Lunes 21 de octubre de 2013
Las activistas lideran una campaña contra una norma que consideran anacrónica
La reivindicación es un símbolo del tira y afloja entre los fundamentalistas y los liberales del régimen
Ángeles Espinosa Dubai 19 OCT 2013 El País
La prohibición de que las mujeres conduzcan vuelve a cuestionarse en Arabia Saudí, el único país del mundo con semejante anacronismo. Las activistas han convocado el próximo día 26 una “jornada de desafío” animando a las saudíes a ponerse al volante. Su campaña, bloqueada por las autoridades dentro del reino, ha superado las 15.000 firmas de apoyo, pero algunas entusiastas no han podido esperar. Madiha al Ajrush, Amira al Munif y Azza, entre otras, se han dejado grabar mientras conducían por las calles de Riad estos días. La presión de algunos retrógrados llevó al cuartelillo a una de ellas y a Eman al Nafjan, la amiga que las filmaba. A diferencia de hace dos años, no ha habido detenciones.
“La cuestión no es tanto conducir ese día como demostrar que la sociedad está preparada [para que las mujeres conduzcan]”, explica por teléfono Aziza al Yusef, una profesora de la Universidad Rey Saud. “Si salen mil chicas y las detienen, no vamos a ninguna parte”, opina esta veterana activista por los derechos de la mujer y de la infancia, convencida de que existe respaldo social para acabar con el tabú.
La mejor prueba de ello, los gestos de aprobación que las conductoras han conseguido estos días. En varios de los vídeos colgados de YouTube por Al Nafjan, una activa bloguera que no sabe conducir, se ve a los ocupantes de otros coches animando a las automovilistas.
“He observado que al 99% de la gente en la calle le da igual, o manifiesta su apoyo. Solo nos hicieron una peineta y un par de muecas”, tuiteó tras su reciente paso por comisaría. Incluso ha contado que unos policías de tráfico hicieron caso omiso de un hombre que intentaba ponerlas en evidencia. Al Nafjan también resta importancia al tipo que ha amenazado con ametrallarla en su domicilio. “Hay muy pocos como él”, asegura.
El Consejo de Ulemas advirtió hace dos años de que permitir que las mujeres condujeran acabaría con la virginidad y aumentaría la homosexualidad y la prostitución
Aún así, quienes se oponen a que las mujeres conduzcan lograron que la policía pusiera fin a su esfuerzo por documentar las idas y venidas de las automovilistas por Riad. No pudo grabar a todas las que se lo habían pedido. Aunque no haya imágenes, otras han estado conduciendo en Al Jobar (al este del país) y en Yeddah (al oeste). Y se espera que más aún lo hagan el día 26. Todas las que se ponen al volante disponen de carnés de conducir expedidos en otros países.
“No hay transporte público, pero las mujeres van a la universidad y trabajan. Es como si a un ser humano le cortaran las piernas. No hay otra solución al problema”, defiende Al Ajrush, que estuvo conduciendo el jueves por la capital saudí. Esta psicoterapeuta y fotógrafa se muestra convencida de la necesidad de “hacer presión” para cambiar una situación que considera insostenible.
Muchos hombres saudíes están de acuerdo. No todas las familias pueden permitirse un conductor. Algunos se quejan de que tienen una doble jornada laboral, en su trabajo y como chóferes de sus esposas, madres, hermanas e hijas.
23 años de protestas
El 7 de noviembre de 1990, después de ver conduciendo a las soldados estadounidenses que formaban parte de las tropas desplegadas en Arabia Saudí para repeler la invasión iraquí de Kuwait, medio centenar de mujeres tomaron las calles de Riad al volante de sus coches familiares. Tras pasar 24 horas en comisaría, las autoridades les retiraron los pasaportes y algunas perdieron sus trabajos. Además sufrieron una humillante campaña de desprestigio.
No fue hasta 2007 cuando la Asociación para la Protección y Defensa de los Derechos de las Mujeres en Arabia Saudí, fundada por Wajeha al Huwaider y Fawzia al Uyyoni, volvió a abordar el tema en una petición al rey Abdalá que reunió 1.100 firmas. Al año siguiente, en el Día Internacional de la Mujer, Al Huwaider se grabó conduciendo y colgó el vídeo en YouTube.
Hace dos años, al hilo de la primavera árabe, un grupo de activistas utilizó Facebook para animar a las saudíes a ponerse al volante el 17 de junio. Antes de esa fecha, varias mujeres difundieron vídeos en los que se las veía al volante. Pero la detención de Manal al Sharif cuando conducía en Al Jobar, una ciudad de la Provincia Oriental, envió un poderoso mensaje y aguó la cita. Convertida en el rostro de la iniciativa, Al Sharif se dirigió el año pasado al monarca para pedirle que acabara con el anacronismo.
“Si no nos movilizamos, nadie va a hacerlo por nosotras. No va contra la religión, ni contra la ley”, insiste Al Ajrush, una pionera que ya participó en la caravana de 1990 y de nuevo hace dos años. En la primera ocasión, la policía se incautó de todos los negativos de su estudio; en la segunda, perdió su trabajo en la empresa de consultoría en la que trabajaba.
En principio no es ilegal que las mujeres conduzcan, como ha reconocido recientemente un miembro de la Comisión para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, la policía religiosa. En las zonas rurales las beduinas siempre lo han hecho sin que nadie se lo impida, sin embargo en las ciudades es otra cosa. El asunto se ha convertido en un símbolo del tira y afloja entre los fundamentalistas y los liberales del régimen. Las autoridades se parapetan en la falta de aceptación social para no dar un paso al que se oponen los sectores más retrógrados. Un informe de Consejo de Ulemas, la más alta autoridad religiosa saudí, advirtió hace dos años de que permitir que las mujeres condujeran acabaría con la virginidad y aumentaría la homosexualidad, la prostitución y las tasas de divorcio.
Pero algo está cambiando. Las activistas han notado que la campaña ha encontrado “bastante menos” oposición que en anteriores ocasiones. Apuntan al reciente anuncio de que la policía religiosa no va a detener a las conductoras como un avance. Además, cuando en un intento por contrarrestar su efecto, un clérigo ha salido con la perla de que conducir “afecta a los ovarios y la pelvis”, y que “las mujeres que lo hacen con asiduidad dan a luz a niños con problemas”, los saudíes se han burlado de él en las redes sociales.
Al Nafjan considera “un buen signo” que los policías que pararon el coche conducido por su amiga Azza se mostraran “sonrientes, tranquilos y con una actitud positiva”. Varios de ellos le dijeron que, a título personal, apoyaban que las mujeres condujeran, pero que tenían que cumplir su obligación.
“Ni yo ni ningún hombre somos quién para dictarles lo que pueden o no pueden hacer, y muchas mujeres carecen de medios económicos para costearse un conductor”, expone Zaki Safar, un joven ingeniero que ha firmado en apoyo de la campaña. “Si ganan 3.000 o 4.000 riales [600 o 800 euros] y tienen que pagar 2.000 a un chófer, no les queda para vivir; además, ese dinero se va fuera del país”, argumenta.
A pesar de todo, las activistas no esperan una respuesta inmediata por parte de las autoridades. “Es un gesto simbólico, pero la presión tiene que continuar”, concluye Al Ajroush. De momento, el Consejo Consultivo (Shura) designado por el rey ha desestimado una petición de tres mujeres miembros para debatir el asunto.