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Raghda, una revolucionaria siria

Miércoles 15 de junio de 2016

Sean McAllister cuenta en ‘Siria: una historia de amor’, la aventura de un amor nacido en la cárcel que, a pesar de su grandeza, no ha sobrevivido al compromiso y a la necesidad de libertad. Una producción de la BBC que habla de guerra, desintegración e identidad.

Begoña Piña Público 13-06-2016

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Fotograma de la película

MADRID.- Cuatro años y medio de guerra, más de 400.000 muertos, paisajes de destrucción y muerte. La familia de Raghda y Amer –un amor que nació en las sádicas prisiones de Bashar al-Assad–, pudo escapar del infierno sirio e instalarse en Francia. Tras la huida, el miedo de unos y el deseo de revolución y libertad de otros colisionaron y provocaron la desintegración familiar. El documentalista británico Sean McAllister, conocido por sus retratos de la gente común que intenta sobrevivir en zonas de conflicto, siguió la peripecia de esta pareja y sus cuatro hijos durante cinco años para contar su historia, “Siria: una historia de amor” (‘El documenta del mes’).

Antes de empezar en Yemen su anterior película, “The Reluctant Revolutionary”, McAllister había conocido a Amer y a sus hijos y había visto cómo este padre cuidaba de ellos mientras esperaba que el gobierno liberara a su mujer, Raghda, encarcelada por haber escrito una novela. “Ella necesita que se oiga su voz”, le dijo aquel hombre. Aquello ocurrió dieciocho meses antes de que comenzara la Primavera Árabe. El cineasta se había embarcado en un viaje de promoción del turismo en Siria organizado por el gobierno de Assad para periodistas, pero no les gustaba que preguntara, así que una noche se fue al casco antiguo de Damasco a ‘buscar’ y se tropezó con Amer.

Un libertador palestino y una revolucionaria siria

Él, un libertador palestino y ella, una revolucionaria siria, se encontraron en las cárceles de Háfez al-Assad (padre del actual dictador). Empezaron a comunicarse por una tubería, luego pudieron hacer un agujero en la pared y así conseguían verse, a los seis meses estaban enamorados. Cuando les liberaron formaron una familia y vivieron en Tartus, una ciudad costera leal al Gobierno. En el año 2000 se produjo el relevo y llegó al poder Bashar al-Assad, éste prometió reformas y muchos creyeron que sería el fin de tanto tiempo de represión y violencia. Pero nada cambió. “Libertad era una palabra prohibida. Si hablabas de democracia te encarcelaban, seguro. Como a Raghda”, explica en el filme Amer.

Ella había escrito una novela donde contaba su propia historia de amor y por ello fue de nuevo encarcelada en 2009. Así, cuando empezaron las manifestaciones en la calle y las protestas, Amer y sus hijos pensaron que esa ola de revolución era un buen momento para conseguir liberar a Raghda. La policía les cogió y les golpeó, pero poco después y ante las presiones internacionales, el gobierno sirio puso en libertad a algunos presos, entre ellos a Raghda.

"Estaban matando a mucha gente"

McAllister estaba con la familia el día en que ella volvió a casa. ‘Siria: una historia de amor’ contiene el momento emocionante y único en que una madre se reencuentra con sus hijos después de haber estado en prisión. Pero ya nada era lo mismo. Tartus era un lugar peligroso y tuvieron que huir. Se fueron a un campo de refugiados palestinos a la salida de Damasco y entonces sucedió algo inesperado, la policía de Assad secuestró al cineasta y se hizo con algunas de las grabaciones que había hecho a la familia.

“Me tuvieron en una celda subterránea cinco días, con los ojos tapados: no me pegaron pero sentía los gritos de los que sufrían los electrochoques”, explica McAllister, cuyo encierro provocó la huida definitiva de la familia de Raghda y Amer. Viajaron a Líbano, donde intentaron olvidar todo lo vivido, pero ella, que reconoció muchas veces el miedo que sintió mientras estuvo en la cárcel –“estaban matando a mucha gente, tenía miedo, estrés emocional”-, ahora vivía con un “sentimiento de vacío, no puedo hacer nada”.

La otra prisión de Raghda

La película de Sean McAllister trasciende la historia personal de los miembros de esta familia para convertirse en un relato que profundiza en el sentimiento de pertenencia a una tierra, en el deseo de libertad y el ansia de luchar por ella. Con toda la familia viviendo a salvo en Francia, ese deseo, o más bien, esa necesidad de seguir peleando por la liberación del pueblo, por la democracia, contra la feroz dictadura del país, se convierten aquí en la prisión personal de Raghda. Revolucionaria convencida, su vida en Europa la sume en una depresión. De nuevo el vacío. Tal vez nada, ni su gran historia de amor con Amer ni la pasión por sus hijos sean capaces de reprimir su compromiso con la libertad.

Además, ‘Siria: una historia de amor’ revela cómo nacen algunos odios y cómo se forman algunas identidades, muy especialmente a través de las reacciones y emociones de los hijos de esta pareja. Con todos a salvo viviendo finalmente en Francia, el más pequeño de todos, Bob, llora desconsolado. “Es un animal, ha destrozado Siria, quiero matarlo. Quiero que se vaya”, dice refiriéndose al dictador, mientras su hermano mayor ve en internet las imágenes de sus amigos muertos y cuenta ante la cámara lo que les hicieron en las cárceles a algunos de ellos. “Le penetraron con un taladro. Tenía todo el cuerpo lleno de agujeros. Y le sacaron con alicates los dientes”. Otro de ellos explica a McAllister que “nadie va a reconstruir esto ahora, todo el mundo está escapando, porque todo el mundo piensa que Siria tiene un futuro horrible. Yo me quedaré en Francia”.

“Tengo esperanza por la humanidad, por la paz y por mi país”, dice Raghda, que ha vuelto a pelear para terminar con el régimen de Bashar al-Assad y con la guerra. Mientras Amer y sus hijos construyen un futuro en Francia, ella mantiene inalterable su compromiso con la revolución. Un proceso que, en palabras del propio Sean McAllister, “ha tenido un precio muy alto. Todo el mundo ha pagado demasiado por la revolución”.

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