EEUU, Afganistán
y Bin Laden: algunas ideas para el debate sobre la actual situación
Luis Mesa y Rodobaldo Isasi*
(CEAMO, La Habana)
Para CSCAweb
30 de septiembre de 2001
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"Esta estrategia,
que anuncia una larga batalla de 10 años en la cual el
componente militar convencional será central, se convierte
en armónico complemento del nuevo proyecto económico
de EEUU"
1.
A partir del ataque terrorista del pasado día
11, EEUU ha señalado a Osama Bin Laden como el principal
sospechoso responsable de estos hechos. En tales sospechas han
coincidido varias agencias de inteligencia occidental, pero no
se han brindado pruebas concretas. De cualquier manera, es posible
pensar que se mantendrá un alto nivel de discreción
en momentos en los cuales esta investigación se une a
otras anteriores desarrolladas en los últimos años,
y cuando un componente central de la anunciada campaña
a largo plazo contra el terrorismo, será el intercambio
y complementación de información entre una buena
parte de los servicios de inteligencia de varios países.
En esta labor no sólo será clave la coordinación
de trabajo entre los servicios especiales norteamericanos y europeo
occidentales, sino serán vitales también los aportes
de países como Paquistán, Rusia, Irán, India,
Arabia Saudí, repúblicas centroasiáticas
y otros.
2.
Si bien es cierto que Osama Bin laden ha negado rotundamente
su participación en estos hechos, puede haberlos inspirado,
o haber ordenado la ejecución de alguno de los otros que
se le imputan. De cualquier manera, algún grado de correspondencia
debe existir entre su fuerte verbo, su organización y
alguna acción concreta. Ya eso es más que suficiente
para que sea un blanco predilecto para EEUU en las actuales circunstancias.
Efectivamente Bin Laden es el líder reconocido
de al-Qaeda (La Base). Se dice que esta organización
cuenta con una estructura definida, y además de un Majlis
(o Consejo) donde se toman determinadas decisiones, tiene una
red de células presente en varios países del mundo
e integrada por sujetos de diversas nacionalidades. Hoy es importante
especular respecto al nivel de maniobrabilidad o no que facciones
dentro de al-Qaeda hayan podido tener para desarrollar
acciones como las del 11 de septiembre, qué otros grupos
de base islamista puedan haber llegado a materializar tales planes,
o en qué medida los resultados pueden ser el fruto de
coordinaciones entre células e individuos pertenecientes
a grupos distintos. Washington ha acusado reiteradamente a al-Qaeda
de ser responsable de varias acciones: ataques contra soldados
norteamericanos en Somalia, atentado contra instalaciones militares
norteamericanas en el Este Saudí, los dos atentados contra
las embajadas en Kenya y Tanzania, el golpe contra el navío
de guerra US Cole en Yemen, etc. Aunque la concepción
norteamericana las engloba a todas oportunistamente dentro del
concepto de "acción terrorista", hay muchas
de ellas que, en nuestra opinión, y por haber estado directamente
dirigidas contra objetivos militares, no pueden ser catalogadas
como tal. Consideramos a una acción terrorista, y siempre
absolutamente rechazable, a aquella acción violenta que
genere víctimas civiles inocentes.
3.
La sugerencia de la reunión de los ulema
afganos, encabezada por el líder talibán Mollah
Mohammed Omar (autodeclarado Amir al-muumineen, es decir,
líder de los creyentes), exhortando a Osama Bin Laden
a que abandone el país, es una decisión que tiene
mucho más que ver con razonamientos de índole política
y estratégica, que con un ejercicio de exégesis
religiosa. Es lógico que en las actuales circunstancias
el liderazgo talibán siga intentando encontrar legitimidad
islámica para cada una de sus acciones, pero no se puede
perder de vista que el proyecto talibán, durante sus cinco
años en el poder, ha siempre forzado la búsqueda
de tal legitimidad para muchos de sus actos de carácter
extremista, consideradas por la casi totalidad de la gran comunidad
islámica (Umma) de mil millones de creyentes en
todo el mundo, como acciones incluso antiislámicas. Pero,
sus necesidades actuales de supervivencia frente a la inminencia
de un golpe militar, y ante la disolución de su exiguo
apoyo estratégico y político, los lleva a sacrificar
la carta Bin Laden y a ganar el mayor tiempo posible. Su única
retaguardia estratégica sigue siendo Paquistán,
contra quien evitarán llegar a una confrontación,
a pesar de sus amenazas de actuar contra todos aquellos que apoyen
a EEUU.
4.
Tras la derrota y retirada soviética en 1989,
los nuevos proyectos de poder en Kabul han intentado buscar la
mayor legitimidad ideológica posible en el Islam. Miles
de jóvenes afganos muyahidines (guerreros de la
Jihad), forjados durante años de lucha contra las
fuerzas militares soviéticas -ateas y comunistas-, contra
las que declararon la Guerra Santa islámica (Jihad),
garantizaban tal inclinación. Pero las tradicionales luchas
entre facciones políticas, y etnicotribales distintas,
siguieron marcando el ritmo de los nuevos reacomodos y reconformaciones
del poder central que se pretendían alcanzar. Así
el gobierno internacionalmente reconocido de Burhanuddin Rabbani
fue derrocado en 1996 por los llamados talibanes (representantes
de una visión absolutamente extremista engendrada durante
años de instrucción ideológica religiosa
en las madrasas o escuelas coránicas, en Paquistán
y Arabia Saudí), e integrados fundamentalmente por elementos
de la rama Durrani dentro de los Pashtun. Al tomar el poder en
1996, este grupo de inspiración extrema, ha aplicado interpretaciones
político-sociales ortodoxas y conservadoras hasta extremos
increíbles (sobrepasando en buena medida sus aprendizajes
en las madrasas), y que han sido rechazadas dentro del
propio mundo islámico. Por ello, tras varios años
en el poder, los talibanes y su proclamado Emirato Islámico
de Afganistán, solamente había sido reconocido
por tres países tradicionalmente vinculados con ellos
durante largos años de lucha antisoviética y de
trabajo por engendrar un proyecto islámico de corte radical:
Paquistán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes
Unidos (Riyadh y Abu Dhabi han decidido ahora romper relaciones
diplomáticas).
El rechazo a los excesos talibanes se explica por
la imposición de determinadas prácticas sociales,
el tratamiento de la mujer, los crímenes de lesa cultura
cometidos contra la religión budista, el desprecio absurdo
de avances tecnológico-centíficos, etc. El comentado
apoyo brindado a otros movimientos de base islámica en
la región especialmente en el Cáucaso y el Asia
Central, ha provocado preocupaciones estratégicas no sólo
en Rusia con su crisis en Chechenia, sino en varias de las ex
repúblicas soviéticas afectadas. Las matanzas cometidas
por los talibanes contra la población chiíta, estuvo
a punto de desembocar en un conflicto armado entre Irán
y los talibanes en 1998. El gobierno derrocado de Rabbani sigue
siendo reconocido por Naciones Unidas, y en el terreno, la Alianza
Opositora del Norte mantiene su condición de principal
eslabón de resistencia antitalibana. Esta alianza, como
lo indica su nombre, está formada por diversos agrupaciones
político-militares de diversa base etnolinguística.
Hoy mantiene menos del 10% del territorio. Su principal líder
militar, Shah Massoud, acaba de fallecer víctima de un
atentado.
5.
Respecto a la acción terrorista y suicida contra
objetivos en New York y Washington, hay que tener en cuenta que
la esencia de la doctrina islámica condena tanto al suicidio
como la muerte de inocentes en actos violentos, por lo que tales
actos tienen que ser repudiados, (como efectivamente lo han sido),
por parte de la comunidad islámica mundial. No obstante,
aunque en sentido estricto, la Jihad, o guerra santa, sólo
puede ser declarada como respuesta defensiva ante una agresión,
-y nunca contra otros musulmanes-, las tradicionales acciones
cometidas por el colonialismo occidental y EEUU contra poblaciones
y territorios islámicos, su interés de dominación
económica y estratégica en regiones predominantemente
islámicas, así como su apoyo constante a Israel,
son interpretados por algunos sectores de pensamiento como agresión
contra el Islam. En el Corán (azora II, 186, se recoge.
"Combatid en el camino de Dios a quienes os combaten, pero
no seáis agresores. Dios no ama a los agresores".
Sin embargo, también encontramos varios proyectos de poder
islámico, e incluso de inspiración ortodoxa, que
siempre han encontrado en la alianza estratégica con los
poderes foráneos, su principal clave para la supervivencia
y continuidad. El culto al martirologio, es decir a morir en
una acción como mártir en defensa de una causa
y siguiendo el camino de Dios, es un principio fundamentalmente
del chiísmo, pero no exclusivo a él. En el Corán
no existe nada que apoye al martirologio, pero sí hay
algunas ideas al respecto recogidas en los hadith (las
tradiciones de lo que el profeta Mahoma dijo o hizo). En ellos
se dice que los mártires tendrán un lugar especial
en el paraíso, muy cercanos a Dios. De todas formas, sí
queda bien claro recogido en el Corán la prohibición
de asesinar inocentes, considerando que el asesinato de una persona
inocente "equivale a cometer un asesinato contra toda la
humanidad". Jihad significa literalmente "hacer
un esfuerzo", luchar. Es un concepto muy importante del
Islam que no quiere decir exclusivamente luchar en el campo de
batalla en autodefensa, o combatir contra la tiranía y
la represión, sino también tiene importantes implicaciones
respecto a la purificación espiritual individual, y al
esfuerzo por mejorar la calidad de vida de la sociedad. La clave,
de cualquier manera está, en comprender que hoy nos encontramos
con muy diversas formas de interpretar y aplicar los textos islámicos,
y de inspirarse en una rica tradición de pensamiento y
de acción acumulada durante siglos. Existen muchos tipos
de Islam en dependencia de condicionamientos políticos,
estratégicos y clasistas. Tal heterogeneidad, no es exclusiva
al Islam, y podemos encontrarla perfectamente en cualquier otra
doctrina religiosa o filosófica.
6.
Es muy importante tener en cuenta las diferencias
entre los conceptos de "lo árabe" y de "lo
islámico", pues están apareciendo muy ligados
y confundidos en los abundantes comentarios y valoraciones de
los últimos días. Afganistán es un país
multiétnico-linguístico, pero NO es un país
árabe. Tampoco lo son Irán ni Paquistán.
Así que el fondo del problema en estos momentos tiene
que ver con dinámicas de tipo político-estratégico
regionales y globales, en las cuales el ingrediente islámico
merece una cuidadosa y detallada atención. Es una crisis
que no tiene que ver con temas de identidad, cultura, ideología
o política árabe, más allá de las
preocupaciones y retos que genera para todos los actores internacionales
y habitantes de este mundo, y de aquellos temas en los cuales
se sobreponen ambos sentimientos: sufrimientos populares, amenazas
bélicas, Jerusalén, etc. Probablemente las confusiones
se generan a partir de haber sido Osama Bin Laden un árabe
huésped durante años del gobierno talibán.
Hoy existen igualmente en Afganistán una importante cantidad
de ex muyahidines árabes, es decir de guerrilleros
de nacionalidad, cultura e identidad árabe que se unieron
a la Jihad en contra de la intervención militar
atea, sobre la base de su común credo islámico.
Se comenta que el propio Bin Laden está hoy al frente
de la llamada Brigada Árabe 055, integrada por más
de 3 mil combatientes árabes.
7.
El gobierno paquistaní de Pervez Musharraf,
ha brindado inmediatamente su apoyo y colaboración a los
Estados Unidos, condenando fuertemente "los actos terribles
y brutales de terror y violencia", exhortando tanto a la
unidad internacional contra el terrorismo, como a la unidad nacional
frente a la fragmentación experimentada por parte de la
sociedad paquistaní que se opone a la cooperación
con Washington. Especialmente en las regiones fronterizas del
noreste, son mayores las simpatías con el movimiento talibán,
derivado tanto de una larga relación de vinculaciones
y apoyo, como de compartir bases etnolinguísticas Pashtun.
Varios grupos y partidos de línea radical islámica,
(como Jamiat al Islami) aparecen dentro de los principales
críticos del actual gobierno y son vistos con preocupación
desde el poder central. Pero también hay que tener en
cuenta, que luego de años de estrechas relaciones entre
Washington e Islamabad en los cuales ambos apoyaron a los muyahidines
contra los soviéticos, las relaciones han mostrado un
curso oscilante. Los EEUUhan sido acusado por los paquistaníes
de antiislámicos debido a su apoyo a la India, país
con el que se mantiene el agudo conflicto de Kachemira, así
como por su apoyo a Israel en el conflicto medioriental, el mantenimiento
de sanciones económicas contra Iraq a pesar del desastre
humanitario, y obviamente también por las sanciones impuestas
a Paquistán a raíz de efectuar pruebas nucleares.
8.
Lo que ya se identifica como la primera guerra del
siglo XXI pone sobre el tapete varias interrogantes en lo que
concierne al debate interno de la estrategia de defensa. Primero,
la aparente reafirmación de la doctrina militar en curso,
es decir, la TMW (Two Major Wars -dos guerras de envergadura),
concebida precisamente, por los actuales vicepresidente y secretario
de Estado de EEUU, Cheney y Powell, y en detrimento de la propuesta
del grupo del secretario de Defensa, Rumsfeld, que se inclina
por desestimar la referida visión defensiva para favorecer
la reducción de fuerzas, medios y el cierre de bases,
concentrando los esfuerzos convencionales en llevar adelante
el controvertido escudo de defensa antimisiles. Ahora, con los
atentados suicidas contra el World Trade Center y el Pentágono,
la estrategia de lucha contra el terrorismo global no tiene mejor
opción que movilizar un "ejército interno"
multiagencias (policía, FBI, CIA, Guardia Nacional, junto
a decenas de miles de reservistas) para garantizar la seguridad
doméstica, mientras que se preparan las cohortes elites
terrestres, y los medios navales y aéreos requeridos para
un teatro de operaciones en el Golfo Pérsico, que se orientan
hacia Afganistán como objetivo primario y hacia Iraq como
secundario. El terrorismo hizo ahora diana en el propio territorio
del país que reiteradamente asumió el recurso del
terrorismo de Estado como instrumento para defender objetivos
cardinales identificados como de "interés y seguridad
nacional", a lo largo de la era contemporánea. Hay
que tener en cuenta, que la operación terrorista del día
11 logró crear una situación caótica a partir
del empleo de medios cotidianos, y no de la pronosticada adquisición
de avanzados dispositivos químicos, bacteriológicos
o nucleares, mostrando una vez más el enorme desprecio
del terror por los más elementales valores humanos, y
el impacto que pueden tener los "actores no-Estado".
En este contexto, el núcleo contestatario
de generales y almirantes contrario a la filosofía de
Rumsfeld tiene la posibilidad de aseverar su visión diferente,
asumiendo como valor utilitario la propia realidad de una acción
terrestre, con el riesgo real de bajas que siempre este tipo
de desenlace reserva en cualquier teatro de operaciones, y en
especial el afgano, donde para no pocos politólogos, tuvo
lugar el desenlace catalítico de la Guerra Fría
a favor de EEUU, con el desastre militar soviético.
9.
En el propio discurso de corte imperial de Bush, queda
reconocido de facto, la insatisfacción respecto al funcionamiento
de la comunidad de inteligencia y de contrainteligencia del país,
al anunciar la creación de la Oficina de Seguridad Interna
dentro del gabinete, que tendrá como director al actual
gobernador republicano de Pennsilvania, Tom Ridge, un veterano
de Viet-Nam, amigo personal del Presidente, quien estuvo contemplado
junto al experimentado ex senador demócrata Sam Nunn,
entre los primeros candidatos para la cartera de Defensa de la
Administración. "La tarea es inmensa. La nación
enfrenta una amenaza inusual que nunca había experimentado",
declaró Ridge, lo que ilustra el real sentimiento de preocupación
por los potenciales peligros que el país pudiera atravesar
en torno a otras posibles acciones terroristas. Cabe destacar
que esta decisión tiene mucho de continuidad con el legado
clintoniano, quien en los últimos momentos de su administración
propició la creación del Counter-Intelligence 21
(CI-21), dirigido a reforzar aspectos internos y tradicionales
del trabajo de contrainteligencia.
10.
Especial atención merece la economía
estadounidense en esta coyuntura. Ya amenazada por una recesión
de imprevisibles consecuencias a corto plazo, ahora tiene que
agregar las múltiples consecuencias derivadas de los efectos
de los atentados. La caída en la bolsa, y el reclamo de
decenas de miles de millones de dólares para enfrentar
la crisis inmediata de varias importantes aerolíneas estadounidenses,
la afectación del turismo y de los servicios, son algunos
de los efectos inmediatos. Sin embargo, la actual coyuntura favorece
enormemente que se recurra de nuevo al decisivo complejo militar
industrial, como mecánica para favorecer la salida del
impasse recesivo. La estrategia que anuncia una larga
batalla de 10 años, donde el componente militar convencional
será central, se convierte en armónico complemento
del nuevo proyecto económico.
11.
Los medios de prensa en los EEUUse han mostrado tal
como son en las condiciones de la única superpotencia
mundial, y en momentos de conmoción nacional y de desarrollo
de una respuesta militar de gran envergadura. Esta suerte de
"poder sui géneris", ha puesto de relieve
sus esencias en los ámbitos informativo, propagandístico
y de debate. En lo referido a este último rasgo, no ha
dejado de proyectar una posición crítica sobre
la Administración y su principal exponente: el presidente
Bush, a partir de sus visibles limitaciones, o por lo menos para
continuar contraponiendo la imagen y las opiniones del ex presidente
Clinton, a manera de flagelamiento constestatario. Y sin dejar
de renunciar a lo que representan para el sistema en función
del interés nacional en momentos como los actuales, también
han expresado las opiniones de los sectores favorables a la paz,
y de los críticos a las acciones bélicas exageradas.
12.
La política israelí ha pretendido sacar
ventajas inmediatas de esta situación, intensificando
sus acciones militares hasta la reciente orden dada por Arafat
de alto al fuego absoluto. Al mismo tiempo, es lógico
pensar que los estrategas israelíes repitan a su aliado
estratégico la importancia de sus conocidas tesis respecto
a la alta peligrosidad del accionar violento de base islámica,
proponiendo la arremetida coordinada contra agrupaciones tales
como Hamas, Jihad Islámica y el Hezbollah libanés,
promulgando al mismo tiempo la necesaria neutralización
de sus principales fuentes de apoyo a escala regional. La pretendida
a largo plazo operación [inicialmente denominada] Justicia
Infinita, tendrá que incluir como pieza fundamental,
importantes niveles de reestructuración de su política
hacia la región medioriental, buscando tanto una mayor
cooperación con los servicios de inteligencia y las políticas
árabes, como impulsando a mediano plazo una alternativa
en la cúpula israelí, menos extrema que el unilateralismo
violento y no negociador de Sharon, y más proclive a la
concertación y a la recuperación del proceso negociador
medioriental.
13.
Se hace muy interesante tener en cuenta la prontitud
con la que se comienza a trabajar en las diversas variantes para
el escenario político afgano postalibán. Al respecto,
no sólo es importante el papel renovado adjudicado a la
Alianza del Norte encabezada por el depuesto presidente Rabbani
y sus diferentes componentes, sino que llama la atención
que esta misma fuerza opositora haya nuevamente recurrido a la
figura del rey Mohammed Zahir Shah, (86 años) radicado
en Roma desde 1973, para discutir con él la formación
de futuras estructuras de gobierno y poder en el país.
Ya esta variante se había intentado en años anteriores,
pero el rey la había rechazado. Sin embargo, en estos
momentos, el propio Zahir Shah está haciendo un llamado
a todo el pueblo afgano, sus diversas facciones políticas,
grupos etnolingüísticos y agrupaciones clánico-tribales,
para conformar un gobierno de transición y elegir a las
principales figuras del poder. Tal solución generaría,
obviamente, importantes reacomodos estratégicos a escala
regional, y nuevas posiciones por parte de numerosos actores
y organismos internacionales respecto al caso afgano.
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