Tesis de Abril" 10/04/917)

  Refiriéndose en 1931 al control obrero de la producción, Trotsky explicaba magistralmente en qué situación o condiciones de la lucha de clases es preciso aplicar las consignas transicionales y quién debía hacerlo. En ese momento no hablaba de amagar con el control obrero para presionar, para exigir que sea el Estado quien controle a los capitalistas, sino de ejercerlo directamente imponiendo el doble poder dentro de la sociedad capitalista:

<<¿Qué régimen estatal corresponde al control obrero de la producción? Es obvio que el poder no está todavía en manos de los trabajadores, pues de otro modo no tendríamos el control obrero de la producción, sino el control de la producción por el estado obrero como introducción a un régimen de producción estatal basado en la nacionalización. De lo que estamos hablando es del control obrero bajo el régimen capitalista, bajo el poder de la burguesía. En cualquier caso, una burguesía que se sienta firmemente asentada en el poder nunca tolerará la dualidad de poder en sus empresas. El control obrero, en consecuencia, solamente puede ser logrado en las condiciones de un cambio brusco en la correlación de fuerzas desfavorable a la burguesía por la fuerza, por un proletariado que va camino de arrancarle el poder, y por tanto también la propiedad de los medios de producción. Así pues, el régimen de control obrero, un régimen provisional y transitorio por su misma esencia, sólo puede corresponder al período de las convulsiones del Estado burgués, de la ofensiva proletaria y el retroceso de la burguesía, es decir, al período de la revolución proletaria en el sentido más completo del término.>> (L.D. Trotsky: "El control obrero de la producción" 20/08/931)

Y un año antes, en una carta en respuesta a un pedido de asesoramiento táctico de un grupo de militantes austriacos que acababan de romper con el Partido Socialdemócrata de ese país, Trotsky aclaraba la confusión de los compañeros sobre el significado de la expresión "explicar pacientemente" para combatir las maniobras del fascismo, empeñado en  limitar las libertades democráticas concentrando las funciones del poder legislativo en el ejecutivo:

<<Aquí observo un pequeño malentendido. En mi breve trabajo sobre la crisis austriaca subrayé en un paréntesis que la fórmula “explicar pacientemente”, fue utilizada por primera vez por Lenin, en abril de 1917. Seis meses mas tarde conquistamos el poder. Esto significa que no es lo mismo que el partido revolucionario explique pacientemente a que emplee tácticas dilatorias, el gradualismo o el sectarismo aislado. “Explicar pacientemente" no implica explicar las cosas de manera incoherente, indolente, con cuentagotas. Al emplear esta fórmula en abril de 1917, Lenin le decía a su partido: “Comprended que sois una pequeña minoría y reconocedlo abiertamente; no os propongáis tareas que excedan vuestras fuerzas, como el derrocamiento inmediato del Gobierno Provisional; no temáis quedar en oposición a los defensistas, a los que siguen hoy la abrumadora mayoría de las masas; tratad de comprender la psicología de los defensistas honestos --obreros y campesinos-- y explicadles pacientemente cómo poner fin a la guerra." El consejo de Lenin significaba, en otras palabras; “No creáis que existen recetas sofisticadas ni ardides que os permitirán fortaleceros repentinamente sin ganar la conciencia de las masas; dedicad todo vuestro tiempo, toda vuestra impaciencia revolucionaria, a ‘explicar pacientemente'". Este es el verdadero significado de las palabras de Lenin.>> (L. D. Trotsky: "Explicar pacientemente" 10/01/930)

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