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Ser una señora ya no es lo que era, y menos mal: el podcast feminista ’Fue Sin Querer’, el ’Deforme Semanal’ a la murciana

Lunes 11 de septiembre de 2023

El programa que Begoña Iriarte y Clara García presentan, tanto a través de plataformas digitales como en directos presenciales, es uno de los podcast feministas más reconocidos de la Región

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Clara García y Begoña Iriarte, autoras del podcast ’Fue sin querer’

Marta Hernández Cano 9 de septiembre de 2023 elDiario.es

En 2021 lanzaron el primer programa titulado ’Un orgasmo tan largo como un gol de Oliver y Benji’, las primeras palabras fueron: “Comienza Fue Sin Querer, ¿un podcast? Bueno, ya veremos”.

Las caracterizaba un estilo directo, la ausencia de filtros, hablar sin rodeos de eso que en el fondo todo el mundo piensa pero nadie dice en voz alta, lo que dos años después, y combinando el formato audio con los directos en distintos locales de la ciudad, las ha llevado a convertirse en uno de los podcast más sólidos y con mayor proyección de la Región de Murcia. Considerado por muchos como el ’Deforme Semanal a la murciana’ -uno de los podcast más populares y premiados del país-, solo hay que escucharlas para saber que nada tienen que envidiar a los homólogos de éxito nacional, si es que algún día no llegan a convertirse en uno.

Begoña Iriarte (Donosti, 43 años) y Clara García (Cartagena, 53 años), ambas residentes en la ciudad de Murcia desde hace más de quince años, son las autoras del podcast Fue Sin Querer. Se definen en sus plataformas como “dos señoras precarias, hijas ilegítimas del capitalismo, amantes de la risa floja, parias del patriarcado e irremediablemente autónomas”, de acuerdo a esta autodescripción no es difícil imaginar que su contenido lo vertebra la crítica social, la disconformidad de clase, una resignación rebelde y el humor como símbolo de resistencia.

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Clara García y Begoña Iriarte durante la entrevista Marta Hernández Cano

La primera en llegar a la cafetería es Clara, son solo las diez de la mañana pero ya ha librado la primera batalla del día: “No te puedo contar mucho, pero vengo de una reunión donde pretenden limitar las cuestiones de género a un asunto de educación sexual”. Clara es documentalista, bibliotecaria, cuentacuentos y madre por partida doble.

Begoña aparece unos minutos más tarde, ha dejado su bici atada a una farola de la acera de enfrente y saluda a Clara con la complicidad de dos que entienden el mundo desde el mismo sitio. La donostiarra pertenece al sector de la interpretación, donde cumple con el cliché de pluriempleada: creadora escénica, actriz, modelo y titiritera, oficio con el que ha viajado hasta Grecia con la asociación murciana Amigos de Ritsona para amenizar la vida de los migrantes del país mediterráneo.

“Cuando empezamos con el podcast no teníamos ninguna expectativa. Al principio fue por diversión, pero cuando hicimos el primer directo nos dimos cuenta de que a la gente le gustaba”, comenta Begoña, “creo que parte de nuestro éxito se debe a que hablamos de temas cotidianos con humor”. Cuestiones como el síndrome del impostor; la precariedad; las relaciones amorosas y los nuevos conceptos que las atraviesan; el consumismo o la ansiedad son algunos de los temas que nutren el contenido del programa.

Ser una señora en el siglo XXI

No es necesario escuchar más de diez minutos de cualquiera de sus programas para darse cuenta de que Clara -de 53 años- y Begoña -de 43- están posicionadas en las antípodas de lo que tradicionalmente conocemos como “señoras”, sin dejar de serlo, y sin dejar de querer serlo.

Al igual que La Zowi reinventó el término ’puta’ presentándose como una mujer empoderada a través del mismo; al igual que Rosalía lo hizo con ’Despechá’ e incluso de la misma forma que el presidente Pedro Sánchez se apropió del ’Perro Sanxe’ para jugarlo a su favor, el podcast Fue sin querer es una continua reinvención de lo que significa ser una señora en el siglo XXI.

“Yo me siento muy cómoda diciendo las cosas que decimos, sin filtros. Pero sí es cierto que la mayoría de las mujeres de mi edad, mis amigas y conocidas, tienen muy asumido que a cierta edad ya no se habla de ciertas cosas”, comenta Clara, “un amigo nos dijo: unas señoras de vuestra edad y condición hablando en esos términos es una anomalía”.

Y es que precisamente ahí radica el valor de Fue sin querer: en la anomalía. En cada programa Clara y Begoña muestran sin filtros ni pudor lo que a priori buena parte de la sociedad entiende como lo contrario a una señora, es decir: una mujer liberada. Pero nada más lejos de la realidad, porque Clara y Begoña no dejan de ser señoras, y tampoco dejan de ser libres. Y eso pasa por visibilizar y aceptar con la naturalidad que se le asume a un señor, que una mujer de mediana edad también sufre la precariedad y la incertidumbre, también está soltera, también liga, también tiene sexo esporádico, también habla sin rodeos y también otras tantas cosas.

En el presente que vivimos, para una mujer el mérito –que también- no está en ser libre, sino en tener la valentía para ejercer esa libertad frente a los ojos que todavía miran juiciosos, de esta forma, programas como Fue sin querer, y personas como Clara y Begoña, son las que abren paso a las mujeres de hoy, y sobre todo, a las señoras de mañana.

La precariedad como elemento transversal

Una de las cuestiones omnipresentes en el programa es la precariedad, una condición intrínseca a la vida de sus autoras. Como explica Begoña: “En mi sector –la interpretación- la inestabilidad económica se lleva bastante mal porque no sabes si dentro de unos meses te van a llamar. Aunque esté lejos de la edad de jubilación es un tema que me preocupa, no sé qué pensión me puede quedar y el Estado no es una garantía muy esperanzadora”. Para Clara, el panorama no es mucho más esperanzador: “Hoy, a mis 52 años y con dos hijos, sigo agradeciendo los cincuenta euros que me da mi madre por mi cumpleaños para poder pagar la cuota de autónoma”.

Lejos de convertirse en un estado paralizante, la precariedad para Begoña y Clara supone una fuente de rebeldía y creatividad. Fue sin querer nace también desde el afán de denuncia y concienciación: “Es sano visibilizarlo, y hacer humor con ello, pero un humor consciente”, explica Begoña.

Ambas señalan que lo peor de la precariedad no es solo su paulatina normalización, sino también la percepción de culpa y responsabilidad que la acompaña, como apunta Clara: “Las mujeres de mi edad, en una situación igual de precaria que la mía tienen miedo a reconocerlo porque lo interpretan como un asunto y culpa personal, pero la vergüenza debería venir desde el sistema, porque la precariedad es un asunto capitalista y no individual”

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Clara (izda.) y Begoña (dcha.) siendo dos señoras “atípicas” Marta Hernández Cano

Compromiso social y humor

“Los temas delicados los tratamos desde la ironía y el sarcasmo, para mí el humor es una herramienta de autorregulación”, explica Clara, a lo que suma Begoña: “El humor te ayuda en momentos difíciles, sobre todo si es desde la comunidad porque supone una terapia maravillosa. También lo hacemos siempre con el objetivo de accionar a la sociedad, porque la rebeldía de Twitter y Facebook no sirve para nada. Nuestra idea siempre es movilizar y decir: sal a la calle y enfréntate a esto”.

El compromiso social a través de la comunicación y el humor es el signo distintivo de este podcast nacido en el corazón de Murcia, que entiende la resistencia no solo desde una posición pasiva de aguante, sino también accionadora: “Creemos que militancia es una palabra muy manida. Nosotras no militamos, nosotras hacemos cosas, como diría Rajoy, y el podcast es una de ellas”, explica Begoña.

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