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Lucía Mbomío: “A las personas que migran siempre se las tiene por recién llegadas”

Miércoles 4 de octubre de 2023

El proyecto audiovisual y fotográfico impulsado por Lucía Mbomío, Laurent Leger Adame y José Oyono recoge en la exposición ’Afromayores. Alcorcón y periferias’, la memoria y genealogía de personas afro de la tercera edad en España. Se inaugura este sábado 30 de septiembre en el Centro Municipal de las Artes de Alcorcón, y estará abierta hasta el 17 de octubre.

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Foto de Samuel Tavares

Tatiana Romero 30 SEP 2023 El Salto

“No sé si tenéis esta experiencia. Cuando te ven, te preguntan ‘¿de dónde eres?’. ¿Por qué un español no puede ser un negro.” Así comienza la entrevista con José Mbomío, nacido en Guinea Ecuatorial en 1939. Llegó a España en noviembre de 1966, después de estudiar Magisterio en la Escuela Superior Indígena, uno de los centros de enseñanza que España tenía en Guinea para formar funcionarios de la administración. Vino a España a estudiar una carrera técnica, con la vista puesta en la independencia de su país, como muchos otros. “Ni uno de los que veníamos de África pensamos que estaríamos aquí después de los estudios. Ni uno”.

El testimonio de José Mbomío es uno de los que recoge el proyecto de memoria y genealogía Afromayores. Un proyecto audiovisual y fotográfico impulsado por Lucía Mbomío, Laurent Leger Adame y José Oyono, que nace para reconocer la existencia, necesidades y aportes de las personas mayores afro en España. El 30 de septiembre inauguran la exposición “Afromayores. Alcorcón y periferias” en el Centro Municipal de las Artes de Alcorcón, periferia sur de Madrid. Hablamos con Lucía sobre esta iniciativa de memoria afro.

¿Por qué un proyecto como Afromayores? ¿Cuándo y cómo surge? ¿Quiénes conforman el proyecto?

Justo Aliounedine Pouye Nguema un día me habló de la posibilidad de ir a visitar a residencias a personas de Guinea Ecuatorial, porque por una cuestión de arraigo, histórica y colonial, hay gente de Guinea en España desde hace mucho tiempo y algunos de ellos, quienes han sido funcionarios, hoy día están en residencias. Esa propuesta me abrió mucho los ojos sobre la necesidad de recoger sus testimonios de vida y, coincide con que empiezo a darme cuenta de que mi padre, que tiene 84 años, con la edad, lejos de tener más lejos Guinea, valga la redundancia, lejos de pensar menos en su tierra, cada vez la extraña más. Cada vez echa más de menos a las personas de las cuales no pudo despedirse; lleva peor las llamadas que llegan desde el país para decir que ha muerto una prima, una hermana. Yo, que soy periodista, que entrevisto a muchas personas en mi tiempo libre, en mis trabajaciones, tiempo que dedico a trabajar en los medios no generalistas en torno a la representación de personas no blancas, en concreto a personas negras, me doy cuenta que hay cosas de la vida de mi padre que no sé. No solo cuál es su color favorito, sino cosas de su infancia. Nuestras infancias fueron muy diferentes, tanto por una cuestión de diferencia de edad como de contextos. Mi padre ha vivido franquismo y colonización, y aunque yo busque en la Historia sobre estos períodos para conocer su experiencia, me preguntaba, ¿en dónde queda lo que tiene que contar mi padre? Así que empiezo a grabar nuestras conversaciones. Es la consciencia de la finitud la que me hace querer preservar esas memorias.

Así, junto con el fotógrafo Laurent Leger Adame, que es de la isla Reunión y que también tiene padres mayores, nos pusimos a comentar que podríamos hacer algo para preservar esas memorias. Sabíamos que queríamos fotografías, pero también vídeo, así que empezamos con mi padre para echar a andar el proyecto y ver por dónde podíamos ir. Posteriormente se unió José Oyono también técnico. Ellos graban los vídeos, José se encarga del sonido, yo me encargo de la parte de producción y redacción, de buscar a las personas entrevistadas y editar. Finalmente José se encarga de la postproducción.

Compartir los vídeos en redes tiene mucho que ver con mostrar una realidad que está invisibilizada, que es la presencia de personas mayores que migran. Hay un estudio de Funcas, que dice que el 56% de las personas no nacidas en España y que son residentes, llevan aquí más de diez años. Esto muestra un arraigo del cual nunca se habla.

Más allá de, como personas afro, hablar y reconocer el legado de quienes nos precedieron, que es importantísimo y que no siempre se tiene en cuenta con esta lógica del presente a la que nos llevan los medios de comunicación, queremos puntualizar que se olvida que hubo personas que nunca aparecieron en los medios de comunicación y que enfrentaron cosas probablemente bastante más complicadas de las que enfrentamos nosotras, entre otras cosas porque había menos personas negras, España era todavía un país que emitía migrantes y no que recibía. Han tenido procesos migratorios de soledad absoluta, de extrañamiento absoluto, y es importante recordar todo esto por una cuestión de legado, que tiene mucho que ver con la idiosincrasia afro y con los pueblos del sur global de reconocimiento a nuestros mayores, pero también y sobre todo, pensando en las necesidades de la gente que está aquí y que no están siendo cubiertas porque hay una perspectiva de lo multicultural, intercultural que no piensa en la vejez.

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Lucía Mbomío en un momento, mientras se montaba la exposición

¿Tenéis algún tipo de apoyo institucional?

No tenemos ningún tipo de apoyo institucional, de hecho no tenemos ningún tipo de apoyo económico. Todo lo hacemos con nuestros medios. Sin embargo, si hay algo que diferencia a Afromayores de muchos otros proyectos en los que he participado, son las formas. No hay prisa, porque son personas afro y son personas mayores, así que el tiempo no tiene por qué ser el mismo. En cada entrevista llevamos tarta de Santiago para desayunar con las personas a las que entrevistamos. Lo hacemos en sus casas y no en Espacio Afro, por ejemplo, porque son de una generación que no está muy acostumbrada a las cámaras, que como dice Marcos Suka, no tiene muchas fotos de antes porque tener fotos significaba tener dinero. Así, en sus casas están más cómodas. Nosotros vamos, desayunamos, nos contamos vida y milagros, porque aquí todas volcamos quiénes somos, y nos llaman hija e hijo, somos todas hijas e hijos.

¿Cómo seleccionan a las personas que van a entrevistar?

Hasta ahora han sido personas de nuestro entorno. La primera persona entrevistada fue mi padre, y la segunda fue mi tío de tribu Fortunato Okenve. Luego vino la idea de ponerlo en redes sociales para ver si más gente se animaba. Nos gustaría mucho contar con más gente afrolatina, de momento solo tenemos 2, entendemos que por cuestiones coloniales, hay una parte de la población afro, más de Latinoamérica, que el prefijo afro lo lleva un poco regular. Nos gustaría contar con más gente que no sea de Guinea Ecuatorial. Nos gustaría contar con más mujeres.

Vivimos en una sociedad muy edadista, pero sin duda cuando se intersecta la vejez con la racialización el panorama cambia y me imagino que con el género también, ¿no?

Las mujeres muchas veces piensan que sus historias no son importantes, cuando sus historias son tremendas. Tienen todo el peso del mundo sobre ellas, porque además de ser su historia propia, al racismo, a la xenofobia, se le suma un machismo tremendo y un colorismo atroz. Yo recuerdo, cuando trabajé en una ONG gestionando una bolsa de trabajo que llamó una mujer para preguntarme por alguna persona que pudiera cuidar a su padre, yo le dije que sí, que justo había llegado una mujer que se formó como enfermera en Angola, entonces la mujer me preguntó: “¿pero es muy negra? ¿cuánto de negra? Es que a mi padre le puede dar miedo.” Es muy fuerte el rechazo a las personas negras oscuras en el espacio de los cuidados, que es un trabajo que poca gente blanca quiere realizar, porque las personas blancas piensan que sus mayores se van a asustar.

Cuando las mujeres empiezan a contar, siempre con mucha timidez, descubres unas historias muy potentes y muy duras. Crianzas en solitario, sin poder ver a sus hijes todo lo que habrían querido, sin posibilidad de trabajar en otros espacios porque la sociedad no lo contempla, pero es que tú tampoco lo crees, porque has tragado con el discurso con respecto a las personas que son como tú.

En un país tan profundamente negrófobo como España, existe el imaginario del joven y/o la mujer negra que hacen los trabajos más duros, pero jamás se piensa que lleguen a la tercera edad, ¿esto qué implica?

Si todavía hay gente que me felicita por lo bien que hablo español, que además es un idioma que se habla en muchos países, -otra vez esta amnesia colonial inoculada por las instituciones para que se tengan según qué imaginarios-, si sigue existiendo una incapacidad para entender que habemos muchas que ya hemos nacido aquí, si yo sigo siendo considerada una rara avis de la población, ¡imagina la gente mayor! A mi padre durante muchos años nadie le calculaba su edad, y yo pensaba: Si a mi padre le pasa algo, ¿mi padre no genera la misma ternura porque no se le lee de la edad que es? Si vamos en el metro, ¿le van a ceder el asiento? [igualmente nunca se lo ceden, dice entre risas], si mi padre se pierde ¿alguien se va a acercar para ayudarle? En cuanto a las mujeres, sumemos que en la mayor parte de los casos se han dedicado a la limpieza y los cuidados, que son personas con cuerpos rotos que están teniendo jubilaciones muy complicadas en términos económicos porque durante mucho tiempo no se les dio de alta en la seguridad social y que tienen enfermedades laborales muy serias. A las personas que migran siempre se las tiene como recién llegadas, pensar en mostrar a gente que ya está jubilada, que tiene una vida aquí, es importante.

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Foto de Lucía Mbomío durante el making off del proyecto

¿Cómo es para ellos envejecer en un país que no les vio nacer? ¿Cuál es el papel de la familia para el arraigo a esta tierra?

Hay quienes dicen que ya no saben de dónde son porque han pasado por varios países. Decía Marcos Suka: “Yo nací en Guinea Ecuatorial, de padres cameruneses, he vivido en Camerún, he vivido en España, yo soy de dónde estoy.” Decía sin embargo, Anacleto Bokesa: “Mis hijos entiendo que se sientan de España, yo toda mi vida me consideraré africano y si no puedo envejecer en Guinea Ecuatorial, teniendo un huerto mi pueblo en Basakato, me gustaría irme a cualquier otro país africano.” Esto es algo muy personal, relacionado con las historias de vida de cada cual, pero hay una parte importante que se plantea la posibilidad de volver a sus países al momento de la jubilación. Algunos tienen su placenta enterrada en el lugar en que nacieron, ellos entienden que tienen que volver ahí, como las tortugas que siempre vuelven a la playa en la que desovaron los huevos de los que nacieron. Hay un arraigo literal y figurado con la tierra, grandísimo, tanto que la placenta está enterrada ahí. Sin embargo, cuando cumples años, tienes más miedos y cada vez dejas más anclas en el país en el que te has asentado, aunque nunca consideres que es el tuyo, o en el que nunca consideren que tú eres de ahí. Mi padre, por ejemplo, siempre dijo que quería ser enterrado en Guinea, ahora dice: “Que me entierren donde están mis hijos.”

¿Hay alguna diferencia con los procesos de vejez/soledad, etcétera, con las personas blancas?

Sí, y no solo eso, sino que en algunos casos también tienen la sensación de sentir que se han fallado, porque su idea era venir aquí solo un rato. Hay una sensación de fracaso no por no haber triunfado, que es algo que se piensa sobre las personas migrantes, sino porque el triunfo habría sido volver a sus países y haber contribuido a hacerlos más prósperos y eso no ha pasado.

Entre esta sensación y que buena parte de los grupos de amigos eran africanos que se encontraron cuando llegaron aquí y que se apoyaban mucho entre ellos, pues los y las mayores siguen en el escenario, mientras que los actores van desapareciendo. No es fácil hacer nuevas amistades cuando te vas haciendo mayor, cuando eres más vulnerable. Si pensamos además que el racismo se mantiene, hacerse mayor es muy duro.

Cuando yo le pregunto a mi padre cómo ve la posibilidad de ir a un centro de mayores, no porque yo quiera que vaya sino por preguntarle, él me responde que sería la muerte, y explica que posiblemente no compartirá temas con la gente, porque para él una parte fundamental de sus conversaciones tienen que ver con el continente africano, con la actualidad africana, la nostalgia, la morriña y eso le faltaría mucho. También hay cosas en cuanto al uso del lenguaje, que si es verdad que ahora mismo estamos trabajando, son temas que no están llegando a las personas mayores, quiero decir, mi padre no puede ir ahora a un centro de mayores y que alguien le diga: “Ey, te ha dado mucho el sol”. Ya se ha librado de este racismo no relacionándose con determinado tipo de personas como para ahora, en una etapa tan vulnerable como la vejez, tener que soportarlo.

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Fotos de Laurent Leger Adame son parte de la exposición "Afromayores. Alcorcón y Periferias"

¿Qué significa para la comunidad afro poder construir memoria y genealogía?

Imagino que para cualquier comunidad migrante y racializada tiene que ver con primero, conocer a nuestros referentes para así poder redefinirlos, porque muchas veces asociamos los referentes a las luces, los pioneros y está bien, porque necesitamos saber que ha habido gente que es como nosotras que ha llegado a determinados sitios, pero también son referentes y hay que celebrarlos, las personas de nuestro cotidiano, los referentes de cercanía. Todas las personas que han llegado aquí, que han hecho lo que han podido, como han podido y con lo que han tenido, que han vivido mucho y mucho muy malo y que han contribuido a que hoy estemos en un peldaño o dos más arriba de donde comenzaron ellos, ellas y elles y esto es fundamental. Para mi estos son mis referentes.

¿Qué sigue y para donde va Afromayores? y sobre todo ¿Qué necesita? ¿Cómo podemos apoyar?

La idea es que no pare. Hemos hecho ocho entrevistas y nuestra idea es poder conseguir a más personas de muchos más países.

También nos gustaría que si se hacen coloquios con las personas afromayores, puedan recibir un pago, porque en muchos casos han migrado ya con cierta edad, o han estado trabajando sin contrato y tienen pensiones muy pequeñas de jubilación y nos gustaría que esas personas pudieran cobrar, dado que sus vidas han sido duras, que sus jubilaciones sean más amables.

Para la exposición que vamos a inaugurar hemos tenido que adelantar nosotras el dinero, porque no tenemos ningún fondo. Tanto el traslado a las entrevistas, como el proceso de producción y postproducción corre a cargo de nosotras. Les invitamos a venir a la exposición, conocer el proyecto a través de nuestras redes.

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Cartel que anuncia la exposición, con foto de Laurent Leger Adame y que estará abierta en el Centro Municipal de las Artes de Alcorcón, del 30 de septiembre del 17 de octubre de 2023

La exposición se titula "Alcorcón y periferias”, el título ¿de dónde surge?

Porque las personas migrantes suelen establecerse en las periferias de las ciudades, por una cuestión económica y porque se establecen en lugares a donde otras personas migrantes llegaron antes. Lo que para ellos fue una casualidad, para nosotras, hijas, hijos, hijes, ha sido uno de los pocos espacios de reivindicación y reconocimiento identitario. Nos parece importante hablar de las periferias porque en una época en la que parece que solo en Lavapiés hay personas no blancas, resulta que en las periferias eso lleva pasando mucho tiempo sin el brilli-brilli que se le pone a lugares céntricos. En Móstoles ya había un barrio al que llamaban Malabo 2 en los años 70 y 80.

En lo personal, ¿qué te produce llevar adelante un proyecto como este?

Afromayores es lo más bonito que he hecho hasta ahora. Estoy super orgullosa, no porque sea perfecto ni mucho menos, sino porque siento que esa gente lo merece todo, porque cada día que paso en sus casas no solo aprendo y como muy bien [risas], sino que comparto con personas con las que me gustaría pasar semanas hablando y escuchando y porque tenemos una deuda, porque esa gente lleva mucho tiempo en silencio, padeciendo mucho y callando demasiado y eso nos ha llevado a donde estamos.

Mi padre me dijo hace poco: “Tú te estas quedando mucho material para cuando yo me vaya al otro mundo y no vuelva, pero yo no sé si vas a tener fuerza para verlo, porque yo no puedo ver la fotos de mis hermanas”, yo le dije: me va a doler al principio, pero este es el mejor regalo que me voy a hacer.

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