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Comunicado
Afganistán

Campaña 'Un mundo sin bases'


Afganistán, una pieza de caza menor

Ante la celebración del Seminario 'España en Afganistán'

Campaña 'Un mundo sin Bases' / CSCAweb: 19 de mayo, 2006

"Rechazamos la unilateralidad, la hegemonía y la interpretación sesgada, con doble vara de medir según quién sea el aliado transgresor del Derecho Internacional, que promueve Estados Unidos y que, por desgracia, el Gobierno español, con su complicidad e intervención activa, respalda".

Afganistán estaba controlado por los talibanes cuando sucedió el espectacular atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001. Ellos eran los primus inter pares de diferentes señores de la guerra, casi siempre basados en planteamientos feudales y de clanes que, a su vez, habían sido alimentados por el Departamento de Estado estadounidense en una guerra contra el Gobierno de Afganistán que, en tiempos de la guerra fría, se había alineado con el bloque soviético.

Ese pobre y empobrecido país no tenía más recursos exportables que el comercio de la adormidera, cultivada por todos los señores de la guerra. Después del enfrentamiento contra el Gobierno de Afganistán, ya con los talibanes en el poder, hubo un periodo de coexistencia y convivencia con el Departamento de Estado estadounidense, que les cortejaba para lograr que se pudieran hacer por tierras afganas un oleoducto de la empresa UNOCAL, desde las norteñas repúblicas ex-soviéticas hasta su desembocadura por Pakistán, en lugar del trazado paralelo a la línea ferroviaria que pasaría por Irán y desembocaría en los puertos controlados por dicho país.

La rigurosidad y antihumana interpretación del Islam por parte de los talibanes en ese momento no era un gran obstáculo en las relaciones. Pero ellos eran hospitalarios con el saudí Osama Ben Laden, patrocinador financiero de su anterior lucha contra el Gobierno de Afganistán Y éste tiene unos objetivos de extensión de su Islam de forma no dialéctica, inclusive armada y por la fuerza. El golpe del 11 de septiembre de 2001 en diversas localidades estadounidenses reforzó la estrategia de la Administración del Presidente Bush, unilateralista e imperial.

Esta vieja estrategia se basa en derribar los Gobiernos hostiles a su ordenación del mundo, independientemente de su calificación moral, priorizando los que posean o sean necesarios para controlar recursos naturales y e instaurar gobiernos sumisos a esos intereses.

Después de las intervenciones unilaterales, con mayor o menor fortuna, intenta hacer un trasvase de costes económicos y militares, de reconstrucción e incluso de ordenación institucional a la comunidad internacional pero sin disminuir su concepción unilateral. Se puede poner como ejemplo, cuando había tropas de auxilio (¿?) en Pakistán tras un terremoto, Estados Unidos bombardeó una localidad de dicho país, con la excusa de que había altos cargos talibanes o de Al Qaeda, matando a numerosos civiles inocentes, poniendo en grave peligro a las tropas de otros países que, contemporáneamente, estaban formalmente en una misión humanitaria.

Este unilateralismo estadounidense, contrario a las normas de justicia y derecho internacional y provocador de nuevos conflictos, y el trasvase de tareas complementarias a la comunidad internacional no se puede hacer sin la complicidad de ésta o de parte de los aliados estadounidenses, como nuestro país. Así, nuestro país cede el uso de las Bases militares para que reposten o hagan escala bombardeos estadounidenses que hacen operaciones en diversos escenarios, Afganistán o Iraq; hacen escalas de aviones para el trasiego de presos que no tienen ninguna garantía, fletados por un país que ha rechazado las competencias del Tribunal Penal Internacional; participa con naves y tripulación en operaciones militares, no respaldadas por el Congreso de los Diputados, como las que bajo la denominación de Libertad Duradera están dentro de la las necesidades logísticas de intervención estadounidense.

Dentro de las operaciones, a posteriori de las invasiones militares estadounidenses y de algunos aliados decorativos, está el trasvase de los costes. Pueden ser de lo destruido previamente o de construcción de infraestructuras, etc. y siempre, dando una salvaguarda jurídica de la intervención previa destructiva, que implícitamente se acepta, haciendo a la comunidad internacional cómplice del resultado militar y de las directrices ya marcadas de los 'nuevos' gobiernos.

Es en esta situación donde se enmarca la reunión de países donantes de Afganistán que ha tenido lugar en Madrid los días 17 y 18 de mayo, de similar corte a la que hubo sobre Iraq en tiempos del Gobierno de Aznar.

El Gobierno español, impulsado por su mala imagen (ante la Administración Bush) tras la retirada de tropas en Iraq, continuamente está cediendo e implicándose en la línea hegemónica de Estados Unidos: La admisión de los criterios estadounidenses sobre el caso Couso, sin integrar en sus relaciones bilaterales las consecuencias de que Estados Unidos rechaza la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional y que, por lo tanto, no es de fiar; uso de las Bases militares; cesión de instalaciones y complicidad por acción u omisión en el asunto de trasiego de presos; aliado en operaciones militares en la Operación Libertad Duradera; o la transustanciación de aquella en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán (ISAF), para darle un manto de legalidad, con envío de tropas españolas en el escenario afgano, bajo una OTAN que permite compensar el esfuerzo bélico del ejército estadounidense en un Iraq invadido ilegalmente y por el que no se han pedido las responsabilidades, incluido las económicas.

Esta política estadounidense de golpear, impedir que se juzguen sus actos ­y la comunidad internacional acepta de facto esta cuestión-, y reordenar los países, gobiernos y economías de los países que considere oportuno en función de sus intereses económicos e ideológicos, y solicitar componendas que faciliten la siguiente operación en otros escenarios no se debe consentir. No es cuestión de rechazar que se pongan tiritas al herido, lo que se discute es la ordenación de un mundo más justo y habitable, quién lo realiza y sobre qué criterios se realiza.

Rechazamos la unilateralidad, la hegemonía y la interpretación sesgada, con doble vara de medir según quién sea el aliado transgresor del Derecho Internacional, que promueve Estados Unidos y que, por desgracia, el Gobierno español, con su complicidad e intervención activa, respalda.

Madrid 18 de mayo 2006

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