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Libreras, editoras y feministas muestran su indignación ante el Premio Planeta a tres hombres bajo el pseudónimo de Carmen Mola

Miércoles 20 de octubre de 2021

Critican que se trata de una gran maniobra de marketing y de un ataque frontal al esfuerzo de las mujeres por ver reconocido sus derechos en el mundo editorial. En 2020, el 61% de las obras inscritas fueron de hombres y el 38,5%, de mujeres.

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Los guionistas y escritores (i-d) Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez, recogiendo el Premio Planeta a Carmen Mola. — Quique García / EFE

madrid 18/10/2021 Marisa Kohan Público

Tres hombres y no una mujer están detrás de la obra La Bestia firmado con el seudónimo de Carmen Mola que este pasado viernes se llevó el Premio Planeta 2021. La web de la editorial que lista todos los premios concedidos a lo largo de su dilatada historia, sigue reflejando que la distinción se la llevó Carmen Mola, en lugar de listar el nombre de los guionistas Antonio Mercero, Agustín Martínez y Jorge Díaz. Ellos fueron los que dieron vida a los tres libros de novela negra La novia gitana (2018), La red púrpura (2019) y La nena (2020) publicados en los últimos cuatro años con un gran éxito por la editorial Alfaguara, del Grupo Penguin Random House.

Haciendo un recuento de los 70 años de historia de los Premios Planeta, tan sólo 17 mujeres, frente a 52 hombres (bueno, 54 teniendo en cuenta que el último recayó en un trío) han recibido este reconocimiento de una de las editoriales más potentes y con más músculo en el mercado. Curiosamente, también este año, la editorial decidió incrementar la cuantía de su premio, desde los 600.000 euros, al millón que se repartirán los tres ganadores.

Han sido muchos los que han salido en defensa de los tres guionistas y de las editoriales, afirmando que este premio demuestra que no importa si se es hombre o mujer para conseguir un galardón y tener éxito y que Carmen Mola es el claro ejemplo del empuje de las mujeres en la industria editorial. O que cualquiera, independientemente del sexo puede tener éxito. La editorial Alfaguara ha mantenido un contrato de confidencialidad para no desvelar los nombres que estaban detrás de la supuesta autora, pero también fue proactiva en alimentar el mito de la mujer humilde, de mediana edad, maestra de instituto con tres hijos, que por las noches escribía best sellers en su casa con un altísimo contenido de violencia y detalles escabrosos sobre asesinatos, gusanos que se comían en cerebro de sus víctimas y detalles que pocas autoras e incluso autores, se atreven a reflejan en sus libros. Un compendio de acciones y personajes que a muchos han llevado a pensar que tras la autoría había en realidad, al menos, un hombre y que los libros perpetuaban y se regodeaban en las violencias que sufren las mujeres, abundando en detalles escabrosos y sin ningún matiz ni tacto.

La realidad en el mundo editorial de las mujeres, sin embargo, dista mucho de esta historia de superación personal y de reivindicación de los nombres femeninos en las portadas. En 2018, el Ministerio de Cultura desvelaba que los hombres publicaban el doble que las mujeres; que de los 55.501 títulos inscritos, el 61,6% eran de hombres y el 32,1% de mujeres, y que otro 6,3% no constaba la autoría. Esto significa que, ellos presentaron 34.183 obras y ellas 17.801. Este fue el primer año en que el ministerio ofrecía datos desagregados por sexo.

Los últimos datos hechos públicos por Cultura muestran que ha habido poco avance en los últimos dos años. De las 54.509 obras publicadas en 2020 que se corresponden con un solo autor, el 61,1% estaban firmadas por hombres, el 38,5%, mujeres, y otro 0,4%, no consta. Es curioso observar cómo se ha reducido la cifra de obras en las que no constaba su autoría y cómo esta cifra casi exacta es en la que se ha incrementado el número de libros firmados por mujeres (un 6,4%).

Tradicionalmente, han sido las mujeres las que han cambiado su nombre para pasar por hombres y poder publicar. Esto ocurre desde hace siglos. Mary Shelley publicó su Frankenstein en 1818 con seudónimo masculino porque ningún editor publicaría su obra o aceptaría que una historia tan truculenta pudiera salir de la cabeza de una mujer. A lo largo de la historia fueron muchas las que siguieron ese mismo camino. Sin ir más lejos la autora de la saga de Harry Potter siempre firmó como JJ Rowling, para no desvelar su identidad de mujer por temor a que sus libros no fueran publicados. Entonces, ¿por qué querría un hombre (en este caso tres) firmar como una mujer? ¿De qué ventaja editorial estamos hablando?

Para varias de las consultadas, se trata abierta o encubiertamente de un ataque al feminismo y tiene como objetivo el punto de flotación de los derechos de las mujeres. "Se subieron al carro del auge que el feminismo ha cobrado a partir del año 2017 y esto lo han explotado a conciencia las editoriales", afirma a Público Alba Varela Lasheras, responsable de la Librería Mujeres de Madrid, que lleva más de 40 años de existencia.

"Creo que los mismos autores se dieron cuenta de que hacer libros tan violentos, y tan truculentos iba a ser mal recibido y generaría indignación si éstos estaban firmados por hombres. Imagino que se dieron cuenta de que había algo nuevo en que una mujer escribiera tan gore, relatos tan duros, con todo lujo de detalles, como regodeándose en los detalles más truculentos de la violencia hacia las mujeres. Y una forma de protegerse de esas críticas era ponerse un nombre de mujer. ¿Vamos a decir cosas muy brutas?, pues usemos un nombre de mujer. ​Si un hombre escribiera de esa manera, habría una fuerte reacción", añade Varela Lasheras.

Durante el fin de semana, después de anunciarse el Premio Planeta, la librería Mujeres y Compañía, hizo público en sus redes sociales que retiraba todos los libros de Carmen Mola y los devolvía a la editorial. Se trata de una librería especializada en obras de mujeres y, tras desvelarse el engaño, no tenían cabida en sus estanterías. Desde ese anuncio, sus responsables explican que han recibido un aluvión de mensajes amenazantes, que sus redes y la librería que se han llenado de troles e insultos, y que las han acusado de censura y de feminazis. "No queremos hablar", afirma una de sus responsables. "Que una librería especializada retire un fondo que no es de su especialización, no es noticia. Lo que es noticia es que tres hombres se hayan hecho pasar por una mujer desde 2018, el mismo año en el que sólo un 32% de los libros registrados tienen autoría de mujeres. Cuanto menos es un timo. Y como librería coherente y especializada decidimos quitarlos de nuestros fondos".

Este no fue el caso de la Librería Mujeres. Tal como explica su responsable, "nosotras no los retiramos, porque no hemos tenido jamás los libros de Carmen Mola. Me leí el primero y dije que era obra de un señor y lo he dicho a quien me ha querido oír. El auge de Carmen Mola ha sido una estrategia muy pensada y realizada. No es cierto, como dicen los autores, que el nombre fue elegido al azar y que daba lo mismo que fuera de mujer o de hombre. Esto es un estrategia de marketing muy diseñada", añade Varela Lasheras.

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