Racismo, refugiados y apartheid
en Israel
¿Hacia la exclusión
de los parlamentarios palestinos en Israel?
16 de enero de 2003. BADIL*, 4 de enero de
2003
Traducción: Beatriz Morales, CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
"En el caso de BALAD
y de Azmi Bishara** los argumentos políticos y legales
israelíes se enmarcan dentro del lenguaje de la 'seguridad
nacional', mientras que el principal motivo que subyace es el
preponderante imperativo político de mantener a Israel
como un 'Estado judío'".
Tras la activación
de una intensa campaña internacional en la que han participado
miles de personas y más de cien parlamentarios internacionales,
el pasado 9 de enero el Tribunal Supremo de Israel decidió
revocar la decisión de la Junta Electoral Central de no
permitir la participación de la Alianza Nacional Democrática
BALAD ni de su presidente, el parlamentario palestino, Azmi Bishara
en las elecciones israelíes que tendrán lugar el
próximo 28 de enero, aduciendo razones "de seguridad
del Estado" que pretenden ocultar y negar el debate sobre
la imposibilidad de mantener el carácter judío
de Israel en un Estado democrático. El texto que presentamos
a continuación, aunque elaborado por Badil con anterioridad
a la decisión del Tribunal Supremo, mantiene no obstante
su vigencia en cuanto a las cuestiones que plantea [CSCAweb]
Dentro de pocos días está previsto que el Tribunal
Supremo israelí tome una decisión que redefinirá
el marco de las relaciones políticas entre la mayoría
judía de Israel y su minoría palestina para los
próximos años. Para el 9 de enero el Tribunal Supremo
tendrá que decidir si se va a prohibir la participación
de la Asamblea Nacional Democrática (BALAD) encabezada
por Azmi Bishara -y del mismo Azmi Bishara- en las elecciones
parlamentarias israelíes del 28 de enero con motivo de
supuestas razones de "seguridad de Estado". El Tribunal
tendrá que adoptar un apostura acerca de si el programa
y las actividades de BALAD y de Azmi Bishara forman parte del
legítimo debate político del "judío
y democrático Estado de Israel", o hay que proscribirlos
del discurso parlamentario.
La decisión del Tribunal será crucial porque
BALAD y Azmi Bishara no están solos. Además de
la sesión sobre el caso Bishara del martes 7 de enero
[de 2003], para el mismo día está prevista una
sesión similar para decidir acerca del futuro parlamentario
de Ahmad Tibi (TA'AL/Hadash). Asimismo, la decisión del
Tribunal supondrá un punto de referencia en la feroz campaña
política contra los inconformistas parlamentarios palestinos
y sus listas. La actual campaña, encabezada por los miembros
de derecha del Knesset israelí y por el fiscal general,
Elyakim Rubinstein, ya tuvo como resultado la semana pasada la
decisión por parte de la Junta Electoral Central de prohibir
la participación de BALAD, Bishara y Tibi en las próximas
elecciones. Esto hay que entenderlo dentro un más amplio
contexto de una serie de políticas adoptadas por el gobierno
israelí para aislar y marginar aún más a
los ciudadanos palestinos del Estado, tales como la suspensión
de la reunificación familiar de ciudadanos palestinos
casados con palestinos no residentes; la consideración
de nuevas leyes para restringir más el acceso de los palestinos
a la tierra; la reactivación del Consejo para la Demografía
para que estudie mecanismos para aumentar la población
judía en relación a la palestina; el establecimiento
de nuevos asentamientos judíos para alterar la demografía
en Gaza y Naqab; la revocación de la ciudadanía;
la confiscación de tierra y demolición de casas;
y la negativa a tratar los derechos de los palestinos desplazados
internamente. La discriminación israelí respecto
a toda la población palestina ha dado origen a un amplio
debate público respecto a al traslado de población
y la expulsión forzosa (esto es, la limpieza étnica).
Esto explica también la facilidad con la que la misma
Junta Electoral Central aprobó la candidatura para las
próximas elecciones de Baruch Marzel, miembro del ilegal
movimiento de derechas Kach.
¿Qué democracia en
un 'Estado judío y democrático'?
Igual que en el pasado, en el caso de BALAD y de Azmi Bishara
los argumentos políticos y legales israelíes se
enmarcan dentro del lenguaje de la "seguridad nacional",
mientras que el principal motivo que subyace es el preponderante
imperativo político de mantener a Israel como un "Estado
judío".
Después un frustrado intento anterior de acusar a Bishara
por el papel que desempeñó en la organización
de viajes para ancianos palestinos a Siria para visitar a familiares
suyos que no habían visto en 50 años -el caso sigue
pendiente en el tribunal de Nazareth-, la Junta Electoral Central
proporcionó una segunda oportunidad. Según unas
enmiendas recientemente aprobadas por el Knesset, se puede prohibir
una lista o un candidato particular con motivo de que "han
denegado la existencia del Estado de Israel como un Estado judío
democrático" o "apoyan la lucha armada de un
Estado hostil o de una organización terrorista contra
el Estado de Israel". El fiscal general de Israel, Elyakim
Rubinstein, hizo todo lo posible para probar ambas cosas y su
razonamiento citaba prolijamente las "pruebas secretas"
proporcionadas por un agente de la inteligencia israelí.
Las declaraciones de BALAD en respuesta al fiscal general
arguyen convincentemente que todas las "pruebas secretas"
se refieren a declaraciones hechas en actos públicos.
Las acusaciones de apoyo a la lucha armada y a las bombas suicidas
se basan en interpretaciones erróneas del agente del servicio
de inteligencia y se pueden verificar fácilmente con ayuda
del público presente en esos actos. El razonamiento del
fiscal general no incluye pruebas de encuentros secretos o de
actividades con "Estados hostiles u organizaciones terroristas".
Además, los abogados de Adalah que defiende el caso de
BALAD y de Azmi Bishara critican el hecho de que Rubinstein incluyera
pruebas que sirvieron para suprimir la inmunidad parlamentaria
de Bishara e iniciar su juicio anterior antes de que se aprobaran
la enmiendas a la Ley Electoral. Al mismo tiempo, la respuesta
de BALAD reafirma su apoyo al derecho del pueblo palestino a
resistir a la ocupación, un derecho que consagra el derecho
internacional.
Sin embargo, el desafío real del Tribunal Supremo descansará
en la cuestión de si el llamamiento programático
de BALAD de transformar Israel en "un Estado de todos sus
ciudadanos", en el que judíos y palestinos, incluyendo
a los desplazados internos y a los refugiados, puedan vivir sobre
las bases de iguales derechos civiles y nacionales, es un asunto
legitimo para el debate parlamentario israelí.
Se apelará a los jueces israelíes para que reexaminen
críticamente las engañosas ideas públicas
y las "pruebas secretas" que mantiene que el abierto
a poyo de BALAD al derecho de los refugiados palestinos a retornar
a Israel y a un Estado binacional son pruebas del hecho de que
el objetivo de "[...] BALAD no es solamente suprimir el
carácter judío del Estado, sino abolir el Estado
y transformar a la comunidad judía en una minoría
controlada por una mayoría árabe en el Estado de
Palestina".
El veredicto de los jueces establecerá un hito en el
futuro de las relaciones judío-palestinas en Israel. El
creciente criticismo entre un sector del público y de
los medios de comunicación israelíes respecto a
las decisiones políticamente sesgadas emitidas por la
Junta Electoral Central, las recomendaciones en contra de la
exclusión de las listas y parlamentarios palestinos hechas
por el director de la Junta Electoral, el juez Michael Heshin,
así como las peticiones y los llamamientos a la anulación
de las decisión del Comité Electoral y a un debate
abierto y global acerca de la democracia en Israel suscitan ciertas
esperanzas de que todavía se puede evitar otro paso más
hacia la segregación política y el apartheid.
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