Israel, Palestina, la paz y
el 'apartheid'
'Los norteamericanos
tienen que conocer los hechos de la abominable opresión
de los palestinos', afirma el ex-presidente de EEUU
Jimmy Carter*
The
Guardian / CSCAweb:
21-12-06
Traducido por Pablo Carbajosa
"Sigue
en construcción un enorme muro de prisión que serpentea
a través de lo que queda de Palestina, con el fin de que
abarque cada vez más terreno para los colonos israelíes.
De modo diverso, esto resulta más opresivo que lo vivido
por la población negra en Sudáfrica bajo el apartheid."
Las muchas cuestiones controvertidas
referentes a Palestina y el camino hacia la paz de Israel se
debaten intensamente entre los israelíes y en otras naciones,
pero no en los Estados Unidos. A lo largo de los últimos
30 años, he sido testigo, he podido experimentar las graves
restricciones a toda discusión libre y equilibrada de
los hechos. La renuencia a criticar las medidas políticas
del gobierno israelí se debe a los extraordinarios esfuerzos
como grupo de presión del APAC (American-Israel Political
Action Committee), así como a la ausencia de voces
contrarias de relevancia.
Resultaría casi un suicidio
político para los miembros del Congreso norteamericano
adherirse a una posición equilibrada entre Israel y Palestina,
sugerir que Israel debe atenerse al derecho internacional o hablar
en defensa de la justicia o los derechos humanos para los palestinos.
Muy pocos se dignarían visitar las ciudades palestinas
de Ramala, Nablus, Hebrón, Gaza o Belén y hablar
con sus acosados moradores.
Lo que resulta todavía
más difícil de comprender es por qué las
páginas editoriales de los principales diarios y revistas
de los Estados Unidos ejercen una autocontención semejante,
bastante en contradicción con las valoraciones particulares
que expresan enérgicamente sus corresponsales en Tierra
Santa.
Mi último libro, Palestina,
paz, no apartheid, se centra en las circunstancias y acontecimientos
de Palestina y no de Israel, en donde prevalece la democracia
y los ciudadanos conviven y se les garantiza legalmente un estatus
de igualdad. En esto momentos, se puede juzgar ya la reacción
pública y de los medios de comunicación. El libro
se vende bien y he tenido entrevistas interesantes en televisión.
Pero he visto pocas informaciones acerca de lo que he escrito
en periódicos de importancia.
Las recensiones [reseñas]
del libro en la prensa general las han escrito en su mayor parte
representantes de organizaciones judías que es poco probable
que vayan a visitar los Territorios Ocupados, y su crítica
principal es que el libro va dirigido contra Israel. Dos miembros
del Congreso se han mostrado críticos públicamente.
Algunas recensiones de Amazon.com me tildan de "antisemita",
y otras acusan al libro de "mentiras" y "distorsiones".
Un antiguo miembro del Centro Carter ha mostrado su desacuerdo,
y Alan Dershowitz ha calificado de "indecente" el título
del libro. En el mundo de verdad, no obstante, la respuesta ha
sido abrumadoramente positiva. El libro describe la abominable
opresión y persecución en los Territorios Ocupados
palestinos, con su rígido sistema de exigencia de pases
y la estricta segregación de ciudadanos de Palestina y
colonos judíos en Cisjordania.
Sigue en construcción
un enorme muro de prisión que serpentea a través
de lo que queda de Palestina, con el fin de que abarque cada
vez más terreno para los colonos israelíes. De
modo diverso, esto resulta más opresivo que lo vivido
por la población negra en Sudáfrica bajo el apartheid.
He dejado claro que la motivación no es el racismo sino
el deseo de una minoría de israelíes de confiscar
y colonizar lugares escogidos de Palestina y suprimir por la
fuerza cualquier objeción de los ciudadanos desplazados.
Evidentemente, condeno los actos de terrorismo o violencia contra
civiles inocentes y presento información sobre las víctimas
de ambas partes.
La finalidad última
de mi libro estriba en presentar hechos de Oriente Medio que
son en buena medida desconocidos en Norteamérica, provocar
el debate y ayudar a reiniciar conversaciones de paz (en vía
muerta desde hace seis años) que puedan conducir a una
paz permanente para Israel y sus vecinos.
Tengo también la esperanza
de que aquellos judíos y norteamericanos que comparten
esta meta se sientan motivados a expresar sus puntos de vista,
públicamente incluso, y acaso de forma concertada. Me
encantaría contribuir a ese esfuerzo.
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