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* Ahmad Saadat, nombrado secretario general del FPLP tras el asesinato de su anterior dirigente fue detenido por las fuerzas de seguridad palestinas siguiendo órdenes de la Autoridad Palestina (AP) el 15 de enero de 2002 y ha permanecido desde entonces encarcelado en una prisión de Jericó (Cisjordania ocupada) controlada por fuerzas estadounidenses y británicas a resultas del acuerdo alcanzado entre EEUU, Israel y la AP. La detención de Saadat, que fue la respuesta de la AP a las exigencias de Israel de arrestar a los supuestos responsables del asesinato del ministro de Turismo Rah'vam Zevi el pasado 17 de octubre de 2001, significó una quiebra de la reclamada unidad nacional palestina que el FPLP viene reclamando desde que comenzase la segunda Intifada palestina en los Territorios Ocupados y causó la decisión de que dicha fuerza política palestina se retirase del Comité Ejecutivo de la OLP en señal de protesta por la detención de su secretario general. Ahmad Saadat sigue encarcelado en la prisión palestina de Jericó a pesar de que el procedimiento judicial contra él había determinado su excarcelación el pasado mes de octubre de 2002.
Véase al respecto:
La detención por parte de la Autoridad Palestina del Secretario General del FPLP Ahmed Sa'dat amenaza la unidad nacional palestina

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En el tercer aniversario de la Intifada: mantener y desarrollar la resistencia palestina

Ahmad Saadat*
Secretario general del FPLP

8 de octubre de 2003
Prisión de Jericó, 23 de septiembre de 2003
Traducción del árabe, CSCAweb (www.nodo50.org/csca)

"Las premisas que permitirían convertir las conquistas de la Intifada en ventajas políticas no han madurado todavía. La opción que se nos plantea objetivamente, en el tercer aniversario de la Intifada, nos exige su continuidad y desarrollo, intensificándola y respaldándola con la visión política que estimule la participación de todos los sectores de nuestro pueblo en sus acciones."

El día 28 [de septiembre] la Intifada cumple su tercer año de vida. El último de ellos se ha caracterizado por el empuje de los acontecimientos y las interacciones políticas; acontecimientos que han planteado interrogantes sobre el destino de la Intifada y las perspectivas de aprovechar estos tres años de máximos sufrimientos y sacrificios palestinos.

En el primer semestre de este año, la Autoridad Palestina (AP) cumplió con el último de sus compromisos con la fase primera de la "Hoja de ruta", aceptando en principio la designación de un primer ministro al lado del presidente Arafat, facultado de amplios poderes, según rezan los condicionantes del documento [1].

En el segundo semestre, el imperialismo estadounidense y su aliado británico invadieron Iraq, ocupando su territorio en desafío al consenso internacional y a la voluntad de Naciones Unidas (NNUU). Tras ello, EEUU anunció el plan de la "Hoja de ruta"; se constituyó un nuevo gabinete palestino, cual Estado Mayor para un nuevo primer ministro; arrancaron las negociaciones sobre seguridad con el gobierno sionista; y, finalmente, se anunció una tregua, nombre dado al cese unilateral del combate y la resistencia palestinos. Sin embargo, los rasgos más sobresalientes se concentraron en dos manifestaciones:

La primera es la profundización de la crisis interna de la AP: se formaron tres gabinetes durante este año; la ilusión palestina oficial chocó con el verdadero contenido de la "Hoja de Ruta", pues la AP creía o deseaba que ese plan fuera un corredor y un mecanismo hacia el Estado independiente [palestino] y la eliminación de la ocupación que empezó en 1967. La designación de un primer ministro -independientemente de las intenciones- constituyó una interpretación de las palabras de Bush [2], llamando a formar un nuevo liderazgo palestino que luchara decididamente contra el terrorismo, o sea, contra la resistencia palestina. Se ha evidenciado que la esencia de ese viejo-nuevo proyecto de seguridad, desde la "A" hasta la "Z", busca contener la causa palestina, garantizar la seguridad de la ocupación sionista y sus colonos, y remitir el antagonismo a la sociedad palestina.

La segunda, el desencadenamiento y el desenfreno de la fuerza del gobierno racista de Sharon: una escalada contra nuestro pueblo, asesinando e intentando asesinar a los dirigentes y cuadros de Hamas; exabrupta decisión del gobierno sionista de deportar a Arafat, añadiendo a esa dimensión vertical en la escalada cualitativa, la ampliación de su alcance horizontal, de tal manera que los civiles y los familiares de los dirigentes de la Resistencia se convirtieron también en blancos directos; y, finalmente, la colonización y su ampliación se tornaron una necesidad y el Muro de separación devino un instrumento para imponerle a nuestro pueblo el hecho consumado.

Esas realidades nos plantean una serie de preguntas: ¿ha agotado la Intifada palestina su impulso y, por consiguiente, las necesidades de su continuidad? ¿Qué objetivos ha logrado a lo largo de estos tres años? ¿Constituye la "Hoja de ruta", como proyecto para relanzar las negociaciones con Israel, una alternativa política, patriótica y realista a la Intifada y a la Resistencia, así como la expresión de una trayectoria político-diplomática que permita el aprovechamiento positivo de la Intifada y la Resistencia? ¿Cuáles son los compromisos planteados ante nuestro pueblo y su dirección política?

La Intifada como respuesta

Partiendo del origen de la Intifada como iniciativa popular, un estado de rebeldía, una respuesta al fracaso de las negociaciones políticas que llegaron a un callejón sin salida en Camp David en 2000 y un rechazo a los intentos del gobierno sionista de Baraq de dictar sus condiciones políticas, buscando minimizar los principios axiomáticos de nuestra causa nacional, podemos concluir que la Intifada constituye la reacción natural a la escalada política sionista. Los ritmos de sus acciones, los métodos de resistencia y las armas empleadas, han sido una consecuencia natural, proporcional al ritmo de la escalada sionista contra las masas de nuestro pueblo. Las deficiencias que acompañaron la Intifada, especialmente la ausencia de la decisión política unificada y de la referencia directiva unificada, también han sido una consecuencia del estado de división política que nuestro pueblo viene viviendo desde el nacimiento de la trayectoria de Madrid-Oslo. El nivel de proporcionalidad entre los métodos de la resistencia, o sea, entre el carácter violento-armado y el popular-de masas, ha sido una consecuencia de las premisas acumuladas por las fuerzas políticas impulsoras de la Intifada. Por lo tanto, las justificaciones de la Intifada han sido objetivas y la diversidad de su respuesta al enemigo sionista, ha sido natural también.

Los intentos de atribuirle a la Intifada bajo distintos camuflajes la responsabilidad por las penas y los sufrimientos -y a veces las pérdidas- [de nuestro pueblo], no son más que un juicio arbitrario que va más allá de la crítica objetiva, que refleja implícitamente la incapacidad de quienes promueven esas consideraciones: es natural que las pérdidas del pueblo ocupado sean mayores que las de la potencia ocupante, que le supera con su sofisticado arsenal militar. Pero la pregunta clave que debe responderse es si las conquistas de la Intifada son proporcionales a la magnitud de los sacrificios de nuestro pueblo.

La Intifada palestina, a tres años de su desencadenamiento, impulsó a NNUU a adoptar la resolución 1397 del Consejo de Seguridad, que estipula la necesidad del establecimiento de un Estado palestino independiente, escindiendo la cuestión de [la creación del] Estado [palestino] de cualquier [resultado de una] próxima o posible negociación. También agravó la crisis interna de la sociedad sionista, llevándola a niveles nunca vistos antes, una crisis general con manifestaciones políticas, económicas y de seguridad.

En el terreno político, el rasgo más destacado de esa crisis consiste en el ascenso de Sharon (un líder político condenado en Israel por el fracaso, la hipocresía y la malversación) a la cima de la pirámide del poder político en Israel, por lo demás revelación de la falsedad de los alegatos de la izquierda sionista sobre la coexistencia, consignas lanzadas ante su [propia] población y ante la población palestina con la finalidad de promover la ilusión, a través de numerosas fuerzas y mediante seminarios de normalización en talleres locales y conferencias regionales e internacionales [3]. La izquierda y la derecha sionistas se unieron en la trinchera de negar y rechazar categóricamente el Derecho al Retorno [de los refugiados palestinos] y el carácter árabe de Jerusalén, y en [poder] inmiscuirse en los asuntos internos palestinos.

El proyecto sionista de colonización ha entrado en una verdadera crisis. Las estadísticas de los índices de crecimiento poblacional en los asentamientos lo demuestran. En el terreno económico, las pérdidas contabilizadas sólo en el sector del turismo alcanzan miles de millones de dólares, además del retroceso económico en las demás esferas que se refleja en el reordenamiento de las prioridades de inversión. En el terreno de la seguridad, el estado de terror vivido por los colonos dentro y fuera de la Línea Verde, basado en la proporción de bajas humanas de un [israelí] por cada tres [palestinas], demuestran la desmoralización y la corrosión que ha llagado en determinados momentos hasta la histeria, en el seno de la conglomeración del Estado sionista.

Necesidad de mantener la Intifada

No obstante, la conquista más importante [de la Intifada] ha sido la recuperación de la unidad natural del pueblo palestino en todas sus comunidades, expresando la unidad de objetivos y de destino. El conjunto [del pueblo] palestino viene participando en las acciones de la Intifada, cada cual a su manera y según sus propias condiciones, en la Palestina ocupada en 1948 y también en la diáspora. [A la Intifada] además se le debe el despertar y la resurrección de las fuerzas populares árabes que salieron a las calles en más de una ocasión para apoyar y respaldar la Intifada en medio del mutismo, el derrumbe y el deterioro de la situación árabe oficial.

La hipótesis de que la Intifada palestina ha agotado sus propósitos, según rezaba el discurso de Abu Mazen ante el Consejo Legislativo [palestino] en la víspera de la aprobación de su gabinete, así como que ha llegado la hora de aprovechar sus conquistas y convertirlas en logros políticos, se confirma o se niega dependiendo de la naturaleza del proyecto político que se presente como marco y como vía diplomática negociadora para concluir un acuerdo con el enemigo. El proyecto presentado, que es la "Hoja de ruta", ya no se presenta como fue concebido originalmente tras haber sido sometido a los condicionamientos israelíes. Ya que se ha dicho mucho al respecto, me limito a decir que es un proyecto político basado en las premisas de incriminar al pueblo palestino, condenar su legítima resistencia tildándola de terrorismo, e inmiscuirse en los asuntos internos palestinos. Tal proyecto no será más que una sombrilla política estadounidense para manejar la crisis en Palestina, intentar contenerla y dar oportunidades para que Israel dicte sus condiciones y su lógica a nuestro pueblo y a la AP. Es por ello que el trueque de la Intifada por el plan de la "Hoja de ruta" no es un negocio rentable y ventajoso para nuestro pueblo y repite el fracasado regateo de Oslo en una edición aún mucho peor. Únicamente podría ser lucrativo para algunas élites entronadas en la cúspide de la AP que vieron en la trayectoria político-negociadora y la coyuntura de Oslo una oportunidad para construir sus propias empresas o empresas conjuntas [mixtas palestino-israelíes] en acuerdos con inversores sionistas.

Suponiendo que esa convocatoria exprese una interpretación política de la realidad con buenas intenciones, sin embargo el método científico-político define que el cambio de las formas de lucha no puede ser arbitrario ni caprichoso, sino que debe someterse a una lectura objetiva de las contradicciones en cada momento político especifico. En nuestras circunstancias, el tránsito del campo de combate a las tribunas de trabajo diplomático-negociador debería suponer que la Intifada palestina hubiera creado las premisas para lograr sus objetivos, modificando la correlación de fuerzas que rige la lucha de nuestro pueblo contra la ocupación, y que tal modificación le exige [al enemigo] aceptar la lógica de eliminar la ocupación de la tierra palestina y reconocer el derecho de nuestro pueblo al retorno, la autodeterminación y el establecimiento de su Estado independiente con Jerusalén como capital. ¿Acaso hemos llegado a esa situación?

Lo que hay que hacer

La realidad y los datos responden negativamente. Las premisas para convertir las conquistas de la Intifada en ventajas políticas no han madurado todavía. La opción que se nos plantea objetivamente, en el tercer aniversario de la Intifada, nos exige crear las premisas de su continuidad y desarrollo, intensificándola y respaldándola con la visión política que estimule la participación de todos los sectores de nuestro pueblo en sus acciones. Lo que se requiere hacer, hoy antes que mañana, se puede resumir en lo siguiente:

Primero: liberar a las masas y sus fuerzas políticas de la ilusión de las posibilidades de que EEUU se parcialice o de que asuma una posición equilibrada hacia nosotros y se generen condiciones internacionales favorables para lograr un arreglo político, que derive en la realización de los objetivos nacionales de nuestro pueblo; entablar un dialogo nacional serio y responsable que conduzca a la unificación de la visión política, la decisión política unificada y la referencia directiva unificada, que dadas las circunstancias actuales, puede lograras mediante la formación de una dirección unificada que aglutine a todas las fuerzas políticas palestinas y a las personalidades sociales patrióticas y honestas.

Segundo: la alternativa política a la "Hoja de ruta" y la visión política realista que podría regular la lucha de la Intifada consiste en: a) instar a la comunidad internacional a asumir sus responsabilidades y ejercer sus presiones sobre Israel para que cese su agresión contra nuestro pueblo; b) asegurar la protección temporal a nuestro pueblo mediante una supervisión internacional provisoria, etapa transitoria hacia la construcción de las instituciones de nuestro Estado palestino independiente y democrático; y c) convocar una conferencia internacional bajo los auspicios de NNUU, con plenos poderes y cuya tarea sería el establecimiento de mecanismos para que Israel cumpla con las resoluciones de la legalidad internacional relacionadas con la causa palestina, convirtiéndose en un marco para cesar la violencia y el deterioro de la seguridad en la región.

Tercero: reconsiderar la dimensión nacionalista [de la causa palestina] tras la ocupación de Iraq como una parte del proyecto político estadounidense para construir el llamado Nuevo Oriente Medio. El entorno nacionalista es capaz de lograr los objetivos nacionales de los pueblos árabes proporcionándoles la posibilidad de resistir el serio proyecto de dominación estadounidense. Nuestra exigencia de crear esa dimensión requiere que tomemos la iniciativa, contribuyamos a la formación del más amplio movimiento popular árabe opuesto a la agresión estadounidense-sionista contra nuestra Nación, y presentar un discurso palestino reanimador, basado en la intensificación de la Resistencia Nacionalista y Patriótica, que no constituya de ninguna manera un pretexto para la decadencia de los regímenes árabes oficiales o para justificar su complicidad con EEUU.

Cuarto: diagnosticar las deficiencias que condujeron a la falta de equilibrio entre los métodos de acción de la resistencia popular; trabajar por crear las premisas para que resucite la condición popular mediante la construcción del sostén organizativo y la estructura directiva de la Intifada y sus dependencias en las ciudades, las aldeas y los barrios; reconstruir las organizaciones populares y profesionales, destinar dirigentes electos y capaces a revivir esas instituciones y a convertirse en instrumentos de lucha para movilizar y organizar la acción popular de la resistencia de todos los sectores y facciones de nuestro pueblo. La falta de equilibrio entre los métodos de la resistencia armada y la resistencia popular no es la supremacía de la violencia o la atracción de la maquinaria militar israelí con todo su poderío [contra nosotros] mediante la llamada militarización de la Intifada, sino la ausencia de los instrumentos populares, el plan y el programa para reactivar los sectores populares y crear la dimensión democrático-popular de la Intifada.

La Intifada y la AP

Por último, en respuesta a los susurros de quienes llaman a poner fin a la Intifada bajo la excusa de preservar los intereses supremos de nuestro pueblo, afirmo que la continuidad de la Intifada podría causarle daño al proyecto de la AP de autonomía administrativa. Esto es lógico y posible. La autoridad cualquiera que fuera, no es un fin en sí, salvo para los que ven en ella un mecanismo para lograr sus intereses particulares. En nuestro caso, la AP, según se proclamó a los cuatro vientos al firmar el Acuerdo de Oslo que la creó, es un instrumento de lucha para convertir el ejercicio de las facultades transferidas de la ocupación en verdadera soberanía y completar el proceso de la eliminación de la ocupación de nuestra tierra.

Se puede aceptar esta interpretación, pero si la AP deja de poder desempeñar esa función y se convierte, debido a presiones internacionales o motivos internos, en un instrumento de seguridad, destinado a reprimir al pueblo palestino y frenar su Intifada y su resistencia ¿qué justificación tendría para existir?, ¿representaría en tal caso los supremos intereses de nuestro pueblo? A pesar de que la AP no ha sido el proyecto de la mayoría, todas las fuerzas políticas han respetado su existencia y han tratado con ella de distintas maneras. Ello no quiere decir que hagamos de la misma un destino especial si se convierte en una carga para la lucha patriótica de nuestro pueblo.

Esta conclusión no constituye un llamamiento a disolver la AP, sino a estar listos para preservar la identidad política de nuestro pueblo cuando las circunstancias determinen que la continuidad de la AP esté condicionada a la capitulación ante los dictados del enemigo.

El instrumento estratégico de la lucha de nuestro pueblo, el símbolo de su unidad en todos los lugares de su presencia y la unidad de los objetivos de su lucha es la OLP. Por ello, la tarea clave que se nos plantea ahora más que nunca, es la de devolverle su prestigio, establecer mecanismos prácticos y democráticos para su reconstrucción y ampliación a fin de que integre en su seno a todas las formaciones políticas y comunitarias de nuestro pueblo. La OLP es el símbolo y el instrumento del enfrentamiento en la actual etapa política que nuestro pueblo está viviendo en la Historia de su conflicto con el enemigo sionista.


Notas de CSCAweb:

1. Véase en CSCAweb: Documento: "Hoja de ruta para una solución permanente al conflicto palestino-israelí basada en dos Estados"
2. Véase en CSCAweb:
Loles Oliván: Hoja de ruta', poner punto final a la cuestión palestina
3. Véase en CSCAweb:
Loles Oliván: Sobre la lucha palestina y el movimiento antiglobalización: una evaluación del CSCA del Seminario Internacional de Belén del 29 al 31 de agosto cara a la Conferencia de Bilbao



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