05 Oct '06 -ahora dónde estamos

¿Y si la poesía es un artículo de lujo en la sociedad que vivimos?
Entonces quizá se haya quedado sin nada que decir.

Editado por chus, el día 05 Octubre '06 - 19:09, en Critica Comentario.

Han dicho algo al respecto:

Comentario de [inwit] () (link) - 06 Octubre '06 - 10:08



Eso, obviamente, amiga, depende de lo que entendamos por poesía. No quiero evadir la cuestión, sino todo lo contrario. Por ejemplo, pudiera ser que el maestro Quiñones ya diera en la tecla hace tiempo:

                 LOS POETAS (versión LAC2005)

                 También tú, dependienta,
                 y tú, robusto pinche, cocinando
                 en invierno potajes, preparando
                 en agosto el gazpacho. Y tú,
                 taxista entre rotondas y semáforos,
                 o tú, inocente
                 borracho sin oficio.
                 También vosotros sin saberlo
                 conocísteis alguna vez
                 no la mayor: la única gloria del poeta:
                 cuando en la tienda, la cocina,
                 el taxi, la taberna, se os llegaron
                 casualmente a la boca aquellas tres, cuatro palabras
                 que no se habían juntando antes
                 o nunca habían sonado de aquel modo,
                 y que dejaban dicho algo,
                 sencillo acaso como ellas,
                 pero tan verdadero, tan nuevo y tan antiguo
                 que os suspendió y enmudeció un instante
                 como a algunas de las que os escuchaban.
                 ___
                 Fernando Quiñones

¿Artículo de lujo? Me temo que no…



Comentario de sátrapa Ph - 06 Octubre '06 - 13:05



Mis bienvenidas a su insignificancia sátrapa c a este foro:

Querida Inwit, era una pregunta sobre dónde estábamos, ya que la vicesatrapa c que no frecuentaba este telepoiético espacio, quizá lo ignorase; Desde diversas vicesatrapías estamos convencidos, como tú ya sabes, de que en este caso el escritor gaditano tiene razón y que la gloria del poeta no es el parnaso si no algo común a dependientas, pinches y conductores: la capacidad de encontrarse con palabras que al juntarse hacen sonar la voz común, el común sentir, y aciertan a decir lo que debía ser dicho. Ahora bien, la preocupación de su insignificancia c, compartida por otras muchas insignificancias, es que en la mayoría de los casos, por desgracia, la poesía es un asunto de poetas, de enterados, para mayor gloria de su propio estatus, mismidad o mérito personal(Insistimos, como si los panaderos hicieran pan sólo para panaderos). “Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales”: pues eso es algo que tambíén debe ser dicho por la poesía, sobre todo a los poetas, o en nueva interversión de la CTP:

maldigo a los poetas convencidos
del parnaso narcisista de sus egos

maldigo la poesía que no hace
lo que hacen las manos de la gente

maldigo a los poetas que se piensan
que no están entre los vivos sus iguales

maldigo a los malditos que poetizan
sus miserias con ansias de grandeza

¿Articulo de lujo? ójala que no, pero por desgracia pareciera que sí

Salud a todas



Comentario de calac () - 07 Octubre '06 - 12:32



Pasa con la poesía como con el resto de las artes, que han llegado a ese lamentable estado en que poesía es lo que hacen los poetas y arte lo que hacen los artístas.

Imposible negar que, desde ahí, la poesía toda llega a ser algo peor que un artículo de lujo para neutrales. Es una estafa. Una estafa cuyo fin es trucar la ruleta para hacer saltar la banca, aunque, como todo el mundo sabe, la banca siempre gana.

Desde ahí, no sólo la poesía se ha quedado sin nada que decir, sino también sin nada que hacer. Por ello, no pocos poetas exigen admiración hacia su obra, pero jamás lectores atentos o leales compañeros de viaje.

Como la vida (permitánme esta doble ingenuidad: la vida real) ha quedado fuera de ese casino de la poesía, y lo que escriben los poetas nada tiene que ver con las necesidades de los lectores; pronto ya no habrá lectores que lean poesía, sino especialistas en poesía (intentos frustrados de poetas, imagino). Incluso esto es muy posible que ya haya ocurrido y no exista ni un sólo lector, más o menos casual, de poesía. (A veces, me siento la última de una especie en vías de extinción).

Es muy de agradecer el comentario de Inwit (visité su página, por cierto, así que se que escribe Vd.), por lo que espero no resultar demasiado pesimista al dudar de que la hermosa idea de Quiñones acerca del hallazgo poético pueda sobrevivir en un ecosistema tan depauperado, en un habitat tan depredador como el que les ha tocada a todos Vds., poetas, vivir.



Comentario de Sergi Bellver - 07 Octubre '06 - 13:30



Ayer traté de dejar un comentario, cuatro veces, infructuosamente. Aparte de código anti-spam ¿Hay que estar registrado para comentar?



Comentario de ctp - 07 Octubre '06 - 13:41



No es necesario estar regisrtado; A veces el filtro no funciona: sobre todo si copias el texto desde word. En la página principal viene la dirección-e del administrador; el colgará los comentarios que tú no puedas colgar.

Que el anti-spam no acalle tu voz;

un saludo.



Comentario de Sergi Bellver - 07 Octubre '06 - 13:41



Pues parece que no, pero por extraño que parezca, cuando me extiendo en lo que de veras quiero comentar, aparece “Spam is not appreciated”, cuando no pongo nada raro. Misterioso. Lo volveré a intentar mañana. Bueno, si esto entra ahora, decir al menos que me alegro de haber descubierto este espacio. Del lujo… si me dejan los duendes de la red…



Comentario de administrador () - 07 Octubre '06 - 14:30



Estimado Sergi (y otros afectados por el anti-spam):

Lamentamos mucho que nuestro filtro anti-spam esté bloqueando la entrada de comentarios. Para colgar uno NO es preciso estar registrado, ni hacer constar el E-mail, ni una URL.

Estamos intentando arreglar este problema, pero el filtro funciona de una forma un tanto oscura, por lo que nos llevará algún tiempo solucionar la incidencia.

Mientras tanto, desde la Administración del sitio podemos colgar el mensaje por ti. Enviánoslo por correo-e mlrs_buzon@nodo50.org.

Reiteramos nuestras disculpas.



Comentario de Sísifo - 07 Octubre '06 - 16:09



Calac, como siempre, dando en el clavo.

Abrazos, Calac. (te cuento un secreto: Hoy algunos poetas jóvenes que se ríen de todas estas milongas cursiloides postmoralistas y buscan poesía en todas partes menos en la susodicha amanerada y marquitoide damisela rosa. Conozco a unos poquitos, muy poquitos, cierto es, `pero cambiarán cosas.)



Comentario de [inwit] (link) - 07 Octubre '06 - 18:13



[No me gustaría que aquellas personas que no pudieron opinar aquí no lo intentaran más una vez. Nos hace falta su opinión, nos es imprescindible.]

Bueno, en varias ocasiones he sido marcada ya en este foro con el calificativo de “poeta”, pareciéndome siempre que el mismo era usado para discriminar a esta de otros tipos de persona. Y se me ocurre enlazar ese hecho con lo que se viene hablando aquí a partir de la pregunta dedo-en-la-llaga de la vicesátrapa C. Como sus insignificancias comprenderán si consigo explicarme, a una le parece que toda esa retórica contra la idea de Artista desde una posición que se admite no-artista no está exenta de riesgos.

Podemos partir de la idea básica de que hay que desterrar el concepto de trovador y desenterrar el de juglar, en términos de la propia vicesátrapa C. Pero si nos conformamos con el de juglar, que es una persona que a su vez puede ser también considerada una elegida, alguien diferente por creadora, igual seguimos atrapadas en la misma dialéctica económica o tela de araña en la que nos encontrábamos. Es en esa sospecha fundada (además de en el poema de don Fernando de Cádiz y Quiñones) en la que algunas nos basamos para exclamar furiosamente que TODAS SOMOS POETAS.

Nos parece además que las culpables del estado actual de estas cosas no son sólo las que se nombran artistas y así se discriminan, sino que alimentan la estafa asimismo quienes absurdamente se nombran no-artistas y miran con recelo a las primeras. Tal vez sería mejor que se miraran a sí mismas con franqueza a los ojos y asumieran de una vez por todas que en verdad hacen arte a cada paso, que tienen poesía en la boca antes y después de lavarse los dientes, que fueron expoliadas y deben reclamar lo que es suyo: que si no lo hacen colaboran fatalmente con aquello que dicen aborrecer.

A esta insignificancia le gustaría recalcar el enorme afecto con que estas palabras han sido hiladas, y el enorme respeto que Calac, Sísifo y otras compañías le merecen. Reconoce que tal vez se ha venido arriba un poquito pero no corrige para así provocar reacciones que espera nunca sean en lo personal. Aplíquense a todo el texto los matices no verbales siguientes: guiños, complicidad en la disensión, sonrisas cómplices, cervezas a pares y esa conciencia raíz de estar del mismo lado.

Y besos, brazos, salud!



Comentario de Sátrapa Castigatrix - 07 Octubre '06 - 22:49



Querida inwit, insignificancias todas:
cuanta razón va sonando en estos rifirafes (que en el fondo no son tales); Creo que al final todas nos perdemos en diatribas semánticas, y es lo que hemos de hacer pues sólo quienes se pierden pueden hallarse. ¿Por qué juglares? por una mera cuestión histórica que se remonta al momento anterior en que algunas empezaran, por la fuerza histórica de los tiempos que corrían, a firmar las obras para que sus nombres propios alcanzaran la gloria eterna: fueron estas las que establecieron una distinción: nosotros los poetas, ellos la audiencia (entiéndase que este esbozo histórico obvia etapas anteriores y está falseado, como siempre, a conveniencia)

Muchas veces han intentado debatir la cuestión principal que inwit señala en su entrada: TODAS SOMOS POETAS, que por otro lado viene a decir lo mismo que NINGUNA LO SOMOS: si se borra la distinción, y el termino se hace universal pierde su significado. Pero tiene usted toda la razón: se trata justamente de que todas recuperemos aquello que nos ha sido robado; por eso nos parece tan peligroso todo el asunto meritocrático y romántico del genio personal, porque pareciera que al afirmar uno sus capacidades, tuviera que negarselas a otros; creame compañera, voces altamente reconocidas e incluso admiradas por muchas de sus insignificancias, ante nuestra perplejidad, no tienen ningún reparo en ahondar en la distinción esencialista Yo poeta, tu no, cuando se plantea esta cuestión; cito a una “no hay que confundir la poesía con talleres ocupacionales”.

Creo que todas conoceremos a gente a la que insistentemente se le niegan sus capacidades y llegan a creerlo realmente convirtiéndose entonces en complices de los tiranos que efectivamente acabaron por robarles su poder: todas nosotras, de una u otra manera, más o menos trágicamente, somos esas personas. De esto se trata, de que todas recuperemos el poder y asumamos al tirano meritocrático y vanidoso que hemos interiorizado (a la fuerza ahorcan) y neguemos este sistema que tanto gusta en identificarnos, clasificarnos, tipificarnos, mercantilizarnos, cosificarnos, dividirnos con sus fronteras.

Por eso algunas recelamos de los poetas y los artistas como lo hacemos también de los políticos (por poner un ejemplo), por que queremos recuperar para todas la poesía, el arte y la política. Recelamos, sí, aún siendo poetas, artistas y políticas. Mostramos pues, las dos caras de la moneda, pero creo que nos haríamos a todas un flaco favor, suponiendo que algunas ya hemos recuperado lo que nos fue robado y que por lo tanto no es tarea nuestra reclamarlo: nos tememos que a todas nos pesan las cadenas, ya que el poder, el arte, la poesía, nos fue robado a todas colectivamente, no a ésta o a aquella individualmente.

salud y fraternales abrazos a todas: Power to the people



Comentario de calac () - 07 Octubre '06 - 22:59



Estoy un poco estupefacta. Hay bastantes asuntos que no entiendo bien del mensaje anterior de Inwit, pero parece que entre Vds. hay algunas tensiones que he ayudado, sin ser mi deseo, a aumentar.

Al parecer, Inwit se duele de que se la califique como poeta y, si no lo he entendido mal, viene a defenderse asegurando que también todos los demás lo somos. No entiendo bien este debate entre poeta y no-poeta, que tiene todo el aspecto de una, para mí, ajena lucha intestina, pero debo aclarar que yo no lo soy. En mi vida he escrito más versos que las ñoñeces rigurosamente adolescentes, absolutamente prescindibles. Ni siquiera por profesión tengo nada que ver, ni remotamente, con la poesía. (Para ser más exacta, debo decir que tampoco he escrito jamás más que algunos pocos comentarios en esta y otras páginas web). Me tengo por lo que soy: exclusivamente una lectora. Yo sólo los leo. Eso sí, leo poesía desde hace muchas décadas. Por eso, y no por ninguna otra razón, me refiero a Vds. como poetas y a mí, como no-poeta, porque esa es mi exacta realidad y no puedo hablar desde otras premisas.

Espero que lo anterior haya quedado suficientemente aclarado, porque es fundamental para lo que sigue.

Desde hace unos meses (tal vez algo más de un año), me he aventurado en este mundo de internet, que hasta entonces era desconocido para mí. He leído (y leo) en algunas páginas que, como esta, se dedican a la poesía. En otras (Islas en la red, Diario de lecturas…) me atreví a comenzar a aportar mis impresiones. Aquí me he animado a más, porque la he sentido más cercana a mis propias convicciones personales.

He de decirles a todos Vds., y eso trataba de trasmitirles en mi mensaje, que he constatado que en casi todas las páginas webs de poesía sólo participan poetas y que en casi todos los recitales el público se compone por completo de poetas (o aspirantes a ello). Es un mundo, el suyo, de especialistas. Incluso no pocas veces se duelen los propios poetas de que esta situación sea así, aunque muchas otras veces les parece estupendo y la justifican. A mí me parece, como poco, un dato sospechoso y, de ahí, mi anterior comentario. Eso explica también esta confusión que han tenido conmigo. No es la primera vez que me ocurre, por cierto; e incluso ya me he enfrentado en muchas ocasiones al afectuoso reproche de “pues deberías escribir”, como si no hacerlo fuera un desdoro. En no pocas ocasiones he sentido que los poetas tienen en tan alta estima su etiqueta que sólo conciben el no serlo como una franca limitación de los demás (les puedo asegurar, si es que la ignoran, que la altanería de que hablo es palpable, e incluso densísima, sobre todo si ahí abajo queda una mujer que lee pero no escribe -intentos machistas poéticoligones de deslumbrarme, aparte, claro está). También creo que es algo sobre lo que tal vez tendrían que meditar. Personalmente, creo que ser poeta es ser tanto o tan poco como ser carnicera, barrendera o ama de casa, excepto que estos últimos son mucho más necesarios y, por tanto, más numerosos. Y ya sabe: en este mundo se menosprecia lo que abunda. Otra cosa es que entremos en los juegos de prestigio, y entonces sí, por supuesto, podemos hacer una lista: arquitecto, abogado, cirujano, actor, pintor, poeta… Miren Vds. mismos en qué posición querrían estar en el rankig, aunque me parece inconcebible que atiendan a tales cosas en un lugar como este.

Tal vez lleve razón Inwit en que la fuerza creativa de la palabra está presente en cada ser humano. Yo no podría asegurarlo, pero lo encuentro razonable. Lo que les aseguro es que eso no nos convierte a todos en poetas. De igual modo: no todos queremos serlo, y eso no nos convierte en seres limitados o menos necesarios para la sociedad. El poeta, en cualquier caso, es un especialista: con esa específica división del trabajo se les define a Vds., así trabajan y así se muestran ante el público. Yo sé de mí misma que no lo soy ni nunca lo he querido ser y me encuentro feliz en mi situación. Y tal vez mi arrogancia ha sido creer que, aún así, como simple lectora, podía aportar algo a un debate sobre poesía (en el convencimiento de que en esta página el debate era de poesía y de poetas; en la idea de que, precisamente aquí, tendrían cabida también los no-especialistas).

Parece que me he equivocado y que los lectores y los no-especialistas no podemos participar sin crear estos equívocos. Lo que parece un dato significativo, ¿no les parece?

Por otra parte, cuando hablaba de “estafa” lo hacía en los mismos términos en que se aplica este término para el arte coetáneo en general. Es que además de lectora, soy espectadora y me gusta el arte (anomalías de cada quien). Esta idea de la actual estafa en el arte goza de tal grado de aceptación (me perdonarán que no cite aquí una extensa bibliografía que habla de este extremo y que sin duda conocen) que no me pareció desproporcionado pensar en establecer similitudes entre el arte en general y la poesía en concreto. Pero parece que tal cosa es completamente erróneo (no sé por qué, pero lo parece). Además, concebí que una página de poesía comunista y libertaria era un lugar donde tal relación podía manifestarse sin mayor preocupación. Obviamente, volví a equivocarme. Nada más lejos de mi ánimo el calificar de estafadores a todos los poetas, ni a personas en concreto, como tal vez Inwit haya interpretado. Todo lo contrario, ya he manifestado en otro comentario mi deuda de gratitud hacia la poesía, cuyo frecuente trato (que no pienso abandonar) me ha ayudado en momentos cruciales de mi vida. De juglares y trovadores se lo poco que mi educación secundaria me aporta, así que me callo prudentemente (ventajas de no ser especialista).

Lamento que este mensaje se haya centrado tanto sobre mi persona (realmente insignificante, adjetivo que parece que les gusta, pero que no sé si realmente practican), pero me he sentido ciertamente personalmente responsable y atacada a la vez. Por la parte en que haya podido ofenderles mi participación en este foro, no se preocupen, esta será la última vez que lo haga.

Atentamente,

Calac.



Comentario de lilith () (link) - 08 Octubre '06 - 12:48



Todo esto me parece muy farragoso, pero creo que Calac tiene razón.
Inwit: la creatividad es vivir en una fabela y dar de comer a siete hijos. Y sólo un poeta podría ver eso como algo poético.
Me convence más lo de castigatrix: ninguna somos poetas.



Comentario de Sergi Bellver (link) - 09 Octubre '06 - 17:07



Me acojo al ofrecimiento del “insignificante” (bravo por huir al polo opuesto de las ilustrísimas, vuecencias y demás podredumbres, pero ¿insignificante?) embajador de esta satrapía y envío mi aportación por correo. He armado al mensajero, por si aparecen de nuevo los duendes, y se hace preciso decapitarlos. No he insistido por especial querencia a lo que yo tenga que decir en este foro, que no será nada del otro mundo, pero sí por urgencia y necesidad de debate. Como se ha dicho, en el fondo estamos todos del mismo lado, como hijos velando a la madre enferma y discutiendo acaso, no por la herencia, sino más bien por la mejor manera de sanar a la que nos ha dado la vida. Porque dóciles o bastardos, pródigos o rebeldes, aquí somos todos hijos de la poesía literatura, perduremos en ella o la contemplemos pasar, desde el momento en que espacios como este nos mueven.

No entiendo bien lo de poesía –literatura- comunista. ¿Algo que ver con colectivizar la producción de versos y repartirla equitativamente? ¿Sólo como declaración de principios adyacente? No defiendo la exclusividad y mucho menos el corporativismo elitista, pero la poesía –y la literatura en general, bajo mi prisma rayado- es seña de singularidad, siempre, y aún más cuando es de la mejor y consigue abarcar lo universal, yendo al todo por la parte. Celine, por ejemplo, era un antisemita, un fascistoide, lo que le coloca en las antípodas de mi postura vital, pero “Viaje al fin de la noche” es verdadera literatura. Lo demás huelga. No, no acabo de comprender eso de poesía comunista, pero sí lo de su presencia en las voces comunes, como avatar repentino en boca de la dependienta o el taxista, como conjuro de la esencia de las cosas que cobra vida en mil bocas, sin premeditación en el hallazgo. Pero disiento en algunos matices a los que regresaré luego.

El mundo se mueve, o se estanca, progresa o se corrompe, pero no lo sostiene la poesía, aunque lo marque, aunque le apunte el rumbo a veces, y nos lance a menudo salvavidas a los que nos sentimos un poco náufragos, atónitos en la corriente, pero estoy en parte de acuerdo con otro comentario anterior en que ser poeta (y narrador, novelista, cuentista, artesano y artista de la palabra, en suma) sólo es una tarea más en las de la tribu. Sin cazador el poeta desfallece, sin curandero enferma, sin curtidor tirita… pero sin poeta, sin artista cavernario, todos pierden una parte esencial de su propia naturaleza. Sin la voz rupestre del artista no seríamos muy diferentes de la jauría o el termitero, muy organizado y en franco crecimiento –como cualquier virus-, eso sí. Narrando las peripecias del viaje a todo el clan, en torno a la hoguera, añadiéndoles fantasía verosímil, descifrando los códigos de la mente en las paredes de la cueva, pintando las palabras del espíritu sobre lomos de bisontes, de lo que es un bisonte en la voz interna de un humano, ayuda el hablador –y el músico, y otros- a que la tribu entera tome conciencia de sí misma en toda su plenitud, y lo que es más, le apunta horizontes, dibujados en el espíritu de cada quien, del cazador, curandero, y curtidor. Esa es la gran aventura común. Y en ella, como la tripulación de un barco, cada quien tiene su cometido, aunque a veces el cazador trate de curar una herida, el curandero se haga un abrigo con las velas y el curtidor intente arponear algún pez. Lo único que debería ser tabú en la tribu, es que el contador de historias y el que descifra los signos se convierta en mero hechicero, en vanidoso sacerdote que guarda con celo “sus secretos”. Háblame ahora de poseía comunista y te escucho.

Sí, lo único que pedimos algunos juntaletras, presuntos autores y supongo que aquellos otros consagrados –de los de verdadero talento, no las vedettes mediáticas- que no hayan acabado de diluir del todo su pasión inicial en las exigencias del mercado, es un lector atento, una dedicación sincera que responda a la entrega honesta –cuando lo es- del que ha escrito –novela, cuento, no importa-, del que ha compuesto, del que ha volcado un poema. Lectores vocacionales, esa otra especie en extinción. Duele constatar que la mayoría de poetas encumbrados y estudiosos ensimismados desprecian, con amabilidad ladina o ferocidad, que de todo hay, a los lectores. Como eso del pan para panaderos que apuntan arriba, como si el carpintero trabajara sólo para carpinteros. Lo siento, pero tampoco es cierto que todos seamos poetas (aclaro que yo no tengo conciencia de serlo, igual que envidio ese otro talento que jamás poseeré: el de hacer música; hay que tener la honestidad de colocar en su sitio, en el cajón, aquellos trasuntos de poemas que algunos hemos perpetrado alguna vez). Podemos tratar de hacer mesas, y a unos les saldrán mejor que a otros, pero abundarán las cojas, ineficaces, después de todo. Es ridículo que los cardenales del sacro arte pretendan guardarse bajo los hábitos el “secreto”, porque la poesía, y el arte en general, es algo vivo que reside en los intersticios de lo real y lo onírico, algo que palpita en cada pedazo de carne dotado de sentidos, habitado por deseos y vacíos. Pero también lo es decir que podemos hacer una tabla rasa y poner el hallazgo involuntario del borrachín hablador a la misma altura que la voz de ***** (pongan aquí a su ineludible particular, a ese poeta que les trastocó el alma alguna vez). Así como a nadie en su sano juicio se le ocurriría igualar sus gallitos en la ducha a las arias de Maria Callas. ¿Recordamos la tribu? Seámosle útiles haciendo lo que mejor sepamos hacer cada uno, sobre todo porque al final la comunidad no es idiota, y mucho menos el tiempo, que sabrá distinguir entre el artesano, el artista, el artificio y el artefacto.

Si la poesía, y digo la Poesía, no esa otra cosa que se maquilla como un papagayo, ni la que camina afectada y altiva como un obispo, ni la que revienta vidrieras son el resentimiento del eterno adolescente o proclama axiomas con halitosis de subinspector académico, fuese un artículo de lujo, no os preocupéis que nos la meterían con embudo. La verdadera poesía habita dentro y fuera del círculo, se cuela entre imposturas y guarda silencio en la periferia. Está en los despojos que ensucian el suelo del mercado, lo mismo que vuela por encima de las azoteas. Lo que sí es un artículo de mercado es el libro, el panfleto, los novelones hueros y los poemitas utilitarios, el ocio romo y encuadernado. Lo que sí es un verdadero lujo es poder robarle la agenda a la Parca, y burlar la muerte, catando un pedazo de eternidad y un largo sorbo de vida cada vez que nos encontramos con la Poesía.

Dar de comer a siete churumbeles en las favelas es, además de un alarde de creatividad y planificación, una heroicidad, y si no huelen a poética el fogón y la uralita, al menos esa voluntad sí tiene bastante de épico. Esos versos de maledicencia que trajo alguien más arriba me han devuelto a la memoria un acertadísimo poema de José Hierro, “Para un esteta”, de su poemario “Quinta del 42”. No lo transcribo por no extenderme aún más, pero búsquenlo por ahí los que no lo tengan a mano o en mente, porque en gran parte habla de lo que aquí estamos debatiendo. De hecho, lo mejor hubiera sido copiarlo aquí, callarme la puñetera boca, y dejar que hablara por mí. Perdonad mi insolencia, pues.



Comentario de Quique Falcón (link) - 09 Octubre '06 - 17:15



El poema de Hierro (“Para un esteta”) al que Sergi Bellver hace referencia en el comentario anterior, está -por ejemplo- aquí:
http://www.poesia-inter.net/jh52008.htm



Comentario de Sergi Bellver (link) - 09 Octubre '06 - 18:09



Impagable, Enrique. Y gracias también a los “insignificantes” por la logísitca (aunque antes se truncó el enlace, se extravió un puntito, y es que algo tenían que hacer los duendes…).



Comentario de castigatrix - 09 Octubre '06 - 19:36



Estimado Sergi:

En primer lugar, sus insignificancias congregadas en torno a esta vicesatrapía querrían agradecerle sentidamente que haya realizado Vd. el esfuerzo de hacernos llegar su comentario. No sólo no consideramos insolente su participación en este foro, sino sumamente apropiada. Exactamente igual que la de cualquier otro, incluyendo la nuestra propia.

Su mensaje es tan largo que merecería una respuesta mucho más extensa de la que ahora mismo podemos darle, por lo que se hace acreedor de otra más detallada. También es tan denso, lírico y serio que resulta muy tentador no contestarlo del todo en serio. Hemos realizado un ímprobo esfuerzo para conseguirlo. Valga la presente respuesta, pues, sólo como acuse de recibo.

Pasamos a aclararle un par de extremos que Vd. da por ciertos, no siéndolos:

1)No todos estamos del mismo lado, tal y como Vd. afirma en su segundo párrafo. No hemos entendido correctamente a qué ancianita nos trata Vd. de hacer velar (¿?), pero le aseguramos que no somos ni pródigos, ni ilegítimos, ni perseverantes, ni díscolos hijos de la poesía. Nuestros padres tienen otros nombres y procedencias. En cualquier caso, lo que es seguro es que no estamos del lado en que Vd. nos trata de incluir.

2) Celine no era fascistoide. Era fascista. En alguna cuestiones, tratar de aplicar diferencias de grado es altamente sospechoso, compañero. En cualquier caso, esta congregación no niega los derechos de autor, sino la noción de autoría.

3) Que “Viaje al fin de la noche” sea literatura o no nos resulta del todo indiferente. A estas insignificancias jamás se le ocurriría entrar en los juegos de manos nominalistas consistentes en preguntarse por qué las cosas se llaman como se llaman (¿por qué los macarrones se llamarán macarrones y no tallarines?). Menos aún en tratar de encontrar esencias supuestamente reales de la poesía o de los besugos (por poner dos ejemplos de parecido remoto).

4) Pero si desea Vd. rastrear la genealogía histórica de la actual concepción de la poesía (la que Vd. parcialmente defiende), no necesita Vd. irse muy lejos: el romanticismo burgués. De sobra está documentada la procedencia de todo este tinglado acerca de la libertad individual del creador y la propiedad privada de su talento.

4) Todas sus declaraciones, de pretendido valor universal, sobre la tribu, el poeta, el arponero etc. se nos antojan peligrosas, cuando las comprendemos, o intrascendentes y ridículas, cuando nos negamos a comprenderlas (y también viceversa). Sus ideas se arman desde el idealismo más esencialista, las nuestras desde el materialismo dialéctico. Lo suyo son los arquetipos y las abstracciones con mayúsculas. Sin embargo, no hay Vida, sino vidas; no Muerte, sino muertes. Hay tribus (en plural), clases sociales, individuos, etc. en unas circunstancias materiales infinitamente comprensibles y explicables. Y más allá: la ideología (causa y) consecuencia de esas condiciones materiales.

5) Negarse a comprender lo desértico de lo real es colaborar con la injusticia. Esforzarse por comprenderlo es, sin embargo, premisa necesaria pero no suficiente para comenzar a combatirla.

6) La supervivencia en una favela no es un relato heroico ni épico. Es la dolorosa realidad cotidiana y concreta de miles de seres humanos concretos, humillados por una sistema político concreto. Se necesita un gran poder de abstracción, muy poca empatía y una gran frivolidad para convertir eso en una descabellada abstracción poética referida a esencias universales.

7) Por lo anterior, nos cansa hasta la extenuación la repetidísima cantinela romántica de “llegar a lo universal por lo concreto”, de la función expresiva de la poesía, de retratar la profunda esencial del ser humano, la historia o los jerseys tricotados.

8) Existen, dentro del campo simbólico, muchos discursos que apoyan la injusticia, la humillación y sus razones (por ejemplo, usando el esencialismo para negar la urgencia de analizar los males concretos). Otros, tratan de derrocarlo. Por eso no todos estamos del mismo lado.

9) Hay discursos que siguen y aprueban el discurso dominante. Hay discursos que lo combaten.

10) Hay discursos de reglas elásticas y cómodas: como si jugaran a los dardos tirando a una enorme pared blanca. Esos aciertan casi siempre. Otros tratán de dar en una pequeña diana, siempre circunstancial, errático resorte histórico de lo real que abre y modifica la realidad. Esos aciertan poco, pero entre todos los vamos acercando.

11) El más bello o logrado acierto de los primeros no puede ni compararse con los fallos de los segundos. De hecho, son lo contrario.

12) La división del trabajo es origen de muchos males. Las sillas imperfectas también sostienen a los cuerpos.

13) En la mayoría de las ocasiones no se precisa la perfección del resultado, sino realizar el proceso. Lo mejor es a veces enemigo de lo bueno.

14) Y como dijo aquel: no les des pescado, enseñales a pescar (y aún: no les des carne y permíteles que te enseñen a pescar).

15) Maravillosa voz la de Maria Callas. Pero lo que está en duda es si sólo ha de cantar ella, si sólo a ella se la debe escuchar. Por cada especialista de la voz, el capitalismo crea un millón de especialista de quedarse en silencio. Por cada artista, un millón de simples espectadores. Por cada protagonista, trillones de secundarios.

16) La voz de María Callas es mejor que la del borrachín. La del borrachín mejor que la mía cantando en la ducha. A su discurso le entretiene hacer listas meritocráticas (el rankig del poder, al fin y al cabo). A nosotros nos urge destrozarlas.

17) La voz de María Callas es mejor que la del borrachín. Poco nos importa por qué lo es. Tampoco nos urge conocer la definición última de la Opera. Menos cuál es la esencia del Arte. Nos preocupan las razones concretas de la borrachera, las circunstancias de la taberna. Nos ocupa saber qué causa que haya una sola María Callas por cada millón de alcohólicos.

18) Demasiado condesciente se muestra su discurso hacia el anonimato del hígado del borrachín, la boca de la dependienta y los pies del taxista. Y demasiado admirado por las excelencias de la celebridades con un nombre y varios apellidos.

19) ¿Poesía y comunismo? Le tentamos con una duda: si poesía y comunismo no le van bien juntos, tal vez sea culpa de la poesía (tan insolente y altanera).

14) ¿Comunismo? ¿Colectivizar? pregunta Vd. ¿Es que cree Vd. en los beneficios de la propiedad privada?

15) ¿Talento? Sí, claro: esa moneda de oro del Imperio.

16) Muchos de nosotros conocemos el poema (y el libro) de José Hierro (gracias, Enrique, por tomarte la molestia de buscarlo en la red). Queremos agradecerle sinceramente su sugerencia haciéndole, en reciprocidad, otra: cualquiera de las obras de Marx, Karl.

En otro momento, como le decíamos, ahondaremos en estas y otras razones que aquí le dejamos de manera harto (e injustamente) esquemática. Le debemos, insistimos, una más larga explicación. Dice Vd. al final de su mensaje que tal vez debería haber callado la boca. No lo creemos, con sinceridad, así. En cualquier caso, siempre tendrá aquí quien le escuche.

Ubú le guarde. Lenin le muestre.



Comentario de sátrapa Ph - 09 Octubre '06 - 20:59



Estimado señor Sergi Belver;

Vamos todos en el mismo barco como van en el mismo barco los remeros y el patrón y el que anima las galeras a golpe de latigazo. Ahora, no veo cómo ni porqué a la tribu le conviene que cada uno se dedique a lo que mejor se le dé: el remero a remar encadenado y el patrón a marcar ritmo y rumbo a vergajazos. Sin duda estamos todos en el mismo barco, pero no todos queremos llevarlo al mismo puerto. Quizá algunos quieran simplemente navegar sin rumbo fijo y otros echar el ancla sin más o vararlo. Estarán sin duda en el barco – a su mando – los que quieran desembarcar la carga para volver a cargar la nave y navegar al despótico ritmo del beneficio. Y aún encontraremos a bordo – nos son estos muy queridos – a los que incitan al motín y buscan por cualquier medio la revuelta. “Estar en el mismo barco – dicen estos últimos en baja voz a los remeros desmintiendo lo que el patrón afirma – no es estar en el mismo bando”.

Vaya por delante, mi muy estimado Sergi, que a esta insignificancia – no por ello insignificante, ninguna lo somos – la Literatura y la Poesía y el Arte (así con mayúsculas, como se escriben Dios y Dinero y Muerte) le dan cuanto menos repelús. La Alta Cultura es desde hace mucho, quizá desde siempre, una Industria del Poder para ensalzar a los señores, justificar su señorío y embrutecer a las gentes. La Literatura es palabra muerta alrededor de la cual se da mucha palabrería de especialistas y diletantes para ahogar definitivamente lo que de vivo, de cierto, pudiera quedar de voz común entre tanta página encuadernada. Creemos, esta insignificancia y vicesatrapías afines, que las coplas, fandangos, baladas, elegías, odas o romances populares, lo que tengan de bueno, verdadero y útil – que suele ser mucho – lo tienen a pesar de la Poesía como Institución literaria (poesía, así, en minúsculas, no vemos que sea otra cosa que una serie de técnicas, trucos, ritmos, juegos que brinda el mismo lenguaje, para cantar o contar). Huelga decir que hay hoy en este mundo millones de personas analfabetas que nada saben de Los Grandes Artistas de la Literatura Universal, y sin embargo saben mucho de esa otra poesía popular que ellas mismas cantan y recitan y a la que vuelven insistentemente para curarse las heridas que el mundo no cesa de abrir “en sus carnes” – que por cierto son siempre sensibles, comúnmente sensibles, hasta en la jauría y el hormiguero que aún somos nosotros.

El porqué de que esta página se diga comunista y libertaria deberá contestarlo quien así la nombrara, pero a esta insignificancia servidora de ustedes, le parece que la producción y disfrute de versos coplas y romances populares fue siempre colectiva, común, y sólo pasó a ser fruto de la inspiración de individuos elegidos para ser alabados por otros, junto a otras transformaciones de la estructura social, ya que “en toda época histórica, el modo económico preponderante de producción e intercambio, y la estructura social que deriva necesariamente de él, constituyen el fundamento sobre el cual se basa la historia política e intelectual de esa época, y únicamente a partir de él puede explicársela; que, en consecuencia, toda la historia de la humanidad (desde la abolición del orden gentilicio, con su propiedad común de la tierra) ha sido una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, que la historia de estas luchas de clases constituye una serie evolutiva que ha alcanzado en la actualidad una etapa en la cual la clase explotada y oprimida – el proletariado – ya no puede lograr su liberación del yugo de la clase explotadora y dominante – la burguesía – sin liberar al mismo tiempo a toda la sociedad, de una vez por todas, de toda explotación y opresión, de todas las diferencias y luchas de clases.” Esta es la convicción fundamental del comunista y el objetivo principal para lograr dicha emancipación, tal como se desprende necesariamente de lo anteriormente expuesto, es la abolición de la propiedad privada. Por lo tanto toda poesía popular carece de propietario y es comunista y puesto que busca la emancipación del pueblo, de la gente o del proletariado, en un sentido amplio podríamos considerarla así mismo libertaria.

Lo que humildemente persigue la congregación es efectivamente renunciar al fetiche de la autoría y del nombre propio para producir colectivamente versos, que con un poco de suerte, y con el constante trabajo de quienes con ellas quieran jugar, alcancen a hacer sonar la voz popular y dar en el difícil blanco de la verdad. Quiere así mismo ser el tábano de Atenas que haga que toda nuestra idiocia y estupidez nos sea palpable y molesta y quiere utilizar la ironía y la bufonada para dinamitar la gravedad solemne y los misticismos y supercherías esencialistas que todos padecemos. Ya vemos que la propuesta es ambiciosa y nada humilde.

Agradeciéndole su contribución al debate, y esperando de veras, sin ironía ni sarcasmo, que su voz siga sonando y sacándonos de los errores en los que considere que podamos incurrir, para que estas cuestiones se mantengan vivas, se despide fraternalmente de usted y de todas las voces que aquí suenan, su insignificancia Vicesátrapa Ph, vicecurador de la Congregación Telepoietica de patafísica.



Comentario de Sergi Bellver (link) - 09 Octubre '06 - 22:08



Mañana responderé con más calma, más tiempo, y sobre todo, con mayor brevedad y concisión (mis disculpas), pero tengo la sensación (eufemismo, la certeza) de que no he conseguido transmitir la motivación que me empujaba, y eso sólo puede ser error mío, por torpeza e impulso.

Saludos.



Comentario de Sergi Bellver (link) - 11 Octubre '06 - 17:58



Por cuestiones meramente logísticas, aunque bienvenidas, ya que siempre es mejor contestar en frío, dejé reposar el tema, releí con atención vuestros comentarios, y esperé a encontrar el mejor momento para retomar el debate. Había empezado a escribir una respuesta detallada, extensa pero sin rodeos, a cada una de vuestras acotaciones, pero cuando llevaba algo más de dos párrafos (transidos de política por todas partes) me he parado en seco, pasmado ante mi inercia, he observado desde atrás al caminante ofuscado, que seguía hablando solo, y le (me) he dado un toque en la espalda, “¿qué haces, chaval?”.
Por un segundo he creído que lo mejor sería no decir absolutamente nada más. Dejarlo aquí, porque estoy muy molesto, no con vosotros, en absoluto, sino conmigo mismo, por haberme tomado en serio la pregunta que abría este foro, y por pretender siquiera que se tomara en serio lo poco o mucho que tuviera que decir este juntaletras al respecto. Sobre todo por haberme equivocado de sitio. Sólo pretendía hablar de literatura, no de política. De modo que el error está en mi intromisión miope, habiendo llamado a la puerta equivocada.
Y eso haré, dedicarme a la literatura, y no incordiaros en adelante, pero después de señalar, en justicia, que no me han parecido de recibo algunas salpicaduras de vuestra ironía (¿por qué el tratamiento burgués de Vd.? ¿por qué la sospecha? ¿por qué colocar como adversario al que no es correligionario sin fisuras? ¿por qué “con nosotros o contra nosotros”, si los dedos de la mano izquierda son distintos y pueden cerrarse con la fuerza del puño o unirse en la generosidad tendida, para arrebatarle el látigo a la otra? ¿por qué, desde el pseudónimo, clasificar y etiquetar mis palabras con la retórica ortodoxa de siempre, y lo que es peor, adjudicarme ideologías, posiciones y hasta tumores malignos, se diría, que nublan mi vista y me “impiden comprender lo real”, que ni tengo ni vienen a cuento? ¿por qué “frivolidad” si sólo estaba recogiendo las palabras de otro comentarista y admirando la fuerza de voluntad –jodidamente real- de quien mantiene a flote a su familia en las favelas? ¿por qué la visión sesgada de mi utilización del término “épico”, que ahí no tiene tanto de abstracto como de ejemplarizante, así como “Las uvas de la ira” de Steinbeck, por ejemplo, fue ficción sobre realidad, para cambiar esta, logrando modificar en parte la actitud del gobierno ante el drama de los emigrantes? ¿por qué reparáis en los árboles y no en el bosque, si en el fondo estamos de acuerdo en demasiadas cosas como para haber usado la equivocación de esta liebre literaria para soltar los galgos?; y, sobre todo, ¿para qué diantre aprovechar eso que, como mucho, fue un error de localización, una intromisión, la metedura de pata del aprendiz, en suma, del que quiere hablar de literatura y se equivoca de sitio, para el “mitin” y las consignas? ¿en qué lugar he dicho que esté de acuerdo con la injusticia, que oscile plácidamente en las ramas de la higuera de no sé qué esencia, que niegue la urgencia de solucionar los males concretos y materiales de la gente, y aspire complacido el opio de no sé qué postura? ¿en qué renuncio me delato satisfecho con el pensamiento único? ¿qué hay de útil en oponerse a ese pérfido pensamiento único con otro, no perverso pero sí unívoco, con vocación universal, desdeñando la riqueza de la disensión? ¿por qué no tomarse la molestia de indagar en las palabras del otro, que por eso añade enlaces, y atisbar siquiera parte de la realidad de esa “postura” en fragmentos como el final de mi entrada “Cultura” http://sergibellver.blogspot.com/2006/09.. , por ejemplo, donde encontraréis una “curiosa” analogía con el punto decimocuarto de vuestro “par de extremos”, antes de juzgar sumariamente a nadie, cosa que yo no creo haber hecho con vosotros?), cuando mi intención (seguramente mal expuesta) era sumar esfuerzos y puntos de vista para rescatar lo rescatable de la literatura y poesía actuales (más que ancianitas enfermas, espectros andantes). Pero como dejáis demostrado y contestado (que por eso preguntaba, sabiendo ahora que se puede perfectamente practicar la poesía comunista, pero consciente todavía de que la poesía es otra cosa, continente y no contenido de aquella) el interés o el objetivo de unos y otros es distinto. El único lado en el que os pensaba en mi comentario, y en el que me cuento, era el de los que aman la literatura. Pero de nuevo constato mi error (no digo que la améis o dejéis de hacerlo, forniquéis con ella, os interese o sea indiferente, allá cada quien con sus elecciones y erecciones), ya que una visita parcial me indujo a tomar vuestro espacio por otra cosa, un foro literario pensé, y no una actitud política y una intervención ideológica más allá de la estética. Mea culpa. Respeto vuestra ideología y postura, hasta vuestra lucha, aunque no comparta muchos matices, pero me temo que he sido polizón en una nave equivocada (lo del patrón y los remeros se entiende ahora que hablasteis de la situación política y real, pero no tenía nada que ver con mi exposición acerca de la literatura, con lo que hubiera bastado un amable pero contundente “Sergi, te has equivocado de foro”, sin tratamientos urticantes en tercera persona, con el que me hubiera retirado sin aspavientos), ya que mi interés y actividad internauta se reducen (si a eso se le puede llamar reducción) a la literatura, obviando la política, o al menos no mezclando una cosa con otra, ya que uno (alma de cántaro) sí toma en cuenta la voluntad estética del arte. A Marx y a otros ya los he leído, gracias, pero nuestras respectivas recomendaciones parecen fuera de lugar en cada caso. Si traje a colación a José Hierro fue sumergido en mi equivocado rumbo, dinamitando los pies de granito de los popes literarios.

Sí, a menudo (siempre, diréis) la división del trabajo es origen de muchos males, de tantos como lo ha sido a veces (nunca, exclamaréis) la colectivización del mismo, ya que no existe el sistema perfecto (que tenga tantos defectos no evita que la democracia parlamentaria –sin absurdas monarquías tutelares- sea el menos imperfecto hasta la fecha). Pero dejar el talento de cada quien (para escribir, tricotar o salar bacalaos) como moneda de no sé qué imperio, es, cuanto menos, faltar a la verdad. No creo que Lenin escogiera al azar a los que redactaran la propaganda o le devolvieran el coraje con sus locuciones a los camaradas en guerra, reconocería, pienso yo en mi ignorancia supina, unos talentos o aptitudes diferentes entre sus seguidores. Lo que no hacía era caer en ese tabú de la tribu que comentaba el otro día, dándole a cada cosa su medida y prevaleciendo el bien común a la “gloria” privada. Todos los seres humanos debemos ostentar los mismos derechos (cosa que por desgracia no se cumple), pero eso no significa que todos seamos idénticos, y ahí está la mejor baza del género humano, en lograr la igualdad de derechos a través de la diversidad de condiciones. Las sillas imperfectas también sostienen a los cuerpos, sí, pero dependiendo de la imperfección y del cuerpo, también pueden llegar a quebrarse y dañarlos peligrosamente, más aún cuando se creían a salvo en su asiento. No hay utopía ni ideología que no haya cosechado monstruos, algunas por la perversidad intrínseca de sus postulados, como el nazismo, el fascismo, el absolutismo y la monarquía (huelgan los innumerables ejemplos, aparte de la prohibición y quema de libros); otras por su interesado planteamiento esquizofrénico y alienante, entreverado con aquellas, como el capitalismo ultraliberal (imperialismo, injusticia, fagocitación de los desposeídos, aparte de la prostitución de libros); algunas por perversión posterior de la validez de sus teorías, como el comunismo y el socialismo (Stalin, Pol Pot, Corea del Norte, etc., aparte de la prohibición y quema de libros), y aún otras por adulteración bochornosa de su germen inicial y la rémora de sus dogmas, como el cristianismo (cruzadas, inquisición, oligarquías, aparte de la prohibición y quema de libros). Y sin embargo, no por ello hay que dejar de tender hacia una utopía (la que sea pertinente para cada ideal) que promete dignificar la vida del prójimo, aunque nunca se alcance esa perfección, pero aprendiendo de los errores, errores como el totalitarismo de dividir y restar, en vez de sumar y promediar puntos de vista.

Es probable que ahora venga la respuesta para la respuesta, pero creo sinceramente que es mejor dejarlo aquí. Por mi parte no tengo la menor intención de haceros perder más tiempo ni de volver a equivocarme, que de eso se trata, de no repetirse en los errores.

Los que nos consideramos inconformistas, cada quien desde su mirada, lo hacemos como mejor podemos y sabemos. Los que de veras bendicen la bondad del sistema global, se frotan las manos cada vez que los otros discutimos.
Os deseo suerte y empeño en vuestros objetivos.
Sinceramente, un juntaletras.



Comentario de vicesatra castigatrix - 11 Octubre '06 - 19:06



Estimado Sergi:

Lamentamos que a Vd. nuestras formas de cortesía le resulten burguesas. Simplemente, el trato formal de respeto nos parece el más adecuado para dirigirnos a cualquier persona, especialmente si no la conocemos, aunque también lo usamos también entre nosotros.

No creemos, en ningún caso, que se haya equivocado Vd. de foro. Como le decíamos más arriba, cualquier razonamiento ayuda a nuestro común deseo de acercarnos a la verdad.

Mucho más lamentamos que haya colegido de nuestras palabras que nos dirigíamos a su persona y no a su discurso y razones. Solemos cuidarnos de hacer ostensible esta distinción. Por supuesto, el error puede anidar en cualquier boca. En muchas ocasiones, en la nuestra. Apartarse de él sólo es posible desde el diálogo y desde la razón común.

Y para finalizar este apartado de aclaraciones, esta vicesatrapía (y colindantes) no son, en ningún caso, la voz dirigente de esta página, sino una de tantas como la suya misma. Respetamos que desee Vd. guardar silencio (aunque preferiríamos que no lo hiciera), pero entenderá que no pueda Vd. hacernos responsables de esa decisión. Nos gustaría que considerara Vd. que, incluso si cree que nosotros no somos merecedores de su compañía, tal vez haya aquí otros que sí lo son. Le rogamos que reflexione detenidamente sobre esta cuestión (aprovechamos para hacer extensiva esta consideración a Calac)

No pretendemos que esté Vd. de acuerdo con nostros (de hecho, a nosotros mismos nos ocurre con frecuencia que tampoco lo estamos), pero solemos dar explicaciones cuando sentimos que se nos solicitan. Esta vicesatrapía está siempre dispuesta a dialogar con cualquier razón, aunque sea completa o parcialmente contraria a nuestras convicciones. Que tratemos de precisar cuáles son esas convicciones no significa, necesariamente, que sean monolíticas. Siempre es de agradecer que otros, desde otros lados, señalen las fisuras y nos ayudemos, en esa dinámica, a afinar y corregir nuestras comunes certezas.

Todo esto deriva, de que no vemos cómo puedan darse verdades particulares (cada cual la suya). Por ello, nos resulta difícil comprender que Vd. desee guardar silencio y no ayudarnos a llegar, todos juntos, a la verdad. Comprobará que para nosotros el respeto se da en esa camaradería que a veces, también, se da en la confrontación y no en que cada cual guarde su opinión en su fuero interno (la opinión, esa enemiga de la verdad).

Ahora, finalmente, y de forma breve (en la esperanza de que el diálogo continue y dé oportunidad a más), sólo nos resta decirle que tal vez el principal escollo es que esta vicesatrapía sabe que nada hay ajeno a la política. La decisión, tal y como su discurso manifiesta, de separar lo político de lo literario, lo ético de lo estético, es una decisión necesariamente política.

Si tiene Vd. a bien continuar entre nosotros (un nosotros que va mucho más allá de esta vicesatrapía), tal vez tengamos la oportunidad de dar respuesta al resto de cuestiones, de sumo interés, que nos plantea en su penúltima participación (como, por ejemplo, la conveniencia de quemar, de vez en cuando, algunos libros, aunque sea para salvarse del frío físico o moral).

Aprovechamos para tenderle fraternalmente una mano que deseamos no rechace.

Vicesatrapia agónica de confrontación dialógica.



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