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Amigos:

He relizado una selección de poemas de Agustín García Calvo. Creo que ante las ausencias, son las obras las que toman vida para que se conserve el legado. Por eso, los invito a leer y compartir estos poemas del gran intelectual García Calvo.
Salud y anarquía.

Libre
te quiero

 

Libre te quiero,

como arroyo que
brinca

de peña en peña.

Pero no mía.

 

Grande te quiero,

como monte preñado

de primavera.

Pero no mía.

 

Buena te quiero,

como pan que no sabe

su masa buena.

Pero no mía.

 

Alta te quiero,

como chopo que al cielo

se despereza.

Pero no mía.

 

Blanca te quiero,

como flor de azahares

sobre la tierra.

Pero no mía.

 

Pero no mía

ni de Dios ni de
nadie

ni tuya siquiera. 


 

 

Rabia ajena
 

Nada fuera de mí,

a excepción del enojo,

tiene un principio y un fin

determinado,

a excepción de la rabia,

que no es mía, ya lo digo, así desde el inicio,

como lo dicen en mi ciudad,

tan felices de la mañana

hasta la noche, mucho más felices, mucho más,

que no es mía, repito, porque aun más adentro

me nacen las ganas de morir,

y después de la rabia, mucho después, o no tan después,

sobresalta pensar que volverá de nuevo

la rabia o el enojo,

desde afuera, por supuesto,

fuera de mí, fuera de todos, vuelta a empezar,

vuelta y más vuelta, fuera, vuelta a empezar,

y así acaba todo. 


 

Dos veces breve



TEÓRICA REALIDAD

Poesía y ciencia

son la misma

matemática del sentido.



REALIDAD TEÓRICA

Poesía y ciencia

son la misma

matemática del sinsentido. 


 

 

Un poema 



Tú, cuya mano me ha bañado

de un fuego transparente las espaldas,

cuyos ojos en claros naufragios hundieron

algunos principios elementales de mi alma,

tú eres mi patria.



Tú, que no tienes apellido,

que no sé si eres pájaro o si alcándara,

que de todos tus brazos las letras de plomo

cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas,

tú eres mis padres

y mi patria.



Tú, que ni tú te acuerdas dónde

tendiste a orear las nubes blancas,

que de tantos amores que tienes confundes

el nombre de todos los días de cada semana,

tú eres mi Dios

y mis padres

y mi patria.



Tú, que tan dulcemente besas

que el cielo bocabajo se volcaba,

y que no se sabía de quién ya la lengua,

de quién la saliva, de puro sabrosa y templada,

tú eres mis leyes

y mi Dios

y mis padres

y mi patria.



Tú, que apacientas calaveras

por las praderas de la verde África

y a los rojos leones les echas de pasto

las rosas de leche de luna de Nuruquimagua,

tú eres mi ejército

y mis leyes

y mi Dios

y mis padres

y mi patria.



Eres mi ejército y mis leyes

y mi Dios y mis padres y mi patria,

y el ejército y Dios y las leyes y todas

las patrias y padres se creen que tú no eres nada:

que no eres nada.