La guerra de Iraq y las elecciones
Las urnas como prolongación
de la guerra con otros medios
Faisal Jallul
Web
del Movimiento de Lucha del Pueblo de Iraq*, 12 de mayo de 2005
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 20 de mayo
Traducido para CSCAweb por Jamal Halawa
"El
tsunami iraquí está cubriendo con su pesada
sombra en estos días las urnas electorales de occidente
y de Oriente Medio, las dos por igual. En occidente, se acometen
batallas electorales defensivas y se levantan ánimos y
energías para comprender una derrota que derrama su agua
en el molino de los opositores a la ocupación y a sus
defensores. Y en Oriente Medio, se batalla a la ofensiva para
ubicar a aliados locales, como si fuesen gobernadores y líderes
"demócratas", con certificados compulsados
por los sellos de los países de origen"
Uno de los periódicos
británicos resumió el triunfo del primer ministro
Tony Blair para su tercer mandato con lo siguiente: "Es
la derrota del vencedor". Ya que los últimos resultados
electorales mostraron no sólo la caída del volumen
representativo del Partido Laborista Británico en el nuevo
Parlamento, comparándolo con el volumen de las elecciones
del año 2001, sino también la elección de
varios de los que estaban en contra de la guerra de Iraq en las
filas de su partido y en los que están fuera de ellas,
como por ejemplo, el dimisionario ministro de exteriores Robin
Cooke o el parlamentario expulsado del partido George Galway,
y ambos exigieron al partido poner fin al mandato laborista de
Blair, lo que en la clase política británica se
da por hecho sin que haya consenso sobre la fecha. Así
que, ¿dimitirá el año que viene o el siguiente?
Y si estuviera muy afortunad, ¿pasaría la mitad
de su mandato en paz o caería en cualquier momento por
el "fuego amigo" de su aliado y antagonista, el ministro
de economía Gordon Brown?
Si Tony Blair se ha salvado
del tsunami iraquí, gracias a la partidista ley electoral
que permite a un solo partido gobernar con un tercio de los votos,
el verdadero salvavidas fue ese hábil y encubierto atropello
muy al estilo británico que determinó no derrotar
al primer ministro de Su Majestad la Reina a causa de la guerra,
para que su derrota no se inscriba como una victoria de los contrarios
a la ocupación de Iraq y de Oriente Medio mientras las
fuerzas británicas estén luchando en el campo de
batalla. Quizás, ese mismo atropello determinó
anteriormente que el primer ministro australiano John Howard
tenía que vencer en sus elecciones también y, como
él, el presidente norteamericano George Bush ya que la
nación en dichos estados está capacitada con los
medios inteligentes que posee para impedir que la división
interna se transforme en una victoria indirecta de sus enemigos,
especialmente cuando siente que la guerra es crucial, civilizadora
o algo parecido y es como si dijeran: "si el enemigo no
quiere a los guerreros Bush, Blair y Howard en el frente, entonces,
que se quede el trío frente al enemigo".
Tenemos que señalar
sobre los comentarios que hablaban de la intervención
de EEUU, discretamente, para ayudar a Blair y a Howard a través
de unos planes inteligentes para controlar a la opinión
pública, puesto que Washington quería evitar como
fuese la repetición de la experiencia española,
la cual había dejado una huella muy negativa sobre la
ocupación y su presencia opresora en Oriente Medio. Desde
entonces, Washington trata de humillar a José Luis Rodríguez
Zapatero, el nuevo primer ministro español, por retirar
a sus tropas de Iraq tal como apareció en un titular famoso
de uno de los diarios españoles a principios de año
diciendo: Bush se entrevistó con Zapatero durante cinco
segundos (tiempo que duró el apretón de manos)
en Bruselas durante la cumbre atlántica. Mientras, lo
pasa bien con el ex primer ministro José Mª Aznar,
su aliado en la guerra que se ha trasladado para dar clases en
EEUU junto con el famoso juez del terrorismo Baltasar Garzón,
un juez opuesto a la guerra, pero decidido a ayudar a EEUU en
presionar a los islámicos a través del famoso sumario
del terrorismo en Madrid.
Alemania
y Francia
Por otro lado, el tsunami iraquí
no parece útil en términos electorales para los
dirigentes europeos opuestos a la guerra, sobre todo para el
canciller alemán Gerhard Schröder y el presidente
francés Jacques Chirac. El primero ganó las elecciones
gracias a la crisis iraquí antes de la guerra, pero está
siendo derrotado en las elecciones regionales duramente; el segundo,
está luchando para que sus electores no le defrauden a
finales de éste mes en el referéndum sobre la constitución
europea, convirtiendo a Francia, que fue uno de los que redactaron
la constitución en la persona de su ex presidente Valéry
Giscard d'Estaing, en uno de los obstructores de la aplicación
de la misma. Los rivales de Chirac (algunos son favorables a
la guerra), se esfuerzan en vincular la posición de los
electores ante la constitución europea con su destino
presidencial, de modo que debiera dimitir si los resultados fuesen
negativos.
Es posible que la interpretación
más cercana a la realidad sobre la influencia de la guerra
en la posición de los electores en Alemania y Francia
esté en que tanto Schröder como Chirac evitaran perseguir
a George Bush por la cuestión iraquí desde la segunda
mitad del año pasado. Es más, es que están
tratando de evitar una derrota americana en ésta guerra
por considerarla una derrota de todo el occidente y una victoria
de sus rivales, algo completamente lógico en la cultura
política occidental. Así es como se muestra la
posición del dúo franco-alemán ante la guerra,
inutilizable para las campañas electorales, y cómo
los neogaullistas de Chirac y los socialistas de Schröder
fracasaron en sus confrontaciones internas, cosechando fracasos
que son difíciles de cubrir con la política exterior,
particularmente después de convertirse en rehenes del
"éxito" norteamericano en Iraq, cuando esa política
exterior pretendía impedir la guerra por un lado y salir
de ella lo antes posible por el otro. Lo que quiere decir que
las metrallas de la guerra alcanzan no solo a los que la han
buscado, sino también a los que se opusieron a ella para,
después, reapuntarse a ella dando media vuelta a través
de la resolución [del Consejo de Seguridad de la ONU]
libanesa 1559, bendiciendo las elecciones iraquíes y después
las palestinas, queriendo dar a entender que son pruebas de la
utilidad de la guerra iraquí, más que como una
excusa sobre la necesidad del proclamado "cambio hacia la
democracia" en Oriente Medio.
Para condensar lo dicho: el
tsunami iraquí está cubriendo con su pesada sombra
en estos días las urnas electorales de occidente y de
Oriente Medio, las dos por igual. En occidente, se acometen batallas
electorales defensivas y se levantan ánimos y energías
para comprender una derrota que derrama su agua en el molino
de los opositores a la ocupación y a sus defensores. Y
en Oriente Medio, se batalla a la ofensiva para ubicar a aliados
locales, como si fuesen gobernadores y líderes "demócratas",
con certificados compulsados por los sellos de los países
de origen.
Decía Klawzvitz: "La
guerra es la prolongación de la política pero con
otros medios". Si hoy viviera con nosotros diría
lo siguiente: "Las urnas son la prolongación de la
guerra pero con otros medios".
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