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Hubo un tiempo en el que no eras una esclava

Viernes 6 de enero de 2017

La Mujer en Escena es un proyecto que se desarrolla en Madrid desde enero de 2016 y que nace del deseo de generar un espacio teatral de pensamiento crítico, feminista y contrahegemónico.

Deyanira Schurjin 19/12/16 · Diagonal

"Hubo un tiempo en el que no eras una esclava, recuerda eso. Andabas sola, llena de risa, te bañabas con el vientre desnudo… dices que no hay palabras para describir esa época, dices que no ha existido. Pero recuerda. Haz un esfuerzo para recordar. Si no lo consigues, inventa".

Monique Wittig

Nuestro mayor problema como creadoras, artistas y feministas es que, como nos advierte Teresa de Lauretis, "la mayoría de las teorías disponibles de lectura, escritura, sexualidad, ideología o cualquier otra producción cultural, están construidas sobre narrativas masculinas de género, tanto edípicas o anti-edípicas, limitadas por el contrato heterosexual".

Para construir un pensamiento crítico hay que armarse de valor, de sabiduría, de ingenio, de empoderamiento, y para ello se hace fundamental realizar una deconstrucción a la vez que una genealogía del pensamiento canónico.

Rescatar a las pensadoras críticas con el sistema patriarcal y capitalista, que nos permita comprender plenamente los planteamientos de la cultura hegemónica, a la vez que hacer justicia con aquellas que tuvieron el coraje y la lucidez de ser disidentes del orden establecido, y seguir sus pasos. Para, y entonces sí, reescribir y resignificar las narrativas culturales, artísticas y semióticas.

La Mujer en Escena es un proyecto que se viene desarrollando en Madrid desde enero de 2016. Nace del deseo de generar un espacio teatral de pensamiento crítico, feminista y contrahegemónico. Que reivindique un teatro político y politizante y de cabida a descubrir una dramaturgia, por lo general inaccesible, de mujeres combativas que nos enseñan el teatro como un dispositivo que acompaña y nutre a la lucha, que denuncia, visibiliza, nombra.

Pero también, y al mismo tiempo, un lugar de capacitación para revelar la misoginia que soportan incontables personajes femeninos, tanto clásicos como modernos, pasados y contemporáneos, y para nada condenarlos sino más bien lo contrario, defenderlos, rescatarlos, darles el lugar que se merecen en la historia: Clitemnestra no será nunca más una pérfida mujer que cometió la inicua acción de tramar la muerte contra su esposo legítimo sino aquella que no pudo soportar el despecho, la humillación, el agravio de un hombre homicida, colonizador, un violador encubierto por la prosa. Y se rebela.

De ahí que hayamos querido crear un espacio de adquisición de los discursos feministas críticos para aplicarlos en el terreno teatral, y con ello, desarrollar un teatro político feminista que refuerce la capacidad creativa y genere nuevos valores antipatriarcapitalistas.

La propuesta, entonces, no es la de adquirir un método teatral para el buen actor sino formarse en un espacio reflexivo y de debate; ampliar las inquietudes intelectuales para disfrutar del estudio y la investigación; capacitarse de un análisis crítico feminista; motivarnos y motivar a todas aquellas que estén en la búsqueda de establecerse como creadoras, teatreras politizadas y con el afán de erigir un teatro politizante, acorde con los tiempo que nos toca vivir.

Quienes llevamos a cabo La Mujer en Escena, venimos desarrollando hace casi ocho años, un teatro militante. Desde el principio quisimos fundamentar nuestro teatro en bases feministas y contrahegemónicas. Nuestra mayor preocupación es generar un teatro que afecte a nuestra realidad para, como mínimo, mantenernos en la resistencia, y en la medida de lo posible crear una semiótica, no femenina sino combativa, porque como nos enseña Wittig: no existe una literatura femenina.

Lo que existen son cuerpos oprimidos asignados "MUJER", con una experiencia vivencial dentro del sistema patriarcal. Por eso, una de nuestras propuestas es el taller "Teatro de Autora", donde aprendemos a crear y analizar, no en tanto que una categoría asumida (mujer), sino más bien en una vivencia determinada por el régimen heterosexual que nos obliga a ubicarnos en una creación combativa.

Y esta ardua tarea no podría llevarse a cabo sin el aliento creativo de autoras que, feministas o no, supieron crear desde ahí. En el Estado español tenemos el ejemplo de una grande como es María Teresa de León, más conocida por ser mujer de Alberti que por su propia producción en pleno levantamiento revolucionario de 1936.

Impulsora y activista de Las Guerrillas del Teatro, desarrollando una intensa labor de agitación y propaganda en los frentes y en la retaguardia; teórica, ensayista, dramaturga, actriz y gran conocedora, a través de sus viajes, del teatro europeo (Piscator, Meyerhold, Tairov), la actividad teatral de Mª Teresa León a lo largo de la guerra civil fue intensa y fecunda. Es de responsabilidad no sólo recuperar su memoria sino también ilustrarse con ella.

Sophie Tradwell o Suzan Glaspell, ambas estadounidenses de principios del siglo XX, manifiestan abiertamente en su dramaturgia la violencia contra la mujer en una sociedad que pone la individualidad femenina al servicio del patriarcado. Tradwell es capaz de construir un universo hostil que representa a todas las mujeres oprimidas por el sistema. Glaspell, antes que Tradwell, evidencia la sororidad de unos personajes femeninos con una protagonista ausente y acusada de asesinato.

Vivica Bandler es contemporánea y colega de Brecht, de nacionalidad sueca, es imposible encontrar nada de ella en castellano, sabemos muy poco o nada, pero sabemos que su esfuerzo creativo combate el nacismo y el fascismo de la Segunda Guerra Mundial.

Anisa Wahab es fundadora del Teatro del Exilio de Afganistán, luchadora incansable, actriz, dramaturga, directora, dedica casi toda su vida al teatro de denuncia, dentro y fuera de un país enemigo de las mujeres.

Franca Rame dedicó su vida al teatro y al activismo; actriz, escritora y co-fundadora de la compañía Nueva Scena, conocida por ser mujer del dramaturgo y también activista Dario Fo, recientemente fallecido. Sin duda, Rame supo enseñarnos con su discurso y con su práctica que el teatro y la cultura deben formar parte de ese largo camino que es la lucha contra el capitalismo, el patriarcado y el fascismo.

Mucho más recientes son Suzan Lori Parks, afrodescendiente nacida en Estados Unidos y criada en Alemania, sus obras proponen revisar y manifestar la influencia de la cultura y la presencia de las mujeres negras en la historia, la literatura y el teatro americano; Hester, la negrita, en In the blood, y Hester la abortista en Fuking A.

Y cómo no, Sarah Kane, seguramente la más conocida; británica, directora y dramaturga que ya en su opera prima no lamenta demoler a Kate, su personaje femenino, para evidenciar la violencia sexual como arma de guerra en un conflicto bélico.

Y hay muchas más: Roxana Pineda de Cuba, Griselda Gambaro de Argentina, Beatriz Camargo de Colombia, Rebeca Rali de Perú, Norma Amín de Egipto, Masha Alekseevna de Rusia, Lali Armengol de Venezuela. La gran mayoría, si no todas, no están en las bibliotecas especializadas como puede ser la RESAD en Madrid, ni en las librerías de teatro como la librería Yorik, también en Madrid. Mucho del material está en inglés y muy poco en castellano.

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