Declaración
final del VIII Seminario Internacional:
'Problemas de la revolución en América latina'
13-17 de Diciembre de 2004 (Quito, Ecuador)
América Latina
un cauce, un río, un volcán
CSCAweb
(www.nodo50.org/csca), 10 de enero de 2005
"Apoyados
en el uso de la fuerza militar los Estados Unidos y sus aliados
amenazan y actúan contra los pueblos. Afganistán
e Irak fueron las primeras víctimas de esta nueva embestida,
pero la lista de objetivos político - militares es mayor,
y abarca a países de todos los continentes. Sin embargo,
el militarismo y la prepotencia intervencionista chocan con la
resistencia, el combate y los efectos de la lucha de los pueblos.
En Irak toma cuerpo una valiente guerra de liberación
nacional, al tiempo que los Estados Unidos impulsan un ilegal
proceso electoral con el que persiguen legitimar un supuesto
régimen democrático; en Palestina, el pueblo lucha
heroicamente por el establecimiento de un Estado Palestino, combate
en contra del sionismo israelí, punta de lanza del gobierno
de Washington en Oriente Medio; en Afganistán, así
mismo, la resistencia avanza. En solidaridad con esos y otros
pueblos, y en condena al militarismo yanqui, a nivel internacional
se desarrolla un poderoso movimiento de masas que protesta".
Estimulados por el ascenso
del combate de los trabajadores y los pueblos de América
Latina y el mundo, las organizaciones que suscribimos la presente
Declaración, nos hemos reunido en Quito, Ecuador, para
compartir nuestra experiencia en el impulso de la acción
política por llevar a la victoria la lucha emancipadora
de la clase obrera y los pueblos.
Actuamos contracorriente enfrentando
la ofensiva que el imperialismo norteamericano ha desarrollado
en contra de los pueblos, con el propósito de afirmar
su condición de potencia hegemónica, en disputa
con otros imperialistas y bloques imperialistas por el control
de mercados y zonas de influencia.
Apoyados en el uso de la fuerza
militar los Estados Unidos y sus aliados amenazan y actúan
contra los pueblos. Afganistán e Irak fueron las primeras
víctimas de esta nueva embestida, pero la lista de objetivos
político - militares es mayor, y abarca a países
de todos los continentes. Sin embargo, el militarismo y la prepotencia
intervencionista chocan con la resistencia, el combate y los
efectos de la lucha de los pueblos. En Irak toma cuerpo una valiente
guerra de liberación nacional, al tiempo que los Estados
Unidos impulsan un ilegal proceso electoral con el que persiguen
legitimar un supuesto régimen democrático; en Palestina,
el pueblo lucha heroicamente por el establecimiento de un Estado
Palestino, combate en contra del sionismo israelí, punta
de lanza del gobierno de Washington en Oriente Medio; en Afganistán,
así mismo, la resistencia avanza. En solidaridad con esos
y otros pueblos, y en condena al militarismo yanqui, a nivel
internacional se desarrolla un poderoso movimiento de masas que
protesta.
Pero el olor de la pólvora
yanqui no solo se expande en latitudes lejanas; en este hemisferio
los planes intervencionistas siguen su curso. Los esfuerzos políticos
y económicos para llevar a nuevos niveles la ejecución
del Plan Colombia - Plan Patriota son insistentes; en varios
países los Estados Unidos ha establecido bases militares
y proyecta crearlas en otros sitios; los intentos desestabilizadores
en contra de Cuba y del gobierno de Hugo Chávez en Venezuela
persisten,
pero se chocarán con la resistencia de esos pueblos y
de los de toda América.
En el objetivo de consolidar
el control económico y político en esta región,
para enfrentar su crisis y competir en mejores condiciones en
el mercado mundial, el imperialismo norteamericano, en dura disputa
con otros imperialismos, procura establecer y dirigir un mercado
regional único al servicio exclusivo de sus empresas monopólicos.
Para ello ha instrumentado el Área de Libre Comercio de
las Américas ALCA y los Tratados de Libre Comercio. Pero
sus pretensiones tropiezan con la acción de las masas,
que obligaron desistir a los imperialistas y a las oligarquías
serviles la ejecución del ALCA desde enero de 2005, tal
como estaba previsto.
Es que los trabajadores y los
pueblos no se resignan a la opresión y a la explotación,
al hambre, al desempleo, a las infames condiciones de vida que
les ha generado el capitalismo y la dominación extranjera.
De la insatisfacción, de la queja y el grito han pasado
a la protesta abierta, a la movilización parcial y general,
a la acción reclamando sus derechos, exigiendo cambios
sociales definitivos.
En América Latina hay
efervescencia social, la conciencia de los pueblos y el movimiento
de masas se desarrollan. Atrás quedó el tiempo
del reflujo, hoy la reanimación y el avance de la lucha
es la tendencia. El anhelo de cambio se profundiza y amplios
sectores comprenden que éste no vendrá si no es
con el esfuerzo, con la lucha de los pueblos.
Diversos acontecimientos confirman
lo señalado. No hay país alguno que no haya sentido
la movilización de las masas en su geografía. Las
rebeliones y levantamientos populares en Ecuador, Argentina,
Bolivia, los cortes de ruta, las paralizaciones sectoriales,
regionales y nacionales, se alimentan de la combatividad de los
trabajadores, de la juventud, del movimiento indígena,
del campesinado, de los sin tierra, de los jubilados, de las
mujeres, de los pequeños comerciantes, en fin de todos
quienes sufren los efectos de la política entreguista
y antipopular, neoliberal y fondomonetarista. Esto sucede incluso
en Chile, país mostrado como modelo de "viabilidad"
del recetario neoliberal.
En la búsqueda del cambio
social, en algunos países como Venezuela, Ecuador, Brasil
y Uruguay, los pueblos han llevado a la victoria proyectos electorales
democráticos y progresistas, aunque no todos ellos han
sido consecuentes con el programa y las aspiraciones populares,
más aún, algunos los han traicionado. Lo importante
es que en ellos las masas vieron un mecanismo de resistencia
a las oligarquías y a la injerencia extranjera, fueron
y son intentos populares por conseguir soberanía, independencia,
libertad, cambio social. En Venezuela el pueblo fue el artífice
para el fracaso del golpismo dirigido desde los Estados Unidos,
que buscaba (y lo sigue intentando) poner fin a un gobierno que
ha defendido la dignidad de un país y de un pueblo, rechazando
de manera frontal la política del imperialismo norteamericano.
La lucha de masas, la acción política y el combate
de las fuerzas insurgentes en Colombia en contra del gobierno
proimperialista de Uribe cosechan triunfos y simpatía
entre los pueblos.
En esas acciones, en esos combates
hemos estado presentes las organizaciones revolucionarias, jugando
nuestro papel político, entregando nuestra experiencia
para el desarrollo de la conciencia, la organización y
la lucha de los trabajadores y los pueblos. Hacemos esfuerzos
para llevar a nuevos niveles la unidad popular en frentes de
acción y lucha, en coaliciones electorales, en movimientos
de solidaridad, en frentes políticos, con propuestas programáticas.
Nuestra actividad apunta a afirmar el papel dirigente de la clase
obrera, a ganar a las amplias masas para la revolución
y orientarlas para ese propósito, trabajamos por acumular
fuerzas revolucionarias. Enfrentamos a las clases dominantes
y al imperialismo utilizando las más variadas formas de
lucha en función de las necesidades y de las condiciones
políticas que se han creado en cada uno de nuestros países.
En América Latina hay
condiciones favorables para el desarrollo de la lucha de masas,
para la acción de las organizaciones revolucionarias.
Apoyados en la experiencia histórica del combate de la
clase obrera y los pueblos, reafirmamos la validez del ejercicio
de la violencia revolucionaria de las masas para la toma del
poder.
La lucha de las masas en América
Latina es un torrente más del combate que los trabajadores
y pueblos desarrollan en Asia, África y Medio Oriente
en contra de las potencias imperialistas. La acción de
estos pueblos confluye con el combate del proletariado y de los
pueblos de los países capitalistas desarrollados. Todas
estas vertientes deben unirse en un gran Frente Antiimperialista,
que más que una expresión organizativa, implique
la lucha común de los pueblos, de los revolucionarios,
los patriotas y demócratas. Nuestra tarea es derrotar
la dominación imperialista y la explotación de
las clases dominantes criollas, poner fin a los planes de guerra
del imperialismo estadounidense, así como sus proyectos
económicos. Defender nuestra soberanía, los recursos
naturales, el medio ambiente y preservar la identidad cultural
de los pueblos frente a la ofensiva ideológica, es tarea
ineludible. Nuestra lucha es por el triunfo de la revolución,
por la conquista del poder popular y el socialismo.
Una vez más unimos nuestra
voz de aliento y solidaridad con todos los pueblos del mundo
que luchan por el pan, la libertad y la revolución, y
lo hacemos desde esta América Latina que es un volcán,
no sólo por lo que vendrá, sino por lo que está
aconteciendo. Los revolucionarios en este punto de la Tierra,
lucharemos por estar a la altura de las circunstancias y cumplir
la responsabilidad que nos ha impuesto la historia.
Quito, 17 de diciembre de
2004
|