Seria advertencia

Eugenio García Gascón

El general Avi Zamir, jefe de Recursos Humanos del Ejército israelí hasta el mes pasado, se ha despedido del cargo enviando una larga carta a quienes hasta ahora han sido sus superiores. Es en realidad un informe de 30 folios donde Zamir denuncia el “extremismo” creciente que ha observado en las filas del Ejército, especialmente el de tipo religioso, algo de lo que aquí venimos hablando con regularidad. Esta misma semana tocábamos el tema del radicalismo religioso en Israel y en el Ejército.

Zamir señala que los jefes militares no deben demorar más el asunto y tienen que enfrentarse al problema cuando antes. Si el Ejército no actúa ahora, se intensificará la “guerra cultural” en sus filas, y esto podría poner en grave peligro las capacidades del Ejército para realizar las misiones que se le encomiendan, ha dicho Zamir.

El general advierte que “efectivamente hay un problema con cierta gente que no se da cuenta de que se ha enrolado en el Ejército y no en una yeshiva (escuela rabínica)”. Es una realidad que el número de soldados, oficiales y jefes militares que son religiosos o muy religiosos no para de crecer, y es obvio que muchos de ellos obedecen antes a sus rabinos que a los mandos.

Muchos militares han sido educados en yeshivas de los territorios ocupados por rabinos que tienen una ideología claramente extremista y agresiva, como el rabino Yitzhak Shapira, que recientemente publicó El Pentateuco del Rey, un libro que justifica el asesinato de civiles goyyim o gentiles por parte de los judíos y que ha recibido el apoyo explícito de otros rabinos de la misma ideología, y el silencio cómplice de muchos otros.

La “coerción religiosa” dentro del Ejército no es algo nuevo. Aunque en los últimos años ha crecido significativamente, los generales se callan porque los políticos se callan, de ahí que la denuncia del general Zamir sea un gesto de valentía. Y los políticos se callan porque quienes apoyan el extremismo religioso representan una parte cada vez más apetitosa del pastel electoral.