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Israel y la actual crisis capitalista

Daniel Rosenberg, miembro del Partido Comunista de Israel

La crisis financiera no pasa por Israel de largo(…) La crisis llega a un Israel que se encuentra en peor estado que durante la última recesión de 2000-2003: actualmente, cerca de una cuarta parte de los ciudadanos israelíes vive por debajo de la línea oficial de pobreza, entre la que el porcentaje de grupos minoritarios, como los árabes israelíes y los judíos ortodoxos, es extremadamente elevado.

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Traducción: Lucas Antón

La crisis financiera no pasa por Israel de largo. El país, que ha ido integrándose en los mercados capitalistas globales en las últimas décadas, contempla de nuevo la cara más fea del capitalismo, conforme los mercados de valores se han ido desplomando un impresionante 10% desde principio de mes y se recorta la previsión de crecimiento del PIB para los próximos dos años. La crisis llega a un Israel que se encuentra en peor estado que durante la última recesión de 2000-2003: actualmente, cerca de una cuarta parte de los ciudadanos israelíes vive por debajo de la línea oficial de pobreza, entre la que el porcentaje de grupos minoritarios, como los árabes israelíes y los judíos ortodoxos, es extremadamente elevado.

Una gran parte de la población pobre de Israel se define como "pobres con trabajo" (working poor), es decir, gente con empleo, pero cuyo sueldo no alcanza a cubrir las necesidades mínimas, un fenómeno que se considera habitualmente como síntoma del agrietamiento de las clases medias.

Pese al hecho de que muchos gobiernos de todo el mundo, de Europa a México, intentan incrementar el gasto con el fin de combatir la inminente recesión, el gobierno israelí ha declarado ya que mantendrá un presupuesto equilibrado y que para conseguirlo serán precisos mayores recortes del gasto social. El gobierno aún no ha dado a conocer los presupuestos para 2009, pero al igual que en el plan económico de emergencia de 2003, es probable que incluya la reducción del apoyo del Estado a educación y bienestar social, con el cierre de hospitales, escuelas y centros sociales.

La actual crisis tiene también un efecto directo sobre las pensiones y los ahorros a largo plazo de muchos trabajadores y jubilados israelíes. En las últimas décadas, Israel pasó por una serie de reformas financieras destinadas a integrar a la sociedad israelí en el sistema financiero internacional. De este modo, el principal fondo de pensiones, que hasta 1995 estaba en manos de la confederación sindical laborista, Histadrut, se privatizó en 2004. En esa época se vio también la adquisición de instituciones financieras primordiales, tales como la mayor empresa de seguros del país y el segundo banco nacional, por parte de propietarios extranjeras. Las instituciones financieras, ahora plenamente integradas en las finanzas internacionales, han desparramado sus inversiones por los mercados internacionales en lugar de hacerlo en bonos del Estado, así como en títulos que enriquecieron a los principales magnates israelíes, que han invertido a su vez ingentemente en valores financieros extranjeros. Las pérdidas que el sector financiero global ha sufrido en las últimas semanas han tenido repercusiones de consideración sobre los inversores institucionales israelíes, con el resultado de que los ahorros de las pensiones se han contraído una media del 8%, y lo peor está por llegar. Muchos trabajadores, sobre todo aquellos cuya jubilación se aproxima, la verdad es que no se creen que vayan a poder mantener un nivel de vida decente, y se verán obligados a trabajar en su vejez.

Otro sector que se ha visto afectado por la crisis es la vasta red de ONGs que proporciona la asistencia que necesitan miles de israelíes. Debido a la pobreza cada vez mayor en el seno de la sociedad israelí, las ONG han acabado suministrando muchos servicios sociales esenciales, desde comedores asistenciales y actividades caritativas a sanidad y educación. Las ONGs, que a menudo operan bajo la enseña de la "justicia social", dependen por lo general enormemente de las aportaciones de opulentos donantes israelíes e internacionales, entre los que se cuentan algunos de los principales capitalistas israelíes. En tiempos de turbulencia económica, como ahora, menguan las donaciones, dejando a una parte significativa de la población israelí desprovista de lo esencial, a veces tan básico como techo y comida. Este aspecto de la crisis se deja sentir de modo especialmente agudo en los territorios palestinos, puesto que muchos programas de ayuda sufren recortes por la falta de fondos.

Es probable que la industria israelí también sufra recortes; se espera ya que más de 10.000 empleados sean despedidos en las próximas semanas. La dependencia del mercado exterior, que fue saludada por los políticos liberales como señal de éxito de la industria israelí, es probable que sea su perdición en tiempos de recesión global. Muchos de los emprendedores más arriesgados, sobre todo en los sectores de tecnologías de la información y biotecnología, ya están abandonando Israel.

No obstante, un sector que no deja ver signos de recesión es el de la producción de medios de destrucción. Elbit, el mayor fabricante privado de armamento, informaba de que sus beneficios brutos para el segundo cuatrimestre de 2008 se incrementaron en un 55, 4%, por comparación al segundo cuatrimestre de 2007, en tanto que Magal, que se especializa en sistemas de seguridad y vigilancia, vio sus ingresos acrecentados en un asombroso 78% desde 2007 (Magal y Elbit son ambas contratistas principales en la construcción del célebre Muro de Separación en los terrirorios ocupados palestinos). Además, no es probable que el presupuesto de defensa israelí sufra recortes en 2009 y continuará ocupando cerca del 15% de los gastos totales del Estado. Entre los miles de millones asignados a las fuerzas armadas israelíes, se gastarán 4.000 millones de dólares en adquirir 25 nuevos cazas F-35, lo que los vuelve el doble de caros respecto a su precio de catálogo (87 millones cada uno), para felicidad de Lockheed-Martin Corporation. Las prioridades del gobierno, que quedan de manifiesto en esta compra carísima e innecesaria, dejan al descubierto el núcleo del papel geopolítico de Israel: actuar de "gran garrote" de la política exterior norteamericana, incluso al precio de hacer pasar hambre a sus propios ciudadanos.