Desde el año 2013, las protestas populares de sectores de trabajadores como comerciantes, conductores de transporte público e incluso sectores de desempleados en Zimbabwe han aumentado, y en varias zonas del país ha habido alzamiento en armas; todo esto contra el presidente Robert Gabriel Mugabe, elegido en el 2013 y que representa al partido ZANU-PF, quien está en el poder desde hace 36 años.

Las protestas en calles y campos se han intensificado, no faltando la fuerte represión por parte del gobierno. El partido opositor MDC-T, quien perdió en las anteriores elecciones y se muestra como representante de los trabajadores, a pesar de su abierto corte neoliberal, no ha logrado consolidar una masa crítica en las protestas que iniciaron desde el 2014. Esta falta de liderazgo, ha hecho que diversos procesos sociales y políticos hayan ganado protagonismo actualmente, tales como periodistas activistas e incluso pastores.

El régimen de Mugabe, que no ha cedido ante las demandas de mejora de derechos laborales, solamente se ha limitado a pedir auxilios económicos al exterior, lo que ha fortalecido la demanda de autonomía de los movimientos sociales que ven con malos ojos la injerencia de países como Estados Unidos.

Las protestas se han extendido incluso a funcionarios del gobierno, donde se ha anunciado desmantelamiento de posibles golpes de Estado luego de huelgas o apoyo de los trabajadores estatales, quienes bajo fuerte represión, han tenido que volver a sus puestos.

En ese sentido, la mejor alternativa que existe para el pueblo de Zimbabwe es la renuncia del actual partido, y no solo el presidente, para establecer un nuevo orden político. Los gérmenes de sindicalismo autónomo y revolucionario pueden anunciar una especie de nuevo poder alternativo que se ha prefigurado y parece recoger los sectores más excluidos de la sociedad de dicho país.

Redacción: Rebeldía Contrainformativa

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