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Activismo Copyleft, liberar los códigos de producción tecnopolítica

Por Teresa Malina Torrent

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teresamalina@terra.es
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"Geeks like to think that they can ignore politics, you can leave politics alone, but politics won’t leave you alone"
RICHARD STALLMAN

Sobre la autoría [1]


En el mes de octubre del año 2004 una noticia se replicaba virulentamente por la blogosfera copyleft, llevaba por título “Han violado mi licencia copyleft: ¿y ahora qué?” [2]. Su autora, Mercé Molist, llamaba la atención sobre un artículo escrito por ella, bajo una licencia copyleft, que había sido cortado y pegado tal cual por la agencia Servimedia y vendido a sus clientes ("El Mundo" y "ABC" entre otros) como elaborado por la propia agencia. Ante la falta de respuesta a los burofax enviados a los citados medios, la periodistas pedía ayuda a la comunidad copyleft para defender la licencia: evitar que otros impongan el copyright sobre un texto libre y se salten el reconocimiento de su autoría.

Inmediatamente dos abogados pioneros en las libertades digitales y el copyleft (Javier Maestre y Carlos Almeida) ofrecieron su apoyo incondicional a Mercé y la red se volcó en una serie de protestas escritas a los medios infractores. Poco después Servimedia rectificaba públicamente, reconocía su error y emitía un teletipo explicativo a sus clientes. Mercé Molist concluía: “Cabe destacar la respuesta de la red frente a esta violación de licencia "copyleft". Antes de seguir con las acciones legales, escribí un texto donde explicaba la historia y pedía consejo a los y las internautas. La respuesta fue... emocionante. Nunca había recibido tanta solidaridad. ¿Y ahora qué?, preguntaba. Y la red tenía la respuesta.

Un año antes la Universidad Nómada organizó una serie de conferencias en torno a las patentes y la circulación del conocimiento. El centro social okupado y autogestionado, El Labo03, abría sus puertas a una conferencia de Richard Stallman. Más de un centenar de personas se atrevían a adentrarse en la Okupa para escuchar al fundador del software libre y uno de los defensores más implacables de las libertades digitales. La conferencia de Stallman se desarrolló según lo previsible: una defensa de las cuatro libertades fundamentales del software libre (libertad de uso, libertad de modificación, libertad de copia, y libertad de distribuir el software modificado) y prevención ante la amenaza que supone la aceptación de las patentes de software en Europa. En una entrevista posterior [3] se le preguntó a Richard Stallman por la dimensión política del copyleft más allá del compromiso y la motivación ética con la libertad individual de control sobre las máquinas y los programas informáticos (una de las líneas de argumentación clásicas del software libre). “El movimiento del software libre siempre ha sido político” respondió “pero su trabajo no es esencialmente político. Pero ya no podemos hacerlo, porque ahora tenemos enemigos explícitos. Nadie nos intentaba impedir antes que desarrollásemos software libre. Teníamos problemas de otro tipo, más vinculados al trabajo técnico. Sin embargo, empresas como Microsoft se declaran enemigas nuestras (...) tratan de imponer leyes que prohíben nuestro trabajo. Por eso debemos actuar de modo político contra esas leyes, al mismo tiempo que seguimos desarrollando software libre”.

Pues bien, este texto trata sobre esa dimensión política del movimiento del software libre y de la cultura y sociedad libre que éste posibilita, sobre la forma en la que el modelo productivo del copyleft ha inspirado también nuevas formas de organización y acción social, desbordando “el deber de actuar de modo político contra las leyes” para desarrollar nuevas y viejas formas de software social, creando aperturas de lo posible y lo imparable en la era de las redes informáticas.

Sombras sobre la oportunidad de un cambio histórico

Antes de la era digital el sustrato material del conocimiento registrado impedía su gestión fuera de la forma de la propiedad (condensada en la fuerza de trabajo, la energía y los recursos necesarios para reproducir y trasladar los bienes culturales). Ahora que las barreras materiales del acceso, reproducción y distribución han caído, el horizonte histórico se transforma irreversiblemente. Es de sobra conocido que en las sociedades del conocimiento el mayor factor de aumento de la producción reside en el conocimiento. Por primera vez en la historia de la humanidad, nos encontramos en un sistema social en el que el coste de la adquisición, reproducción, transmisión y modificación de los bienes que más impacto tienen en el aumento de la producción tiende a cero. La posibilidad de construir unas tierras comunales del conocimiento gestionadas distribuidamente a través de las redes telemáticas permite que el funcionamiento de la capa económica de mayor impacto productivo funcione sin la forma de la propiedad (con la necesaria exclusión de acceso, poder corporativo y acumulación de capital que ésta supone). La viabilidad de la gestión nopropietaria de esta capa está sobradamente demostrada bajo la forma de una economía de servicios y una producción e innovación recombinante y acumulativa sostenida por el reconocimiento social (y el aumento directo de la demanda de servicios que éste trae consigo), la financiación pública y el desarrollo voluntario y comunitario (ya sea de carácter científico, educativo o asociativo). El conflicto que ha destapado el éxito de la producción colaborativa del copyleft y la libre circulación de bienes inmateriales es por tanto el conflicto entre dos formas de construcción de la sociedad de la información: el modelo de la propiedad intelectual basado en la producción y gestión selectiva de una escasez artificialmente inducida y el modelo del copyleft basado en la libertad de circulación de saberes y técnicas que genera un procomún de recursos y contenidos a través de la recombinación y mejora acumulativa y distribuida de procesos digitalizados. Imposible poner en cuestión la posibilidad de este “nuevo” modelo productivo y distributivo porque hoy ya es una realidad: más de un millón de entradas de conocimiento libre en la enciclopedia más grande del mundo, más de diez mil programas de software libre empaquetados y listos para su uso en casi cualquier plataforma informática (el sistema operativo GNU/Linux, con más del 70% del mercado de servidores de Internet funcionando bajo este sistema [4]), más de dieciocho millones de páginas web [5] con licencias Creative Commons (que permiten a la usuaria al menos el permiso de copiar y reproducir la obra libremente sin ánimo de lucro), un archivo con más de diez millones de fotografías libres, un número creciente de [revistas e iniciativas viables para un conocimiento científico libre (http://plos.org o http://www.sciencecommons.org/ y miles de canciones copyleft (por mencionar sólo algunos de los ejemplos más sobresalientes del modelo productivo del copyleft).

Sin embargo, el éxito del software, el conocimiento y la cultura libre no depende ya sólo de su capacidad productiva, sino de la creación de un movimiento que sea capaz de defender ese modelo productivo frente a los grupos de poder que pugnan por imponer sus intereses particulares en la constitución de las sociedades del conocimiento. Los programadores de software libre, para seguir siendolo, han tenido que salir a la calle reconociendo que el único código que necesitan dominar para hacer su trabajo no es el de las computadoras sino también el de las leyes y dispositivos de poder que las crean o las bloquean: forzados así a promover protestas sociales, lobbies de presión, campañas de concienciación social, intervenciones institucionales, etc. En palabras de Yochai Benkler: “Los avances democráticos, la libertad individual y el crecimiento mediante la innovación posibilitados por el surgimiento de la producción sin mercado y descentralizada no emergerán de forma inexorable. Los gigantes industriales que dominaron la producción y el intercambio de información en el siglo XX no renunciarán fácilmente a su dominación. Dado que transitamos hacia una economía de información en red, cada punto de control sobre la producción y el flujo de la información y la cultura se convierte en un punto de conflicto entre el antiguo modelo industrial de producción y los nuevos modelos distribuidos.” [6]

El copyrigth contra la comunidad en la era de la redes informáticas

El copyright surge en el S.XVI como forma de control de la libertad de circulación cultural que permitió el surgimiento de la imprenta, tan inquietante para los regímenes absolutistas de palacios y monasterios. La exclusividad del derecho de copia se afianza en la época moderna como regulación industrial de la actividad del impresor. Desde el punto de vista individual o social aceptar el copyright no suponía una renuncia real de derechos de reproducción y transmisión cultural, dado que la posibilidad real de ejercer tales derechos era técnicamente imposible en la época y, por tanto, difícilmente pensable (excepto el derecho de copia manuscrita; paradójicamente permitida). El mito romántico del genio creador de inspiración divina dibuja la figura del autor como origen y fuente de la producción cultural, cuya fragilidad y debilidad exige medidas de protección y auxilio bajo la forma de derechos de autor y de incuestionable integridad de la obra.

Heredamos hoy una perversa mezcla de los principios que guiaron el surgimiento y desarrollo de las leyes de copyright. El “Autor” es ahora un producto de la industria. Industria que explota sus derechos contra la sociedad para imponer una cultura de masas con la que sostener el aumento de beneficios económicos uniformizando los sistemas culturales de consumo. De este modo, las leyes que surgieron hace medio milenio para regular la reproducción impresa y controlar la opinión pública, han generado todo un complejo industrial y cultural, entrelazado con múltiples estructuras de poder, que toma hoy la forma de todo un régimen de propiedad intelectual.

Es mucho lo que está en juego para los grandes grupos de poder económico. Los tres sectores que mayores divisas generan para los EEUU dependen de la propiedad intelectual: la industria del software, la industria del entretenimiento y las industrias biotecnológicas (farmacéutica e ingeniería genética). Es fácil ver que con la imposición de la propiedad intelectual no se trata sólo de defender una fuente de beneficios económicos directos para los países occidentales y sus grandes corporaciones, sino de asegurar un dominio estratégico sobre los códigos culturales, la salud, la tecnología y la agricultura a escala planetaria.

Paradójicamente, los poderes de la propiedad intelectual no han podido instaurar su orden en las caóticas posibilidades abiertas por unas tecnologías cuyas consecuencias sociales se han mostrado imprevisibles. Las prácticas sociales de intercambio y producción colectiva han crecido a un ritmo impensable para la industria, que se ha visto forzada a lanzarse a una carrera de bombardeo mediático espectacular y a una bochornosa labor de lobby para defender su territorio y cercar el avance del procomún. Al verse amenazados por un sistema productivo alternativo y por la disponibilidad generalizada de mecanismos de copia y distribución, el complejo de la propiedad intelectual ha reaccionado de forma directa y violenta contra la sociedad en los tres ámbitos necesarios para asegurar su hegemonía: 1) el control técnico del flujo de la información para producir escasez y asegurar su gestión privativa, 2) el refuerzo simbólico (a través de la publicidad y la propaganda) del concepto de propiedad intelectual y el sentimiento de culpabilidad asociado al acto de copiar y reproducir libremente bienes inmateriales y 3) la creación de leyes represivas y disuasorias para la implantación efectiva de un régimen de propiedad inmaterial criminalizando el intercambio cultural y la experimentación pública con los mecanismos de control del flujo informativo. En apenas 15 años hemos presenciado el surgimiento y la extensión de agencias especiales y mecanismos jurídicos nuevos para la instauración de un orden de propiedad intelectual a escala planetaria. Es el caso del Tratado de Copyright de 1996 de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO, el brazo “intelectual” de la organización mundial del comercio), la DMCA norteamericana (Digital Millenium Copyright Act) o la CDEU (Directiva Europea de Copyright) orientadas a adaptar el modelo de propiedad intelectual a las nuevas realidades tecnológicas. También por la mismas fechas surgen los superproyectos de TCPAPalladium y el DRM (también conocidos bajo la engañosa etiqueta de trusted computing): acuerdos tácticos entre empresas de hardware, software y entretenimiento para impedir el intercambio de cultural imponiendo barreras tecnológicas a la copia y transmisión de archivos digitales.

Todo esto sucede con el agravante de que los monopolios tecnológicos definen las reglas de comunicación y producción cultural al margen de las leyes, generando una legislación de facto sobre las sociedades de la información, en las que el código informático regula de forma más extensiva e intensiva que el propio código jurídico. No contenta con ello, la industria tecnocultural ha conseguido insertar leyes (recogidas en las directivas anteriormente mencionadas, DMCA y CDEU) que prohíben explícitamente la investigación pública sobre estos mecanismos anticopia. Como resultado de estas medidas de “hiperprotección” podemos recordar las detenciones, a cargo del FBI, del programador ruso Dmitri Skyliarov a la salida de un congreso de seguridad informática en Nueva York, tras la denuncia de la empresa de software Adobe. O, por mencionar un caso en territorio europeo, la detención de Jon Johansen [7], programador de 15 años, por la autoría del programa DeCSS que permite reproducir DVDs en el sistema operativo GNU/Linux. La aplicación generalizada de esta legislación resultaría en una criminalización social masiva y catastrófica para la gobernabilidad de masas por lo que se institucionaliza como instrumento de una política del terror, una amenaza permanente de represión selectiva que empuje la cooperación social a la clandestinidad y la marginación mediática. Por si fuera poco todo esto sucede en un clima de expansión ilimitada de la duración y aplicabilidad del copyright y los derechos de explotación. A la llamada Ley de Mickey Mouse (por la que la legislación sobre la duración de los derechos de “propiedad” sobre una obra la extiende exponencialmente cada vez que se acerca la fecha en la que la imagen de Mickey Mouse debe pasar a dominio público) se añade ahora la amenaza de extender a 50 años y a cualquier forma de distribución (incluida Internet) los derechos de difusión de las obras. Esto implicaría que una empresa privada, al adquirir los derechos de emisión de una obra, obtendría durante 50 años, el monopolio exclusivo de su emisión pública (vía televisión, radio y/o Internet) aunque la obra fuera copyleft o hubiera pasado ya al dominio público [8].

Otra de las líneas estratégica de imposición de un régimen de propiedad intelectual es la asfixia de los espacios y los recursos inmateriales públicos institucionalizados (fruto de años de lucha por los derechos de acceso a la cultura). Entre ellas la cláusula de prohibición, sin el permiso expreso del titular de los derechos de la obra, del préstamo público que incluyen la nuevas licencias copyright de casi la totalidad de las editoriales. Esto supondría, hoy por hoy, la paralización de adquisición de nuevas obras en las bibliotecas públicas, cuyos recursos económicos deberán reducirse casi exclusivamente al pago de “derechos de autor”. Otra situación igualmente preocupante es la progresiva privatización de la investigación de financiación pública a través de marcadores académicos (que definen las líneas y grupos de investigación financiables) definidos en virtud del número de patentes y publicaciones en revistas con copyright restrictivo (que generalmente prohíben incluso la reproducción de la obra para fines didácticos).

Instaurar este sistemático recorte de libertades y el control comunicativo necesario para gestionar la propiedad intelectual exige una invasión de la intimidad comunicativa y tecnológica sin precedentes. Para ello, es requisito previo dislocar la percepción pública de derechos universales como el de acceso a la cultura, la libertad de expresión, la creación recombinante y la autonomía en la gestión de los recursos tecnológicos. El contorsionismo simbólico necesario para transformar nuestras escalas de valores incluye ejercicios cotidianos como el bombardeo mediático que asocia gratuitamente el terrorismo [9] con el libre intercambio de cultura (la mal llamada piratería -otra pirueta lingüística que el copyright ha conseguido insertar en lenguaje ordinario), comparar la copia privada de bienes culturales con la copia en un examen o equiparar la descarga de música con el robo con violencia [10] .

Una vez establecidas estas falsas premisas, ahora sí, ya es posible castigar con penas de hasta dos años de prisión (como prevee la nueva Ley de Propiedad Intelectual) a quien decida descargargase de Internet una canción sin permiso de su autor. El talón de Aquiles del régimen de propiedad intelectual reside precisamente en la visibilidad de la violencia que ejerce sobre los usos y prácticas de la sociedad de la información y la inferior capacidad recombinante y acumulativa de su modelo productivo. Su fortaleza es el dominio de los medios de distribución y producción de la cultura de masas y gran parte de su sustrato tecnológico.

Embriogénesis de los cuerpos políticos del copyleft

Recientemente la ministra española de educación y cultura insultaba al sentido común proclamando que “la cultura sin la industria no existe”. El monopolio de la representación que ejerce la industria tecnocultural eclipsa los factores productivos que sostienen y originan los procesos culturales: la sociedad misma (con o sin industria, incluso a pesar de ella). Internet surgió y se desarrolló al margen de las grandes inversiones económicas y las multinacionales. Sólo mucho más tarde intentaron éstas apropiarse del nuevo entorno en lo que vino a llamarse el boom de las puntocom. El esquema se repite una y otra vez en la historia de la cultura y la técnica. Diversas corrientes y contracorrientes culturales y sociales dan lugar a un fenómeno nuevo, dotándolo de una significatividad propia, de una capacidad socialmente vinculante y efectiva. Sólo después se cristalizan o se desplazan allí las grandes estructuras de poder incapaces de crear por sí mismas novedades socialmente significativas, territorios simbólicos nuevos. Si bien es imposible pensar la totalidad de la cultura y la tecnología actual sin hacer referencia a la industria; igualmente imposible resulta explicar esa totalidad sin hacer referencia a otros factores, movimientos y aspiraciones que la precedieron y que la siguen haciendo posible. Representar a la cultura y a su sustrato tecnológico como exclusivo de la industria, y al copyleft como reciente amenaza oportunista de aficionados y “piratas”, es una exigencia del copyright para justificarse a sí mismo; no sólo negándole una identidad al oponente sino sustrayéndolo de una historia y un contexto que de razón de su existencia y visión de su potencia.

En cuanto a la formación de un sujeto político para y desde la tecnocultura libre, ni existe un vacío cósmico previo al bigbang de las redes informáticas ni la tecnocultura se le aparece como un mar contenido exclusivamente en la frágil pecera del mercado de la propiedad intelectual.

Por el contrario toda una serie de agentes de cambio estaban ya allí antes y durante el surgimiento de la red y de las computadoras y de las posibilidades que éstas generalizan. Las trayectorias de estos agentes estaban claramente vinculadas a aspiraciones de tipo sociopolítico en la forma de una lucha por la liberación de la cultura y el conocimiento (y con ello del dominio psicológico, simbólico y técnico) siempre de la mano de una cultura de la libertad (que tan claramente ha heredado el software libre).

Como bien ha sabido reflejar Luther Blisset en la novela histórica Q, el surgimiento de la imprenta, paralelamente al surgimiento del protestantismo y los sucesivos levantamientos que recorrieron Europa durante el S.XVI, supone un punto de partida ineludible en la historia de la liberación cultural (entonces bajo la forma de la religión). Se suceden enciclopedistas, promotores de museos públicos, educadores, periodistas en defensa de la libertad de expresión, investigadores o bibliotecarias. Valga como ejemplo el gran movimiento de alfabetización y acceso a la cultura que impregnó Europa con el advenimiento de las revoluciones socialistas a principios del S.XX y, especialmente, durante la segunda república y la guerra civil española. En fin, el conjunto de luchas sociales que conquistaron los derechos de educación pública, libertad de expresión y acceso universal a la cultura y al conocimiento desaparecen por completo de la capacidad de pensamiento de nuestros ministerios.

La intensidad de la memoria más reciente permite distinguir muchas más trayectorias cercanas que convergen en las luchas digitales que hoy vivimos: algunos cibernetistas de los año 40 y 50, redes de aficionadas a las computadoras, luchadoras en favor del acceso universal a las líneas telefónicas, movimientos literarios y contraculturales (como el ciberpunk), comunidades de científicos, yippies, criptoanarquistas, comunidades de programadores (como las del MIT o Berkeley), mediactivistas (con un ejemplo paradigmático en las radios libres), promotoras contraculturales, pedagogos, artistas del collage y la recombinación libre, subvertisers (subversores del lenguaje y los dispositivos publicitarios), guerrilleras de la comunicación (como Sonja Brünzels o Luther Blisset), ...

Lo que se perfila hoy como sujeto político copyleft no surge por tanto exclusivamente como reacción a los atropellos que los lobbies del copyright están ejerciendo sobre la sociedad: no se trata de un sujeto que se define sólo en oposición. Por el contrario los cuerpos activistas del movimiento copyleft parten de múltiples experiencias comunitarias e históricas, transformadas, eso sí, por las nuevas posibilidades tecnológicas, las redes informáticas y los nuevos contextos del conocimiento.

Comunidad, tecnociencia, trabajo y cooperación en la constitución del activismo copyleft

Las posibilidades comunicativas de la red han sido sobrevaloradas y románticamente maquilladas o demonizadas por igual por los medios, algunas disciplinas académicas, empresariosgurú de la red o grandes corporaciones del infonegocio. Es común la privatización y esclavización de las redes sociales virtuales para apropiarse de su creatividad y explotarlas como plataformas publicitarias, o como valor de cambio para los dueños de sus infraestructuras virtuales (es el caso de MSN spaces, Bebo, Yahoo 360º, SecondLife, etc.) [11]. Pero también es cierto que desde sus comienzos Internet ha sido el campo de exploración y experimentación de nuevas posibilidades de construcción de una realidad cooperativa, de practicas diversas que intentan sustraer la comunicación social a la pasividad consumista y la forma espectacular para devolverle el protagonismo activo y una dimensión de construcción comunitaria. Algunos experimentos sociotécnicos autónomos (cuya existencia pasa intencionadamente desapercibida en los espacios mediáticos hegemónicos) han sobrevivido resistiendo los embistes de la privatización corporativa. Creando su propia infraestructura técnica, éstas comunidades, han construido verdaderas sociedades alternativas transgrediendo la virtualidad de la red y creando territorios experienciales y comunitarios, verdaderas cosmovisiones y poderes sociotécnicos de base. Lejos de generar un alejamiento progresivo de la interacción presencial muchas de estas comunidades se han formado y reforzado precisamente gracias a la retroalimentación entre infraestructuras de comunicación telemática y los encuentro presenciales, la convivencia en espacios autónomos o las redes distribuidas de amistades que sostienen los continuos desplazamientos a los que somete el capitalismo tardío.

Pero las nuevas tecnologías no sólo han permitido el surgimiento de nuevos espacios comunicativos y sociales sino que se han convertido también en metáforas de pensamiento, organización y acción política. Así, la red, no sólo supone un nuevo entorno sino también una forma de pensar, de pensarnos y actuar como red, en y desde la red. Por tanto, este sujeto emergente no se concibe ya como un cuerpo jerárquicamente organizado cuyo éxito político dependa del mantenimiento de una identidad uniforme, una disciplina de partido y una línea estratégica definida desde arriba. Frente al sujeto político clásico, el activismo copyleft es el resultado de toda una serie de actores, conectores, espacios y herramientas que confluyen en la formación de una red activista distribuida y recombinante. Una red donde los momentos de intensidad política se configuran y se diluyen permanentemente mostrando una capacidad de movilizar recursos y creatividad de formas imprevisiblemente nuevas.

Al situarse a menudo en la interfaces productivas de la ciencia y la tecnología el activismo copyleft es capaz de reapropiarse rápidamente de los nuevos conceptos y herramientas tecnocientíficas para volcarlas sobre la acción política. En la vertiente más técnica los hacker construyen universos técnica y simbólicamente desarrollados (de forma colectiva y comunitaria, tribal) que permiten concebir el poder político y jurídico como sistema y por tanto vulnerable a intervenciones técnicas que permitan abrir nuevos espacios de libertad (como es el diseño tecnojurídico de las licencias GPL, también llamadas licencias víricas por el espacio autónomo de reproducción que generan dentro del sistema operativo del copyright). Estás metáforas del cambio, herramientas tácticas conceptuales, son el fruto de las experiencias y comunidades técnicas que han nacido del nuevo entorno y de las posibilidades comunicativas e interventivas que definen las infraestructuras de la sociedad de la información.

Las tecnociencias y sus contextos epistémicos han abierto también la posibilidad de conjugar, como territorios simbólicos útiles para la autocomprensión y organización del copyleft, otros lenguajes y prácticas sociotécnicas como las de las ciencias cognitivas, el paradigma de la complejidad y las ciencias de lo artificial (inteligencia y vida artificial) o la teoría de redes. Así por ejemplo la vida artificial y la biología teórica han permitido conceptualizar los modelos de activismo vírico [12] o encontrar sistemas evolutivos poderosísimos en los que reconocerse en la transferencia genética horizontal bacteriana [13], así como concebir y practicar formas de inteligencia colectiva sin mando central con ejemplos simulados en las que reglas locales de interacción entre individuos dan lugar a patrones emergentes de adaptación colectiva en colonias de hormigas, abejas o termitas. La teorías de redes ha permitido cartografiar y analizar las redes sociales que atraviesan el fenómeno de los blogs [14] detectando y definiendo comunidades dentro de la blogosfera. Asimismo la transparencia y digitalización de los procesos sociales de las comunidades copyleft (especialmente las de software libre) permiten un estudio cuantitativo sin precedentes en la metodología sociológica y etnográfica que revierte el conocimiento así generado en los propios procesos de producción [15]. Otros saberes como la antropología y sociología participativa y militante han visto en el copyleft una condición necesaria para su realización, adoptando rápidamente los formatos y herramientas de las comunidades de desarrollo del software libre a los propios procesos de investigación activista [16] volcando los recursos y conocimientos generados sobre sus propios objetos/sujetos de estudio.

En ocasiones, la precariedad y las nuevas condiciones del trabajo inmaterial aportan nuevas relaciones y oportunidades simbióticas y parasitarias con el activismo copyleft. Si el trabajo asalariado exige hoy un aprendizaje permanente y la movilización intensiva de recursos emocionales y cognitivos extendiendo el espacio productivo a todos los ámbitos de la vida cotidiana, entonces la fórmula inversa también resulta aplicable: reutilizar y recombinar infraestructuras y tiempo de trabajo asalariado en el activismo e invertir el tiempo de ocio consumista (uno de los motores del capitalismo postfordista) en las redes productivas copyleft. Así, un diseñador gráfico, una programadora, un investigador universitario, una bibliotecaria, un traductor o una periodista pueden gestionar su tiempo de trabajo/ocio mucho más flexiblemente que en la cadena de montaje industrial y reutilizar para el activismo los recursos disponibles para el trabajo: infraestructura de comunicación (Internet y telefonía), computadoras, desplazamientos, recursos cognitivos (bibliotecas, bases de datos, etc.), relaciones laborales, etc. Si su entorno laboral se inserta además en la producción o prestación de servicios copyleft, entonces, el flujo de valor de uso entre empleo y activismo resulta mucho más intenso y simbiótico (es el caso de las cooperativas de software libre, periodismo, editoriales y netlabels copyleft, artistas, gestores culturales, etc.).

Otro factor decisivo a la hora de pensar el activismo copyleft es la transversalidad con la que atraviesa otras tantas prácticas políticas: las nuevas luchas laborales entorno a la precariedad (especialmente en el ámbito de la producción inmaterial), la contrainformación y la libertad de expresión, el hacktivismo, las asociaciones y cooperativas de consumidores, la investigación militante, las contraculturas musicales, la ecología (especialmente en lo referente a las biotecnologías propietarias), la educación o la defensa de la privacidad (por mencionar algunos). Todos estos aspectos de la vida y movimientos políticos contemporáneos (así como la infraestructura telemática y la producción inmaterial de todo movimiento social) encuentran en el copyleft un modelo que potencia su visibilidad y encuadra gran parte de sus espacios de conflicto, al tiempo que permite articular las aspiraciones participativas, abiertas y libres que las definen. La convergencia de la luchas sociales en la necesidad de defender unos espacios e infraestructuras comunicativas libres, así como por liberar los mecanismos de producción y distribución de bienes inmateriales, dota al copyleft de un amplio potencial de sinergias cooperativas entre movimientos sociales (no pocas veces frustradas por el nivel de complejidad técnica y legal o la falta de lenguajes comunes).

Frente a otros modelos de activismo cerrado, clandestino o identitario (mucho más fácil de criminalizar y marginar) el factor decisivo de las posibilidades del activismo copyleft reside en la aplicación del sistema productivo copyleft al propio proceso de producción política (más allá de liberar los manifiestos y los vídeos activistas con licencias copyleft). Mucho de lo que es válido para la producción de software y conocimiento libre es válido también para el activismo: mantener siempre las interfaces participativas abiertas, crear proyectos modulares y recombinables entre sí, compartir recursos e infraestructura, liberar los códigos organizativos y operativos, documentar los procesos productivos, generar comunidad y aprovechar las sinergias simbióticas con otros agentes productivos sin perder autonomía. Así, la dimensión política del copyleft desborda por completo la idea de “una forma alternativa de gestionar los derechos de autor” o incluso la idea de un modelo alternativo de producción y distribución cultural. El activismo y las comunidades copyleft muestran su potencia en las nuevas forma de producción social: abrir y liberar las fuentes de la producción social (en sus vertientes simbólicas, organizativas, científicas, tecnológicas y comunicativas) es el verdadero potencial de movimiento que subyace bajo la forma del copyleft. Parafraseando a Wu Ming 4 [17]: hacer de la propia creatividad activista una metáfora de las formas de producción social, ser portadores del mismo cambio, actuando por contagio a lo largo de las conexiones de la red, que conducen a nuevas y viejas cartografías de lo común.

Esbozo de una cartografía reticular a través de algunas trayectorias Activistas

Queda esbozar una cartografía de esos territorios comunes que conforman el activismo copyleft. No sin antes advertir que este mapa ha de entenderse como parcialmente artificioso, provisional e incompleto: artificioso como una fotografía que congela una imagen en movimiento; provisional por el carácter dinámico y permanentemente cambiante de los hilos y los nudos que conforman esta red; incompleto porque éste es sólo uno de esos nuevos mundos: el que nosotras hemos explorado.

Más allá se encuentran territorios por construir, experiencias igualmente intensas y activas por conquistar la libertad, comunidades paralelas que construyen sus propias guíascopyleft, tribus y civilizaciones del conocimiento libre que habitan otros tantos nuevos mundos. Valgan nuestras trayectorias como señales que indican algunos puntos de entrada al activismo copyleft (además de los ya conocidos carteles luminosos de los gurús del conocimiento libre que habitan las autopistas de la información), experiencias activistas que buscan visualizar la intrahistoria de un movimiento emergente.

Decíamos antes que “el activismo copyleft es el resultado de toda una serie de actores, conectores, espacios y herramientas que confluyen en la formación de una red activista distribuida y recombinante”. Aquí confluyen profesionales cuyas áreas de trabajo están potencialmente asociadas a la producción inmaterial como programadoras, artistas, investigadores, escritoras, periodistas, bibliotecarias, editores, músicos, abogadas, ... pero también, y sobre todo, estudiantes, electricistas o paradas que invierten su tiempo libre y sus habilidades no profesionalizadas en participar activamente en estas redes, manteniendo servidores y comunidades virtuales, dando conferencias y organizando congresos y acciones de protesta, difundiendo proyectos y colaborando de mil maneras diferentes.

Los eventos como congresos y jornadas de encuentro componen nodos esenciales que han permitido articular la acción de muchos agentes, promover la filosofía copyleft en medios de difusión de mayor alcance y abrir espacios de coordinación y comunicación dentro y fuera del movimiento. Así por ejemplo los Hackmeeting suponen un punto de partida ineludible en el desarrollo del tejido hacktivista que comparten muchos de los colectivos que luchan por la libre circulación de saberes y técnicas. Estos encuentros de activistas y hackers trabajando sobre las dimensiones sociales de las nuevas tecnologías se realizan, generalmente, en Centros Sociales Okupados, sin aceptar patrocinios, subvenciones o participación institucional que pueda limitar su autonomía. Los Hackmeeting son un modelo de organización abierta y participativa que hace uso de herramientas como wikis y listas de correo para coordinar y decidir casi la totalidad de los aspectos que componen el evento. El Hackmeeting se comprende a sí mismo como una red de charlas, talleres, actuaciones, reuniones, espacios y experimentos de cuyas intersecciones surgen siempre nuevos proyectos, se recombinan o refuerzan antiguos y se coordinan otros tantos. Muchos proyectos y colectivos que conforman el movimiento copyleft han tenido su origen (de uno u otro modo) en un Hackmeeting.

Sin embargo han sido las Jornadas Copyleft (organizadas por grupos locales autónomos en Madrid, Barcelona, San Sebastián y Málaga durante los últimos años y financiadas en parte por algunas instituciones públicas) las que han recogido una voluntad más clara de coordinación del movimiento copyleft y de producción de espacios y herramientas para la crítica de la propiedad intelectual; dotando al conflicto de una visibilidad y relevancia pública al tiempo que permiten financiar los viajes y el alojamiento de diversas activistas para generar puntos de encuentro en los que debatir y coordinar discursos, estrategias y recursos. Otros eventos convergen también en la creación del movimiento copyleft: los encuentros Copyright, Fadaiat (con un interés especial por la interrelación entre flujos de información y flujos migratorios), multitud de encuentros de software libre, cursos de verano, conferencias académicas, etc. De carácter más radical, experimental y creativo son las experiencias de okupación temporal de espacios culturales abandonados, para promover la cultura libre. Es el caso de la okupación de los teatros El Molino y Arnau en Barcelona o la okupación del cine Andalucía en Málaga.

Asociaciones y fundaciones como la FSF (Free Software Foundation), la Electronic Frontier Foundation, Creative Commons, Computer Profesionals for Social Responsability o la Foundation for Free Information Infrastructure son algunos de los referentes internacionales más visibles de los derechos digitales y la defensa del copyleft y el dominio público. Merece especial reconocimiento la FSF y su proyecto hermano GNU, creadores del concepto copyleft y del software libre a través de la licencia GPL (General Public License). El trabajo permanente de estas fundaciones, enfatizando los ideales de libertad y comunidad del copyleft, siempre atentos a las amenazas legales y tecnológicas que penden sobre ellos, ha permitido mantener un referente ético y político para la comunidad y el activismo copyleft. Cientos de comunidades virtuales de noticias han fomentado y difundido estos ideales generando toda un ecosistema mediático y crítico entorno a la propiedad intelectual. Es el caso de Slashdot (y su versión hispanohablante BarraPunto): sofisticadas comunidades de noticias que permiten estar al tanto y debatir muchas de las noticias que afectan al copyleft, el software libre y los derechos digitales, dando la voz de alarma y generando no pocas veces verdaderas campañas de protesta y respuesta a algunos de los atropellos más escandalosos. Las redes de contrainformación (como la red internacional Indymedia, radios libres o colectivos de videocreación y difusión-como Eguzki Bideoak o SinAntena -) también han recogido la urgencia de defender la libre circulación de conocimientos y técnicas e incluyen frecuentemente noticias y campañas en esta línea. Sin embargo, en cuanto a las comunidades de noticias se refiere, el fenómeno de los blogs (bitácoras de noticias gestionadas generalmente por una sola persona, pero entrelazadas entre sí a través de varias tecnologías de web semántica) ha dado lugar a redes informativas tremendamente importantes para el desarrollo del copyleft y la defensa de los derechos de acceso a la cultura. Así los blogs de David Bravo, Ignacio Escolar, LaMundial, Carlosues o Jorge Cortell (por mencionar sólo algunos).

No sólo las comunidades de noticias se enfrentan al copyright en defensa de la libre circulación de saberes, otras comunidades virtuales son el origen de diversos recursos y eventos, acciones y espacios en favor del copyleft. Es el caso de Sindominio, un servidor autónomo gestionado por sus propias usuarias y todo un experimento sociotécnico que rompe con la dicotomía clienteservidor para abrir las puertas a la inteligencia colectiva. Desde el momento de su creación la apuesta por el software libre y la libertad de conocimiento de este servidor ha sido decisiva. Sindominio aloja y ha dado lugar a proyectos como los hackmeeting, las jornadas copyleft, muchos hacklabs, la biblioweb (que recoge algunos de los textos claves del pensamiento copyleft) y la lista de correo copyleft de Sindominio (una de las referencias más importantes del copyleft de habla hispana, antes del surgimiento de CreativeCommonsespaña y otras organizaciones).

Sin duda, uno de los elementos clave en el activismo copyleft es el hacking jurídico: el diseño de herramientas jurídicas para proteger el copyleft y luchar contra los abusos de los lobbies del copyright. El diseño de las licencias copyleft (como las de CreativeCommons o las de la Free Software Foundation) es un punto eminentemente estratégico. La necesidad de adaptar las licencias de software libre a la complejidad del desarrollo tecnológico y los obstáculos jurídicos (especialmente la patentes de software) y tecnológicos (los DRM y mecanismo anticopia antes mencionados) ha desencadenado un proceso de discusión y participación sin precedentes en el movimiento copyleft. El diseño de la tercera versión de la GPL se ha convertido en un verdadero modelo de consulta popular y desarrollo colectivo; un proceso de código jurídico abierto y participativo (gestionado, eso sí, por la FSF para impedir la manipulación de la industria del software privativo). Paralelamente el sitio web Derecho de Internet (iniciativa del abogado Javier de la Cueva) es un ejemplo paradigmático de la filosofía copyleft aplicada al activismo jurídico. De esta web pueden descargarse versiones actualizadas de instrucciones y documentos que permiten al ciudadano de a pié realizar demandas estratégicas para bloquear algunos de los abusos de los lobbies de la propiedad intelectual (como es el caso de la imposición de un Canon remuneratorio por cada unidad comprada de cualquiera de los soportes digitales existentes -independientemente del uso que se haga de ellos incluyendo la copia de material copyleft o la grabación del audio del propio juicio de la demanda).

El desarrollo de comunidades gíreles (redes informáticas inalámbricas metropolitanas) es otro de los frentes del activismo copyleft que busca independizar el flujo de información de las grandes corporaciones monopolistas de las telecomunicaciones (que imponen su censura y limitaciones técnicas al margen de la legislación). A pesar de que la financiación pública de las redes de comunicación basadas en las tecnologías inalámbricas supondría una inversión mínima para municipios y administraciones públicas, la industria de las telecomunicaciones ha impedido en españa esta posibilidad alegando que constituiría una competencia desleal (incluso en los casos en los que esas mismas compañías deciden no cubrir las necesidades comunicativas de aquellos municipios cuyo mercado no permite generar los suficientes beneficios económicos). Frente a esta situación surgen las comunidades metropolitanas inalámbricas que promueven infraestructuras de telecomunicación abiertas, participas, gratuitas y gestionadas con software libre por sus propias usuarias, funcionando a velocidades muy superiores a las permitidas por los proveedores comerciales. La necesidad de proteger y especificar el uso de estas redes ha dado lugar a la creación de licencias propias (como la Wireless Commons) y la creación de experimentos que entrelazan comunicación e intercambio digital con comunidades vecinales, capacitación técnica en la gestión de la red con comidas en los tejados en los que se instalan las antenas. A pesar de que los ejemplos más exitosos de estas comunidades se encuentran en los EEUU la red LavapiesWireless en Madrid y MataróSenseFils son ejemplos cercanos de gran interés.

Otros componentes esenciales del activismo copyleft lo constituyen las cooperativas de producción, distribución y adaptación de bienes inmateriales copyleft: apuestas políticas por definir nuevos modelos de trabajo inmaterial al margen de la propiedad intelectual y las grandes corporaciones.

Pequeñas empresas que alimentan (y se alimentan) de los recursos comunes del copyleft y se convierten así en agentes activos de su defensa y desarrollo. Así la editorial Traficantes de Sueños y algunas cooperativas de software libre, [ http://xsto.info y http://www.jakinbidea.com por mencionar algunos.

La música ha sido uno de los sectores de producción inmaterial que más a sufrido los contratos abusivos de la industria cultural y la manipulación y desatención de las sociedades de gestión (que sólo atienden a las necesidades de la gran industria y las superestrellas que ésta genera). LaMundial, Motorsex y Ruidodebarrio son algunos de los grupos musicales que además de autoproducirse su música han dedicado tiempo y esfuerzo a crear infraestructura copyleft, difundir las posibilidades del modelo y liderar protestas frente a los abusos de la industria y los gestores monopolistas de los derechos de autor. Destaca la agrupación de jóvenes grupos musicales vascos que han apostado por crear una discográfica y distribuidora enteramente copyleft (Musikherria, que abarca ya a más de 50 grupos) al margen del aposentado negocio del rock radical vasco de los años 80, casi completamente absorbido por la industria discográfica del copyright.

El mundo del arte ha permitido también promover y experimentar diferentes formas de activismo copyleft. Así Copilandia, Platoniq, Fundación Rodríguez, Zemos98 y otros tantos proyectos han practicado formas de experimentación con la creación colectiva y de desobediencia a los moldes propietarios de producción artística. Algunas instituciones artísticas (como Arteleku o UNIA arte y pensamiento) han apostado también por la importancia estratégica del copyleft en la producción cultural y artística (especialmente la de financiación pública) y contra el mercantilismo objetualista y privativo del mundo del arte: promoviendo infraestructura públicas copyleft así como jornadas y proyectos críticos con la propiedad intelectual (desbordando en muchas ocasiones los límites del arte para abrir el conflicto y el debate a otras instituciones y espacios sociales y culturales).

La red de hacklabs (que agrupa a medio centenar de laboratorios hacktivistas autónomos) es sin duda una de las infraestructuras de base y uno de los cuerpos sociales más importantes del activismo copyleft. Esta red de espacios y colectivos autogestionados proveen libre acceso a Internet, cursos de aprendizaje y desarrollo de software libre, espacios para el reciclaje de ordenadores, experimentación con infraestructura digitales y movimientos sociales. Los hacklabs han desarrollado proyectos como los copisterios (centros de difusión y copia de material copyleft) o el sistema operativo libre Xevian (basado en Debian GNU/Linux) cuya edición especial copyleft incluye además un conjunto de materiales críticos y prácticos recogidos en el archivo copyleft Alephandría (recopilado también por el propio hacklab). Durante el último año los hacklabs se han movilizado contra los abusos de los lobbies de la propiedad intelectual en una campaña de acciones directas bautizada como Compartir Es Bueno. Dentro de ésta campaña se han sucedido acciones de protesta como la llamada Operación Teddy (con un impacto mediático significativo) en la que hacktivistas de Metabolik BioHackLab se descargaron pública y colectivamente una canción de Teddy Bautista (presidente de la SGAE) frente a la sede de la SGAE en Bilbao, previo aviso a las autoridades policiales (mediante un burofax). Buscaban así sabotear la dura campaña criminalizadora que la industria cultural lanzó durante el 2005 contra la descarga de música por Internet. Otras acciones de CompartirEsBueno incluyen el reparto de CDs en espacios públicos, la promoción y realización de eventos de libre intercambio de archivos (sharing parties), la intervención en el SIMO y ELife (un espacio contra la brecha digital organizado por el ayuntamiento de Madrid) o la coordinación de las demandas contra el canon en los soportes digitales (la propia web recoge un resumen detallado de estas acciones así como del material utilizado). CompartirEsBueno ofrece además foros, enlaces y otrosrecursospara el activismo copyleft.

Algunos principios tácticos a modo de conclusión

1. No dejar de alimentar el procomún derecursos, materiales e infraestructuras copyleft para alcanzar una masa crítica que permita una autonomía completade los modos de producción privativos.

2. Producir infraestructura activista abierta, reapropiable, modificable, recombinante, escalable y copyleft.

3. Habitar la tecnología, el conocimiento y la cultura como espacios de conflicto político y producción social.

4. Defender los ideales de la libertad y la autonomía por encima de los aspectos económicos y técnicos que pueden (o no) hacer del copyleft un espacio atractivo para la industria.

5. Buscar las debilidades técnicas del régimen de propiedad intelectual y monopolio comunicativo que permitan abrir nuevos espacios de autonomía y procomún sostenible.

6. Experimentar con los límites de lo impuesto creando territorios propios de conocimientos y cultura en las interfaces mismas de la producción cultural y social.

7. Luchar desde la legitimación y la transparencia de nuestros códigos y organizaciones activista desarrollando arquitecturas de redes sociales robustas y adaptativas (redundantes, distribuidas, modulares, recombinables y dinámicas).

8. No delegar las decisiones técnicas ni comunicativas a representantes o especialistas. Construir desde la base produciendo inteligencia colectiva y haciendo de cada problema y necesidad una oportunidad para participación y la conexión con otros movimientos y comunidades.

9. Visibilizar el conflicto con el poder de los monopolios de las industrias de la telecomunicación y la cultura transmitiendo al conjunto de la sociedad aquello que realmente está en juego detrás de la frenética creación de leyes y tecnologías de implantación de la propiedad intelectual; desenmascarando los intereses ocultos y las prácticas antidemocráticas que ejercen los lobbies.

10. Exigir a las administraciones públicas una política clara de compromiso con el dominio público, de preservación y defensa activa de los derechos de acceso a la cultura, imponiendo límites a la industria cultural y de las telecomunicaciones. No permitir que el dinero público se invierta en producir sistemas de conocimiento y cultura privativos.

11. Concentrar los esfuerzos y sincronizar las movilizaciones para impedir la implantación de leyes, dispositivos y medidas que bloqueen la infraestructura copyleft: patentes de software, mecanismos anticopia, prohibiciones de investigar el funcionamiento de la infraestructura tecnológica, ... haciendo uso todos los medios posibles para bloquear esos dispositivos.

12. Crear alianzas con otros movimientos sociales cuyas luchas se enmarcan en las nuevas formas de capitalismo cognitivo (precariedad, migración, biotecnologías, contrainformación, educación, etc.).

13. Evitar la carrera tecnológica clandestina entre mecanismos anticopia y métodos, cada vez más complejos, de subvertirlos (lo que alejaría cada vez más el acceso a la cultura de la mayoría de población). Favorecer en cambio de una movilización social que exija el reconocimiento de sus derechos y promover la desobediencia tecnopolítica pública, colectiva y transparente cuando ésta sea necesaria.

El copyleft supone la creación de una subjetividad política a través de la defensa de una serie de derechos fundamentales (amenazados por el régimen de propiedad intelectual) y las posibilidades abiertas por un modelo de producción cooperativa de comunicación, conocimiento, tecnología y cultura. Este movimiento (diverso, distribuido, discontinuo, dinámico) no surge de la nada, menos aún del oportunismo que permiten las brechas de la propiedad intelectual, sino que hereda las aspiraciones, experiencias y prácticas de movimientos sociales anteriores transformados por las posibilidades sociotécnicas de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Es éste un momento constitutivo de las sociedades del conocimiento en el que dos modelos de sociedad pugnan por definir sus cimientos. El modelo del copyright (gestión mercantilista, privada y privativa de la comunicación, la ciencia y la cultura) posee hoy por hoy la mayor parte de los medios de comunicación y producción y un poder económico que ridiculiza la legitimidad de las instituciones democráticas. El copyleft, en cambio, posee un modelo productivo más potente (en base a las posibilidades innovadoras, acumulativas, participativas y recombinables que permite) y una legitimación social inherente a las posibilidades de las nuevas tecnologías.

Pero el copyleft como modelo productivo no será capaz de decidir sobre el futuro de la sociedad del conocimiento. Es la sociedad red la que tiene que movilizarse para evitar los bloqueos de la cooperación social que el régimen de propiedad intelectual está imponiendo; porque lo que está en juego no es la gratuidad de una serie de bienes culturales sino la posibilidad misma de un modelo de sociedad basado en el conocimiento y la cultura libre. Articular y sincronizar un movimiento social y político autónomo, que en su lucha por defender la libre circulación de saberes genere una sociedad libre, es el verdadero reto del copyleft. Para ello es necesario tomar consciencia de la naturaleza política del copyleft. Un estado de consciencia surge en el cerebro biológico como la sincronización transiente de una multitud de descargas nerviosas distribuidas a lo largo de diversas cortezas cerebrales, núcleos talámicos, bucles sensomotores y somatosensoriales. La consciencia no es algo que pueda imponerse desde un módulo central. No existe tal cosa en el cerebro humano. Tampoco en el cerebro colectivo que es la red. El desafío: sincronizar las voces con otras tantas redes sociales, coordinar la acción política, generar bucles de desarrollo de herramientas tácticas de intervención política (como uno más de los procesos productivos del copyleft) para alcanzar un estado de consciencia social que convierta en irreversible lo que ya está en nuestras manos: una sociedad libre a través de un conocimiento y una tecnología libres.

Copyright © 2006 Teresa Malina Torrent

Eres libre para copiar, distribuir y/o modificar este documento bajo los términos de la Licencia de Documentación Libre GNU, Versión 1.2 o cualquier otra versión posterior publicada por la Free Software Foundation; sin Secciones Invariantes, sin texto de la Cubierta Frontal, y sin Cubierta Posterior. Una copia de la licencia completa puede encontrarse en: http://www.gnu.org/licenses/fdl.html El uso estratégico de la legislación de copyright para darle la vuelta y permitir la libre circulación del conocimiento, técnicas y cultura en ningún modo refleja nuestra aceptación o acuerdo con esta legislación que consideramos abusiva, mercantilista y privativa.

Notas

[1] Soy sólo enunciadora de una comunidad, compresora de discursos que rodean mi habitar las redes, reflejo de mi existencia como cruce colectivo de experiencias y aspiraciones. Mi firma esconde multitud de cuerpos en diálogo para narrar su experiencia compartida: transformar la exigencia de autoría en oportunidad para construir identidad cooperativa. Este texto documenta la presencia de un movimiento sin representar a nadie, narra una suerte de “intrahistoria” no representable de agentes y fuerzas de cambio que resisten activamente delegar sus voces y su poder comunicativo, siempre activo en las interfaces del cambio, creando cuerpos políticos en las resistencias y conflictos de la sociedad de la información: ahí es donde apunta este texto señalando tácticas y oportunidades para la acción y la producción, abriendo puertas y desplazando las barreras conceptuales que construye el discurso del poder corporativo en las alambradas de la propiedad intelectual.

[2] La nota completa puede consultarse en:http://ww2.grn.es/merce/literature/copyleft.html. La misma nota recogida en uno de los foros de debate más relevantes dentro de la comunidad de programadores y amantes de la cultura libre en español:http://barrapunto.com/article.pl?sid=04/11/12/1522255

[3] Entrevista publicada en la revista ARCHIPIÉLAGO nº 55.

[4] Debian http://debian.org es el proyecto de coordinación de software libre más grande. Para un análisis detallado del éxito y la viabilidad del Software Libre se recomienda consultar: http://www.dwheeler.com/oss_fs_why.html

[5] De acuerdo con http://www.openbusiness.cc/cc_stat/index.php

[6] Yochai Benkler, La economía política del procomún. Publicado en la Biblioweb de SinDominio.Net http://biblioweb.sindominio.net/telematica/yochai.html

[7] La propia CNN se hizo eco de la detención de Jon Johansen http://archives.cnn.com/2000/TECH/ptech/01/25/dvd.charge/index.html, finalmente absuelto de las acusaciones que pendían sobre él. Para un seguimient exahustivo del caso este caso puede consultarse http://efn.no/jonjohansen-en.html

[8] Para más información consultar:http://www.eff.org/IP/WIPO/broadcasting_treaty/

[9] En una campaña de anuncios televisivos desarrollada conjuntamente entre la Federación para la Protección de la Propiedad Intelectual y Tele5 se puede observar las secuencias contínuas de unas imágenes del "Top Manta" y las Torres Gemelas siendo derribadas. Igualmente sorprendentes son las declaraciones de José Manuel Tourné (director general de la Federación Antipirateria) afirmando que: “Nadie, salvo campañas aisladas, ha hecho nada por sensibilizar a la sociedad y hay que recordar que este problema [el de la “piratería”, osea el de la copia y distribución de bienes culturales sin permiso expreso del autor] está en la base de actuaciones terroristas como las del 11M". Otro tanto con el informe de la IFPI titulado “La piratería musical, el crimen organizado y el terrorismo” http://www.ifpi.org/site%E2%80%91content/library/musicpiracyorganisedcrimespanish.pdf.

[10] "No robarías un coche. No robarías un bolso. No robarías un televisor. No robarias una película. El robo en internet queda registrado. El robo es ilegal. La pirateria es un delito. Ahora la ley actua.". Rezaba la Campaña Ahora la ley actúa de la Federación para la Protección de la Propiedad Intelectual y Federación AntiPiratería (FAP) al tiempo que el video mostraba imágenes de robo con violencia. Ésta y otras campañas de la FAP pueden encontrarse en http://www.fap.org.es/campanias_historico.asp

[11] Basta leer el siguiente extracto de los términos del contrato de MSN spaces: “Con respecto a cualquier material que usted envíe o de otro modo proporcione a Microsoft en relación con los Sitios Web de MSN (un “Envío”), usted autoriza a Microsoft a (1) usar, copiar, distribuir, transmitir, mostrar públicamente, ejecutar públicamente, reproducir, editar, modificar, traducir y cambiar el formato de su Envío, siempre en relación con los Sitios Web de MSN y (2) sublicenciar estos derechos, en la medida de lo permitido por la ley aplicable. Microsoft no le pagará a usted nada por su Envío. Microsoft podrá eliminar su Envío en cualquier momento. En lo que respecta a cada Envío, usted manifiesta tener todos los derechos necesarios para conceder la autorización prevista en esta cláusula. En la medida de lo posible de acuerdo a lo permitido por la ley en vigor, Microsoft podrá controlar su correo electrónico u otras comunicaciones electrónicas y podrá revelar dicha información, en caso de que estime que tiene las razones suficientes para creer que efectivamente resulta necesario, al objeto de garantizar el cumplimiento de este Contrato y de proteger los derechos, propiedad e intereses de los Colaboradores de Microsoft o cualquiera de sus clientes.” http://privacy2.msn.com/tou/eses/default.aspx.

[12] Guiu, L. (2001) Código abierto y bacterias. Texto publicado en la biblioweb de Sindominiohttp://biblioweb.sindominio.net/s/view.php?CATEGORY2=5&ID=121

[13] Barandiaran, X. y Guiu, L. (2004/2006) Autonomía, Comunicación y Evolución en redes bacterianas y tecnológicas, biTARTE38. http://www.ehu.es/ias-research/doc/(etc.etc.)

[14] Merelo, J.J., Ruíz, V.R. y Tricas, F. (2003) Blogosfera: creación de una comunidad a través de los enlaces. En.red.ando 303. http://geneura.ugr.es/%7Ejmerelo/enredando/blogosfera.pdf

[15] Valgan como ejemplos (entre otros muchos) el trabajo realizado por el Grupo de Sistemas y Comunicaciones de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid http://libresoft.urjc.es o el grupo de investigación de Christophe Lejeune en la Universidad belga de Liege http://www.smess.egss.ulg.ac.be/lejeune/.

[16] Como las jornadas de Investigacción realizadas en Barcelona en el 2004 http://www.investigaccio.org/ o el trabajo de la Universidad Nómada http://www.sindominio.net/unomada/.

[17] Wu Ming 4 es escritor copyleft, activista y coautor de Q, 54 y giap!. El segmento modificado (perteneciente al prólogo a Guerrilla de T.E. Lawrence, Lawrence de Arabia, publicado también con copyleft por la editorial Acuarela) resume los fundamentos de la guerrilla irregular en “hacer de la propia movilidad una metáfora de la mutación social, ser portadores del mismo cambio, actuando por contagio a lo largo de las líneas del desierto, que conducen a cielos y tierras nuevos.” (p. 35).


Fuente: http://redhack.cl/activismo_copyleft_v_1_0.pdf


2006-08


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