Por Montserrat Boix
España se ha convertido en un referente internacional en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y las organizaciones de mujeres y el movimiento feminista han sido claves en el desarrollo de la estrategia de trabajo. Muchas peticiones de cooperación tienen relación con la lucha por la erradicación de la violencia en los diferentes países pero las organizaciones de mujeres no pueden trabajar como contraparte por no tener historial como ONG de Desarrollo. Es imprescindible, considera la autora del texto, crear mecanismos de coordinación entre las organizaciones de mujers y las ONGD y apoyar a las organizaciones de mujeres para que puedan intervenir en los programas de cooperación al desarrollo que España está impulsando.
España se ha convertido en un referente internacional en la lucha por la erradicación de la violencia contra las mujeres. La Ley Integral contra la violencia de género defendida por el Gobierno de Jose Luís Rodríguez Zapatero y aprobada a principios de legislatura por unanimidad en el Congreso de Diputados es vista desde el exterior como una buen práctica y un modelo de trabajo en el compromiso de toda la sociedad frente a esta lacra.
El gobierno español, por otro lado, ha impulsado en Naciones Unidas la “Alianza de Civilizaciones” y se sitúa entre los principales países defensores de los Objetivos del Milenio. Se está realizando un importante esfuerzo a través del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación para aumentar el presupuesto de cooperación española destinado a apoyar el desarrollo de los países más necesitados.
Entre las peticiones que España recibe, especialmente desde América Latina, Magreb y el Mundo Árabe, se sitúa la cooperación en temas de Derechos Humanos, desarrollo de sociedad civil, derechos de ciudadanía, apoyo en la defensa de los derechos de las mujeres y concretamente cooperación para la erradicación de la violencia de género.
La Secretaría de Estado de Cooperación al Desarrollo en cabezada por Leyre Pajín se ha comprometido de lleno en la defensa de la perspectiva de género y el apoyo específico a las mujeres en los programas de cooperación. El reciente acuerdo marco bilateral firmado con UNIFEM -la agencia de la ONU para la defensa de los derechos de las mujeres - la importante aportación española a los fondos comunitarios destinados al apoyo de las mujeres de los países más pobres en los derechos reproductivos y la contracepción... son muestras concretas de este compromiso.
Aumenta la cooperación para crear espacios de sensibilización sobre los derechos de las mujeres, de acogida para víctimas de malos tratos, de apoyo para la creación de proyectos de comunicación para crear y consolidar redes en defensa de los derechos de ciudadanía y para una mayor representación femenina en el espacio público... pero todo ello se está haciendo sin las organizaciones de mujeres.
Las organizaciones de mujeres y el movimiento feminista que desde hace años trabajan para hacer visible la violencia de género, que en su momento empezaron a crear las primeras casas de acogida a víctimas de malos tratos sin ningún tipo de apoyos institucionales, que han insistido de manera incansable durante los últimos 20 años en este grave problema y han luchado para el reconocimiento de los derechos de las mujeres, que han tenido un papel esencial en el camino para lograr esa Ley Integral Contra la Violencia de Género que ahora enorgullece a nuestra sociedad, están fuera de los circuitos tradicionales de la cooperación española.
Resulta frecuente que organizaciones de mujeres de diversos países acudan a las compañeras españolas pidiendo un apoyo en sus luchas que podría canalizarse fácilmente a través de la cooperación española al desarrollo. Sin embargo, los requisitos para acceder a los fondos de desarrollo -entre ellos la exigencia de haber trabajado ya durante varios años fondos de cooperación - está resultando para las organizaciones “la pescadilla que se muerte la cola” y provocando que en estos momentos se cierren automáticamente las puertas a las organizaciones de mujeres.
La precariedad en la que se han movido este tipo de organizaciones con poco o ningún amparo de las instituciones frente a la envergadura de numerosas ONGs que en los últimos años han crecido y se han consolidado gracias al aumento de los presupuestos en cooperación al desarrollo que les han permitido crear una importante infraestructura de trabajo es una muestra clara de la situación actual que debe corregirse.
Resulta lógico y deseable el establecimiento de un control y seguimiento estricto de los medios públicos destinados a la cooperación internacional. Pero no es menos cierto también que en terrenos especialmente delicados y complejos como en el caso de la violencia de género -uno de los principales problemas de las mujeres en este planeta- la experiencia y conocimiento de las organizaciones de mujeres durante años es imprescindible también en los proyectos de apoyo al desarrollo.
Los “espacios de género” y la “perspectiva de género” de numerosas ONGs no pueden suplir este trabajo. De hecho se constata un importante déficit.
Las organizaciones de mujeres deben asumir el compromiso de formarse en cooperación, fortalecer sus estructuras, establecer alianzas y plataformas para poder desarrollar programas con solidez y lograr que el feminismo esté presente en el espacio de cooperación internacional.
Desde las diversas administraciones, también las locales y autonómicas, resulta imprescindible establecer medidas que faciliten el acceso de las organizaciones de mujeres a la cooperación y corrijan este déficit histórico que no puede sostenerse en el nuevo mapa de la cooperación, la solidaridad, y la lucha global contra la injusticia que en estos momentos se está empezando a construir.
Montserrat Boix para Mujeres en Red
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