Del 5 al 7 de abril, la ciudad de Buenos Aires será
el lugar de reunión de los Ministros de Economía y de Relaciones
Exteriores de los 34 países de América (exceptuando a Cuba),
para avanzar en las negociaciones sobre el ALCA. El 5 de abril, los principales
empresarios del continente se reunirán para elaborar una lista de
propuestas que presentarán a los
ministros.
Unas semanas mas tarde, los Jefes de Estado y de
Gobierno de los 34 "socios" se reunirán del 20 al 24 de abril, en
Quebec, Canadá, en la Tercera Cumbre de las Américas, donde
lanzarán las nuevas bases del proceso de negociación. Esta
Cumbre, intentará discutir acerca de la
integración continental y las migraciones internas, la seguridad
y el terrorismo, "democracia y derechos humanos", etc., aunque nadie esconde
que la discusión principal son las negociaciones para avanzar en
el Tratado para una Area de Libre Comercio de las Américas, el ALCA.
Según las organizaciones de jóvenes anticapitalistas de América
del Norte, este show mediático en donde participarán miles
de delegados de los gobiernos, los monopolios y las corporaciones del Continente,
será la mayor operación policial de la historia de Canadá.
Antecedentes de las negociaciones
En 1990, el entonces presidente de los EUA, George
Bush, anuncia la "Iniciativa para las Américas" (EAI), como un punto
de apoyo en la lucha comercial con Japón y frente al proceso de
integración Europea, abriendo una agenda de discusión para
avanzar en la liberación del comercio desde Alaska hasta Tierra
del Fuego, proponiendo la remoción de las barreras arancelarias
que dificultaban el desarrollo de las inversiones de las corporaciones
yankees en el resto del continente.
La firma del TLC entre EUA, México y Canadá
en 1994, fue un primer triunfo del imperialismo norteamericano en esta
política de subordinación de los países latinoamericanos
a las corporaciones imperialistas. En diciembre de 1994 se realiza la Primera
Cumbre de las Américas en Miami. En esta reunión los 34 países
del hemisferio occidental deciden concluir, antes del 2005, las negociaciones
para la creación del ALCA. La Segunda Cumbre de las Américas
tuvo lugar en abril de 1998 en Santiago de Chile y dio inicio efectivo
a las negociaciones. Allí se forma la "estructura" de negociación,
contando con una Presidencia de las Negociaciones rotativa cada 18 meses;
una Comisión de Negociaciones Comerciales (CNC); y nueve Grupos
de Negociación, que son 1) Acceso a Mercados; 2) Inversiones; 3)
Servicios; 4) Compras Gubernamentales; 5) Solución de Controversias;
6) Agricultura; 7) Derechos de Propiedad Intelectual; 8) Subsidios, Anti-Dumping
y Medidas Compensatorias; y 9) Políticas de Concurrencia. Mientras
tanto se crea una Comisión Tripartita formada por el BID, el CEPAL
y la OEA, en carácter de apoyo analítico y asistencia técnica
al proceso de negociación.
La reunión de Ministros que se llevará
a cabo en Buenos Aires entre el 5 y el 7 de Abril será la sexta
de su naturaleza. La 1°; fue junio de 1995, en Denver, EUA; la 2°;
tuvo lugar en marzo de 1999, en Cartagena, Colombia; la 3°; en mayo
de 1997, en Belo Horizonte, Brasil (aquí la patronal de los países
americanos organizó un Foro Empresarial que se integró oficialmente
a las negociaciones); la 4°; fue en marzo de 1998, en San José
de Costa Rica, y dictaminó el final de la etapa preparatoria; la
5°; reunión se realizó en noviembre de 1999, en Toronto,
Canadá. La 6°; reunión tiene previsto presentar un draft
de texto final para el acuerdo, a partir del borrador que elaboraron los
viceministros de Relaciones Exteriores reunidos en Lima, Perú, los
pasados 24 y 25 de enero.
¿Qué es el ALCA?
El ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas),
no es otra cosa que la expansión del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLC-NAFTA), firmado en 1994 entre Canadá,
EUA y México, a todo el hemisferio. No es sólo la expansión
geográfica de un régimen jurídico y económico,
sino principalmente la expansión del poder de los grandes capitales
y corporaciones norteamericanas sobre el continente. El proyecto del ALCA
es la cobertura de la estrategia norteamericana de subordinar bajo un dominio
mucho más directo e irrestricto de sus monopolios a todo el Nuevo
Mundo, una tendencia objetiva del imperialismo yanqui que proyectará
su sombra sobre el siglo XXI. En esta tendencia se inscribe el acuerdo
del NAFTA. Es una jugada estratégica de los monopolios de Norteamérica
para atar a Canadá y convertir a México en un apéndice
de la economía yanqui, como mercado cautivo, proveedor de petróleo
y otras materias primas, y sobre todo, como plataforma de mano de obra
barata mediante el régimen de las maquiladoras. Mediante este Tratado,
la economía mexicana fue subordinada e integrada casi completamente
a los Estados Unidos, país con el que México realiza el 75
por ciento de su comercio. La frontera norte mexicana, donde se localiza
el cordón de la industria maquiladora -las "fábricas del
sudor" o sweatshops, como les llaman los activistas norteamericanos-, es
la zona industrial que permite a la patronal norteamericana extraer ganancias
impresionantes del trabajo esclavo de los obreros mexicanos, basado en
los altos ritmos de productividad, la contratación individual y
temporal, el incremento del trabajo femenino y juvenil con menos derechos
laborales, y salarios equivalentes al 10 por ciento del pagado a los trabajadores
en Estados Unidos. Para esto, los monopolios y los gobiernos de ambos lados
de la frontera han contado con la "asistencia" de dirigentes sindicales
que responden abiertamente a las empresas. Este proceso, que en 1994 abrió
paso al levantamiento campesino de Chiapas, ha ido acumulando contradicciones
insalvables entre la potencia imperialista y el México bronco y
profundo que ha soportado por mucho tiempo la opresión yankee y
de sus títeres en el gobierno mexicano.
A su vez, el Mercosur es una "integración"
que fue impulsada bajo el comando de las transnacionales instaladas en
Brasil y Argentina y de los grandes grupos locales. De la mano de la "apertura
económica", la "desregulación" y las privatizaciones, es
un intento de ampliar los estrechos mercados nacionales, logrando "economías
de escala" apetecibles para el gran capital.
La burguesía no puede superar las barreras
de los estados nacionales, de cuya existencia depende su propia acumulación
y dominio. No puede conducir a un verdadero mercado unificado ni a una
integración plena y armoniosa. Los que creen que frente al ALCA
es posible un Mercosur social, que permita el "desarrollo sustentado" de
la economía y la cultura de la región, como sostienen la
mayoría de los participantes del Forum Social Mundial reunido en
Porto Alegre, no dicen que la "integración" de la mano de los monopolios
y el imperialismo sólo profundiza la descomposición y deformación
de las fuerzas productivas nacionales, y una concentración y centralización
colosal del capital bajo el predominio imperialista, que choca con las
fronteras nacionales.
En realidad, no hacen mas que repetir la vieja formula
de los reformistas que ven un imperialismo malvado, en este caso los Estados
Unidos, y un imperialismo mas compasivo y más humano, el bloque
europeo. Regatearle al imperialismo yankee apoyándose en el imperialismo
europeo es como cambiar la guillotina por la horca.
Mientras tanto, frente a los fanáticos de
la globalización, hay que decir que no existe una visión
más utópica que la de imaginar una "mundialización"
armónica del capital y una "integración" pacífica,
evolutiva, de América Latina a la misma. Reorganizar un gran bloque
unificado bajo la dirección del capital yankee, desde Alaska al
Cabo de Hornos, es un proyecto superior a las fuerzas económicas
y financieras del imperialismo yanqui. Un avance decisivo del mismo supone
una gigantesca empresa de colonización directa, que no podrá
imponerse por vías pacíficas: dependerá del resultado
de acontecimientos políticos, económicos y de la lucha de
clases. La política del "Plan Colombia", que bajo la cínica
máscara de la lucha contra el narcotráfico impulsa el imperialismo
norteamericano, es un claro ejemplo de esto. Liquidar físicamente
al campesinado insurrecto y doblegar a la clase obrera colombiana para
hacer de este país un lugar seguro para las inversiones yankees,
a la vez que fortalece mediante la guerra sucia su poder en la región,
son los medios y los objetivos con los que el fanático de la silla
eléctrica que ocupa el sillón de la Casa Blanca y las transnacionales
imperialistas buscan avanzar en "la libre explotación de las Américas".
¿A qué juega el imperialismo norteamericano?
Según los analistas económicos, la
nueva administración norteamericana de Bush (hijo), tiene sobre
sus hombros una gran responsabilidad en la agenda hemisférica del
libre comercio, en especial si quiere agradar a las corporaciones norteamericanas
más poderosas instaladas en Latinoamérica. Si bien la puesta
en marcha del ALCA está prevista para enero del 2005, opinan que
hay fuertes presiones en EUA para adelantar la fecha, en una carrera contra
un posible acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur.
En un sondeo elaborado por el Consejo Empresarial Brasil/EE.UU., un 67,6
% de las empresas entrevistadas juzga que la administración Bush
tendrá un impacto mas positivo en las negociaciones del ALCA que
su antecesor Clinton. Los responsables de los pulpos imperialistas como
AT&T, Cargill, Coca Cola, General Motors, Microsoft, Motorola, Philip
Morris, Texaco, etc., opinan que Bush obtendrá el fast track con
mas facilidad que el anterior presidente.
Los intereses de los Estados Unidos en apresurar
la instauración del libre comercio encuentran sus bases materiales
en la profundización de las disputas interimperialistas por los
mercados, o dicho de otra manera, "en la penetración masiva del
capital extranjero en América Latina, que se convierte aún
más en escenario de la competencia entre los gigantes del capital
mundial. El dato más espectacular hoy de esta competencia lo constituye
el colosal proceso de fusiones y adquisiciones que está transformando
el elenco de las grandes transnacionales. Los grandes grupos económicos
locales, algunos de los cuales mueven varios miles de millones de dólares
(como en Brasil, México o Argentina), resultan pigmeos comparados
con estas monstruosas corporaciones que operan a escala de todo el globo,
manejan decenas de miles de millones de capital y emplean a cientos de
miles de trabajadores."
El ALCA es la estrategia que busca desplegar el
imperialismo norteamericano para continuar y afianzar aún mas el
dominio de sus monopolios sobre el continente americano. De hecho, entre
1990 y 1997 América Latina ha sido el mercado más dinámico
para EE.UU., recibiendo el 20% de las exportaciones norteamericanas, mientras
Japón y Asia Oriental reciben sólo un 25% en conjunto. Esto
le ha permitido enjuagar una parte de su déficit comercial con Japón
y Europa. Un estudio de CEPAL afirma que "Estados Unidos es el principal
inversor en América Latina y el Caribe" De esta forma, los monopolios
yanquis se aseguran una posición dominante en la región en
la mayoría de las grandes ramas industriales. "Las empresas estadounidenses
se concentran en la industria manufacturera y en los servicios (telecomunicaciones
y energía). Así en el sector manufacturero aprovechan ciertas
ventajas (bajos salarios, proximidad geográfica y acceso privilegiado
al mercado estadounidense) para incrementar su capacidad de competencia
en su propio mercado y enfrentar a las empresas asiáticas".
El avance del ALCA es el "as en la manga" del imperialismo
norteamericano en el "juego" de la lucha comercial contra sus dos potencias
competidoras. Para el lucro de las corporaciones yankees, los bajos salarios
del proletariado latinoamericano en comparación con el nivel salarial
de los trabajadores de Estados Unidos, sumado a los inexistentes controles
de regulación ambiental son una ventaja comparativa frente a los
monopolios europeos y asiáticos.
La "integración" de la explotación y la miseria del pueblo americano
Es un lugar común de los organismos internacionales
decir que "América Latina es la región más desigual".
En un polo, un décimo de la población, la burguesía
y a las capas privilegiadas de la clase media, concentra en sus manos más
de un 40% del ingreso, y un puñado de ricos latinoamericanos figura
entre las mayores fortunas del mundo.
En el otro polo, más de la mitad de la población
recibe apenas de un 10%. En las dos últimas décadas se ha
acelerado la concentración de la riqueza en gran escala, en un intenso
proceso de transferencia de ingresos y propiedad a manos del capital extranjero,
la alta burguesía y las capas privilegiadas de la clase media, cuyo
reverso es un enorme aumento de las tasas de explotación a la clase
obrera. Al mismo tiempo, junto con el salto en la explotación del
proletariado se ha incrementado la expoliación del conjunto de la
población trabajadora, acelerándose la concentración
de un enorme excedente en manos del gran capital a través de múltiples
mecanismos: usura financiera, intermediación comercial, política
de impuestos, altos precios de los servicios, peajes, etc. Este proceso
de redistribución regresiva de los ingresos afecta no sólo
a la clase obrera, sino a la masa de campesinos, pequeños productores
rurales, talleristas y artesanos urbanos, pequeños comerciantes,
etc.
Dos décadas les llevó a la burguesía
y al imperialismo el imponer los actuales niveles de explotación,
en lo que constituye una profunda contrarrevolución económica
contra el trabajo. A través del gran avance de la flexibilización,
terciarización, precarización del trabajo, la prolongación
de la jornada de trabajo, la reducción del salario, la eliminación
de antiguas conquistas laborales, etc., la burguesía ha usado ampliamente
a su favor la extensión de un vasto ejército de desocupados.
Según reconoce la propia OIT "casi un 59% de los trabajadores latinoamericanos
trabaja en el "sector informal" (es decir, no tiene empleo regular). Los
índices de desocupación abierta alcanzarían a un 9,5%,
es decir, una cifra peor que la registrada durante la crisis de la deuda
externa latinoamericana de los 80." Las estadísticas oficiales velan
una realidad dramática: en varios países el desempleo abierto
bordea el 20%. Más de la mitad de la mano de obra está desempleada
y subempleada, y el "autoempleo" de los "informales" o "cuentapropistas"
en muchos casos no es más que el recurso a las más desesperadas
formas de supervivencia.
Por su parte, la destrucción del medio ambiente
y la virtual liquidación de los recursos naturales de los países
latinoamericanos es la otra huella que dejan a su paso las corporaciones
y empresas imperialistas que se instalan en la región. La brutal
e indiscriminada tala de las selvas de la amazonia, la destrucción
de los recursos naturales como el carbón, el gas, el petróleo
y la fauna marina, y la criminal contaminación de los ríos
y los lagos de América Latina es el aporte que dan a la humanidad
un puñado de monopolios sedientos de ganancias, sangre y sudor de
los pueblos de nuestro continente.
El ALCA busca llevar esta cruda realidad a límites
nunca vistos. El proletariado americano, los campesinos y los jóvenes
anticapitalistas tenemos que enfrentar este intento del imperialismo y
sus gobiernos y patrones sirvientes, de convertir nuestro continente en
un inmenso campo de concentración dirigido por las corporaciones.
Los cientos de millones de esclavos modernos, los trabajadores del siglo
XXI, los que no tienen que perder mas que sus cadenas, son los únicos
que pueden dar una verdadera salida revolucionaria en beneficio de las
mayorías populares que habitan las tierras de América.