04. Resumen de la crisis capitalista en España entre 2008 y 2013.

 

         Éste es el remedio milagroso que últimamente ha venido esgrimiendo como arma política, el líder de la incipiente y exitosa formación política española llamada “Podemos” en sucesivas tertulias televisivas. El mismo remedio al que apeló el ex gobierno del PSOE, cuando por boca de su inefable presidente, Rodríguez Zapatero, el 13 de enero de 2008 largó aquello de que “La crisis es una falacia, puro catastrofismo”, anunciando su plan de actuación que consistió, por un lado, en destinar dinero público a elevar de 20.000 a 100.000 Euros, la masa de dinero asegurada a cada titular de cuentas corrientes y entidad bancaria frente a cualquier eventualidad, por otro lado, también creó con cargo al Tesoro Público un fondo de 30.000 millones de Euros, —ampliable a 50.000—, para comprar activos “sanos, no tóxicos” a los bancos y cajas, con el propósito de inyectarles liquidez para financiar a “ciudadanos y empresas”.

 

         O sea, el Estado español presuntamente prestó a los bancos dinero al 1% de interés, para que, a su vez, supuestamente los banqueros concedieran créditos a familias y pequeñas empresas en dificultades, con la finalidad de volver a soldar la cadena dineraria entre cobros y pagos rota por la crisis, que desde los EE.UU. se acababa de trasladar a Europa. ¿Qué hicieron los bancos españoles con ese dinero? Pues, pagar buena parte de sus deudas contraídas a colegas acreedores en el mercado interbancario mundial. ¿Y qué hicieron estos últimos? Prestar ese dinero al Estado español cobrando el 2 y hasta el 3% de interés; agravando todavía más el déficit fiscal y la deuda pública bajo el gobierno del Partido Popular que sucedió al P.S.O.E. y cargó sobre los hombros de los ciudadanos más desfavorecidos, proceso en curso que todavía se prolonga sine die.

         Otra de las medidas keynesianas del gobierno socialdemócrata de Zapatero, consistió en el llamado Plan Español para la reactivación de la economía y el empleo emprendido en enero de 2009. Pero fue un total despropósito, porque el gasto autónomo de fondos líquidos del Estado en distintas obras públicas, buscando que actuara como incentivo social presuntamente multiplicador de la inversión privada, se demostró absolutamente inútil mientras la tasa de ganancia no se recupera. Y esto último no puede suceder, sin que antes el capital productivo excedentario que provocó la crisis, se desvalorice y/o destruya físicamente.   

         Una realidad que se vio confirmada en España a fines de ese año, cuando a raíz de la “crisis de dinero” —como resultado, a su vez, de la desinversión de capital productivo por falta de rentabilidad suficiente de las empresas más importantes (del Ibex 35) que participan en la formación de la tasa general de ganancia media—, casi todas las “pymes” españolas (auxiliares de aquellas) tenían problemas de cobro; y un 25% de ellas estaban al borde de la quiebra por morosidad, al tiempo que los bancos, previsoramente cerraban todavía más el grifo del crédito, ante la segura imposibilidad de recuperar el dinero prestado.

         Así fue como en España —junto con Grecia, Portugal, Italia y demás países menos desarrollados del Este europeo— acompañaron a los de mayor desarrollo relativo en una deriva donde la brusca desinversión de capital, por falta de rentabilidad suficiente, provocó el aumento espectacular del paro, la imposibilidad de los bancos para cobrar sus préstamos; y el consecuente derrumbe del consumo por parte de los explotados, se tradujo en un inevitable desplome de los ingresos fiscales, el abultamiento de los déficits presupuestarios estatales y sus deudas públicas internas, amenazando con la bancarrota a no pocos Estados Nacionales del centro capitalista imperial, como es el caso hoy día de España, donde asciende al 94% de su Producto Bruto Interno, la de EE.UU que es del 104,52%, la del Reino Unido del 90,60%, la de Francia del 93,50%, la de Italia del 132,60%, o la de Bélgica del 101,50%. Otro tanto cabe decir respecto de la deuda externa.

         Bajo tales condiciones, ¿de dónde los burócratas de los principales Estados burgueses pueden  “rascar” los fondos líquidos para crear esa supuesta “demanda agregada”? ¿De dónde, si esos fondos permanecen ociosos en paraísos fiscales o se destinan a la especulación, porque la tasa de ganancia sigue hundida?[1].  He aquí al descubierto la verdad de la chapuza teórica keynesiana. ¿Qué demanda agregada pueden crear los Estados nacionales, sí además de tener que sufragar el seguro de desempleo a millones de parados sin menoscabo de los sistemas jubilatorio, de salud y educación, encima sufren una sensible reducción de sus ingresos fiscales como consecuencia del enorme declive de la actividad económica derivada de la crisis? Su único recurso, es el de apelar a la emisión de dinero puramente fiduciario y por tanto, fraudulento, es decir, sin respaldo efectivo en riqueza real creada. Una aventura en la que parece haberse metido últimamente el Estado norteamericano. Cuyo histriónico presidente, de todo lo que acabamos de decir hasta este punto, no sabe ni quiere saber un carajo.

         Antes de que se pusiera otra vez en práctica el keynesianismo desde los tiempos de Roosevelt en EE.UU., sin recaer en la recesión que debió sufrir ese país en 1937, fue necesario que se desvalorizara todo el capital ficticio (letras  de cambio) y su equivalente económico real (capital físico) que navegó en un mar de deudas desde la inconvertibilidad del dólar en 1971, medida “ad hoc” que permitió, precisamente, desvincular al dinero fiduciario en circulación, respecto de la riqueza en oro existente, hasta ese momento patrón de los intercambios nacionales e internacionales.

 

         Sobre esta férrea necesidad objetiva de adecuar la masa de dinero-papel al capital realmente existente y al plusvalor obtenido que lo compense y justifique, no puede dejar de pasar el neo-keynesianismo de los actuales gobiernos en los principales países imperialistas, ni cualquier otra superchería económica propagandística por el estilo para engañar a los explotados. Porque la realidad determinada por las leyes económicas acaba imponiéndose. Y el cumplimiento de esas leyes demuestra el hecho insoslayable, de que según avanza en el tiempo el proceso de acumulación, de crisis en crisis, tanto el grueso de la riqueza material como los fondos líquidos para inversión, acaban en poder y dominio del sector privado de la economía mundial. Por tanto, en modo alguno el curso futuro de la economía mundial en ningún país, puede depender del sector público. Para ello es necesario, sí o sí, acabar con la propiedad privada sobre los medios de producción:

<<La montaña de dudas es en buena parte una montaña de deudas privadas. Refleja un fenómeno generalizado de privatización de la creación monetaria y del control “central” sobre los capitales en los países capitalistas. Una consecuencia de este proceso es que la relación entre la retención privada de capitales y las reservas (líquidas) de cambio oficiales (públicas) se ha invertido brutalmente. Hacia 1968, los bancos centrales de los 10 principales países imperialistas, detentaban cinco veces más reservas de cambio líquidas que los capitalistas privados. En 1986, estos últimos pasaron a detentar cinco veces más capitales líquidos y semilíquidos (2,4 billones de dólares) que las reservas de cambio de esos 10 bancos centrales, sin tener en cuenta el oro. El debilitamiento, incluso la parálisis de los Estados nacionales, incluyendo a los EE.UU., refleja esta situación, igual que refleja el auge de los truts multinacionales que escapan al control de todo Estado nacional. El declive de la ideología “intervencionista” no era más que el reflejo de esta nueva realidad (que vino para quedarse)>> (Ernest Mandel: La situación Económica a Principios de 1988” en “Le Monde” del 06/01/1988, citando al “Banque des Règlements Internationaux”. Reeditado por “Inprecor” 62 Junio/1988 Pp. XI. Lo entre paréntesis nuestro)

         En este trabajo, tras describir la situación económica mundial Mandel observaba, que una vez pasada la era neoliberal del gobierno Regan con su arrogante libre capitalismo de mercado, en la opinión pública mundial parecía levantar cabeza el neo-keynesianismo aupado a la primera fila de los órganos creadores de opinión, por los ideólogos de la izquierda burguesa reformista internacional socialdemócrata, propaganda de la cual ha sido víctima nuestro exitoso líder político Pablo Iglesias.

         Sin embargo, haciendo un punto y seguido Mandel desmintió lo que no pudo entonces ni puede ser hoy más que un nuevo espejismo fabricado por los ideólogos de la Socialdemocracia, para infundir confianza en los explotados acerca de las posibilidades del sistema, vendiéndoles la ya tan remanida como andrajosa idea de que la supuesta concertación entre los Estados de los principales países imperialistas —anunciada y difundida en un pomposo marco de espectacularidad mediática—, podrá superar esta crisis sin costo alguno para las mayorías sociales de ningún país. Porque:

<<….para desgracia de los ideólogos, no hay concertación eficaz posible entre los Estados nacionales en irrevocable competencia, unos contra otros y, además, cada vez más débiles frente al capital privado. No hay ni un Estado Mundial ni un “prestamista mundial de último recurso” posible bajo un régimen capitalista (en su etapa tardía o postrera). Es (ésta), sin duda, una nueva maldición mortal que pesa sobre él, añadiéndose a todas las descubiertas por Karl Marx>> (Op. Cit. Lo entre paréntesis nuestro)

         En este sentido, es necesario recordar que ni siquiera la política del “New Deal” en los años 30 del pasado siglo, consiguió superar la crisis mediante la creación de dinero inflacionario. De hecho, la formación de capital fijo en 1937, era en EE.UU. todavía un 6% menor que en 1929. Y tampoco se pudo en esos años recuperar promisoriamente la ocupación: de los 14 millones de desempleados existentes en 1930, el paro en 1937 seguía siendo de 10,6 millones de asalariados sobre una población activa total de 54 millones de personas, con lo que el porcentaje de parados subía todavía bastante más allá del 20%.

         En realidad, la gran burguesía norteamericana solo pudo contribuir a que el sistema capitalista mundial deje atrás su crisis de 1929-30, recién a partir de 1940, apelando a la destrucción material y el genocidio de la Segunda Guerra Mundial. En un primer momento, como hemos dicho mediante la conversión de gran parte de su industria civil en industria de guerra, proveedora de material bélico a las potencias beligerantes comprometidas en el conflicto, que los Estados beligerantes se encargaron de destruir junto al ingente capital físico y humano en ciudades enteras convertidas así en ruinas. En un segundo momento, provocando la matanza de más de 3.600 efectivos militares propios junto a sus familias, apostados en la base naval norteamericana de Pearl Harbor sobre el Océano Pacífico, cuyo ataque perpetrado por la aviación japonesa fue deliberadamente permitido por el gobierno americano de Franklin Delano Roosevelt, un criminal de guerra entre otros tantos que ha dado la historia del capitalismo, quien utilizó ese ataque como pretexto para meter a su país en aquél conflicto mundial desde diciembre de 1941, un negocio en el que ese “gran país” se alió con Inglaterra y Francia contra los países del “eje”.

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[1] En mayo de 2013 aludimos a un controvertido informe del FMI, según el cual en 2010 había más Euros en paraísos fiscales: 18 trillones (18.000.000.000.000.000.000), que el equivalente a todo el P.B.I. creado ese año por los países de la CEE.