La táctica divisionista de Sadam

Tratándose de un país asentado sobre las segundas mayores reservas petrolíferas del mundo [1] , el hecho de estar fuertemente determinado por la ideología nacionalista burguesa, en caso de ganarse la voluntad política de otros países productores como Siria, Venezuela, Libia o Méjico, la burguesía Irakí bien podía inducir en cualquier momento una crisis de abastecimiento tratando de fijar al alza los precios del crudo según sus intereses particulares, poniendo en peligro la continuidad del proceso de explotación capitalista colectivo. No sólo llegó a eso, sino a más y en solitario. Lo demostró invadiendo Kuwait en 1990, porque a través de sus aliados en la OPEP (Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí), los USA se negaron a aceptar la petición irakí de subir el precio del petróleo hasta 26 dólares/barril, para compensarle por el servicio prestado de haber ahogado en sangre la revolución iraní [2] , convirtiendo a su ejército en el más poderoso del cercano oriente. Y este tipo de comportamientos es algo que el resto de las fracciones del capital global no estuvieron dispuestos a tolerar. Pero ahora sí que tolerarán lo que acaba de hacer la coalición angloamericana con Irak. ¿Quién dijo que "el capitalismo es la sociedad del engaño y el pillaje mutuo"? 

¿Por qué la burguesía internacional no puede tolerar comportamientos como el de la burguesía Irakí sobre Kuwait? Pues, porque según los dictados de la ley del valor, tratándose de uno de los componentes del capital constante, el precio del petróleo no puede subir tanto como para determinar una tasa de ganancia incompatible con el desarrollo normal del común negocio de explotar trabajo ajeno en el mundo, pero tampoco por debajo de los costes de extracción de los pozos menos rentables con capacidad de completar la oferta correspondiente a los cambios en la demanda corriente de ese producto. Cfr.: http://www.nodo50.org/gpm/crisis/05.htm y : http://www.nodo50.org/gpm/crisis/06.htm

Desde la perspectiva de la estabilidad económica del sistema en su conjunto, el problema de esta guerra desde la perspectiva del capital en su conjunto, consiste, pues, en que el régimen político adoptado por la burguesía en Irak, está fuertemente enraizado en la ideología nacionalista que inspira su proyecto "nasserista" de desarrollo autosostenido del capital nacional, donde las grandes empresas del país están estatizadas, y para evitar la penetración del capital extranjero, sus formas políticas están sometidas, como en Cuba, a un régimen de partido único -el Baath-, dirigido por una burocracia político-militar que administra la propiedad burguesa estatal (especialmente su medio de producción más importante: la superficie territorial del país y todo lo que bajo ella se contiene), propiedad que así adquiere un carácter político monopólico nacional, que es el que unilateralmente decide sobre las cuotas de producción nacional y sobre las condiciones de eventuales contratos de concesiones de explotación a capitales privados nacionales e internacionales o a empresas estatales extranjeras.

Ahora bien, dada la creciente composición orgánica del capital en los países más desarrollados,  el consecuente incremento cada vez menor del plusvalor global "producido" por esa fracción más poderosa de la burguesía internacional, determina la tendencia al descenso en la tasa general de ganancia por la que estos capitales rigen su comportamiento. Así, de crisis en crisis, el sistema burgués de vida va dejando sin posibilidades de inversión productiva a crecientes masas de capital adicional, cuya contrapartida social es el paro estructural masivo. Cfr: http://www.nodo50.org/gpm/ff_pp_tasa_ganancia/00.htm

Así, según aumenta su masa, estos capitales supernumerarios producidos en las grandes metrópolis capitalistas presionan más y más hasta que vencen la resistencia de los diversos Estados empresarios que el desarrollo de las fuerzas productivas en la etapa tardía del capitalismo ha vuelto completamente anacrónicos, como hoy es el caso de Irak.

Esta dinámica objetiva determinada por la ley general de la acumulación capitalista, explica el generalizado fenómeno de las privatizaciones en numerosos países imperialistas, como Francia o España, y en otros de desarrollo capitalista dependiente como Guatemala (1954), República Dominicana (1963), Brasil (1964), Indonesia (1965), Egipto, Argelia, Chile (1973), Argentina (1976), Uruguay (1978), Venezuela, Méjico, Alemania del Este (1989) URSS (1990) y demás países del bloque "comunista", Yugoslavia (1996), Afganistán (2002), ahora Irak, y todavía Venezuela, Siria, Korea del norte, Libia e Irán y Cuba. En todos ellos, esta adecuación de los Estados burgueses a las exigencias de la ley del valor, estuvieron y están asociados a procesos más o menos genocidas, más o menos encubiertos, protagonizados por el gran capital internacional en su conjunto.

Se trata de la apropiación privada de medios productivos de propiedad estatal (como es el caso hoy día en litigio de las rentas petroleras en Irak), para convertir a los asalariados estatales empleados por esos medios de trabajo, en fuente directa de producción de plusvalor privado (sin intermediarios estatales) para los fines de la acumulación. Al margen y por encima de la disputa interimperialista por este nuevo coto de caza, dado que Irak es un país dependiente, dentro de la OPEP su burguesía dirigida por Sadam Hussein, pugna por resarcirse de las pérdidas que le provoca el desarrollo internacional desigual tratando de mantener los precios del crudo en todo lo posible al alza[3]. Especialmente la burguesía norteamericana, que, después de haber intentado infructuosamente, una y otra vez, derrocar al “dictador” apoyando a una oposición interna socialmente débil y políticamente dividida, decidió apresurada y atropelladamente crear las condiciones internacionales para hacerlo –si fuera preciso en última instancia- en solitario. Más aun cuando, entre 1998-99, a instancias de su servicio de inteligencia, USA supo que Sadam Hussein había decidido romper la coalición internacional que lo acababa de derrotar en 1991, concediendo jugosas licencias de exploración-explotación en diversas zonas de Irak y por períodos de entre veinte y treinta años, a empresas de tres países miembros permanentes del Consejo de seguridad de la ONU: Rusia (Lukoil), China (National Oil Company y Francia (TotalfinaElf.) Todo lo relativo a estos "contratos-marco" salió a la luz en el “Informe del Foro de Política Global de las Naciones” presentado el año pasado[4].

Con todos estos antecedentes, puede afirmarse sin temor a equivocación, que, tras estimular el odio social explosivo entre las masas árabes e islámicas por su apoyo político y financiación a toda la estrategia genocida del sionismo israelí en conflicto con los palestinos, EE.UU. continuó su obra conspirativa poniendo a la sociedad norteamericana ante ese nuevo “Pearl Harbor” que fueron los sucesos del 11S, masacre que al menos propició por deliberada omisión, como en 1941. (Cfr.: http://www.nodo50.org/gpm/guerra2001/05.htm.)   

 

 

 

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[1] . Estiman los geólogos que las reservas petrolíferas de Irak suman actualmente  200.000 millones de barriles, probablemente más que las  disponibles por  Arabia Saudí.

[2] La "razón política" que movió a la burguesía internacional contra los talibanes, es la misma que en la década de los ochenta le indujo a ahogar en sangre la revolución islámica que tomó asiento en Irán, cuyo líder religioso, político y militar radical fue el integrista Imán Jomeini. Para esa tarea, el capital imperialista utilizó los servicios del régimen irakí presidido por el déspota Sadam Hussein. El imperialismo y, particularmente el régimen sunita y laico del partido Baath, temían -como hoy temen del régimen talibán- que la revolución islámica radical en las masas campesinas pobres del sur de Irak, en su mayoría de religión Chiita, se extendiera al resto de países islámicos "moderados". Con la revolución islámica de febrero de l979 en Irán, estas masas lideradas por el partido Al Daava, encontraron en el nuevo poder iraní un poderoso estímulo en su lucha contra el nacionalismo laico del partido Baath en Irak y Siria. De ahí que el "servicio" de Irak al imperialismo haya tenido su origen en una causa de interés común. Pero lo que no era ni es de interés común, es que Irak se convierta en la potencia subimperialista dominante en la zona, función que EE.UU. tiene reservada al Estado sionista de Israel.

En "El dossier secreto de la guerra del golfo", Pierre Salinger y Eric Laurent reportan que, inmediatamente antes de invadir Kuwait, el 25 de julio de 1990 Sadam Husein convocó a la por entonces embajadora norteamericana en Bagdad, con quien sostuvo una larga conversación en la que, entre otras cosas relativas a la situación del momento le dijo lo siguiente: "Cuando una política planificada y deliberada supone la baja del precio del petróleo sin ninguna razón comercial, significa que otra guerra ha empezado contra Irak (...) Kuwait y los Emiratos Arabes Unidos están a la cabeza de esta política. (...) Y para colmo, mientras nosotros estábamos en guerra (con Irán), Kuwait empezó a extender su territorio a expensas de nosotros (se refiere a la utilización de los pozos petrolíferos de la zona fronteriza de Rumaylah en litigio). He leído las declaraciones americanas sobre sus amigos (aludía a Los Emiratos y Kuwait) en esta región; evidentemente cada cual tiene derecho a elegir sus amigos. No tenemos nada que decir. Pero usted sabe que no fueron los americanos quienes defendieron a sus amigos en la guerra contra Irán. Y le aseguro que si los iraníes hubieran invadido la región, las tropas americanas no hubieran podido detenerles sin utilizar armas nucleares. (...) ¿Es esta la recompensa por haber asegurado la estabilidad en la región y por haberla protegido de una marea sin precedentes?" (Op.cit. Cap.IV) Y tras referirse a las penalidades por las que estaba atravesando su pueblo, en un tono premonitorio que hasta hoy no cumplió, Sadam no se anduvo con precauciones diplomáticas y amenazó a EE.UU. con una ola de atentados terroristas: "Ustedes pueden venir a Irak con misiles y aviones pero no presionen hasta el punto de que nos veamos obligados a dejar cualquier precaución. Cuando vemos que se intenta herir nuestro orgullo y privarnos de una vida mejor, entonces dejamos de ser prudentes y la muerte será nuestra elección" (Op.cit. Lo entre paréntesis es nuestro).

[3] Tal es la esencia del antiimperialismo pequeñoburgués, que así tiende a mantener deprimida la tasa general de ganancia impidiendo superar la actual fase de lento crecimiento de la economía mundial, cosa que el sistema en su conjunto ya no puede soportar por más tiempo.

[4] Según este informe, la ira de las transnacionales americanas Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, la inglesa British Petroleum y la holandesa-inglesa Shell, proviene de que perdieron liderazgo mundial al haber sido deliberadamente excluidas por Irak frente a las empresas francesas Totalfina-Elf Aquitaine, la rusa Lukoil y la china National Oil Company. Estas tienen contratos firmados en 1997-98 con Irak por veinte y treinta años transando participaciones al 50%-50% con ese Estado nacional dependiente; contratos que, además, han sido suscritos con la firma de Saddam Hussein. De aquí que EE.UU. y el Reino Unido apoyen la guerra contra Irak, mientras que Francia, Rusia y China se opongan.