15 Mar '07 -En un poema: poesía resistente actual (entrega núm. 14 de la serie publicada en el periódico anarcosindicalista "Rojo y Negro" de la CGT, Confederación General del Trabajo)
CLASES SOCIALES
(Isabel Pérez Montalbán)
“Los pobres son príncipes que tienen que reconquistar su reino”
(Agustín Díaz-Yanes: Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto)
Con seis años, mi padre trabajaba
de primavera a primavera.
De sol a sol cuidaba de animales.
El capataz lo ataba de una cuerda
para que no se perdiera en las zanjas,
en las ramas de olivo, en los arroyos,
en la escarcha invernal de los barrancos.
Ya cuando oscurecía, sin esfuerzo,
tiraba de él, lo regresaba níveo,
amoratado, con temblores
y ampollas en las manos,
y alguna enredadera de abandono
en las paredes quebradizas
de sus pulmones rosas
y su pequeño corazón.
En sus últimos años volvía a ser un niño:
se acordaba del frío proletario,
(porque era ya substancia de sus huesos),
del aroma de salvia, del primer cine mudo
y del pan con aceite que le daban al ángelus,
en la hora de las falsas proteínas.
Pero su señorito, que era bueno,
con sus botas de piel y sus guantes de lluvia,
una vez lo llevó, en coche de caballos,
al médico. Le falla la memoria
del viaje: lo sacaron del cortijo sin pulso,
tenía más de cuarenta de fiebre
y había estado a punto de morirse,
con seis años, mi padre, de aquella pulmonía.
Con seis años, mi padre.
.
Isabel Pérez Montalbán (nacida en Córdoba en 1964 y actualmente residente en Málaga) es autora de, entre otros, los siguientes libros de poesía:
Pueblo nómada (Ateneo de Málaga, 1995),
Cartas de amor de un comunista (Ed. Germanía, Valencia, 1999),
Los muertos nómadas (Diputación Provincial del Soria, 2001),
El frío proletario (Litoral, Málaga, 2002) y
Nocturnos de tinta (Ateneo de Málaga, 2005).
Ha dicho algo al respecto:
Comentario de VIKTOR GOMEZ () (link) - 20 Abril '07 - 13:02
Porque
a través de tu palabra
he visto a mi padre
en sus últimos meses, antes
de lo imprevisible,
antes del miedo y arañazo
definitivo
del cardiopata can asesino,
antes de dejar de verle
sino en versos, rabia, sueños…
Porque, si, era un niño y cuando le
aguijoneo el corazón
la prisa y torniquete
toda su bondad reventó en rojo
y se fue, temblando, con miedo,
con pavor de dejar a mi madre sin seguro, sin amor,
sin ese cumplimiento de envejecer juntos,
por todo ello
GRACIAS.
Y por situar en la muerte de tu padre
tantos nombres propios,
Juan, Luis, Manuel, Jose, Antonio… padres de otras
pequeñas o mayores vidas suyas
que en la raiz del frío dejaron su insomnio acribillado
de preguntas,
que en la raiz de la rabia dejaron su amor mancillado
por una historia que se construye sobre huesos rotos
y memorias enterradas, sobre
esfuerzos ignorados,
palabras diluidas,
trabajo a estajo en ceniceros barridos.
Tu poema ondea, tiembla y escancia un rojo de sangre primera,
esa que brota
cuando ya no hay lágrimas, cuando no hay
mayor dignidad
que empezar de nuevo la tarea inconclusa. Necesaria. Imposible. Irrenunciable tarea de ser persona.
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