Elecciones en Jordania:
mantener el 'status quo'
Sana Abdallah*
Middle East International,
núm. 703, 27 de junio de 2003
Traducción: Loles Oliván, CSCAweb (www.nodo50.org/csca),
16-09-03
"El hecho de que el
Frente de Acción Islámica y la oposición
hayan participado constituye un triunfo para el propio gobierno.
La aplastante victoria de los candidatos pro-régimen asegurará
probablemente un nuevo sello al parlamento; algunas voces de
la oposición darán una "fachada democrática"
a la institución; las seis parlamentarias serán
la evidencia de un sistema ilustrado; y finalmente, unos pocos
palestinos demostrarán que están representados
en la política del país".
Las primeras elecciones parlamentarias de Jordania desde que
el rey Abdala llegara al trono se celebraron finalmente, con
dos días de retraso, el 17 de junio. La fanfarria oficial
que acompañó el proceso, principalmente reflejada
en una promoción intensa que reclamaba a la gente que
fuera a votar y en las declaraciones que pintaban a Jordania
como un "faro de la democracia en la región",
se mantuvo hasta que las elecciones hubieron concluido y a pesar
del hecho de que los resultados mostraron lo contrario.
Si algo han mostrado los resultados es que pocas cosas cambian
aquí [en Jordania]. La victoria mayoritaria de los candidatos
prorégimen, que se aseguraron 62 escaños de los
110 de la Cámara Baja parlamentaria, muestra que el status
quo se mantiene invariable después de todo. Antiguos
legisladores pro-gobierno, ex oficiales del gobierno y de la
seguridad y dirigentes tribales arrebataron la mayor parte [de
los escaños] en una demostración de que las consideraciones
tribales siguen siendo dominantes.
De manera también esperada, aunque desafortunada, ninguna
de las 54 candidatas consiguieron ganar un escaño a parte
de la cuota de seis establecida para las mujeres. Y de las que
recibieron el mayor número de votos cualificándolas
para la cuota de seis son todas de fuera de Amán. Incluso
ellas han sido elegidas por consideraciones tribales, a excepción
de la candidata del Frente de Acción Islámico (FAI)
que ganó en la populosa ciudad de Zarqa, a 50 kilómetros
de la capital.
Decepción islamista
Quizá la única sorpresa fue que el FAI, el brazo
político de los Hermanos Musulmanes, no aseguró
el número de escaños que esperaba. Solo ganaron
16 de los 30 candidatos, cuando ellos, como muchos observadores,
esperaban un éxito más rotundo. El FAI había
boicoteado las elecciones previas de 1997 en protesta por una
Ley Electoral que describían como injusta y que
garantizaba la victoria a los candidatos progubernamentales.
Los analistas consideran que el boicot anterior es lo que
ha contribuido a tan pobres resultados el 17 de junio, subrayando
que el FAI había quedado marginado del proceso político
durante los últimos seis años. Sin embargo, el
FAI tiene otra explicación: acusó al gobierno de
confabulación con los candidatos pro régimen
durante el proceso de votación y llegó a acusar
de fraude a algunos de los representantes de las mesas electorales.
El gobierno, por supuesto, negó las acusaciones y retó
al FAI a que llevara el caso ante los tribunales para demostrarlas.
Ocho de los "islamistas independientes", muchos
de ellos ex miembros de FAI, han conseguido escaño. Se
supone que formarán alianza con el FAI en un bloque único
en el parlamento creando el grupo de oposición más
numeroso. El parlamento se reanudará cuando el rey lo
decida.
Además de los islamistas, el impacto de los partidos
políticos, especialmente de la izquierda y los nacionalistas
ha sido insignificante. Solo tres de los 29 candidatos se aseguraron
suficientes votos para ganar escaños, lo que ha provocado
un debate acerca de [la necesidad de] enmendar la Ley de Partidos
Políticos para atraer el apoyo popular e institucionalizar
a los partidos dentro del sistema político.
Resultado 'natural'
El resultado de las elecciones ha sido natural, teniendo
en cuenta el número de los votantes y el tipo de participación.
De los 2,3 millones de electores jordanos, el 58,8% se distribuyen
las papeletas alrededor del país. Sin embargo, las áreas
rurales así como los centros urbanos han atestiguado la
más alta abstención que alcanza entre el 70% y
el 84%; de allí el éxito de tantos candidatos tribales.
En Amán y Zarqa, las ciudades pobladas predominantemente
por "jordanos de origen palestino", se ha producido
una abstención del 43% y el 48%, respectivamente. Aunque
los representantes oficiales insistieron el día de las
elecciones en que la población palestina de los campamentos
de refugiados, que son ciudadanos con derecho a voto, había
"acudido en tropel" a votar, en privado admiten que
la mayoría se había abstenido de rellenar sus papeletas
de voto. Se cree que muchos de los que si votaron lo hicieron
a favor de los islamistas.
La apatía palestina
Los analistas mantienen que el bajo índice de participación
palestina incluido en las zonas urbanas mejor situadas y en las
que los empresarios de la comunidad son palestinos, es un signo
de la apatía general y de la falta de confianza en que
su participación pueda cambiar el sistema.
Un profesor jordano-palestino y analista pone los resultados
electorales en perspectiva. La población palestina en
el reino, sostiene, "[...] sufre la exclusión del
sistema político y económico. E incluso el sector
privado se está perdiendo poco a poco a favor de los jordanos
mediante la manipulación por parte del gobierno de las
regulaciones que tienen que ver con la economía, como
la inversión, beneficiándoles con las leyes y registros
de empresas. Ello permite al gobierno transferir recursos financieros
a los empresarios jordanos".
El analista -una autoridad académica en lo que respecta
al estatuto de los palestinos en Jordania- añade:
"Los jordanos excluyen a los palestinos a través
de sus leyes y sus políticas. Los palestinos se someten
a esa exclusión identificándose a si mismos como
simples palestinos, confirmando de ese modo lo que los
jordanos han sospechado siempre: que los palestinos no
se sienten y no quieren ser jordanos. Parece como si uno no naciera
palestino en Jordania sino que se hace palestino por los jordanos."
El profesor dice que "[...] cuando los palestinos buscan
a alguien que los represente en su falta de derechos civiles,
la única gente que hay son los islamistas. Pero el problema
es que muchos palestinos no son confesionales y el FAI no representa
exactamente su sentido de la carencia de derechos civiles en
el ámbito local". Mantiene que es hora de que los
palestinos se organicen a sí mismos como "jordano-palestinos
que están sufriendo la discriminación. Todos esos
denominados palestinos de izquierda se caen como políticos
de la identidad cuando su mayor preocupación es ofrecer
una completa ciudadanía para los palestinos. Es irónico
que a los palestinos se les tenga que dar pasaportes pero insistan
en actuar como si solo tuvieran laissez passer [documentos
de viaje otorgados a los palestinos por terceros Estados árabes
de acogida].Legalmente se les permite ser jordanos pero insisten
en actuar como si vivieran en Kuwait. [...] Juegan en las manos
de los nacionalistas jordanos con su sentido de la alineación".
El profesor insiste en que la diferencia entre ser jordano-palestino
y ser palestino tiene que ser aclarada "[...] si vamos a
desarrollar un movimiento social en Jordania que pueda cambiar
las vidas de los jordano-palestinos a una existencia con pleno
significado. Se trata de una identidad independiente con intereses,
políticas, agenda y programa propios y con una compleja
filiación con Jordania como hogar de residencia y de ciudadanía,
y con Palestina como hogar nacional de nostalgia y de apoyo político.
Nadie se hace cargo de este manto político y acabamos
jugando en las dobles manos del racismo jordano y el colonialismo
israelí".
Este análisis explica bien la compleja situación
de Jordania aunque a menudo enfada al gobierno que, de hecho,
considera el debate sobre la discriminación como
un tabú y frecuentemente acusa de que ese debate público
constituye "una amenaza a la unidad nacional". Quizá
es por ello que la afirmación jordano-palestina de esta
identidad se lleva difícilmente más lejos, para
tranquilidad del gobierno.
La tranquilidad del gobierno
La tranquilidad del gobierno dio la bienvenida a las elecciones
y sus resultados. La débil participación palestina
(sin dejar de tener en cuenta una Ley Electoral que distribuye
desigualmente a los votantes entre distritos y de acuerdo con
criterios geográficos y no demográficos) podría
achacarse a los propios palestinos. El gobierno pudo decir fácilmente
"tuvisteis el derecho de elegir a vuestros candidatos y
no lo hicisteis, así que no culpéis al gobierno".
Y en efecto, es difícil cuestionar la afirmación
del gobierno de que las elecciones han sido "democráticas,
libres y transparentes".
El hecho de que el FAI y la oposición hayan participado
constituye un triunfo para el propio gobierno. La aplastante
victoria de los candidatos pro-régimen asegurará
probablemente un nuevo sello al parlamento; algunas voces de
la oposición darán una "fachada democrática"
a la institución; las seis parlamentarias serán
la evidencia de un sistema ilustrado; y finalmente, unos pocos
palestinos demostrarán que están representados
en la política del país.
El status quo se mantiene invariable aunque con un
remozado cosmético.
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