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‘La bici de Lola’ de Laia Pibernat i Mir, Alba Barbé i Serra y Judit Piella

Lunes 15 de mayo de 2023

“Cualquier persona tiene que poder hablar con criaturas de violencia sexual intrafamiliar”

Laia Pibernat i Mir, Alba Barbé i Serra y Judit Piella son autoras de ‘La bici de Lola’, un álbum ilustrado luminoso para abordar un tema oculto como son las violencias sexuales contra la infancia en el entorno familiar.

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Una de las ilustraciones de Judit Piella en ‘La bici de Lola’.

Patricia Reguero Ríos 27 abr 2023 El Salto

Llevar a un álbum ilustrado conceptos como resiliencia, reparación o revelación del secreto para proporcionar una herramienta con la que hablar con peques de violencia sexual intrafamiliar es lo que se han propuesto Laia Pibernat i Mir, Alba Barbé i Serra y Judit Piella. Lo hacen a través de una bici, un timbre y un grupo de amigos, y el resultado es el cuento La bici de Lola (Ediciones Bellaterra, 2023), disponible para descarga en tres idiomas.

Nos sobran tabús y nos faltan recursos, dicen las autoras, para hablar con personas pequeñas de un asunto que permanece en la zona de sombras en primer lugar para las personas adultas. La realidad es esta: cuando se habla de violencia sexual intrafamiliar contra la infancia, el 84 % de los abusadores son conocidos por los niños y niñas. Entre los espacios más comunes destaca el entorno familiar con casi la mitad de los casos (el 49,5%), donde alguno de los perfiles de abusador más frecuentes son el padre (24,9 % del total del entorno familiar y 12,3% del total), otro familiar no identificado (19,7 % del entorno familiar y 9,7% del total), la pareja de la madre típicamente masculina (18,8 % del entorno familiar y 9,3 % del total), el abuelo (12,2 % del entorno familiar y 6 % del total) o el tío (6,6 % dentro del entorno familiar y 3,2 % sobre el total). Es lo que recoge el informe de Save The Children Los abusos sexuales hacia la infancia en España.

Cualquiera debería poder hablar con niños y niñas sobre violencia intrafamiliar, mantiene Alba. Tal vez, si esto se hiciera, dice Laia, dejaríamos de ver cómo la violencia sexual en la infancia permanece décadas en el olvido hasta que quienes la sufren son capaces de identificarla y revelarla. La bici de Lola pretende ser una herramienta para ello, y una de las claves es la ilustración de Judit —luminosa y azul— y el trabajo que ha puesto el foco en hacer inteligibles a adultas y peques no sólo cómo identificar las violencias, sino también cómo repararlas en común.

“Violencias sexuales contra la infancia” no parece un tema muy atractivo cuando te pones a pensar en una historia dirigida a público infantil. ¿Por qué decidís tratar este tema?

Laia: Precisamente por lo que nos cuesta a las adultas hablar de ello. Las violencias sexuales contra la infancia atraviesan muchísimos tabús sociales: la sexualidad, la sexualidad infantil, los conflictos intrafamiliares. Se hace difícil que las pequeñas se expresen porque estos temas no forman parte de la realidad, con lo cual las pequeñas entienden que son temas de los cuales no se habla. Y, por parte de las personas adultas, faltan recursos.

Judit: Un álbum ilustrado al final es un medio de comunicación no solo para hablar de cosas bonitas, sino que es un recurso para comunicar cosas que creemos interesantes e importantes.

Alba: No sé si es atractivo, pero abordar o sacar a la luz aquello oculto y que forma parte del secreto, para mí sí lo es en el sentido de que es una apuesta para generar el campo de posibilidades para que las violencias sean desterradas. la bici de lola 2

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Laia Pibernat i Mir, Alba Barbé i Serra, autoras del texto de ‘La bici de Lola’, y Judit Piella, quien se ha encargado de las ilustraciones.

El libro está lleno de símbolos. ¿Cómo encontrar el equilibrio entre transmitir el mensaje de una forma metafórica que dé lugar a una conversación entre peques y adultas y que, a la vez, no sea demasiado inaccesible para un público infantil?

Laia: Hay una eficacia simbólica que permite que no haga falta conocer el significado atribuido a los símbolos para que estos se transmitan. Hemos sido educadas en el heteropatriarcado con todos los cuentos clásicos y nadie nos estaba contando las metáforas que había detrás del lobo y la Caperucita. Todas las metáforas que nosotras sabemos que hay y que explicitamos desde el conocimiento adulto no tienen por qué ser entendidas y comprendidas por los pequeños, ni siquiera transmitidas. Una cosa es lo que entendemos las adultas, o lo que las adultas somos capaces de leer entre líneas que hay en el cuento, y otra cosa es cómo lo explicamos o compartimos con las pequeñas, que son dos dimensiones distintas. Por nuestro trabajo de campo sabemos que en la violencia sexual intrafamiliar hay que ir más allá del miedo, y en el caso de Lola, ella tiene miedo a la tormenta pero no a su tío. Esto es algo propio de este tipo de violencias: cuando es una persona conocida, el miedo no es previo, no hay conciencia de riesgo, por eso es mucho más que miedo, un tema que sí que se ha abordado en otros cuentos. Los símbolos permiten aportar también esa complejidad.

Alba: La socióloga Sara Ahmed explica cómo se realizan las lecturas sobre aquello que es de riesgo y lo que no, y cómo esa lectura depende de todas las historias previas que hay en torno a un elemento. Ella dice que el relato de la comunidad sobre el riesgo se incorpora de tu entorno sociocultural, incluso cuando no te has relacionado directamente con aquel elemento que te produce miedo. Justamente, cuando hablamos de violencias sexuales en la infancia, hablamos de una persona pequeña que está con una persona adulta donde no hay una idea previa del riesgo, donde la persona previamente no tiene miedo de la persona adulta. Las agresiones sexuales en el entorno de las familias se dan cuando una persona está en un momento de máxima vulnerabilidad, que es cuando también se siente con un mayor confort o entorno de protección. Esto hace que las violencias no sean identificadas o cueste mucho identificarlas.

Creemos que para hacer prevención no hay que educar en el miedo a las personas que te quieren pero, igual que una criatura cuando va a saltar de una pared hacia abajo sabe que existe un riesgo y no le invitamos a no hacerlo sino a que valore la distancia, cuando hacemos prevención de las violencias no decimos que hay que tener miedo a personas, sino que las cosas que a uno le hacen sentir incómodo se tienen que poder parar y se tienen que poder comunicar. Aquí está el gran papel del secreto. Con las peques, o cuando formamos a educadoras, decimos que tenemos que recordar a las peques que un secreto tiene que ser corto en el tiempo, durar un tiempo muy concreto y tener una finalidad concreta. Pero que, si hay miedo, temor o tristeza, se tiene que revelar y, sobre todo, tienes que poder hablar del secreto con otra persona y más si es una persona adulta tienes que poder hablar de este secreto con otra persona adulta.

Habéis dado algunas claves de cómo hablar con un peque de violencias pero, ¿hace falta tener una formación para hablar con tu peque de esto?

Judit: Yo no tengo formación ni soy experta en el tema. Pero al final es un álbum ilustrado que tiene muy poco texto y mucho dibujo, de manera que puedas hacer tuyo el cuento y explicarlo de la forma en que te sientas cómoda. Solo con el hecho de estar explicando este cuento ya estás dando un paso, no hace falta ser experto ni usar tecnicismos.

Laia: Creo que tenemos que diferenciar entre la dificultad y la complejidad. Abordar cuestiones en las que los adultos hemos sido educados en el tabú a veces nos es difícil, nos crea resistencias internas a las adultas. Una vez sobrepasada esta resistencia, no necesitamos la formación técnica, necesitamos consejos muy sencillos y sobre todo bajar estas exigencias de ser la supermami o súperpapi que lo va a explicar perfectamente. Hablar de ello, abordar las cuestiones de la manera más simple posible, sin toda esa carga moral que como adultas conocemos que hay detrás de la cuestión, sin esa magnitud de la ofensa de la que las adultas somos conscientes. Te pongo el ejemplo de una compañera que lo contó sin previo aviso, porque la pequeña de tres años encontró un libro encima de la mesa y se lo tuvo que contar sin saber si estaba lista. La pequeña explicó que le había gustado la bici, que Lola estaba triste porque no encontraba el timbre, que a la protagonista no le gustaba que le abrazara su tío. Y eso a la madre le dio pie para hablar de cómo a veces los adultos abrazan muy fuerte a los niños y a ellos no les gusta. Este libro permite esto con tres años y permite otras cosas con ocho o nueve.

Entonces, ¿quién debería hablar a los peques de violencia sexual en la infancia?

Alba: Creo que debemos responsabilizarnos todas las personas adultas que nos relacionamos con peques. Porque hablar de violencias sexuales no es hablar de sexualidad puramente, es hablar de derechos humanos y de derechos de las criaturas. Cualquier persona que se sienta con la voluntad de hablar sobre derechos humanos tiene que poder hablar, ahora, unas tenemos más responsabilidad que otras, y esas son las personas que tienen un papel como agentes de transmisión de valores tan fundamentales la escuela y entornos educativos.

Una palabra que me parece clave es “resiliencia”, que es la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”.

Laia: Sí, y no solamente como un proceso individual, sino como un proceso que forma parte del colectivo. Las violencias hay que abordarlas desde una mirada también sistémica, colectiva y comunitaria. Tenemos que revisar nuestra cultura de reparación en los conflictos intrafamiliares y qué rol juega la comunidad. Tenemos una cultura de que la ropa sucia se limpia dentro de cada casa y tenemos que ver cómo abrimos este debate a una visión más comunitaria. Y ahí es muy importante que Lola repara su bicicleta junto con su hermana mayor, que es otro miembro de su familia que la protege, y junto con su pandilla.

Judit: De hecho, si miramos a la duración del cuento, vemos que la parte más oscura es muy corta y la mayor parte del cuento está hablando sobre todo del proceso de reparación, de cómo con amigos, con la hermana o con su madre consigue ir reparando la bicicleta. Era un giro que queríamos dar a esta historia, que no sea una cosa oscura y triste. Esto existe, pero hay todo este proceso al que hemos querido darle fuerza.

Alba: Claro, en ese sentido hemos intentando mostrar varias circunstancias en las que Lola va reparando su bicicleta desde que se rompe. Por ejemplo, enderezar el manillar es una metáfora de la resiliencia. Aquello que ha perdido su forma puede volver a su lugar dando golpes, sacando también la rabia, la fuerza, en un proceso con sus amistades.

La “autorrevelación” es una de las características más propias de los abusos sexuales. Se revelan muy tarde, muchas veces décadas después. Y, sin embargo, aquí hay una niña que es capaz de revelar.

Laia: La revelación se da cuando hay olvido. Si no, no hace falta la revelación. El olvido es una estrategia de supervivencia y hay que decir que es legítimo que una pequeña olvide como estrategia de sobrevivir y para gestionar una confusión y un misterio de algo que no sé muy bien interpretar. Seguramente si hubiera un terreno en el cual las más pequeñas tuvieran referencias previas, ese olvido no se daría porque no habría confusión. Pero eso no lo sabemos. En este caso, no sabemos si la protagonista ha sufrido otros episodios y los ha olvidado, lo que vemos es que la niña es capaz de interpretar su malestar con el tío y es capaz de mostrarlo a través de un alter ego que es su bicicleta. De esa manera le puede decir a su madre que la bici tiene miedo y la madre, en lugar de decirle “no digas tonterías”, tira del hilo, y le pregunta a qué tiene miedo de la bici. Es decir, entra en este diálogo con la estrategia de fantasía de la pequeña. No podemos pretender que las pequeñas identifiquen claramente lo que ha sucedido, lo teoricen, lo reflexionan y nos expresan como como quien hace una tesis doctoral. Las pequeñas hablan con sus propias estrategias y esto es lo que tenemos querido validar, que las pequeñas validen sus propias estrategias de expresión, sea cual sea.

En ese sentido, el libro también es para las personas adultas…

Laia: Totalmente, la madre es un referente de la persona adulta que está atenta, que escucha, que entra a dialogar con estas cuestiones. De hecho, tener un cuento en casa a las primeras que impacta es a las adultas. Nos reímos cuando nos preguntan para qué edades es: es para todas las edades, empezando por las adultas.

Alba hace un rato decía que no se trata, que no lo veis como un libro de educación sexual, sino de derechos humanos. ¿Esto no es también educación sexual?

Alba: Decía que no es un libro de educación sexual propiamente, sino que está en un marco mucho más general que los derechos humanos fundamentales. Era una forma de decir que el marco de la educación afectivo sexual es un marco de derechos humanos y de prevención de violencias.

Laia: Si coges el informe de Save The Children último ahí tienes que un 90% de las personas que cometen agresiones con peques son hombres. El 84% de nuestro ámbito conocido y un 50% dentro del núcleo familiar: 25% padres, 25% personas cercanas como la pareja de la madre, tíos, etcétera. No podemos dejar de enmarcar este libro dentro del marco de las violencias de género, no va por el hecho de que sean hombrres sino por las dinámicas de estas violencias.

Pese a abordar un tema oculto, la ilustración es luminosa.

Judit: Me ha ayudado más tratarlo como dibujo cualquier otra cosa. Vi que al final querían que yo lo ilustrara porque les gustan mis colores, mi luz. Entendí que no tenía que cambiar lo que hago por estar abordando este tema. Cuando hice este clic es cuando se me hizo todo fácil. Además, hemos hecho equipo para tratar cada página.

Alba: Ha sido un diálogo muy bonito, porque al principio no teníamos un texto sino uina historia pensada en fotogramas. El reto ahora como autoras ha sido crear una historia a base de fotogramas y, para Judit, escuchar a las autoras pesadas que le decían cada detalle de cómo teníamos que dialogar esta construcción.

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