Tras los sucesos
de Faluya
Soldados, mercenarios y
empresarios: La privatización de la guerra avanza en el
Iraq ocupado
Sinfo Fernández*
CSCAweb (www.nodo50.org/csca),
7 de abril de 2004
Sinfo Fernández Navarro, Madrid, 29 de marzo de 2004
"Iraq,
paradigma culminante del fenómeno de la privatización
de las guerras, está invadido no sólo por tropas
sino también por un enjambre de compañías
privadas, fundamentalmente estadounidenses, que actúan
en diferentes campos asociados con la seguridad tanto de las
tropas estadounidenses como de las autoridades de ocupación
y de los contratistas civiles extranjeros en busca de hacer negocios.
El día 31 de marzo morían en una emboscada en Faluya
cuatros miembros de seguridad de una de estas empresas, 'Blackwater'."
Las denominadas reconstrucciones
de los países arrasados por las guerras lanzadas por EEUU
están asociadas a intereses espurios que suponen un negocio
de miles de millones de dólares (se calcula que alrededor
de 87.000 millones) para compañías que se
los están embolsando o que se aprestan a hacerlo. Iraq
se está convirtiendo en paradigma culminante del fenómeno
de la privatización de la guerra [1].
El país está
siendo invadido no solo por Ejércitos convencionales,
sino también por un enjambre de compañías
privadas, fundamentalmente estadounidenses, que actúan
en diferentes campos asociados con la seguridad tanto de las
tropas estadounidenses como de las autoridades de la ocupación
y de los contratistas civiles extranjeros en busca de hacer negocios.
El día 31 de marzo morían en una emboscada de la
resistencia en Faluya cuatros miembros de seguridad de una de
estas empresas, Blackwater.
Seguridad
privada y guerra
La empresa Kellogg, Brown
& Root (KBR, filial del gigante Halliburton)
lleva a cabo para las fuerzas de ocupación de Iraq servicios
de cocina, limpieza, construcción de barracas militares
y, según su vicepresidente, Robert Hendon, servicios de
transporte para los militares por todo el país [2].
Tras el final de la Guerra Fría, KBR diversificó
sus actividades ofreciendo todo tipo de apoyos logísticos
al ejército estadounidense. Así, trabajó
para el ejército de EEUU en Afganistán, Croacia,
Kosovo, Kuwait, Arabia Saudí y Somalia. No en vano el
actual vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, fue director ejecutivo
de Halliburton a finales de los 90, quien en una ocasión
manifestó orgullosamente: "[...] La primera persona
que saluda a nuestros soldados cuando llegan y la última
que les dice adiós es uno de nuestros empleados".
Dick Cheney no es precisamente el único integrante de
la Administración Bush conectado por su anterior puesto
de trabajo con las compañías que se reparten el
pastel en Iraq o en cualquier otro país donde haya algo
que arrebatar y contabilizar en dólares: constan en la
lista Condoleezza Rice, asesora presidencial de seguridad, Rumsfeld,
vicesecretario de Defensa y el mismo George W. Bush.
El Centro Estadounidense para
la Integridad Pública señala loo siguiente:
"[...] en los últimos
dos años más de 70 compañías de EEUU
han conseguido contratos en Iraq y Afganistán por un valor
que alcanza ya los 8 mil millones dólares. La tercera
parte de esta cantidad recae sobre las áreas de asistencia
militar y seguridad y el resto en las referidas a la reconstrucción.
La mayoría de los diez contratos con presupuesto más
alto en Iraq han sido conseguidos por compañías
que tenían antiguos funcionarios gubernamentales en nómina
o que son conocidos por sus contactos con el Pentágono,
el Departamento de Estado y las Fuerzas Armadas. La conexión
entre compañías y políticos en Washington
aumenta el espectro de ejecutivos que presionan por una política
exterior de rapiña ya que obtienen beneficios a partir
de las guerras."
Pero KBR -con contratos
que alcanzan la cifra de más de 2,3 mil millones de dólares-
no es el único actor privado en Iraq, aunque encabece
la lista. Por el momento, el número de miembros de compañías
privadas de seguridad (tanto civiles ex militares como militares
en activo) sobre el terreno que realiza las labores que antes
hacían los soldados se estima entre 10.000 y 15.000, uno
por cada 10 militares [3].
Las
ventajas de contratar civiles
¿Qué ventajas
ofrece para EEUU el hecho de contratar civiles? Además
de las crematísticas referidas se consigue que los empleados
de las compañías que mueren en Iraq no pasen a
engrosar las estadísticas gubernamentales sobre el número
de muertos, y, con ello, que el ejército estadounidense
no sea oficialmente responsable de actuaciones improcedentes,
ilegales, abusivas, evitando el consiguiente impacto negativo
en las opiniones públicas y muy particularmente en la
propia.
Otra compañía
estadounidense con presencia en Iraq es Dyncorp que, fundada
por antiguos oficiales de la policía de la ciudad de Los
Ángeles, entrena a las fuerzas de policía iraquí
con un contrato por valor de 50 millones de dólares, tarea
que facilitó el presidente Bush al solicitar que el Congreso
financiara con una cantidad de 800 millones de dólares
las instalaciones en Iraq donde realizar los entrenamientos y
cuya contrata fue concedida a KBR. Dyncorp es también
conocida por entrenar a las fuerzas paramilitares que operan
en Colombia, por sus trabajos en Bosnia (donde se vio implicada
en un odioso escándalo de esclavitud sexual con empleados
acusados de violar, vender y comprar niñas menores de
doce años) y por ocuparse de la seguridad personal del
presidente Karzai en Afganistán, en un contrato que asciende
a 130 mil dólares anuales.
Iraq, la
guerra más privatizada de la historia
Por todo, la guerra en Iraq
es de forma clara y con diferencia la más privatizada
de la Historia. Peter Singer hace aportaciones interesantes sobre
el tema en su reciente libro Guerreros asociados: el ascenso
de la industria militar privatizada [4]:
"[...] Hay diez veces
más civiles actuando en Kuwait y en Iraq que durante la
primera Guerra del Golfo, lo que confirma la tendencia hacia
la privatización de la guerra que se citaba anteriormente
y que comenzó en 1989 con el fin de la Guerra Fría.
[...] Cuando cayó el muro de Berlín todo el orden
global se vino abajo de la noche a la mañana. El efecto
resultante en la oferta y la demanda de servicios militares es
que se produjo una desmovilización masiva creándose
un vacío de seguridad que el mercado privado se apresuró
a llenar."
Según Singer, Osama
Ben Laden forma parte también de la tendencia global de
privatización y aduce: "La novedad que Ben Laden
ha aportado al terrorismo es su privatización, actuando
fundamentalmente como una empresa capitalista con células
terroristas cuando el patrocinio estatal se estaba agotando".
Aparte del elemento de reducción
de tropas en los Ejércitos estatales de muchos países
hay que tener en cuenta también el denominado "factor
somalí": la imagen de los marines de EEUU arrastrados
a través de las calles de Mogadiscio, capital del país,
ha influido en que los gobiernos estén menos dispuestos
a arriesgar las vidas de sus soldados en guerras lejanas de importancia
estratégica limitada.
Logística,
asesoramiento y entrenamiento militar privados
Todo ese vacío
es el que trata de llenar el sector privado. Singer afirma que
hay alrededor de 90 compañías privadas actuando
en el mercado global de la seguridad con un montante de alrededor
de 100 mil millones de dólares, cantidad que podría
duplicarse en 2010. El mercado está dividido en los siguientes
segmentos: primero, las firmas de apoyo militar como KBR
que ofrecen fundamentalmente logística. En segundo lugar,
están las firmas que ofrecen asesoramiento y entrenamiento,
entre las que se encuentran Vinnell y Recursos Incorporados
Profesionales Militares (RIPM), que afirman tener
más generales por metro cuadrado que el Pentágono.
Finalmente, las firmas que proporcionan militares, como Executive
Outcomes and Sandline, que en sus páginas de internet
ofrecen actualmente soldados y equipamiento para luchar en cualquier
guerra. Sin embargo, son casos excepcionales. Más normales
son las firmas que emplean antiguos soldados, quienes -según
John Davidson, de Rubican- "[...] protegen a las
personas y sus pertenencias en ambientes hostiles".
Los monopolios
de la privatización de las guerras
Doug Brooks, presidente de
la Asociación de Operaciones Internacionales para la Paz
(AOIP), con sede en Washington, considera muy positivamente esta
evolución de recorte y privatización de los Ejércitos
estatales. La AOIP es esencialmente un grupo de presión
que tiene entre sus miembros compañías militares
como Sandline, MPRI y Armorgroup. Uno de sus objetivos
es llevar a cabo con éxito "operaciones internacionales
de paz" a través de un uso amplio de servicios
militares privados.
"[...] Las compañías
privadas son más rápidas, más baratas y
normalmente, mucho mejores", afirma Brooks, quien añade:
"Hay también numerosos informes anecdóticos
de cómo muchos militares originan gastos excesivos que
las compañías pueden hacer mejor por una parte
de ese coste". El hecho de que estas compañías
resulten más baratas no parece estar muy claro, sobre
todo teniendo en cuenta que funcionan como un monopolio. Varios
ejemplos: el caso de Halliburton, que ha sido acusada
de cobrar al ejército de EEUU en Iraq un precio abusivo
de 61 millones de dólares por suministrarle petróleo,
o el de KBR que está bajo investigación
por la sospecha de haber sobrecargado los precios cobrados durante
la guerra de los Balcanes.
Pero la AOIP de Brooks asegura
que "[...] es más fácil controlar las compañías
militares privadas y se puede llevar mejor la contabilidad. Cuando
afecta a casos de mantenimiento internacional de la paz, pueden
llenar el vacío de las fuerzas occidentales que han abandonado
hace tiempo ese tipo de operaciones".
Se refiere también a
actuaciones de la compañía sudafricana Executive
Outcomes (EO) en Sierra Leona en 1995. "EO
tuvo una media de150 empleados en el país durante
unos 21 meses, con un costo de 36 millones y la guerra había
finalizado fundamentalmente en 1996" añadió.
"Todo se vino abajo cuando el contrato fue cancelado prematuramente.
Cuando Naciones Unidas llegaron en 1999, sus gastos ascendían
a más de 60 millones de dólares por mes. Y en mayo
de 2000, con 8.000 casos azules en el país, fueron
derrotados por un puñado de guerrillas". La efectividad
militar de EO es considerada como una historia de éxitos.
Sin embargo, lo que Brooks no menciona es que los ejecutivos
de la compañía eran dueños de una serie
de compañías de minas y diamantes y que sus servicios
eran pagados con concesiones mineras.
Otra compañía
estadounidense asociada al fenómeno de la privatización
de la seguridad que aporta aspectos novedosos de actuación
es Blackwater, encargada, entre otras tareas, de la protección
personal del proconsul Bremer en Iraq; a ella pertenecían
los cuatros agentes de seguridad muertos en Faluya el 31 de marzo.
Esta compañía ha fletado un vuelo desde Santiago
de Chile hasta un campo de entrenamiento en Carolina del Norte
con un primer grupo de 60 mercenarios chilenos -antiguos
comandos, soldados y marineros- reclutados por un constructor
del Pentágono para reemplazar a sus soldados en trabajos
de seguridad en Iraq, donde se espera que permanezcan entre seis
meses y un año, pagándoles hasta 4.000 dólares
al mes por vigilar los pozos de petróleo contra los ataques
de la resistencia iraquí. Muchos de los integrantes de
estos comandos habían sido ya entrenados por militares
estadounidenses bajo el gobierno de Augusto Pinochet, por tanto,
inspiran una "gran confianza" a sus patronos.
En cualquier caso, según
la denominada Program Management Office (instancia estadounidense
encargada de gestionar el presupuesto destinado a la reconstrucción
de Iraq), la partida correspondiente a seguridad de los contratos
de las empresas estadounidenses ha aumentado hasta el 10%. Blackwater
admite que este coste asciende en ciertas misiones al 25% [5].
A la búsqueda
de mercenarios en Chile
Según el presidente
de Blackwater, Gary Jackson, "[...]Recorremos todos
los confines de la tierra para encontrar profesionales -los
comandos chilenos son muy, muy profesionales y encajan dentro
del sistema Blackwater". La antigua colaboración
de esos militares chilenos con EEUU desde 1973 han dado muy buenos
resultados para los objetivos estadounidenses. Chile ha sido
el único país latinoamericano donde esa firma ha
contratado comandos para Iraq [6].
La firma considera que "[...]
alrededor del 95% de su trabajo proviene de contratos gubernamentales
y que su negocio tiene mucha demanda. Hemos crecido un 300% en
cada uno de los tres últimos años, y somos pequeños
comparados con los grandes. Tenemos una buena posición
en el mercado, trabajamos para obtener la flor y nata de la
cosecha, los mejores".
Muchos soldados están
dejando el ejército chileno para unirse a las compañías
privadas. El reclutamiento en Chile empezó hace seis meses
y fue criticado inmediatamente por los oficiales que temen que
esto anime al personal que trabaja en el sector a abandonarlo.
Cuestiones similares están creando problemas entre las
fuerzas estadounidenses. El sector privado paga al personal de
las fuerzas especiales más de lo que el ejército
paga a sus fuerzas armadas.
Respondiendo al temor de que
cualquiera de sus reclutados pudiera sufrir stress traumático
durante su trabajo en Iraq y tuviera que ser devuelto a una sociedad
chilena que no tiene esquemas sanitarios para esas situaciones,
Jakson afirma que Blackwater USA tiene amplios programas
de apoyo psicológico. "Tenemos psicólogos
clínicos en el equipo y hacemos una batería de
pruebas durante la fase de preparación. Yo procedo personalmente
de experiencias operativas especiales y me siento tranquilo sabiendo
que disponemos de procedimientos sobre el terreno que les permiten
hacer frente al stress. Nosotros no sólo llegamos
y decimos: 'tu y tu, ven a trabajar para nosotros.' Todos son
investigados en Chile y todos ellos tienen experiencia militar.
No son boy scouts". Es decir, todo está atado
y previsto.
La cuestión en su conjunto
ha motivado que Michelle Bachelet, ministra chilena de Defensa,
haya pedido una investigación sobre el entrenamiento paramilitar
llevado a cabo por Blackwater para ver si se estaban violando
las leyes chilenas sobre el uso de armas por ciudadanos particulares.
Diversos sectores críticos están ya advirtiendo
que las compañías militares privadas a pesar de
su suave imagen corporativa pueden ser una reencarnación
de los mercenarios sin sentimientos que vagaban por África
en los años 60 luchando sólo por dinero.
En Iraq hay varios millares
de soldados reclutados de esa forma. Brigadas de bosnios, filipinos
y estadounidenses con experiencia en fuerzas especiales han sido
contratados para tareas que van desde la seguridad en el aeropuerto
hasta la protección de Paul Bremer. Sus salarios pueden
alcanzar, en determinados casos hasta los mil dólares
al día, según informó recientemente la agencia
de noticias AFP. Edwin, un antiguo sargento de 28 años
del ejército de EEUU que trabaja ahora en Iraq afirma
que: "Este lugar es una mina de oro. Todo lo que necesitas
es haber pasado cinco años haciendo tareas militares y
te puedes venir aquí y conseguir un buen montón".
Guardaespaldas
iraquíes para las tropas japonesas
Japón que forma parte
de la coalición de EEUU en la ocupación de Iraq
con presencia de tropas en el país ha entrado igualmente
en la dinámica de la privatización de la ocupación
en Iraq. Según informaba Review of International Social
Questions (RISQ, Revista de Cuestiones Sociales Internacionales)
en su número del pasado 27 de enero, el gobierno japonés
está pagando 75 millones de euros a los dirigentes tribales
iraquíes para que proporcionen guardaespaldas a sus tropas
en Iraq. La explicación ofrecida por el portavoz del primer
ministro japonés Junichiro Koizumi ha sido la de que consideran
más barato comprar seguridad a los dirigentes tribales
para sus soldados con esa suma de dinero que pagar salarios.
Japón justifica esta actuación alegando que ayudará
a la economía local iraquí y beneficiará
la política exterior de Japón con el nuevo Iraq.
RISQ expone que el origen del acuerdo estuvo en la
visita a Japón que Abdul Amir al-Rukabi [7], exiliado
iraquí que vive en París y que tiene vínculos
directos con una tribu local hizo el pasado diciembre de 2003
y que, según una fuente de la oficina del primer ministro
japonés, llegó a un acuerdo confidencial con el
primer ministro: Japón pagaría una suma importante
de dinero a cambio de protección. Ya ha adelantado un
millón de dólares haciendo uso discrecional de
los fondos con que cuentan tanto la Oficina del primer ministro
como el ministerio de Asuntos Exteriores de aquel país
para pagar las compensaciones por las posibles muertes de quienes
se ocupen de la protección de los soldados japoneses.
En campamentos construidos
con doble alambrada en los suburbios de la ciudad de as-Samanah,
de cuyo abastecimiento de agua parece que estarán encargado
el contingente japonés, éste empezó a llegar
a finales de enero escoltado por tropas holandesas y protegidos
por personas designadas por los líderes tribales a cambio
del dinero recibido, quienes patrullarán las veinticuatro
horas al día y serán asistidos en caso de ataques
por las tropas holandesas.

Notas de
la autora y de CSCAweb:
1. Véase
en CSCAweb: La
invasión de Iraq: Un paso más en la privatización
de la guerra y la ocupación
2. KBR fue fundada en 1919 para realizar trabajos de pavimentación
pero fue evolucionando hasta convertirse en una de las constructoras
más importantes del mundo en provisión de instalaciones
e infraestructuras diversas. Levantó el estadio para fórmula
uno en Melbourne, varias edificaciones en Sydney y, más
recientemente, asumió el reto de convertirse en el cerebro
que maquinó y construyó las instalaciones carcelarias
de la Bahía de Guantánamo donde EEUU tiene encarcelados
a detenidos apresados en Afganistán.
3. The Guardian, 2 de abril de 2004.
4. Singer. P.W. 2003. Corporate Warriors: The Rise of the
Privatized Military Industry, Cornell Studies in Security
Affairs (ISBN: 0801441145).
5. The Economist, 27 de marzo de 2004 y The Guardian,
2 de abril de 2004.
6. The Guardian de 5 de marzo de 2004.
7. Véase: "Shukan
Post"
The Weekly, Japan today, Duth Ministry of Defense, en
www.risq.org/article276.html.
|