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“Nos acosan, abusan de nosotras, nos violan. Y nos echan las culpas”

Jueves 13 de agosto de 2015

Ana Sora Sangüesa / 13 ago 2015 andaluces.es

“Nos acosan, abusan de nosotras, nos violan. Y nos echan las culpas. Nos hacen sentir mal por la ropa que llevamos, por querernos, por disfrutar de nuestra sexualidad y de nuestro cuerpo… Se nos juzga constantemente”. Lo dice Loreto Ballesteros, una estudiante de 22 años, conocida en Twitter como @yungflaca666, que soporta en las redes todo tipo de insultos por defender el feminismo e impulsar una iniciativa de apoyo a las víctimas de acoso sexual. En este caso, parece que no existe la ‘ley mordaza’, esa que por la que hace unas semanas multaron a un joven por llamar ‘escaqueados’ a los policías de su pueblo.

La joven tuvo una relación abusiva a los 19 años. Se aisló y cuando por fin tuvo valor para dejar esa relación, empezó a relacionarse con círculos feministas. “Me empapé de feminismo y me salvó”, cuenta.

A Loreto le han llegado a decir auténticas burradas. “Comentarios que me han dolido más que cualquier paliza”, explica. Los ataques no van solo dirigidos a ella. “Imagínate cómo se siente la gente que ha sufrido abusos cuando alguien tuitea que no son verdad, que son inventados, que una víctima de abusos no se sacaría fotos bonitas, ni lo contaría por Twitter… Se condenan los abusos pero luego no está bien que esa gente se recupere y viva su vida y su sexualidad de manera normal”.

Pero no puede hacer nada. Ella ya recibía insultos y críticas en su cuenta de Twitter por apoyar el movimiento feminista, pero el asunto se ha agravado desde que promovió la iniciativa “No son depravados”.

“Todo empezó porque vi a una compañera feminista tuiteando acerca de lo peligroso que le resultaba que a los hombres, por regla general, les pareciera atractivo que las chicas vistiésemos de una forma aniñada o infantil, porque nos veían como indefensas o sumisas. Entonces empecé a tuitear sobre esto y acabé con la reflexión de que a las mujeres se nos hipersexualiza desde pequeñas”, relata a Andalucesdiario.es.

Loreto ya tenía bastantes seguidoras en Twitter y a raíz de ese tuit muchas se lanzaron a contar sus experiencias. No se lo esperaba, aunque sabía que era común. “Como mujer he sufrido varias cosas: yo también tengo mis experiencias”, afirma, y lo considera un problema estructural. “La gente tiende a excusar estos comportamientos con comentarios como ‘eso es de enfermos, de depravados’. Pues bien, nuestro discurso lo niega. No son enfermos. Es un problema de raíz, muy extendido y del que no se habla. Hay que visibilizarlo”. De ahí, el nombre de la iniciativa.

UN PRECIO ÍNFIMO

En cuestión de unas pocas horas, recibió cantidad de experiencias y el apoyo de mucha gente, así que reunió a una serie de personas de confianza de Twitter para que la ayudaran. Y decidieron hacer el Tumblr, carteles, una cuenta de Twitter… e incluso el proyecto de un fanzine en red también.

Sabía que recibiría insultos, mucho ‘troleo’ y que se exponía a las críticas. “Es un precio ínfimo a pagar con todo el curro que se están llevando las personas que me ayudan y todas las personas que por fin se han liberado y han contado su experiencia”, cuenta.

La iniciativa, en menos de dos días, cuenta con más de 1.100 seguidores, y en la página de Tumblr, además de las montones de confesiones y mensajes, tienen información y enlaces de asosiaciones como mehanviolado.org, que ofrecen apoyo a las victimas. #NoCallesElAcoso y #NoEstásSola son los hashtags que utilizan.

Ahora se propone contactar con terapeutas y crear un grupo de apoyo a las víctimas para que puedan ayudarse y dejar atrás sus malas experiencias. No descarta crear una asociación online junto al grupo que trabaja en la misma iniciativa, pero necesitan contar con más gente. “Sería muy buena idea darle un entorno seguro a las víctimas… A mucha gente le da ‘palo’ acudir a profesionales y digamos que por Internet es más fácil”.

MIEDO A HABLAR

Existe miedo a hablar en muchos casos. “Una cosa que se repite es que la culpa y la vergüenza suelen recaer en la víctima y no en la persona que acosa o abusa”, comenta la joven. “También se puede ver en muchas de las experiencias que nos mandan que cuando la víctima se lo cuenta a alguien, profesores, padres, amigos…, la respuesta que reciben es burla, le restan importancia o directamente las culpan a ellas”.

La sociedad española sigue siendo muy machista. “Es una realidad soterrada”, dice y lo explica gráficamente con esta frase: “Esto es como años de mierda acumulados debajo de una alfombra. Y ahora, hemos sacudido la alfombra y la mierda nos ha dado de lleno en la cara”.

Considera que no hay concienciación y que la solución tiene que venir desde el ámbito educativo y desde el entorno familiar. “La tarea de los educadores es clave. Está fallando, porque en muchas de nuestras experiencias, el acoso y los abusos se producen en la escuela, y a veces, a manos de los propios profesores”.

Sabe que no es una tarea fácil, por supuesto, que hace falta mucha voz y muchos medios. “Quizá el gobierno sí que tiene los medios para promover una educación real en igualdad en el aula”. Cree que mientras no exista esa igualdad, “el feminismo es muy necesario”. “Muchos ataques al feminismo moderno se basan en la idea de que ya tenemos igualdad, que lo tenemos todo conseguido”, precisa.

También critica la invención de palabras como ‘hembrismo’ o ‘feminazi’, con las que se alecciona a los jóvenes a odiar al feminismo. “El hembrismo no existe. No hay un sistema cultural, una práctica social, un respaldo de la tradición, una estructura de apoyo que permite la reproducción del ‘hembrismo’”. Recuerda que la palabra ‘feminazi’ fue acuñada en Estados Unidos en los 90 por un locutor de radio de extrema derecha para descalificar a mujeres feministas que defendían, entre otras cosas, el derecho al aborto.

Lo que ocurre es que “muchos se sienten atacados por el feminismo porque reconocen en sí mismos actitudes de acoso que para ellos estaban normalizadas, y es más fácil el rechazo al feminismo que la revisión de actitudes propias”, explica Loreto. Y recalca que la clave del problema es la falta de concienciación. “Es una realidad incómoda que nadie quiere ver”.

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