Butlletí
de la
Fundació d'Estudis Llibertaris
i Anarcosindicalistes
  La FELLA
Notícies, convocatòries
Publicacions
Contactar

 

Núm. 6    primavera    2001     Sumari     <<<     >>>


Anarquista y amigo del agua

Lluis Correal


 
Este es el pie de foto de Lluis Correal, publicada en el semanario alemán "Der Spiegel" (el de mayor difusión en Europa), justo una semana antes de la inauguración de los JJOO, en un reportaje titulado: "La otra cara de las Olimpíadas".

En dicho reportaje se destacaba el "espíritu olímpico" ya desaparecido, que contrasta con los fastos que se montan en torno a las figuras olímpicas de hoy.

El reportaje se centraba en dos casos, de dos generaciones distintas, en cuyos comportamientos ese "espíritu olímpico" se mantenía vivo, sumergido en un ambiente opuesto, generalizado.

Se trataba de un joven nadador del equipo olímpico uruguayo, que para poder participar en las pruebas tuvo que costearse el pasaje de su bolsillo.

El otro caso rastreaba la historia deportiva de nuestro compañero Lluis Correal, ya jubilado, en la que relataba su larga peripecia deportiva, desde su prevista participación en las "Olimpiadas Populares" de 1936 en Barcelona, y su dedicación a la natación durante toda su vida.

…, Lluis Correal, miembro de la Federación Catalana de Natación, aún manteniendo el "espíritu olímpico" que le ha guiado siempre en su actividad deportiva, no ha querido, con motivo de los JJOO de 1992, abandonar a sus amigos los nadadores y junto con ellos permaneció en la piscina Picornell, prestándoles su concurso y experiencia.

Es demasiado pronto para hacer un resumen de lo vivido en esta movida olímpica, paralímpica y especial olímpica, que daba sus últimos coletazos a mediados de octubre. No han sedimentado aún las sensaciones más o menos placenteras -¿por qué negarlo?- experimentadas por este realmente viejo pero aún activo aficionado al deporte. Si en el lejano 1936 la rebelión militar frustró nuestra participación directa en la Olimpiada Popular de Barcelona, nos pareció que tras una vida en que nuestros ocios los llenó la natación, entre otras cosas que no hacen al caso, no podíamos quedar al margen de su expresión máxima, Los Juegos Olímpicos, por mucho que su espíritu haya sido falseado y mercantilizado, como se expone en otros artículos de este mismo número. Sabíamos que esta experiencia no la podríamos repetir.

Nuestro puesto estaba lejos de las tribunas y salones para VIPs, de hecho a flor de agua. Literalmente, "no nadábamos, pero guardábamos la ropa". En los Juegos Olímpicos propiamente dichos esto nos permitió un estrecho contacto humano con nadadores, jueces y directivos, en amplio muestrario. Observamos de cerca tanto al federativo engreído que se consideraba el epicentro de la fiesta (Samarach, por ejemplo) como al superatleta que a pesar de raparse el cráneo y el cuerpo para arañar unas décimas de segundo, no había perdido la espontaneidad en el trato, no obstante el aislamiento a que era sometido, en su país y en Barcelona.

En efecto, por sedicentes motivos de seguridad, como muy bien saben los barceloneses, la ciudad y sobre todo sus instalaciones deportivas fueron tomadas militarmente y para acceder a ellas era preciso someterse a controles que agotaban la paciencia. Por suerte, no pasó nada, a pesar de tanto dedo acariciando el gatillo. Si fue a consecuencia de estas precauciones o a pesar de ellas, nunca se sabrá.

No hablaré de resultados o plusmarcas, de los que sufrimos un duro bombardeo en aquellos días. A quien interesen, fácil le será obtenerlos.

La "torna" de los Olímpicos fueron los Paralímpicos. Los grandes de la tierra ya habían marchado y la accesibilidad para el público fue mayor. De años anteriores teníamos experiencia personal de estos Juegos para disminuidos físicos y sabíamos que no constituían un circo ni un serial lacrimógeno. Es impresionante cómo estas personas han superado sus impedimentos que pueden ir desde la falta casi absoluta de los cuatro miembros talidomídicos hasta la ceguera. Si no se puede poner en duda su capacidad mental, como lo confirmaba la naturalidad de su trato (que rehuía por completo la conmiseración propia o ajena), es sorprendente el rendimiento de sus cuerpos defectuosos o incompletos. Si el público acudió primero a las instalaciones para verlas gratuitamente, fue ganado por el genuino espíritu de competición de los participantes, por suerte alejados de los brotes de mercantilismo de los Olímpicos.

Párrafo aparte merecen los Especiales Olímpicos, para disminuidos psíquicos. El lema aquí es que no se compite para vencer, sino para superarse uno mismo. En efecto, en el mundo más o menos cerrado y particular de estas personas se encendía una ilusión real al participar, que afectaba por igual al primero como al último de una carrera, y que a veces resultaba casi incomprensible para quienes les acompañábamos. El público se componía casi totalmente de familiares, lo que garantizaba la normalidad y desarrollo de los festivales.

No podemos ser juez y parte y por ello no pretendemos extraer consecuencias o enseñanzas de lo vivido. Así vimos las cosas y de ellas damos fe a nuestro leal saber y entender.


La FELLA    Notícies, convocatòries    Publicacions    Contactar    Inici