El gobierno Aznar reúne
en Madrid a la oposición iraquí vinculada a EEUU,
mientras el Pentágono designa un 'gobierno de transición'
que permita el levantamiento de las sanciones y el control del
petróleo iraquí al margen de NNUU
29 de abril de 2003, Nota informativa, CSCAweb
(www.nodo50.org/csca)
El gobierno Aznar, tras
respaldar la invasión de Iraq e intervenir en la ocupación
militar a las órdenes de EEUU, sitúa al Estado
español en la participación plena y activa de la
reconfiguración neocolonial de Iraq. El Consejo de Ministros
ha aprobado un Real Decreto el 25 de abril que crea el denominado
Comisionado del Gobierno para la Reconstrucción de Iraq.
Y bajo el título de "El futuro de la democracia en
Iraq", el gobierno español ha reunido en Madrid a
representantes de organizaciones opositoras iraquíes
del 25 y 27 de abril. Sin embargo, a sabiendas de la poca confianza
que le ofrecen estos grupos, la Administración Bush ha
hecho público el pasado 25 de abril que el Pentágono
ya ha designado un "gobierno interino" para el Iraq
ocupado, al tiempo que prepara una nueva resolución en
el Consejo de Seguridad que determine el fin de las sanciones,
posibilitando así la gestión directa por parte
de EEUU del crudo iraquí.
Bajo el título de "El futuro de la democracia
en Iraq", el gobierno español ha promovido la celebración
de un encuentro con miembros de organizaciones políticas
"de la oposición en el exilio", empresarios
e intelectuales iraquíes procedentes de diversos países
entre el 25 y 27 de abril en la sede de la Agencia Española
de Cooperación Internacional (AECI) y organizado por la
Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales
(FAES) y la ONG Humanismo y Democracia, presididas por José
Mª Aznar y Javier Rupérez respectivamente. La reunión
opositora de Madrid, otra más dentro de las múltiples
facetas con que el gobierno español está participando
activamente en la nueva fase de desestructuración del
Estado de Iraq para instalar en este país un protectorado
bajo el control de EEUU, tiene como objeto sumarse de comparsa
al proceso que la Administración Bush ha abierto ya en
el interior de ese país para establecer un gobierno iraquí
a la medida de sus intereses neocoloniales, previa acomodación
de las bases políticas, económicas, sociales y
militares de Iraq al diseño establecido por Washington.
El gobierno español, en pago por el apoyo dado a EEUU
en la guerra ilegal contra Iraq ya ha sido recompensado por la
Administración Bush asignándole tareas específicas
en la reconstrucción de Iraq y dirigidas a "reorganizar
el ejército iraquí, asistir en tareas de ayuda
humanitaria, asistir en la planificación económica
y asistir en la rehabilitación del patrimonio cultural"
[1]. Para su cumplimiento, el Consejo de Ministros ha
aprobado un Real Decreto el 25 de abril que crea el denominado
Comisionado del Gobierno para la Reconstrucción de Iraq
y que confirma el nombramiento de dos asesores: uno militar,
el general Luis Feliú, otro para la "ayuda humanitaria",
Miguel Benzo, alto funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Con ello, el gobierno de Aznar, tras respaldar la invasión
de Iraq e intervenir en la ocupación militar a las órdenes
de EEUU, sitúa al Estado español en la participación
plena y activa de la reconfiguración neocolonial de Iraq,
arruinando el único referente positivo y diferenciador
que había prevalecido hasta ahora en el imaginario colectivo
árabe de Oriente Medio: no haber sido, a diferencia de
Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia, potencia colonial.
Frente a ello, Aznar no solo se apresta a intervenir a las órdenes
de EEUU en la desestructuración y reorganización
del futuro de un país árabe ocupado militarmente
sino que respalda -invocando como Bush "la liberación"
y "la democracia" para Iraq- la instauración
de un gobierno ilegítimo exportado directamente desde
EEUU.
Opositores y 'gobierno interino'
La urgencia con que la Administración Bush se está
moviendo para crear un gobierno local a su medida deriva de la
situación de irregularidad (ilegalidad) en que
ha quedado sumido el Estado de Iraq por la invasión y
ocupación militar de este país. Sin autoridad reconocida
ni en el interior ni en el exterior, EEUU no puede dar por concluida
formalmente la guerra sin antes activar el proceso de transformaciones
económicas, políticas y militares que pretende
imponer sobre Iraq. Es imprescindible y prioritario asegurar
a nivel interno y, sobre todo, exterior - ante las instancias
internacionales políticas (NNUU), económicas (FMI
y Banco Mundial) y militares (la OTAN)- la legitimación
de una autoridad local que, reconocida por EEUU, avale,
a su vez, los planes estadounidenses para el futuro del país
[2]. Ello permitirá a la Administración
Bush recabar la intervención activa -aunque subordinada-
de esas tres instituciones en el proceso de la denominada reconstrucción
de Iraq sin tener que hacer frente a su condición de
facto de potencia ocupante y a las obligaciones que ello
acarrea según las convenciones internacionales, en concreto,
la IV Convención de Ginebra. Para eludir sus obligaciones
(entre otras, garantizar la seguridad y los derechos de la población
ocupada además de hacer frente a los pagos derivados por
su invasión y su ocupación), Washington cuenta
con la plena disposición de algunas de las figuras del
exilio iraquí preparadas desde el Pentágono y desde
el Departamento de Estado en esta última década
para cumplir la parodia de formación de un gobierno autóctono.
No es de extrañar, pues, que al igual que en las reuniones
promovidas por el general estadounidense Garner en el interior
de Iraq (la primera, la de Nasiriya [3]) con las figuras
de la llamada "oposición del exilio" -las mismas
que se han estado reuniendo en estos últimos años
en Washington, Londres o en el Kurdistán iraquí
hasta enero pasado para preparar bajo la batuta estadounidense
el futuro de Iraq-, el gobierno español haya promovido,
a través de dos entidades privadas pero directamente vinculadas
con el Partido Popular, un encuentro de figuras procedentes de
los mismos sectores de la oposición que apoya y/o financia
EEUU. Entre ellas, destaca, como un clon de las reuniones promovidas
por EEUU y Gran Bretaña en los dos últimos años,
el denominado "Grupo de los Cuatro" que integra al
Congreso Nacional Iraquí (CNI) de Ahmad Chalabi, el Partido
Democrático del Kurdistán (PDK) de Barzani, la
Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) de
Talabani, el Acuerdo Nacional Iraquí (ANI) y el Consejo
de la Revolución Islámica en Iraq (CSRII) de Akram
al-Hakim. Además de estos grupos, participan en la reunión
de Madrid el Movimiento Monárquico Constitucional (MMC)
de Sharif Ali Ben al-Husein (formalmente integrado en el CNI),
el Partido Comunista Iraquí (PCI) dirigido formalmente
por Subhi al-Gumaily y Hamid Mayid Mussa (aunque su hombre fuerte
a la sombra, ligado a las organizaciones kurdas, muy bien relacionado
con Washington y cada vez más lejos de las bases del comunismo
iraquí, es Fahri Karim), así como la formación
shi'í ad- Dawa.
Entre todos los reunidos en Madrid a instancias del PP no
ha habido ni un solo representante de la oposición histórica
iraquí, organizada en la coalición patriótica
Alianza Nacional Iraquí (ANI) [4], que, además
de luchar por el cambio del sistema político en Iraq desde
el exilio ha caracterizado su labor en los últimos años
por denunciar el embargo del Consejo de Seguridad (CS) de Naciones
Unidas (NNUU) contra Iraq, por oponerse a los planes de control
y dominio de EEUU y por propiciar una transformación política
de Iraq desde el interior, sin injerencia extranjera, como mejor
manera de hacer frente a la agresión permanente que sufre
Iraq y a los planes de desmantelamiento del Estado a través
de la guerra ilegal y de la ocupación. Su clara apuesta
por la democratización de Iraq, unida a su abierta y pública
oposición a la invasión militar de EEUU y Gran
Bretaña y a la actual ocupación de su país,
es la causa de que esos grupos de múltiples tendencias
coaligados en la ANI (entre los que se encuentran nacionalistas
árabes, socialistas, comunistas, ba'asistas escindindos,
organizaciones kurdo-iraquíes e islamistas moderados)
hayan sido apartados durante estos años del debate sobre
el futuro político de Iraq a pesar de contar con respaldo
popular en el interior del país -a diferencia de la mayor
parte de los grupos que se postulan con el apoyo de Washington
y ahora del gobierno del Partido Popular para gobernar en Iraq-
y de representar, por ello, la verdadera oposición democrática
y patriótica al régimen de Sadam Husein.
El objetivo para el gobierno español de este encuentro
privado (celebrado a puerta cerrada) ha sido arrancar de sus
participantes una Declaración de Madrid que permitiese
al gobierno de Aznar contribuir a la legitimación de la
política de EEUU en Iraq y sumar puntos ante el presidente
Bush. No en vano, la intervención del presidente Aznar
y de la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, ha dotado
al encuentro de un carácter casi institucional. Se trata
con esta reunión de hacer un replica de las que se hicieran
previamente a la Conferencia de Bonn (2001), que culminó
con la creación del gobierno interino y títere
de Karzai para Afganistán tras la guerra. Sin embargo,
la situación en Iraq es bien distinta, habida cuenta de
la disparidad de intereses que cada uno de estos grupos y figuras
iraquíes representan y de los enfrentamientos internos
que les separan. Al igual que ocurriera en los últimos
encuentros organizados en Londres los meses anteriores a la invasión
de Iraq, las disputas internas (que obligaron al representante
de Bush a intervenir activamente) y las dificultades de articular
una mínima posición unitaria afloran de nuevo,
impidiendo alcanzar algún acuerdo conjunto que facilite
a EEUU la tarea de presentar al mundo una oposición mínimamente
decente.
Ante esta situación, y para salvar la cara del gobierno
español ante lo que no deja de ser un nuevo fracaso, los
organizadores del encuentro de Madrid, FAES y Humanismo y Democracia,
ya hicieron saber que "no es imprescindible" que tal
declaración se produzca [5]. Finalmente, un texto
de consenso mínimo que no supera en su contenido los ya
publicados en diciembre y enero pasados (en las reuniones previas
de Londres) ha podido ser presentado por Ana Palacio, para consumo
interno ante la opinión pública del Estado español,
como "éxito" de la reunión [6],
justo antes de que se produzca en Bagdad, el lunes 27, una segunda
reunión de esos mismos grupos reunidos en Madrid -además
de los llamados "jefes tribales" y "lideres religiosos"-
con las autoridades de ocupación estadounidenses, siguiendo
a la de Nasiriya de la semana anterior. Con ello, el Pentágono
y, subido a su carro, el gobierno de Aznar y el Partido Popular
siguen desarrollando su pantomima democratizadora para
hacer frente las críticas internas de una población
iraquí que rechaza la presencia militar de EEUU en su
país.
Una nueva resolución en el
CS
Sin embargo, a sabiendas de la poca confianza que le ofrecen
estos grupos, la Administración Bush ha hecho público
el pasado 25 de abril que el Pentágono ya ha organizado
un gobierno interino para el Iraq bajo la ocupación estadounidense.
El Departamento de Defensa que dirige Rumsfeld no solo ha planificado
cómo será la administración neocolonial
de Iraq al mando del general estadounidense Garner, sino que
ha designado los nombres de los iraquíes que ocuparán
los cargos de las carteras en los ministerios de Planificación
(Mohamed al-Hakim), Petróleo (Mohamed Ali Zaini), Transportes
y Comunicaciones (Sam Karim), Sanidad (Sid Hakki), Asuntos Exteriores
(Muhyi al-Katib), Industria (Ramsey Jidu), Energía Atómica
(Jidir Hamza) y Juventud (Adam Sheroza), todos ellos ya en Iraq
[7]. Baste decir que todos ellos son ciudadanos residentes
con nacionalidad estadounidense (alguno, británica) y
que, han estado directamente vinculados con puestos dependientes
o relacionados con el Pentágono o con la Administración
de EEUU. A estos puestos, la Administración Bush ha añadido
otros tantos denominados "asesores" que supervisarán
las tareas de la administración en la Oficina de Reconstrucción
y Ayuda Humanitaria y prepararán a una nueva clase dirigente
iraquí para reorganizar un Estado previamente desarticulado
y cuyas nuevas características aún están
por definir.
De confirmarse el anuncio del administrador de Iraq Garner
de que la próxima semana este gobierno será operativo,
la Administración Bush podría declarar oficialmente
el fin de la guerra y, tras ello, presentar formalmente ante
el CS de NNUU un nuevo texto de resolución que, además
de decidir el levantamiento de las sanciones a Iraq para que
el petróleo iraquí pueda ponerse ya a la venta
en el mercado internacional, legitime la ocupación militar
de Iraq si se consigue subordinar la intervención de NNUU
al papel de financiador de una reconstrucción iraquí
a la medida de los intereses de EEUU. De aprobarse dicho texto,
ello significaría la definitiva aniquilación de
NNUU.
Está por ver cual sea la posición de Francia,
Alemania y Rusia si las negociaciones previas de la diplomacia
estadounidense con estos tres países del CS alcanzan o
no algún acuerdo que garantice algún tipo de participación
con beneficios para franceses, alemanes y rusos en el futuro
de Iraq. De momento, el gobierno francés ya ha dado muestras
públicas de estar retrocediendo en su posición
respecto de los planes estadounidenses: en su vista a Irán,
el ministro de Asuntos Exteriores francés ya ha afirmado
que Francia está dispuesta "a pasar página"
a la guerra ilegal de EEUU contra Iraq y a definir la participación
de la OTAN en el futuro de la ocupación militar del país
[8].
En una dinámica que marca el establecimiento de un
nuevo sistema internacional dominado por el uso del poderío
militar estadounidense para remodelar el mundo con el fin de
asegurar sus intereses hegemónicos, el pragmatismo francés
aflora de nuevo con el fin de salvar una imagen de potencia que
le permita obtener algún beneficio del nuevo contexto
regional e internacional.
Todo ello se produce ante el anuncio de la próxima
gira del secretario de Estado Powell por Oriente Medio que incluye,
además del propio Iraq, la visita a Siria, Egipto, Jordania,
Arabia Saudí e Israel.
Gira de Powell: Iraq y la cuestión
palestina
El retorno de Powell a Oriente Medio, después de más
de un año de ausencia en Palestina, escenifica la apertura
del nuevo proceso de ordenamiento regional anunciado por la Administración
Bush y coreado por Blair y Aznar, que pasa, tras la invasión
y ocupación de Iraq, por la desactivación de la
cuestión palestina una vez que las presiones ejercidas
por EEUU, Israel, la UE, Rusia y NNUU han conseguido minar la
figura de Arafat y activar la de Mahmud Abbas (Abu Mazen)
como hombre de confianza de Washington y Tel Aviv [9].
Resulta cuando menos llamativo que frente a la aparente falta
de acuerdo al respecto del futuro de Iraq entre EEUU y las NNUU
(léase Francia, Rusia, Alemania y China), no existan fisuras
en lo que respecta al futuro diseñado por la Administración
Bush e Israel para el conflicto palestino-israelí.
En esta cuestión, la unanimidad adoptada en la denominada
"hoja de ruta" es total, pues su aceptación
por parte palestina significará aceptar la desactivación
de la Intifada para que Israel proceda a replegar su ejército
a las zonas en las que se encontraba antes del inicio de la Intifada
en septiembre de 2000 y retomar un proceso de negociación
palestino-israelí auspiciado por EEUU que consolidará
el proyecto del sionismo en Palestina, algo que la "comunidad
internacional" representada en el CS de NNUU no se ha atrevido
a cuestionar en los más de treinta y seis años
que dura la ocupación ilegal de los TTOO. La transformación
que se ha está operando en la política interior
palestina a través del nombramiento de Abu Mazen
refleja un cambio histórico para el movimiento de liberación
nacional palestino, pues significa el intento de su desmovilización
desde las propias filas de una elite palestina que, a cambio
de medrar ante Israel y EEUU, vende su causa, sus derechos y
su sacrificio de décadas de lucha nacional.
Y con el fin de hacer firme este cambio, tanto en la política
interna y exterior palestina, el Departamento de Estado, siguiendo
las consignas de Israel, ha determinado acabar definitivamente
con la figura de Arafat, representación viva de una época
a la que hay que poner fin. La consigna es ahora forzar tanto
a los países de la UE, Japón, Rusia y árabes
para que se retire todo reconocimiento diplomático y político
a Arafat y se establezca como única interlocución
palestina la de Abu Mazen. Ante la visita iniciada el
27 de abril del ministro de Asuntos Exteriores japonés
Kawaguchi a Israel, representantes de la Administración
Bush, además del propio gobierno de Israel, ya habrían
advertido previamente al gobierno de Japón que "si
mantienen encuentros con Arafat no serán recibidos por
el primer Ministro israelí Sharon" [10]. "Le
estamos diciendo a la gente que este es el momento de fortalecer
a Abu Mazen y que perjudica a este objetivo si se trata a Arafat
como si todavía estuviese al cargo. Esto no puede pasar
y no debe pasar", según un representante del gobierno
de EEUU citado en The New York Times el 26 de abril.
La advertencia de la Administración Bush a occidentales
y árabes alcanza no solo a la esfera diplomática
y política sino, fundamentalmente, a la económica:
EEUU ha comenzado a exigir a europeos y árabes (y esa
es una de las tareas de la gira de Powell ante los regímenes
árabes) que los fondos destinados a la Autoridad Palestina
(AP) que financian los países donantes (mil millones de
dólares, de los que una cuarta parte procede de la UE)
dejen de ser transferidos a las instancias gubernamentales sobre
las que Arafat todavía tiene control y pasen a transferirse
a las que dependen del nuevo hombre de Israel y EEUU en los Territorios
Ocupados (TTOO) [11].
Más difícil se prevé que EEUU e Israel
puedan forzar internamente, entre la población palestina,
el reconocimiento de una nueva dirección que no solo no
ha sido elegida ni establecida desde el apoyo popular sino que
no se reconoce como tal. Por ello, no cabe más que augurar
todavía más sufrimiento para el pueblo palestino
pues se está abriendo ante él una nueva era en
la que al sometimiento de la ocupación y la violencia
israelí y al abandono de la comunidad internacional habrá
de sumar, muy probablemente, la represión desde su propio
campo cuando una nueva autoridad palestina que emane en los TTOO
siguiendo las consignas de Israel recomponga un nuevo sistema
de control interno contra su lucha y su resistencia.
Notas:
1. El País,
26 de abril de 2003.
2. Véase en CSCAweb: Reunión en Nasiriya: el primer
acto de la pantomima democratizadora de Iraq
3. Véase: Reunión
en Nasiriya: el primer acto de la pantomima democratizadora de
Iraq
4. Véase en CSCAweb: Encuentro del CSCA con la oposición
patriótica iraquí
5. El País, 27 de abril de 2003.
6. La Vanguardia, 28 de abril de 2003.
7. The New York Times, 25 de abril de 2003.
8. El País, viernes, 25 de abril de 2003.
9. Véase en CSCAweb: Remodelando Oriente
Medio: el modelo 'cambio de régimen' en Iraq aplicado
a Palestina
10. The New York Times, 26 de abril de 2003 y Ha'aretz,
26 de abril de 2003.
11. The New York Times, 26 de abril de 2003.
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