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'La escuela de Gaza'. Epílogo del libro "La tierra de los muros"

Víctor de Currea-Lugo y Raúl Gallego Abellán

La tierra de los muros y otras cartas desde Palestina' de Víctor de Currea-Lugo, con fotos de Raúl Gallego Abellán, recoge en forma de epístolas, en su día publicadas en esta web toda una serie de textos sobre los elementos que giran alrededor de la ocupación israelí. El epílogo recoge un texto nuevo al hilo de la matanza de Gaza de la que conmemoramos el primer aniversario de la impunidad israelí por la complicidad occidental. editado por Paz con Dignidad
Cartas_desde_Palestina_DEF.pdf
Los militantes pueden pedir el libro, preciosamente editado a Paz con Dignidad, ayudando a los costes de envio a la sede de dicha asociación: Gran Vía 40-5º of.2 (28013 Madrid) o al correo pazcondignidad@nodo50.org.

Víctor de Currea-Lugo
Fotografías: Raúl Gallego Abellán
CSCAweb

Mientras escribo estas palabras, la agresión a Gaza sigue su curso. Vemos casas ocupadas por el ejército en su ofensiva, vemos palestinos desplazados en escuelas, como en la ocupación de 1967, que al igual que los refugiados de 1948 huían buscando protección. Fueron medio millón en el primer caso y más de 700 mil personas en el segundo.
Una parte del mundo sigue reduciendo la confrontación al problema del terrorismo. Bajo este prisma ellos ven terroristas en la escuela y en toda Palestina; la ceguera no les permite ver civiles, como tampoco los vieron los soldados que masacraron a los palestinos que trataban de salvar sus vidas en una escuela señalizada con símbolos de las Naciones Unidas. Otros, siguen con el "mito de dos partes iguales", sin entender que hay un ocupante, que tiene el quinto ejército más poderoso del mundo, y un ocupado. Tanques contra escuelas, como en Jenín en 2002, como en Shabra y en Chatila en 1982.
La gente estaba atrapada en la escuela y en toda Gaza, porque los palestinos no pueden siquiera ser refugiados. Gaza es un territorio con la densidad poblacional más alta del mundo, más que Manhattan. Y Egipto cierra las fronteras, como se ha cerrado políticamente a entender el conflicto palestino al punto de firmar en 1979 el reconocimiento del Estado de Israel. Los palestinos llevan años atrapados: en controles, muros, calles bloqueadas, en un sistema de apartheid, como lo ha llamado, entre otros, Jimmy Carter.
Civiles atrapados, de manera tan obvia, que UNRWA (organización de Naciones Unidas creada para prestar asistencia a los refugiados palestinos) no dudó en decir estar 99% seguro de que no había combatientes alrededor, lo que admitió la misma vocería israelí en reuniones privadas. Civiles atrapados, como están los civiles de Ramallah y de Belén, de Nablus y Hebrón, especialmente durante la Segunda Intifada.
Civiles usados como escudos humanos por parte de Israel en Gaza, como lo acaba de denunciar Amnistía Internacional, como los han usado los soldados israelíes muchas veces. Civiles heridos abandonados a su suerte, como lo denunció el Comité Internacional de la Cruz Roja. Civiles para quienes la ayuda humanitaria es negada, ya sea obstruyendo su acceso o ya sea atacando a los humanitarios en la entrada de Gaza, como lo acaba de denunciar UNRWA. Human Rights Watch denunció que Israel está usando bombas de fósforo blanco.
Y después de la masacre de la escuela se piden comisiones para investigar lo obvio. Esto recuerda los argumentos del único jurista que se abstuvo de votar en la Corte Internacional de Justicia contra el Muro que construye Israel, con el argumento de que faltaban más evidencias para comprobar lo obvio. No deja de ser curioso que la única propuesta a ser implementada por las Naciones Unidas, de la Opinión Consultiva de dicha Corte, sea precisamente la de una comisión para contabilizar los daños, pero sin implementar las otras recomendaciones relacionadas con la justicia y la reparación.
La masacre en la escuela enfatizó la necesidad de otra reunión del Consejo de Seguridad. Israel ha violado no sólo los cuatro Convenios de Ginebra, contradiciendo al menos 26 resoluciones del Consejo sobre la implementación del derecho humanitario. Israel también ha violado por lo menos 9 resoluciones del Consejo de Seguridad sobre los asentamientos en territorio palestino y 17 resoluciones contra la anexión de Jerusalén. Los palestinos no necesitan otra resolución, necesitan justicia.
La ayuda humanitaria llegó, en el mejor de los casos, durante sólo tres de cada 24 horas, entre ataque y ataque, entre cada asesinato de civiles. No es la ayuda humanitaria derivada de un tsunami, sino la que deriva de los crímenes hechos por Israel durante 21 horas, como asesinar civiles en una escuela.
La excusa fue esta vez la de los cohetes lanzados por Hamás. Como señaló el periódico israelí Haaretz, la actual operación militar empezó a ser planeada seis meses antes, Hamás puso la excusa. Al igual que en septiembre de 2000, la caminata de Sharón por la explanada de las mezquitas fue la excusa perfecta para provocar a los palestinos, como la guerra contra el terrorismo fue la excusa para bombardear Jenín en 2002 y otras ciudades de Palestina, como los ataques suicidas fueron la excusa para el Muro que se pensó por primera vez en 1973, veintidós años antes del primer ataque suicida.
La paz, aquí, para ser justa y duradera, no necesita sólo que no maten civiles en escuelas, se necesita del fin de la ocupación y que los familiares que hayan quedado vivos de los civiles de la escuela tengan derecho a un futuro. Más allá del fin de las acciones se requiere el fin de la ocupación; una ocupación en el marco de la cual se hace hoy este ataque y se hizo antes la detención de miles de palestinos, la tortura de muchos de ellos, la construcción del Muro, el establecimiento de cientos de puntos de control, y un largo etcétera.
Finalmente, durante el curso de esa agresión contra la escuela, se resume la historia del drama palestino. No hay ni habrá el más mínimo respeto por los derechos de los civiles, como no lo ha habido por las normas del derecho internacional desde 1967, dado que los ilegales asentamientos siguen creciendo en número y extensión, la apropiación ilegal de tierra sigue su curso, el estatuto internacional de Jerusalén se desconoce y el derecho al retorno de los refugiados palestinos se niega.
La escuela es una buena metáfora de lo que pasa en Palestina para todas aquellas personas que siguen creyendo que la ley del más fuerte es la que vale, que los palestinos empezaron y que Israel "sólo se defiende".