El Consejo de Seguridad aprueba
la existencia de un Estado palestino, pero no condena a Israel
Nota informativa
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 15 de marzo de 2002
A propuesta de EEUU, el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha aprobado la Resolución
1397, en la que por primera vez se afirma "una visión
de una región con dos Estados, Israel y Palestina, con
fronteras seguras y reconocidas". La resolución no
condena la violencia israelí y remite a las propuestas
norteamericanas de Tenet y Mitchell para la resolución
del conflicto

Milicianos palestinos
en Gaza (marzo de 2002)
La Resolución 1937, que se remite a las previas 242
y 338 -base histórica legal reclamada por los árabes
para solucionar el conflicto árabe israelí-
ha sido aprobada por catorce de los quince miembros del Consejo
con la única abstención del único representante
árabe en la instancia suprema de NNUU: Siria. Este país
había presentado previamente un borrador de resolución
diferenciado en el cual se hacían constar algunas cuestiones
esenciales para los árabes. El texto final sometido a
votación no contempla ninguna de las consideraciones del
borrador sirio que son irrenunciables como por ejemplo, la referencia
a la ilegalidad de la ocupación militar israelí,
las violaciones de los derechos humanos por parte de Israel contra
el pueblo palestino o la equiparación entre verdugo (Israel)
y víctima (pueblo palestino). De hecho, la redacción
de la resolución aprobada no sólo no incluye ninguna
condena expresa a la represión y la violencia que el Ejército
israelí ha desatado en las últimas semanas contra
los Territorios Ocupados palestinos, sino que en su ambigua formulación
únicamente reclama la aplicación del Informe Mitchell
y el Plan Tenet, ambos de cuño estadounidense y cuyos
contenidos exclusivamente determinan la aplicación de
un alto el fuego y el retorno a unas negociaciones imprecisas
entre palestinos e israelíes.
Añádase a ello que la aprobación de esta
resolución responde a una iniciativa estadounidense marcada
por una determinación que trasciende la supuesta intención
de intervenir activa y definitivamente para poner fin al conflicto
palestino-israelí. EEUU ha vuelto a dar un golpe de efecto
promovido desde la Administración Bush a los efectos de
favorecer su imagen internacional y, especialmente en le región
árabe, con vistas a que su política regional no
sea cuestionada y su inminente nueva guerra contra Iraq reciba
el respaldo de sus aliados árabes, europeos e internacionales.
De nuevo, la cuestión palestina y con ella el sufrimiento
y sacrificio de todo un pueblo, son moneda de falso cambio para
comprar la hegemonía de EEUU en el mundo.
Como ocurriera tras el 11 de septiembre, cuando el presidente
Bush y el Secretario de Estado Collin Powell se manifestaron
públicamente a favor de un Estado palestino para alborozo
de la comunidad internacional, la realidad subsiguiente ha demostrado
que las declaraciones públicas de la Administración
Bush no significan necesariamente una intervención comprometida
de EEUU: Israel, aliado prioritario en la región, ha seguido
recibiendo desde entonces el respaldo norteamericano en su guerra
de devastación contra la población palestina acogida
al discurso 'contra el terrorismo'. Igualmente, la sorprendente
activación del CS por parte de EEUU en este momento de
máxima crisis que pone en peligro su próxima operación
intervensionista en Iraq, constituye una nueva ejemplificación
del utilitarismo norteamericano de las instancias internacionales
y su capacidad y determinación para ejercer su control
sobre la comunidad internacional representada falazmente en la
ONU.
'Visiones' del Estado palestino
En estas condiciones, el respaldo a un Estado palestino por
parte de EEUU se expresa significativa e irónicamente
en las propias declaraciones del Embajador de Israel ante NNUU,
Yehuda Lancry, al afirmar que la resolución "no es
una novedad para Israel: Ariel Sharon ya declaró una visión
de un Estado palestino". Y de hecho, ambas visiones de un
Estado palestino, como todas las propuestas israelíes
y norteamericanas desde los años 70 se reconocen en un
mismo modelo readecuado cíclicamente y cuya última
edición y último fracaso ha sido el de Oslo: neutralizar
los derechos nacionales palestinos y, entre ellos la soberanía,
el derecho al retorno de los refugiados, la retirada incondicional
de los TTOO y el reconocimiento de Jerusalén como capital
de un Estado palestino, para crear una entidad dependiente de
Israel que permita a éste Estado dar por cerrada la cuestión
palestina y alcanzar su máximo objetivo exterior desde
su creación: normalizar sus relaciones con los
estados árabes, garantizarse una posición regional
hegemónica en términos militares y económicos,
concluir el proyecto colonial del sionismo y seguir siendo el
bastión de los intereses estratégicos de EEUU en
Oriente Medio.
No en vano, y siguiendo este esquema, la resolución
ha acogido -"welcoming"- la propuesta
de Arabia Saudí 'normalización de relaciones
a cambio de un Estado en las fronteras de 1967'. Ello se hace,
en el marco del CS, como colofón a la aceptación
previa de EEUU y de Israel y a sabiendas de que la aplicación
de la misma, de ser aceptada en la próxima Cumbre Árabe
de Beirut, significaría la plena e inmediata inserción
de Israel en el espacio árabe legitimado políticamente
por los dirigentes árabes- aunque la resolución
de la cuestión palestina siga previsiblemente sometida
a la dilación impuesta por Israel y un posible Estado
palestino se atisbe solo a lo lejos y vaciado de contenido y
de derechos nacionales para su pueblo. Como siempre, Israel favorece
la propuesta saudí porque le permitiría ganar tiempo
y crear nuevos hechos consumados a escala regional- -reconocimiento
árabe e inserción económica en sus mercados-
e interna -mantenimiento del control territorial palestino por
la hegemonía militar y de la dependencia económica
palestina y preservación de su proyecto sionista de un
Estado étnicamente judío.
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