La Administración Bush retoma
la cuestión palestino-israelí interpretando el Informe Mitchell
a favor de Israel
CSCA, mayo de 2001
El respaldo dado por la Administración Bush al Informe
Mitchell (mayo, 2001), avalado en la comparecencia ante la prensa
del Secretario de Estado Collin Powell el pasado 21 de mayo, simboliza la
decisión norteamericana de retomar el expediente palestino tras tres
meses de un publicitado absentismo diplomático. Si bien el Informe
Mitchell es el resultado del mandato del Presidente Clinton (octubre de
2000) a una comisión de expertos encabezada por el senador norteamericano
George J. Mitchell, el contenido del mismo permite a la Administración
Bush retomar su intervención mediadora frente a Israel y la Autoridad
Palestina (AP) en un momento obligado en que la devastadora represión
militar y económica de la Intifada vuelve a alertar a la opinión
pública y reclama la intervención inmediata de la comunidad
internacional.
Merece la pena destacar que el contenido del Informe se pronuncia claramente
sobre la necesidad de establecer un "cese inmediato de toda violencia"
-sin diferenciar entre la explícita agresión de las fuerzas
de ocupación del ejército israelí y el derecho a la
resistencia de la población palestina ocupada- y la creación
de "medidas de confianza" asociadas a la paralización por
parte israelí de "toda actividad [de construcción o ampliación]
de los asentamientos, incluido el 'crecimiento natural'. Desde estas dos
premisas básicas el Informe reclama la necesidad de volver al marco
de las negociaciones restaurando la noción de "cooperación
en materia de seguridad entre ambas partes" asociada al marco de los
Acuerdos de Oslo.
El contenido del Informe equipara "la experiencia traumática
de la violencia en el campo palestino e israelí" e identifica
la defensa palestina como practicas de "terrorismo". Mientras
urge a la AP para que ejerza acciones de control sobre la Intifada, el Informe
reduce a la ambigüedad los asesinatos extra-judiciales israelíes
de líderes palestinos y de miembros de las fuerzas de seguridad de
la AP y no se pronuncia sobre las reclamaciones palestinas de protección
internacional para la población palestina de los TTOO sino para afirmar
que "para que [tal medida] fuese efectiva necesitaría el apoyo
de ambas partes".
Pero más allá de las valoraciones referidas en el Informe,
lo realmente significativo del mismo no es su contenido, por lo demás
muy similar a la iniciativa
egipcio-jordana promovida por Mubarak y Abdala hace unas semanas, sino
la interpretación que del texto y, particularmente de sus recomendaciones,
han hecho tanto EEUU como Israel. Allí donde el Informe establece
una conexión directa entre el "fin de la violencia" y la
congelación de la actividad de los asentamientos incluido el 'crecimiento
natural', como condiciones previas indispensables para iniciar cualquier
avance, el Secretario de Estado Powell ha dejado claro que "el primer
paso que deben dar las dos partes debe ser un cese inmediato e incondicional
de la violencia" sin que éste se someta a las medidas de
confianza, prioritariamente, como el propio Informe refiere, la relacionada
con la paralización de la actividad ilegal de los asentamientos que
es, además, condición sine qua non de la AP para aceptar
el texto de la Comisión Mitchel. El argumento de Powell para desvincular
el cese de la violencia con la cuestión de los asentamientos israelíes
se reduce a la consideración de que lo relativo a los asentamientos
únicamente puede ser resuelto previo acuerdo entre las dos partes-Israel
y AP-, es decir, que la paralización de nuevas construcciones o ampliaciones
de asentamientos es una cuestión objeto de negociación
y no de ejecución previa como medida de confianza según se
recomienda en el Informe. La Administración norteamericana pretende
pasar por alto que los asentamientos de colonos en los TTOO constituyen
una practica ilegal desde el punto de vista internacional. Excluir la recomendación
del Informe sobre su congelación inmediata implica respaldar la política
israelí de crear hechos consumados e irreversibles y redunda en la
misma lógica que Israel ha impuesto en los últimos ocho años
de proceso negociador. Ello explica que tras la comparecencia de Powell,
el gobierno Sharon haya dado su adhesión al Informe Mitchell y, en
consecuencia, haya instruido al ejército de ocupación israelí
el pasado martes, 22 de mayo, "el fin de las operaciones preventivas
iniciadas contra los palestinos excepto en los casos de peligro real para
la vida humana". Cabe señalar que, no obstante, ese mismo día
el ejército re-ocupó cinco áreas bajo control de la
AP en Gaza y bombardeó la ciudad cisjordana de Beit Yala "en
respuesta" al fuego palestino contra el asentamiento de Gilo.
La interpretación de la Administración norteamericana del
informe Mitchell -y el aprovechamiento que de ella está haciendo
el gobierno israelí- ha causado la alarma en una AP cuya situación
y supervivencia política se ve cada vez mas comprometida ante el
impasse que crean las presiones israelíes y norteamericanas, por
un lado, y el levantamiento sostenido de una población palestina
cada vez mas asediada pero determinada a seguir en rebelión mientras
no se modifique el status quo de la ocupación israelí, por
otro. La AP debe sumar a la contrariedad con que el contenido del informe
ha sido recibido en el interior de los TTOO la interpretación partidaria
y favorable a Israel que la Administración norteamericana hace del
mismo, especialmente cuando los negociadores palestinos venían reclamando
la necesidad de que EEUU interviniese activamente ante Israel: pese al respaldo
inicial de la AP al Informe Mitchell, la tan esperada intervención
de EEUU se valora sobre todo como una luz verde a Israel para mantener su
política de construcción y ampliación de los asentamientos,
acomodando el informe a los intereses del gobierno de Sharon. De igual modo,
las declaraciones de Javier Solana (uno de los miembros de la Comisión
Mitchell) afirmando que para Europa "también debe haber un cese
inmediato e incondicional de las hostilidades" previo a cualquier reanudación
de "negociaciones constructivas" (23/5/01), ponen de manifiesto
el respaldo de la UE a la interpretación norteamericana del informe,
cerrando con ello cualquier pretensión palestina de que Europa opere
en un sentido diferente al de EEUU. Ambas posiciones, norteamericana y europea
no permiten presagiar ninguna modificación sustancial de la intervención
internacional en el conflicto, mientras la Intifada entra en su octavo mes,
la represión militar israelí se radicaliza y entre la población
palestina se recrudecen el empobrecimiento y el drama cotidiano como consecuencia
del impenitente bloqueo israelí.

Mayo de 2001
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