A vueltas con el Estado
palestino
Nota informativa del CSCA
14 de noviembre de 2001
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
El pasado 11 de noviembre,
George Bush compareció ante la Asamblea General de Naciones
Unidas haciendo referencia explícita a un futuro Estado
palestino. La pregunta que conviene formular en estos momentos
no es ¿Estado palestino sí o no?, sino ¿qué
Estado palestino? imaginan EEUU e Israel. A esa pregunta
únicamente tiene derecho a responder el propio pueblo
palestino en el ejercicio pleno de su derecho a la soberanía
y a la autodeterminación
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EL
pasado 11 de noviembre, George Bush compareció ante la
Asamblea General de Naciones Unidas (NNUU) haciendo referencia
explícita a un futuro Estado palestino. Las declaraciones
de Bush, enmarcadas dentro de un discurso cuyo único propósito
era justificar la prolongación de la intervención
militar norteamericana en Afganistán, llegan en un momento
extremadamente delicado en el interior de los Territorios Ocupados
(TTOO), donde la represión del ejército israelí
se cobró el 13 de noviembre, su más reciente víctima:
Wafa Nassif, una mujer palestina de 30 años de edad y
madre de tres hijos, asesinada mientras se encontraba en el interior
de su vivienda en la ciudad palestina ocupada de Tulkarem.
Si bien el Secretario de Estado norteamericano Colin Powell
se había pronunciado a favor del establecimiento de un
Estado palestino independiente según los dictados de las
resoluciones de NNUU y había exigido a Israel que se retirase
de las ciudades palestinas autónomas que aún ocupa,
el discurso de Bush ante la Asamblea General fue muestra de la
nula disposición de la Administración norteamericana
de obligar a Israel, su aliado estratégico en la región,
a que cumpla las resoluciones de NNUU relativas a la ocupación
militar, los asentamientos, y las cuestiones de los refugiados
y Jerusalén. El presidente norteamericano, enfrascado
en el discurso de su particular cruzada contra el "terrorismo",
volvió a supeditar la reanudación de las conversaciones
de paz entre israelíes y palestinos al "cese de la
violencia y el terror"... por parte palestina; declaraciones
que, evidentemente, equivalen a convertir a la población
civil palestina, víctima principal de la represión
israelí, en responsable última de la "violencia".
Las declaraciones de Bush se han visto reforzadas en el transcurso
de los últimos días por declaraciones de oficiales
de la administración norteamericana, que siguen insistiendo
en la aplicación del Plan Tenet -elaborado por
el director de la CIA- y las recomendaciones del Informe
Mitchell como primer paso para el restablecimiento de unas
negociaciones en las que EEUU volvería a ejercer un papel
pretendidamente neutral con el objetivo de imponer su propia
agenda para el diseño de relaciones geoestratégicas
en la región. Las "prisas" norteamericanas e
israelíes por favorecer la declaración inmediata
de un Estado palestino independiente se explican por varios motivos.
Reanudar la negociación
En primer lugar, la declaración de un Estado palestino
independiente supondría una reapertura inmediata de las
negociaciones entre israelíes y palestinos en un contexto
de extrema debilidad de la sociedad civil palestina. Tras diez
años del llamado "proceso de paz" y un año
de Intifada, con más de 800 personas asesinadas, 25.000
heridos, y gravísimas pérdidas en el sector económico,
la sociedad civil palestina ha visto cómo se desintegraban
los mecanismos de cohesión social que unían a los
diversos sectores sociales. La desintegración de las estructuras
sociales, vinculada al empobrecimiento extremo de amplios sectores
de la sociedad palestina, se ha traducido en el último
año en un aumento de la represión interna ejercida
por la Autoridad Palestina (AP) contra la propia población
civil y sobre todo contra los sectores más activos de
la resistencia palestina contra la ocupación.
Tras el asesinato del ex ministro israelí de Turismo,
el extremista Rehevam Zeevi, la AP ha iniciado una política
de represión activa dirigida contra el Frente Popular
para la Liberación de Palestina (FPLP) y otros sectores
opuestos a la AP. La represión de las fuerzas del orden
palestina, que se ha traducido en el arresto de numerosos activistas
del movimiento nacional palestino y de fuerzas islamistas dentro
de los Territorios Autónomos, coincide con los intentos
por parte de las elites de la AP de reforzar las estructuras
de seguridad y control en torno a la figura de Yaser Arafat,
en lo que cosntituye una clara demostración del talante
autoritario de la AP. Recientemente se ha anunciado que las "Fuerzas
Centrales de Emergencia" de la policía palestina
se harán cargo de "garantizar la seguridad doméstica"
en la Franja de Gaza, según informa el diario Ha´aretz.
Todo ello pone a su vez de manifiesto el papel subsidiario de
la AP, convertida en virtud de los mecanismos generados por el
proceso de Oslo, en ejecutora de las políticas represivas
deseadas por Israel contra los sectores de la oposición
islamista y nacionalista a la ocupación.
En segundo lugar, el plan de la Administración norteamericana
para la región resulta inaceptable por todo lo que supone
en cuanto a sometimiento a los dictados geoestratégicos
y económicos estadounidenses e israelíes en la
región, no sólo para el pueblo palestino, sino
para el conjunto de las poblaciones árabes de Oriente
Medio. Las nuevas propuestas vienen en un momento en el que las
organizaciones árabes de derechos humanos y los grupos
árabes de tendencia nacionalista se inscriben, cada vez
con más fuerza, dentro del movimiento de alcance mundial
contra la globalización
que EEUU pretende imponer desde la Guerra del Golfo.
El modelo de Estado palestino que tanto EEUU como Israel pretenden
construir supone, cuanto menos, una burla hacia las aspiraciones
nacionales del pueblo palestino, y no ofrece ninguna garantía
de que los derechos nacionales del pueblo palestino -garantizados
por las resoluciones de NNUU- vayan a ser respetados en las futuras
negociaciones, que previsiblemente tendrán un carácter
"permanente". Fuera de las propuestas norteamericana
e israelí quedan pendientes los temas esenciales para
la resolución del conflicto: Jerusalén, refugiados
(el 70% del pueblo palestino), asentamientos y naturaleza de
las atribuciones del propio Estado palestino. La pregunta que
conviene formular en estos momentos no es ¿Estado palestino
sí o no?, sino ¿qué Estado palestino?
Pregunta a la que, evidentemente, sólo tiene derecho a
responder el propio pueblo palestino en el ejercicio pleno de
su derecho a la soberanía y a la autodeterminación.
Madrid, 15 de noviembre de 2001

Comité de Solidaridad con
la Causa Árabe
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