Ultraderecha, racismo y represión.
Ante la agresión fascista al local Cambalache de Oviedo
Comunicado público
'Cambalache'
/ CSCAweb 17-05-06
El viernes 12 de mayo un grupo
de tres personas arrojó una bengala en el interior de
el local Cambalache (Oviedo) en el que se estaba celebrando una
charla bajo el título de "Represión y Movimientos
Sociales" organizada por el colectivo Calecer ('Colectivu
Asturianu poles Llibertaes y Escontra la Represión').
La bengala llenó de humo el local, quemó la parte
del suelo en la que cayó y obligó a suspender el
acto durante media hora. Se reanudó en el convencimiento
de que era necesario evitar que el boicot a la charla cumpliese
su objetivo. Las personas que arrojaron la bengala huyeron gracias
a un automóvil que les estaba esperando. El grado de organización
de la acción y el contenido de la charla que se trató
de boicotear apuntan claramente a la responsabilidad de la extrema
derecha.
No por casualidad, la persona
que impartía la charla era Mikel Korta, uno de los imputados
en el proceso 18/98 que lleva cinco meses celebrándose
en Madrid en la Audiencia Nacional. El 18/98 es uno de los mayores
juicios políticos que se celebra en el Estado desde la
transición política contra la izquierda social,
política y sindical vasca. Ese proceso, en el que están
siendo vulnerados muchos de los derechos procesales de las personas
imputadas, constituye un poderoso instrumento contra la represión
de los movimientos sociales de Euskadi.
El 18/98, en todo caso, forma
parte de una lógica de represión y control jurídico,
policial y social contra todos aquellos movimientos que se oponen
al pensamiento único y a las políticas hegemónicas.
La aplicación cada vez más sistemática de
la ley antiterrorista, las cargas policiales, la criminalización
de toda forma de disidencia, ilustran los escasos márgenes
para la libertad de expresión que permite nuestra monarquía
parlamentaria.
Desde hace algún tiempo, estamos asistiendo a un proceso
de reestructuración del discurso y de las prácticas
de la ultraderecha, articuladas crecientemente en torno a la
cuestión de la inmigración. El caldo de cultivo
de este nuevo fascismo, al igual que ha sucedido en otras épocas,
radica en una sociedad cada vez más violenta y militarizada,
en una juventud asolada por el paro y la precariedad. La asociación
de inmigración e inseguridad, presente en todos los discursos
oficiales, da alas a las consignas de partidos ultraderechistas
como Democracia Nacional.
El capitalismo global es, sin
embargo, causante de inseguridad al por mayor, en una escala
sin precedentes históricos: la inseguridad alimentaria
que sufren más de mil millones de personas en el planeta,
la inseguridad jurídica de las personas que se ven obligadas
a emigrar de la tierra en la que deberían poder vivir
dignamente, la inseguridad en el empleo que convierte en papel
mojado los derechos laborales de la mayoría de la población,
etc.
La represión de los movimientos sociales y las acciones
fascistas de la ultraderecha no son sólo hechos que deban
denunciarse y combatirse. Son parte de una sociedad violenta
y patriarcal, caracterizada por la guerra, la inseguridad jurídica,
la precariedad laboral Articular fuerzas contra este modelo de
sociedad es, por tanto, una tarea urgente y necesaria.
'Cambalache'
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