Index
Agenda 2001


*Luis Mesa Delmonte es investigador del CEAMO (La Habana, Cuba)

Enlaces relacionados:

Página especial de CSCAweb 'Paremos la guerra' con más documentos

Luis Mesa y Rodobaldo Isasi (CEAMO, La Habana): EEUU, Afganistán y Bin Laden: algunas ideas para el debate sobre la actual situación

Rutas de exportación de petróleo y gas de la región del Caspio

Agenda 2001 - Paremos la guerra


Irán, Estados Unidos y el conflicto afgano

Luis Mesa Delmonte*

CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 20-12-2001

Los sucesos del 11 de septiembre y la guerra contra Afganistán desencadenada por EEUU parecen haber favorecido una aproximación entre Washington y Teherán, además de haber revalorizado el papel estratégico de Irán en la zona. Pese a que la caída del régimen talibán satisface a Irán, este país se siente preocupado por que EEUU aproveche la nueva situación para incrementar su protagonismo regional, y no ve bien que Washington prosiga con su visión excluyente en los planes de exportaciones energéticas regionales, ya sea con la propuesta transturca, o recuperando el proyecto de construcción de oleductos y gaseoductos vía Afganistán y Paquistán.

La República Islámica de Irán es sin duda alguna, uno de los actores regionales más importantes a tener en cuenta a la hora de abordar el estudio de la actual crisis afgana. A su evidente papel clave en materia geográfica, se le añade el tradicional interés de Teherán en dar seguimiento al desarrollo de los acontecimientos en su vecino oriental.

El proyecto revolucionario iraní mostró siempre su oposición a la presencia soviética durante la etapa 1979-1989; intentó ejercer alguna influencia en la recomposición política afgana en los años 90; y rechazó el proyecto extremista talibán desde su ascenso en 1996, llegando incluso al borde de desatar un conflicto bélico a fines de 1998 luego de las matanzas de pobladores hazaras shiitas y de varios funcionarios iraníes en Mazar-i Sharif [1]. Las tensiones bilaterales también se materializaron a partir del apoyo respectivo a grupos opositores: mientras Irán mantuvo una estrecha relación con la Alianza del Norte e hizo notables esfuerzos por aumentar los niveles de concertación entre sus diversos líderes políticos y militares, los talibanes brindaron su apoyo a grupos sunitas iraníes pertenecientes a diversas etnias como la afgana, los baluchis y turkmenos, agrupados en el Ahl-i Sunna wa Al Jamaat [2].

Dentro de las discusiones de los últimos 10 años referentes al futuro incremento de la exportación de energéticos procedentes del Asia Central, la opción transafgana ha sido obviamente vista con enorme preocupación en Teherán en la medida en que ha estado acompañada de propósitos competitivos y excluyentemente antiiranies, por lo que las preocupaciones respecto a Kabul han sido constantes.

Por otra parte, durante todos estos años, la crisis afgana ha generado un enorme flujo migratorio hacia el territorio iraní, convirtiéndolo en el mayor receptor de refugiados a nivel mundial, llegando en ocasiones a alcanzar la cifra de 2 millones de afganos, por lo que un interés constante de la política exterior de Teherán ha sido lograr un marco de solución estable en Afganistán, que permita el regreso de tal volumen de inmigrantes, y eliminar la carga económica que ellos representan.
La frontera de 936 km., además de escenario permanente de flujos migratorios y territorio donde se han materializado tensiones bélicas bilaterales, ha sido también un área muy conflictiva debido al tráfico de opio que proviene de Afganistán. En los últimos dos años, los iraníes tomaron una serie de medidas encaminadas tanto a la construcción de límites físicos fronterizos, como al perfeccionamiento de los medios de vigilancia convencionales y electrónicos más avanzados, habiendo sido muy notable (y reconocido internacionalmente) su enfrentamiento al trafico de drogas.

El 11 de Septiembre

Tras los acontecimientos del 11 de septiembre en Estados Unidos, el gobierno iraní declaró inmediatamente que cerraba su frontera y que concentraba un mayor número de efectivos militares a lo largo de la misma, con lo cual no sólo evitaría un mayor flujo de refugiados hacia su territorio, sino que brindó con ello un "gesto estratégico indirecto" ante la inmediata respuesta militar que Washington comenzó a preparar contra el gobierno talibán, al-Qaeda y Bin Laden.

Irán, desde un primer momento, criticó oficialmente las acciones terroristas cometidas contra objetivos en territorio norteamericano, y mostró su disposición para incorporarse a la lucha internacional contra manifestaciones de tal índole, pero propuso que la dirección de esta ofensiva fuera una responsabilidad de Naciones Unidas y no de Estados Unidos. Igualmente Teherán se opuso rotundamente al desarrollo de acciones bélicas contra territorio afgano, criticando la muerte de civiles inocentes e insistiendo en que la lucha contra el terrorismo tiene que hacerse sobre la base del trabajo de inteligencia y no de acciones bélicas.

A pesar del tradicional enfrentamiento político bilateral entre Teherán y Washington, ambas partes han sostenido un importante intercambio en estos meses de crisis. Mientras el presidente Khatamí ha declarado que: "Los Estados Unidos nos han dicho todo lo que han querido, especialmente sobre la actual situación en la región mediante los canales tradicionales" [3], el secretario de Estado Collin Powell, ha confirmado que el Departamento de Estado ha intercambiado en varios niveles con Irán desde el 11 de septiembre, y que incluso Washington "está abierto para explorar oportunidades de reacercamiento" con ese país.

En esta coyuntura, junto a los tradicionales canales suizos y canadienses, parece haberse desarrollado con notable interés el canal británico. Las dos visitas a Teherán del secretario de asuntos exteriores británico, Jack Straw, no sólo fueron importantes en el plano de las relaciones bilaterales, sino que sirvieron para coordinar algunos pasos relevantes en medio de la contienda afgana [4]. Londres en este caso no fue un actor internacional más, sino que se desempeñó como el gran aliado de Washington en la operación militar. Los contactos pueden haber servido para que Irán demostrara seriedad y fiabilidad en una coyuntura particularmente tensa, y para que además enviara no sólo señales, sino aportes informativos útiles hacia su tradicional contrincante estadounidense.

Aunque oficialmente Irán ha insistido en que no ha habido contactos o negociaciones secretas con EEUU, es muy posible que se haya generado algún discreto intercambio en materia de información de inteligencia, al menos indirecto, entre ambas partes, tomando en consideración que la profundización del trabajo de inteligencia se convirtió en pieza clave para el desarrollo de las acciones militares norteamericanas contra puntos estratégicos de los talibanes, y para golpear a Bin Laden y a su organización. Algunas especulaciones han comentado acerca de la creciente confianza de sectores de la comunidad de inteligencia de EEUU en tal intercambio e incluso han asegurado que los servicios especiales iraníes han brindado determinadas garantías y seguridades [5]

Al respecto llamó la atención el gesto estratégico dado a conocer por el ministro de inteligencia iraní, Alí Yunessi, en los inicios de la campaña bélica norteamericana contra territorio afgano. Este declaró que, teniendo en cuenta que Estados Unidos había garantizado respetar la soberanía iraní durante el desarrollo de sus acciones militares, la República Islámica brindaría entonces asistencia a la aviación estadounidense en caso de emergencia. En ese momento, el secretario de Estado Powell, opinó que "tal asistencia no se requeriría", pero que era una "oferta interesante" realizada por los iraníes [6]. Por otra parte, el propio secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ha reconocido la utilidad del trabajo conjunto y paralelo de emisarios norteamericanos e iraníes con elementos de la oposición de la Alianza del Norte, durante las semanas de acciones militares en contra de los talibanes [7].

Irán ha rechazado oficialmente que esté desarrollando contactos de inteligencia en las actuales circunstancias con Estados Unidos. Los representantes de la línea más ortodoxa (como el líder Khameneí y el ex presidente Rafsanjaní), han seguido oponiéndose a cualquier tipo de entendimiento con Washington, han criticado severamente a la tendencia reformista dentro del parlamento (majlis) que propuso aprovechar la actual coyuntura para desarrollar el diálogo con EEUU [8], y han considerado a las acciones bélicas como un "nuevo sacrificio impuesto al pueblo afgano" en consonancia con el tradicional actuar imperial norteamericano, ahora interesado en penetrar toda la región y el Asia Central bajo el pretexto de la seguridad.

Es muy representativo que durante todas estas semanas de crisis, guerra y campaña contra el terrorismo, el verbo político estadounidense haya eliminado tajantemente sus tradicionales acusaciones contra Irán como principal "Rogue State"["Estado gamberro"]y "país que más apoya al terrorismo internacional". Ello pareció inscribirse dentro de la línea de desarrollar reuniones e intercambios altamente sensible en materia de inteligencia con otros actores caracterizados como enemigos acérrimos: Libia, Sudán y Siria, por ejemplo.

También llama poderosamente la atención que ambas partes hayan decidido celebrar a fines de 2001 el encuentro económico de mayor importancia desde 1979 y en el cual aparecen representados numerosos sectores empresariales estadounidenses de la agricultura, los alimentos, la computación y el sector automotriz (como Boeing, General Motors, Microsoft, etcétera), contribuyendo sin duda alguna, al lento proceso de eliminación del cuerpo de sanciones económicas unilaterales impuesto a Irán y al paulatino proceso de distensión que se viene experimentando en las relaciones irano-norteamericanas.

La Conferencia de Bonn

Otro escenario que brindó la posibilidad de percibir la actual política iraní hacia el conflicto afgano, y que igualmente permitió algún tipo de intercambio con Washington, fue la Conferencia de Bonn sobre el futuro político afgano que fuera auspiciada por las Naciones Unidas. Teherán desde hace años, ha participado en las labores del llamado grupo 6 más 2, estructura que ha estado llamada a brindar una notable contribución diplomática al actual conflicto [9].

EEUU ha reconocido oficialmente el "papel constructivo" que Irán desempeñó durante las conversaciones de Bonn, para que se llegaran a alcanzar los acuerdos logrados, siendo especialmente notable la flexibilidad mostrada por la Alianza del Norte.

Para el nuevo escenario postalibán, Teherán había insistido en la necesidad de conformar un gobierno de transición de base amplia, donde estuvieran representados todos los grupos étnicos, coincidiendo así con la casi totalidad de los actores internacionales que veían en ello la solución ideal. Sin embargo tenía sus objeciones respecto a cómo ello se podría lograr.

Irán se opuso a que se impusieran "soluciones desde el exterior", y abogó en favor de otorgar un papel central negociador a los propios afganos. Especialmente Teherán rechazó la opción de reconstrucción monárquica con el rey Zahir Shah, principal variante reconciliadora esgrimida por Washington. Es bastante obvio que Irán se oponga a una restauración monárquica en su vecino, pues ello es altamente sensible para el proceso revolucionario islámico que derrocó precisamente al poder monárquico de los Pahleví en 1979.

Inicialmente se pensaba, que la política iraní se inclinaría por defender a ultranza la variante de la reinstalación en Kabul del gobierno del presidente Burhanuddin Rabbaní (de etnia tadjika), y que de alguna manera intentaría sacar mayor partido de sus buenas relaciones con los principales representantes de la Alianza del Norte [10]. Respecto a los componentes pashtunes del futuro gobierno, Irán se opuso absolutamente a que algunos "talibanes moderados" participaran en el mismo, y se pensó que favorecería otras figuras pashtunes tales como el ex líder Gulbudin Hekmatiar, quien refugiado en Teherán llamaba también a la formación de un frente amplio y unido para gobernar el futuro de Afganistán.

Pero evidentemente en Bonn, la diplomacia iraní, cedió y se inclinó por un esquema y proceso conciliador más profundo, no sólo aceptando, sino intensificando inmediatamente los contactos con el nuevo gobierno interino del pashtún Hamid Karzai, en el poder en Kabul a partir del 22 de diciembre.

Teherán se ha mostrado contrario al despliegue de fuerzas multinacionales de paz de NNUU, insistiendo en que los propios afganos sean los responsables de mantener su seguridad y que ello podría estar acompañado de algunos observadores del organismo internacional, pero no de fuerzas militares. No obstante el nuevo gobierno interino afgano sí ha solicitado la presencia de fuerzas multinacionales debido a las actuales carencias estructurales y en equipamiento, que le impiden efectivamente mantener la paz y la seguridad.

Irán también ha insistido en la necesidad de continuar con los canales de diálogo interafganos, y ha exhortado a eliminar las nuevas diferencias y divisiones que se han generado a partir no sólo del desplazamiento de la figura de Rabbaní, sino de la no inclusión en la nueva estructura de poder de figuras muy importantes tales como el comandante tadjiko Ismail Khan, con un tradicional dominio sobre la región de Herat [11], o del muy conocido general de la etnia uzbeka Rashid Dostum [12].

Para mediados del 2002, cuando el actual gobierno interino concluya su período, se convocará la asamblea tradicional del poder afgano, la Loya Jirga, la que encabezada por el ex monarca Zahir Shah elegirá otro gobierno de transición por 18 meses, el que una vez concluido su mandato, dará paso a elecciones y al establecimiento de un gobierno definitivo.

Los retos enormes que enfrenta la reconformación del poder en Afganistán estarán obligatoriamente acompañados también de nuevos retos para la política exterior iraní, en lo cual no sólo aparecerán como elementos importantes a tener en cuenta sus tradicionales buenas relaciones con varios de los componentes que integraron la Alianza del Norte, con la comunidad shiita hazara, y con determinadas figuras políticas, sino también los niveles de recomposición en materia de equilibrios y acuerdos regionales que el nuevo proyecto de poder afgano pueda o no generar, y el impacto que tengan otros actores internacionales sobre el escenario afgano postalibán.

Por ejemplo, Irán rechaza que EEUU aproveche la nueva situación para incrementar su protagonismo, y le preocupa altamente que Washington prosiga con su visión excluyente en los planes de exportaciones energéticas regionales, ya sea con la propuesta transturca, o recuperando el proyecto de construcción de oleductos y gaseoductos vía Afganistán y Paquistán. Teherán también se opone a que se reproduzca algún tipo de influencia tan decisiva sobre Kabul como la que ejerció Paquistán sobre el proyecto talibán, aunque para fines del 2001 hay varios indicios que parecen inclinar la agenda paquistano-iraní mucho más hacia la conciliación de intereses que hacia la continuidad de las fricciones [13].

A modo de conclusión

De nuevo se experimenta una gran paradoja estratégica: Independientemente de los siempre traumáticos efectos que los conflictos bélicos tienen sobre la región, dos de los más recientes han tenido resultados en parte positivos para el esquema de seguridad nacional iraní. Hoy, su principal amenaza en la frontera oriental (Afganistán talibán) es eliminada por una combinación de actores exógenos y regionales, de manera muy semejante a la guerra del Golfo en 1991, cuando también las acciones de una alianza dirigida por Estados Unidos, neutralizó decisivamente a su gran enemigo en la frontera occidental: Iraq.


Notas:
1. Consultar al respecto: Luis Mesa Delmonte, "Crisis Irán-Afganistán. Hacia una nueva recomposición regional", en Nación Árabe, núm. 38, pp.118- 127.
2. No obstante en los años 1999 y 2000, se desarrollaron algunos contactos e intercambios mínimos entre Teherán y Kabul con temas relacionados al narcotráfico, la seguridad fronteriza y la asesoría en materia agrícola.
3. AFP, 30 de octubre de 2001.
4. Irán propició por ejemplo, el encuentro entre Straw y el canciller de la Alianza del Norte Abdullah Abdullah.
5. Medios de prensa como el New York Times, o el canadiense National Post, han comentado al respecto.
6. AFP 18 de octubre de 2001
7. AFP 11 de noviembre de 2001
8. El jefe del poder judicial, Mahmud Hashemí Shahrudí, creó un nuevo comité legal para procesar a políticos y diputados que exhorten a dialogar con Estados Unidos.
9. El grupo de NNUU conocido como 6+2 sobre Afganistán, está compuesto por los países que tienen frontera con Afganistán (Irán, Paquistán, China, Tajikistán, Uzbekistán, Turkmenistán), junto a Rusia y EEUU.
10. Irán fue el primer país en reabrir su embajada en Kabul inmediatamente después de la expulsión de los talibanes el 13 de noviembre reafirmando su respaldo al gobierno de Rabbaní. También reabrió su frontera para restablecer la actividad comercial con el nuevo poder afgano, y volvió a abrir sus consulados en Herat, Mazar-i Shraif, etc.
11. Se dice que incluso el apoyo iraní a Khan en la región fronteriza de Herat, fue mucho más intenso y decisivo en sus acciones contra los talibanes, que el brindado por los propios bombardeos norteamericanos.
12. Khan, Dostum y otros líderes, han mostrado su descontento con lo acordado en Bonn y han anunciado que se opondrán incluso militarmente al nuevo poder en Kabul.
13. Por ejemplo, el 15 de noviembre ambos países firmaron un nuevo acuerdo de seguridad bilateral fronteriza, y han reiterado su propósito de eliminar las diferencias y trabajar conjuntamente en la reconstrucción del poder político afgano.



.