Por Leire Saitua Iribar
¡Que ya era hora,
que llevamos 5.000 años con esto!
Desde que empezó el patriarcado.
Estábamos tan tranquilas y tranquilos,
con nuestra civilización matrilineal,
ciudades de hasta 30.000 habitantes,
con agua corriente en las casas,
mucho arte, mucha cultura,
agricultura, sin armas...
Y en esto que llegan los nómadas
robando ganado y mujeres,
pensando que es más fácil robar que sembrar,
qué pobres!
Alto el fuego, pero todos, eh!
Que sois como niños,
con armas,
matando pájaros.
Estos que hoy deciden parar,
dejar las armas,
son los pequeños,
los que las cogieron
para defender
"la casa de la madre,"
la civilización
que vivía en Europa
y también
en el valle del Indo
según la arqueología
va descubriendo.
Los bárbaros invasores
no dejaron ni rastro,
lo arrasaron todo,
y borraron la historia
hasta hacernos creer
que no habíamos existido.
Y a día de hoy,
todavía,
no las sueltan.
Usan sus armas
con total impunidad,
sus armas legales,
patentes, económicas,
policiales, oficiales,
jurídicas, bélicas,
epidémicas, mortales,
propiedades,
como la del agua
inmorales.
Eh, vosotros,
los grandes,
vosotros también,
a soltar las armas,
que ya sois mayores!
Que os queremos,
os amamos y
os necesitamos.
LLenaos de amor,
a rebosar.
Hacer el amor,
eso es cosa de hombres,
lo otro es pura amargura,
puro miedo,
pura impotencia,
pura miseria.
Que os comprendemos.
Que todo esto
ha sido seguramente
necesario.
Cuestión de evolución.
Que todos los verdugos
han sido a su vez víctimas,
todos los maltratadores
en su niñez maltratados.
Ya está, completo.
Esto es un punto de inflexión.
Estamos listas y listos para traer
el reino de los cielos a la Tierra.
A trabajar todo el mundo,
ahora más que nunca
cada uno en su tarea.
La libertad del pueblo vasco
es la libertad de todos los pueblos
de Gaia, "la" planeta.
Es el placer de expresarse
cada cual en la lengua
en la que su madre lo parió y amamantó.
Es el deber eterno y trascendente
de conocerse a sí mismo,
y de hacerse y ser dueño de sí mismo.
Es el amor por el "terruño"
cada uno el suyo,
y los de tu tribu,
seas de Palestina, de Senegal,
de Ecuador o de Irak.
Que no hay por qué moverse
con los trastos,
sólo a peregrinar,
que es en casa
donde más a gusto se está
y el ecosistema donde más se crece.
Es hora de reparar el entuerto,
que echar raices no es malo,
que lo malo es ser arrancado,
no hallas reposo,
el desasosiego te consume
y consumes
para llenarte el agujero.
Con nuestras raices
sujetamos la Tierra,
como los árboles,
nuestros hermanos.
Con nuestras manos poderosas
esku ahaldunak-
las de todas y todos
la trabajamos,
la sembramos,
la invitamos a florecer,
y generosa nos nutre.
Como dice la Maite,
como primera medida
a reciclar las armas
en herramientas de labranza,
que vienen tiempos de bonanza
y hay mucho estómago vacío,
que vergüenza nos debería de dar.
Y a amarnos,
como locos,
como niños,
jugando a vivir,
libres,
con alas,
plácidos
en el regazo de la madre,
a descansar.
Un beso, hermanas y hermanos.
Maite zaituztet, oso eta oro,
(os quiero, a todas y a todos y por todo),
Leire
"LaSaitu ta Irribar".
P.D. Que dice también la Maite
que podíamos nombrar a Jerusalem
capital espiritual universal.
Sugiero que
nos hermanemos desde los ayuntamientos
cada pueblo y cada ciudad con ella,
porque son un poco tercos y si no,
no van a parar.
Un abrazo peregrino
y buen camino!
leiresaitu@ euskalnet.net
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