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Un día con las Kellys, las trabajadoras que mantienen el turismo a costa de su salud

Miércoles 10 de mayo de 2023

Las camareras de piso de Balears se han convertido en un referente estatal en la lucha laboral. No solo sufren unas jornadas extenuantes en las que la mayoría se tiene que automedicar, sino también clientes maleducados: “Estaba limpiando un baño y un hombre, que ni me saludó, se puso a hacer pis”

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Un grupo de ’kellys’ de Mallorca. Francisco Ubilla

Tomeu Mesquida / Esther Cabezas / Francisco Ubilla - Mallorca / Eivissa — 8 de mayo de 2023 elDiario.es

“Brutal”, dice Sara en una terraza en frente de un excéntrico hotel de Magaluf (Mallorca), que destaca por una figura como de Yeti —de tres plantas de alto— escalando su fachada. Hay una cifra que sobresale, que se repite como un mantra: 16,5 millones de turistas en 2019. Casi el triple de la población de las Islas. Hay otras cifras que están menos manidas, por ejemplo: que hay 2.880 establecimientos turísticos y más de la mitad, unos 1.700, son hoteles y apartahoteles. Y luego hay una cifra que sabiendo las anteriores choca: en las Islas hay aproximadamente 33.000 camareras de piso. Toc, toc! Servicio de habitaciones. 33 mil personas, en su gran mayoría mujeres, que sobreviven a una industria que las tritura. Trabajadoras que con los años, la repetición de tareas y movimientos, el peso que mueven, la tensión, el estrés, las malas formas y el abuso laboral, viven un sinvivir. Mujeres que, a pesar del agotamiento absoluto, no han parado de luchar por conseguir mejoras laborales.

Sara del Mar García es una de ellas y es también la presidenta de Kellys Unión Balear y así, “brutal”, es como define el trabajo de camarera de piso de hotel. Un trabajo en el que la mayoría de ellas engañan a sus cuerpos exhaustos. Con estimulantes por la mañana, calmantes durante la jornada, antiinflamatorios, más estimulantes —café, bebidas energéticas, azúcar— y por la noche, algunas, con ansiolíticos. Medicarse para seguir viviendo del turismo. ¿Qué llevan en su bolso? “Yo llevo un botiquín andante”, dice Antonina Ricaurte, que también está en la misma terraza junto a otras compañeras, cuatro en total. Recita un listado de fármacos y repasa las operaciones de hombros, las hernias y fascitis, las otras camareras suman lo suyo a la lista, pinzamientos, distensiones. Suma y sigue. Ella tiene fibromialgia, es decir, dolor corporal crónico, con fatiga y otros síntomas. “Bueno, estoy bastante cascada”, dice y ríe irónicamente. “Esto no es algo que sufro solo yo, le pasa a la mayoría de camareras, más del 50%”.

Los representantes sindicales, la administración, los técnicos de prevención y ellas mismas hablan de este trabajo y enseguida se impone un argot médico del horror. Parece un parte de heridos de guerra. Ellas, sin embargo, hablan con una fuerza que burla la barrera del agotamiento y encima se ríen. Son extremadamente listas, en muchos sentidos: miran a la bestia a los ojos y se ríen de ella. “Nuestro primer objetivo y nuestra primera victoria fue hacernos visibles”, explican. Y lo consiguieron.

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Sara del Mar García, presidenta de Kellys Unión Balear. Francisco Ubilla

Sorpresas, sustos y faltas de respeto: “Somos invisibles”

Las camareras de piso tienen anécdotas a puñados. “Hay de todo, gente que te hace la cama y tienes que revisar si te has equivocado y ya la has limpiado y gente que parece que le ha explotado la maleta y hay cosas por todo”, dice Sara. Se ponen a hablar entre ellas y enseguida sale el tema de los pañales de bebé, de como hay gente que deja campos de minas por toda la habitación, les parece alucinante. Hablan de paredes salpicadas por “a saber qué”; imaginen lo peor. De los que no contentos con el feng shui organizan a su gusto la estancia y a ellas les toca arrastrar camas y muebles.

Una de ellas cuenta el último susto en su hotel: entró una compañera en una habitación y había un bebé solo, “los padres lo vigilaban con el aparato este que les graba, pero claro, si le pasa algo mientras tú estás allí, ¿qué?”. Además, en las guarderías de las que disponen los establecimientos familiares hay hasta cunas y se realizan actividades que ensucian mucho: “Tenemos que limpiarlas varias veces al día, purpurina por todos lados, recortes de papeles, lápices y juegos por el suelo… parece que ha habido una guerra, y mientras tanto el teléfono sonando para que acudas a resolver algún otro desastre. Es muy estresante”.

Las sorpresas, sustos y falta de respeto son constantes, explican. En Eivissa, una de las Kellys con la que hemos hablado, y que no quiere dar su nombre, asegura que son invisibles para la clientela: “He llegado a estar en situaciones tremendas como cuando estás limpiando el baño y un señor pasa, ni te mira y se pone a hacer pis como si no estuvieras. O la pareja que llama pidiendo algo y cuando tocas a la puerta y abres están en pleno lío”. Otras veces se burlan, explica: “He estado limpiando una cristalera enorme y al otro lado se reían haciendo como que te lo van a ensuciar”. Además, esta trabajadora asegura que el cuidado de los clientes en las zonas comunes deja mucho que desear: “No te puedo contar la cantidad de guarrerías que vemos y tenemos que limpiar, cuando algo de esto sucede le hago una foto y se la enseño a la gobernanta, todas nos echamos las manos a la cabeza, pero hay que limpiarlo. Es un asco”.

De cómo se organizaron para mejorar sus vidas

El movimiento de las camareras de hotel, autodenominadas Kellys, nació como tal entre 2014 y 2015. Empezó con un grupo de Facebook que cristalizó en varios grupos autónomos en muchas zonas turísticas del Estado. “Nació básicamente de una situación de asfixia o ahogo”, dice el experto en turismo y estudioso de este movimiento, Ernest Cañada, que es el coordinador de Alba Sud e Investigador postdoctoral de la Universitat de les Illes Balears (UIB). Cañada explica que, al inicio, se implicaron las trabajadoras más veteranas, españolas o migrantes, que vieron cómo sus condiciones laborales empeoraban cada vez más, desde la crisis de 2008 y, sobre todo, con la reforma laboral de 2012. “Se sienten invisibles ante su problemática y buscan hacerse visibles para colocar sus demandas en la agenda pública”, afirma. Algunas formaban parte de los sindicatos mayoritarios, pero sus reivindicaciones quedaban un tanto diluidas junto a las de los demás trabajadores del sector.

En este sentido, en la representación que tienen o tenían en los sindicatos Cañada asegura que obviamente hay un componente de discriminación de género y añade que en los inicios “no necesariamente eran las que estaban en peores condiciones, sino aquellas con una trayectoria que vivieron otros momentos y que estaban en una situación de asfixia muy grande al ver que no podrían jubilarse, que ya no aguantaban más”. Por entonces, en plena crisis, sus sueldos eran el único sustento familiar. No había alternativa. Sol y playa, dolor y sufrimiento. Las principales reivindicaciones del movimiento fueron y son la jubilación anticipada, la regulación de las cargas de trabajo, la lucha contra la externalización y el reconocimiento de las enfermedades profesionales.

En esa cafetería de Magaluf los ojos de algunas de ellas se tornan vidriosos. Porque explican los inicios: gente que les decía que lo suyo era una moda, que no iban a conseguir nada, que las estaban utilizando los políticos e incluso la incredulidad de algunas compañeras que no querían luchar. “Pues llevamos siete años de moda pasajera”, dice Sara. Con el tiempo la cosa ha mejorado, también la relación con los sindicatos. Los ojos vidriosos; sin embargo, son por lo que ha implicado todo esto a nivel personal: “Es lo mejor que nos ha pasado”.

Sin embargo, en otros lugares como Eivissa la lucha ha sido muy dura. “La compañera que ha tirado de todo se ha retirado porque ya no podía más, unas cuantas la hemos apoyado y hemos dado la cara, pero la mayoría de las compañeras nos han criticado mucho hasta el día de hoy aunque, eso sí, también se beneficiarán de todo lo que hemos conseguido”, asegura una Kelly de Eivissa que no quiere dar su nombre “porque está harta de exponerme”, aduce con rabia.

Después, con el tiempo, empezaron los cambios en las Islas. Primero el reconocimiento de las enfermedades laborales, luego la ley turística balear y el nuevo convenio de hostelería isleño, uno de los más beneficiosos para el colectivo en todo el Estado. Ellas lo han reconocido en varias ocasiones, han tenido que hacerse fotos, hablar con muchos políticos, encandilar, tender la mano y presionar, pero en todo momento han sabido jugar sus cartas y avanzar con un único fin: dejar de malvivir del turismo. “Nosotras, pico pala, pico pala, exigir y exigir y exigir, queremos mejoras y quien se ponga la medalla nos da igual”.

El experto en Turismo, Ernest Cañada, coincide en la inteligencia del movimiento y en especial del grupo de Balears, referente en el Estado: “Cientos de trabajadoras se organizaron y se pusieron a hacer reuniones. Han tenido que aprender a pedir permisos, tratar con medios, a negociar. Este movimiento ha sido una escuela de aprendizajes y de no delegación, de defender por ellas mismas sus condiciones”. Y en contra de las dinámicas actuales en los movimientos sociales de las últimas legislaturas “han conseguido cosas, no todas claro, pero ya han mejorado sus condiciones, y están en el camino de poder conseguir más”. Estos días, las camas elevables y la evaluación de la carga de trabajo tienen el foco mediático y ellas lo celebran. Aunque lo de las camas no fuera una reivindicación propia y estén alerta de cómo se hará esta regulación por parte de las empresas, por ahora son optimistas. Aunque claro, seguirán exigiendo: “Son avances y victorias, pero vamos a por todo: lo próximo es la jubilación anticipada y el reconocimiento real de las enfermedades profesionales, y lo vamos a conseguir”, dice la presidenta de la Unión.

Enfermedades laborales reconocidas, pero no aplicadas

Precisamente en 2019 se produjeron un total de 27.278 accidentes de trabajo, de los cuales 7.140 (26,2%) corresponden al sector de la hostelería, y sobre estos, más de la mitad (51,4%) son padecidos por mujeres. El colectivo de camareras de piso abarca el 27,2% de esa siniestralidad en el sector, tal y como publica el IBASSAL, el Instituto Balear de Seguridad y Salud Laboral.

Sin embargo, el reconocimiento de las enfermedades laborales por parte de las mutuas que contratan las empresas es una tarea pendiente que lastra la calidad de vida de las Kellys. Se da la circunstancia de que este colectivo es uno de los más expuestos a la siniestralidad laboral y a las enfermedades profesionales. Por ello, la Seguridad Social reconoció en 2018 las dolencias musculoesqueléticas de extremidades superiores como enfermedad profesional y trasladó a las mutuas una “instrucción inmediata” ordenando el reconocimiento del síndrome túnel carpiano, la tensiosinovitis de Quervain y el dedo en resorte en la mano, el codo de tenista y el de golfista en el codo y la bursitis en el hombro, todas ellas enfermedades que padecen las camareras de piso.

No obstante, al no estar aprobadas explícitamente en el BOE, en la práctica, las mutuas no están obligadas a reconocerlas. Según el IBASSAL, las principales lesiones generadas por accidentes derivados de sobreesfuerzos han afectado en mayor medida a la espalda, columna, y extremidades superiores. Este Instituto ha desarrollado un trabajo de campo entre 2015 y 2020 que constata que “las metodologías de evaluación de riesgos de los hoteles no contemplan en muchas ocasiones aspectos como fuerzas y biomecánicas, repetitividad de movimientos, fatigas, cargas posturales, ambiente térmico o la organización de la carga y el tiempo de trabajo”. Asimismo, aseguran en este estudio que la falta de formación adecuada aboca a los mandos intermedios, en la práctica las gobernantas, a gestionar a las trabajadoras, “lo que repercute en determinados riesgos psicosociales”.

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Un cartel con el lema ’No es tontería las cargas de trabajo en la hostelería’ en un encuentro de kellys en Mallorca. Francisco Ubilla

elDiario.es ha solicitado a la Mutua Balear información relacionada con las lesiones o bajas más comunes entre las camareras de piso y datos sobre la siniestralidad del colectivo y el número de bajas por año. La entidad ha contestado que “no dispone de datos globales” y ha remitido a la Asociación de Mutuas o al Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Por su parte, las camareras de piso cuentan con una mezcla de amargura, rabia y resignación las dificultades con las que se encuentran cuando piden las bajas: “Llevaba años con fuertes dolores y mi médico me dijo que era de los movimientos repetitivos de mi trabajo, pero cuando fui a la mutua se negaron a reconocerlo como enfermedad laboral. La misma doctora que me operó me aseguró que mi lesión se debía a mi trabajo. He estado un año de baja y me he tenido que incorporar como si nada. Es increíble”, se queja esta mujer que ya cercana la edad de su jubilación no le queda otra que “aguantar”.

La Ley Turística y las camas elevables

Sin embargo, el Decreto Ley para la Circularidad y la Sostenibilidad del Turismo en Balears que entró en vigor el 15 de junio de 2022, la llamada Ley Turística, sí afecta positivamente al desarrollo de la actividad diaria de las camareras de piso. Desde este mismo año, los establecimientos de las Islas deberán instalar camas elevables para facilitar su trabajo, una medida que implica la renovación de 300.000 camas y de la que se benefician más de 20.000 camareras de piso (según el Govern), aunque los establecimientos dispondrán de 6 años para adaptarse a la normativa. Por ahora se sabe, gracias a un estudio realizado por el Laboratorio de Ergonomía de Mutua Universal en colaboración con Meliá Hotels International, que la incorporación de camas elevables reduce en un 30% la carga lumbar en las camareras de piso.

No obstante, sobre las camas elevables, las Kellys aún tienen dudas. No hay muchas trabajadoras que las hayan usado y corren tanto buenas historias como malas noticias: “Hay quien dice que ahora nos vamos a joder los hombros al poner los nórdicos”, “Nos ha llegado que las personas más bajitas tienen dificultades porque solo tiene dos alturas”, “Estoy encantada”, “Han llegado las camas, pero no los mandos”... Es pronto para tener una valoración general de las trabajadoras.

Asimismo, este Decreto Ley prohíbe las amenties que son los kits de aseo y otros de un solo uso que se ofrecían gratuitamente a la clientela de los hoteles, reduciendo así elementos a colocar y limpiar, además de reducir el peso en los carros donde transportan sus enseres de limpieza, según aparece publicado en la web del Ejecutivo autonómico donde pueden consultar este Decreto en su totalidad.

Reforma Laboral: descontento y mejora de los fijos-discontinuos

En cuanto a las repercusiones de la Reforma Laboral, aprobada por el gobierno de coalición de PSOE-Unidas Podemos con el beneplácito de sindicatos y empresarios en diciembre de 2021 y que entró en vigor en 2022 modificando el Estatuto de los Trabajadores, las camareras de piso han criticado las “pocas mejoras” que supone para su sector, sobre todo en lo que se refiere a la externalización de los servicios de limpieza por parte de los hoteles, es decir la contratación a otra empresa ajena al hotel para la realización de las tareas de limpieza del establecimiento, según asegura en Newtral Eulalia Corralero, una de las fundadoras de las Kellys.

Y es que la Reforma Laboral del gobierno de Mariano Rajoy en 2012 abrió las puertas para estas externalizaciones, lo que supuso que el personal de limpieza, mediante este mecanismo, no se rige por ningún convenio en concreto, ya que la mayoría de estas empresas son multiservicio y pueden aplicar cualquiera de los acuerdos en los diferentes sectores en los que ofrecen sus servicios. Además, “se favoreció que las empresas, los hoteles, se ahorraran los costes laborales”, según asegura al mismo medio Juan Antonio Salmerón, abogado laboralista, con lo que supone en la degradación de sus condiciones laborales.

A pesar de que en Balears este tipo de contratación es minoritaria, se hacían necesarias medidas en este sentido. La Reforma de 2022 va un paso más allá y, aunque no cumple la promesa del pacto de coalición de modificar el artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores para limitar la subcontratación a servicios especializados ajenos a la actividad principal de la empresa, sí prevé que si la empresa externa tiene un convenio propio y este establece un sueldo inferior al salario mínimo del convenio de hostelería se deberá cobrar el establecido en el convenio sectorial. Sin embargo, no equipara sus condiciones en cuanto a vacaciones o derechos de conciliación familiar y laboral, con el agravio comparativo que puede suponer para las trabajadoras contratadas directamente por el hotel.

Por otro lado, la nueva Reforma Laboral amplía los derechos para el contrato fijo-discontinuo, que es la modalidad de contratación de las camareras de piso. Uno de los puntos más destacados en la modificación de este tipo de contratación es el cálculo de la antigüedad. Según establece el artículo 16 del Estatuto de los Trabajadores, “las personas trabajadoras fijas-discontinuas tienen derecho a que su antigüedad se calcule teniendo en cuenta toda la duración de la relación laboral y no el tiempo de servicios efectivamente prestados”. Asimismo, las trabajadoras no contabilizarán como paradas, pero sí tendrán derecho a la prestación de desempleo correspondiente en el periodo sin trabajo efectivo y la empresa está obligada a seguir con la relación laboral en el periodo siguiente de trabajo con las mismas condiciones. En caso de despido, las Kellys tendrían las mismas indemnizaciones que los de un indefinido, es decir 33 días por año trabajado en despido improcedente y 20 días en el procedente.

Calcular la carga de trabajo

A pesar de las críticas del colectivo de las Kellys a la reforma laboral, lo cierto es que en Balears la externalización de los servicios que ofrecen las camareras de piso no es muy común. Además, con la firma del Convenio de Hostelería de Balears el pasado 1 de abril, que tendrá vigencia hasta el 31 de marzo de 2025 y que es pionero y referencia en todo el Estado español, la situación de este colectivo se ve reforzada. Es decir, el nuevo Convenio estipula que las condiciones de las trabajadoras que presten sus servicios en una subcontrata se les deberán garantizar las mismas condiciones que las que lo hacen directamente en el hotel donde prestan sus servicios en lo que se refiere a salarios, descansos y jornadas, ampliando así sus derechos respecto a la Reforma Laboral, según a puntualizado a elDiario.es Rafa Sánchez, exsindicalista experto en temas laborales.

Sin embargo, el punto más importante de la norma para las camareras es la regulación de la carga de trabajo. Este es el primer Convenio Colectivo que incluye, de forma expresa, “la obligación de las empresas de realizar un análisis de los métodos y tiempos de trabajo con la finalidad de determinar la carga de trabajo de cada uno de los puestos y poder realizar los ajustes adecuados para prevenir las alteraciones en la salud de las personas trabajadoras”, según explica el sindicato USO en su página web, por lo tanto, se da cabida a una de las principales reivindicaciones de este colectivo.

El Convenio establece para determinar estas cargas un Plan de Prevención, una evaluación de riesgos laborales y una planificación de la actividad preventiva. Mediante este mecanismo se determinarán el número de habitaciones y las tareas que pueden asumir en una jornada de trabajo, además de las condiciones de seguridad y salud para llevarlas a cabo. El estudio tendrá que hacerlo cada hotel en función de su situación específica.

Primero se constituirá un grupo de trabajo con representantes de la empresa, de las personas trabajadoras, camareras y mandos intermedios y representantes de los servicios de prevención de riesgos laborales. En segundo lugar, se analizará el método de trabajo para que sea seguro y saludable desde el punto de vista de la prevención, con la determinación de tareas, cómo se deben ejercer y qué equipos son necesarios para su ejecución; en esta fase podrá intervenir la Inspección de Trabajo. Lo siguiente sería el establecimiento de tiempos de trabajo con la aplicación de una fórmula estadística de la Organización Mundial del Trabajo; se tendrá en cuenta el tipo de habitación, la limpieza necesaria, la jornada laboral, los suplementos de tiempos por fatiga o las necesidades personales. El cuarto y último paso sería la puesta en práctica de las conclusiones a las que se llegue en las fases anteriores.

Asimismo, el acuerdo establece la actualización de métodos y tiempos de trabajo periódicamente para comprobar que las medidas son ajustadas y eficaces. Además, también contempla que podrán actualizarse cuando se produzcan daños en la salud de las trabajadoras, cuando órganos y representantes competentes consideren que las medidas preventivas son inadecuadas o insuficientes o se produzcan cambios en las condiciones en las que se desarrollan las labores del puesto. El plazo marcado por el convenio para la realización de este análisis es la temporada turística 2023, que normalmente acaba en octubre.

Por otra parte, la nueva norma prevé una subida salarial del 8,5% en dos años, un 5% en 2023 y un 3,5% en 2024, aunque los sindicatos estaban negociando subidas de un 10% en estos dos años. Para las Kellys de Mallorca cualquier subida es una pequeña victoria, aunque el 8,5% es insuficiente: “El coste de la vida aquí es muy elevado y hay que hacer malabares”. El profesor Cañada es igual de crítico: “Es bastante insuficiente, sobre todo en un contexto en el que la misma actividad turística ha provocado un incremento desmedido de los precios de la vivienda, los sueldos están muy por debajo del coste de vida, y más si no se dispone de vivienda propia”. El sindicato UGT sin ser tan explícito también reconoce que hay que seguir trabajando para que sea más de un 8,5%. Sin embargo, para una parte del colectivo es igual de importante la regulación de la carga de trabajo “porque si se aprobará la subida del sueldo solamente esto podría conllevar que tuviéramos que hacer todavía más trabajo del que hacemos”, explica una camarera de piso que presta sus servicios en un hotel familiar de Eivissa.

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Reunión de kellys en Mallorca. Francisco Ubilla

Los programas políticos y las kellys Sin embargo, y a pesar del ruido y de los logros de las camareras de piso, todavía queda mucho por hacer para que su dignidad como trabajadoras sea reconocida en su totalidad en lo que se refiere a la jubilación y al reconocimiento real de las enfermedades profesionales por parte de las mutuas. En este orden de cosas hemos querido saber cuáles son las propuestas de los diferentes partidos políticos de cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo en Balears. Solo dos formaciones incluyen en su programa propuestas concretas para las Kellys: PSOE Y Unidas Podemos.

El resto incluyen medidas genéricas englobadas en la mejora de las condiciones para las trabajadoras y los trabajadores del sector turístico que tampoco especifican. Es el caso del Partido Popular, que apuesta por una mayor calidad del sector, por el control riguroso de la normativa en cuanto a la contratación laboral. También se refiere a la salud laboral y la prevención de riesgos, en general. Además, propone incentivos para las empresas que adopten medidas para mejorar el bienestar y confort de sus trabajadores y la implementación de planes de conciliación laboral y familiar. Tampoco el PI-Proposta per les Illes especifica medidas concretas para el colectivo y propone mejorar la formación y profesionalidad de los trabajadores del sector turístico, incentivar la conciliación de la vida laboral y familiar y luchar contra la discriminación salarial y mejorar la seguridad laboral.

Por su parte, el PSOE, incluye en su programa electoral “la aplicación de coeficientes reductores para anticipar la edad de jubilación sin perjuicio económico para profesionales especialmente afectados por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales con especial atención a colectivos feminizados como las camareras de piso”. En otro de sus puntos programáticos abogan por la creación de un Instituto Tecnológico de Ergonomía en Balears para estudiar mejoras en las condiciones, cargas y ritmos de trabajo y promover una normativa al respecto. Los socialistas proponen, además, crear un sistema de alertas para Atención Primaria para mejorar el reconocimiento de las Enfermedades Profesionales. Por último, aseguran que defenderán la inclusión en el cuadro de estas afecciones laborales las patologías dorsolumbares de las camareras de piso y las que fueron reconocidas en 2018 por la Seguridad Social.

Mientras, Podemos se centra en aumentar la inspección de trabajo en el sector turístico para asegurar el cumplimiento del nuevo convenio de hostelería y de las otras leyes que les ofrecen mejoras, como propuesta general para todo el sector, además de que los sueldos se igualen al nivel de vida de las islas. También proponen medidas concretas para la protección de las Kellys fijas discontinuas, estableciendo un plan de apoyo económico durante aquellos meses que no trabajen.

Ya no están solas

Y mientras los políticos ultiman y presentan sus programas electorales, las Kellys de Mallorca se dirigen de la cafetería de Magaluf a una asamblea de la UGT en un centro escolar para mayores recién construido a pocos metros. La sesión se centra en cómo se implementarán las cargas de trabajo. El Conseller de Modelo Económico, Turismo y Trabajo, Iago Negueruela, uno de los impulsores del nuevo Convenio de Hostelería, está presente y acompaña a José García, Secretario General de UGT-FESMC. El encuentro dura una hora larga. En él se detalla cómo deben ser las evaluaciones y se subraya la importancia de que las trabajadoras se impliquen para evitar malas praxis o evaluaciones en momentos inadecuados de poco trabajo.

La mayoría de asistentes son mujeres. Se abre turno de preguntas. La primera se centra en las camas elevables, un hotel ha implementado unas que no funcionan. Hay un murmullo constante, pequeñas conversaciones. Pide el turno otra mujer: después de unos meses de baja, su doctor de cabecera le ha dicho que sus dolencias no son compatibles con su trabajo y le ha dado el alta. Deberá incorporarse con el mismo dolor que la puso de baja. El murmullo se vuelve oscuro y se llena de resoplidos. Se resuelve la duda, hay irregularidades y el sindicato mirará el caso.

La primera pregunta sobre las cargas la hace otra mujer, que no está sindicada, dice que en su hotel —donde acaba de empezar— es de las pocas que no tiene miedo, que quiere que se haga bien y está dispuesta a dar la cara: pero que se siente sola. Rompe a llorar. Hay aplausos, gritos de ánimo, y enseguida se le acerca otra mujer que estaba cerca, hablan. Durante los estudios de las cargas de trabajo, las trabajadoras tienen derecho a participar para asegurarse que se hagan bien y no se gire en su contra. Hay murmullos contra los departamentos de riesgos laborales. Siguen las preguntas, todas las hacen mujeres. Desde el aplauso de ánimo a ese llanto se han acercado otras mujeres a la Kelly que se ha roto de rabia. Al terminar la reunión ya no volverá a estar sola.

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