Movimientos Sociales

Organizarse desde abajo, unirse en la lucha

Trabajo barrial: Se hace camino al andar (1998)

Educación Popular: una experiencia en marcha (1999)

Encuentro de Organizaciones Sociales (1997-2000)

 

Se hace camino al andar

Comentarios sobre algunas experiencias de trabajo barrial

"Y hablo de cambiar esta casa, de cambiarla por cambiar nomás..."

De un tiempo a esta parte, guiados mas por impulsos y voluntades que por profundas reflexiones políticas, fuimos encontrándonos en algunas experiencias de trabajos barriales. En este tiempo nos fuimos dando cuenta de algunos problemas concretos que nos planteaba la realidad. En principio y al principio, se presentaba el problema de cómo empezar, qué actividades y qué situaciones eran las que debíamos tener en cuenta para lograr la participación de los vecinos del barrio. Buscábamos romper con el escepticismo y con el descreimiento en el poder propio de organizarse para cambiar «las cosas». Las primeras herramientas que podíamos acercar y nos distinguían quizás de otras instituciones, tenían que ver con el apoyo escolar, el trabajo conjunto con vecinos en espacios comunes del barrio o en las propias casas. En esos momentos tendíamos más al trabajo asistencial o mejor dicho asistencialista, permitiéndonos diferenciar los dos términos1. Tenía que ver con una búsqueda de reconocimiento en el barrio, de llegada a los vecinos. Al mismo tiempo el trabajo barrial se extendía, muchos eran los compañeros que convocados desde la facultado e' colegio se interesaban en realizar trabajos solidarios en este ámbito. Al no estar claros ciertos objetivos políticos del trabajo, se podía caer fácilmente en contribuir más al desarrollo político de aquellos compañeros que a la organización y reconstrucción de solidaridad dentro del barrio.

La edad del "por qué"

El problema que aparecía entonces era el de terminar de definir como prioridad que los vecinos participen, constituyan su propia organización barrial y se la apropien. Este tema no es menor y esta cruzado por el nivel de fragmentación que se vive en los barrios, que expresa lo disperso de la clase en general. Se partía de ver a la desestructuración como algo dado y difícil de modificar, lo que llevaba a algunos compañeros a plantear que el sector dinámico eran aquellos jóvenes que se solidarizaban «desde afuera» y que el trabajo seria con ellos. Por otra parte, esto llevaba a preguntarse para qué estar trabajando en un barrio si este no revestía un trabajo en si mismo. Finalmente, la visión de la necesidad de priorizar la tarea de reconstruir lazos de solidaridad y de organización barrial prevaleció. Se llegó entonces a un esfuerzo por tratar de descubrir aquellos espacios que lograban hacer participar a los vecinos, ya no en tanto receptores pasivos de eventuales beneficios, sino constructores activos de las tareas y pasos a seguir. Algunos trabajos concretos en este sentido fueron: - espacios de expresión como revistas; - talleres de problemáticas específicas, donde se combinaba un tipo de saber al cual muchos vecinos del barrio no pueden acceder, saberes considerados "científicos", con otro saber, el propio de la realidad cotidiana del barrio de aquellos sectores oprimidos; - intercambio de los conocimientos de los vecinos en talleres realizados por ellos mismos (carpintería, danzas, costura, etc.); - espacios de reflexión conjunta con disparadores (películas, charlas); - distintas actividades de recuperación de identidad, tales como eventos culturales; realización de festivales.

Por qué construir poder local

Al cabo de algunos años de experiencias de trabajo se hace necesario realizar un análisis más profundo, que incluya lo que veníamos desarrollando y la lectura del contexto a nivel más general. Notamos que los barrios están mostrando un deterioro social, económico y de construcción de identidad colectiva2 Seguramente los factores que fueron provocando este deterioro fueron múltiples. Una de las causas fundamentales, la podemos encontrar en la fragmentación de la clase trabajadora: trabajadores ocupados con condiciones de trabajo "dignas", sobreocupados personas que trabajan menos de lo que necesitan y otros que trabajan en pésimas condiciones o, también, aquellos que no tienen trabajo. Esta heterogeneidad de la clase trabajadora hace presentar, en ciertos casos, falsos antagon¡smos entre trabajadores ocupados y desocupados, reafirmando la separación ocupacional en el piano simbólico político. Con esto último nos referimos a la forma de pensarse corno miembros de un mismo colectivo, de una misma clase, la clase trabajadora. La falta de espacios colectivos y proyectos comunes reflejan la dimensión de esta fragmentación que se puede ver en ciertas actitudes de indiferencia e individualismo hasta llegar, en casos extremos, a convertirse en una "guerra de pobres contra pobres" y en ciertas formas de violencia callejera (robos dentro del barrio)3. También existen formas de solidaridad entre familiares y vecinos, por ejemplo cuando una mujer consigue trabajo, otra le cuida los hijos. Así, en determinadas situaciones extremas como huelgas en los lugares de trabajo, o epidemias en el mismo barrio, se generan lazos solidarios. Esta fragmentación ha terminado de desestructurar las relaciones conformando una red de desencuentros a través de distintas formas. Algunas de estas se expresan en las nuevas condiciones laborales (precarización), el desempleo que implica la pérdida del espacio de trabajo como ámbito de nucleamiento y la propaganda de los medios de comunicación que fomentan el individualismo. El genocidio implementado por la dictadura de 1971 fue un paso en este sentido. Se reprimió a trabajadores y con ellos a sus organizaciones; se instaló el régimen del terror y se desestructuró la lucha que organizadamente estaba dando la clase buscando cambiar este sistema injusto. Se atacó no sólo a dirigentes reconocidos sino también a altos cuadros medios aquellos compañeros que trabajaban en las bases en territorios concretos. Este fue un paso acompañado de una política económica acorde, de desindustrialización. Ahora, en una etapa de democracia formal asistimos a la profundización de este proceso de desestructuración, con la expulsión de trabajadores y con la privatización de servicios públicos básicos (hospitales, es uf ejemplo), la precarización de las condiciones laborales (contratos basura, extensión de la jornada laboral, disminución del salario real). La necesidad de reconstrucción de la clase, en este contexto, se vuelve más compleja y consideramos que el barrio deviene en un espacio fundamental. Lazos de solidaridad como vecino y miembro de la clase trabajadora. Estas dos cuestiones no son similares pero a partir de nuestra intervención tendríamos que intentar su constitución en forma paralela, complementándose a partir de las experiencias concretas y específicas de cada barrio.

En el tintero

Quisiera cantar, quisiera florecer, con mis propias semillas ya no quiero sembrar y sólo cosechar flores del poder de la mentira. Café Tacuba

Se nos ocurre que a partir del trabajo en los barrios pueden surgir dos tipos de planteos. Los mostraremos en tipos puros, recordando que no aparecen así o tan así en la realidad. Uno podría estar dado por la llamada autogestión, la construcción permanente de espacios alternativos a los del sistema, buscando en ellos la solución a los problemas de Supervivencia. Esto genera en muchos casos que los vecinos deban esforzarse en solucionar cosas por sí mismos. Ver a la autogestión como posible salida muchas veces choca con la realidad de los barrios, donde no existen los recursos para este tipo de emprendimientos. Por otro lado, la posición de permanente reclamo al municipio o a los planes provinciales, se presenta en el otro extremo. Este planteo puede llevar a entender al Estado como la única respuesta a los problemas y puede caer fácilmente en cooptaciones por parte de las distintas instancias estatales (ver aquí qué lógica utilizó el plan de manzaneras de Duhalde y cómo canaliza los reclamos). Por esto, tenemos que pensar en términos del conjunto de la sociedad, ver la dimensión de la lucha como algo que está en el centro de nuestra tarea de organización. Esto no nos lleva a descartar ni la autogestión, ni el reclamo al Estado, sino recuperarlos en el marco de una estrategia de cambio de la sociedad, de cambio de relaciones sociales injustas e individualistas por otras relaciones donde el hombre sea lo importante. En este marco, la autogestión muchas veces permite generar organización, generar confianza en las propias fuerzas y el reclamo al Estado plantea una dimensión de la confrontación. De alguna manera, lo que intentamos plantear aquí y que será materia de futuras discusiones y profundizaciones es que debemos, con nuestros trabajos recuperar la necesidad de organización autónoma (en el sentido de anticapitalista, de clase), de confianza en el propio poder del que se dispone potencialmente. Esto va de la mano de ver la dimensión de lucha que cualquier tipo de reclamo colectivo desde estos sectores requiere. Se trata de ir gestando otro tipo de poder desde abajo, ir mostrando que es posible...

1 Entendemos el "asistencialismo" como la forma de realizar asistencia que reproduce al que recibe el "beneficio" como un ser pasivo al que se le quita el Poder, y reproduce, entonces, las relaciones sociales dominantes, poniendo "parches" que permiten que el sistema se mantenga.

2 Entendemos identidad colectiva como el espacio social donde, el sujeto se reconoce en el otro con los mismos problemas, necesidades, realidades y a partir de ahí se junta y organiza para luchar por modificar su realidad.

3 El papel de los medios de comunicación se puede ver claramente en un estudio de un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales. A raíz de la toma del asentamiento Agustín Ramírez, en el Barrio La Sarita de Quilmes, los medios mostraban que los vecinos no querían a los recién llegados. Los estudiantes mediante una encuesta que realizaron demostraron que no era así, que los vecinos del barrio lindante pensaban que los asentados tenían derecho a buscar un lugar para vivir.

 

Educación popular

Una experiencia en marcha

La idea de esta nota es plantear algunas cuestiones a tener en cuenta en nuestro que hacer como educadores. Para esto nos basaremos en nuestra experiencia llevada a cabo en un barrio del conurbano bonaerense.

Contradicciones iniciales

En un primer momento dábamos apoyo escolar intentando responder a las demandas de aquellos chicos del barrio que contaban con alguna dificultad de aprendizaje en la escuela. Poco a poco nos fuimos dando cuenta que no alcanzaba para dar una respuesta significativa. Esto se debe a varios factores, entre ellos dos significativos. Uno es la falta de un proyecto claro que trascienda la adaptación del chico a la escuela. Nuestro objetivo en aquel momento no pasaba de intentar que los chicos pasarán de grado. Otro es la falta de sistematización en la tarea que realizábamos: los chicos venían con una dificultad puntual, y luego dejaban de venir o, en aquellos casos donde venían por dificultades serias, lo hacían por un lapso corto.

Pasando en limpio

Analizando estas dos cuestiones e investigando esta problemática llegarnos a la conclusión de que es necesario tener en cuenta las condiciones que hacen que estos chicos tiendan no sólo al fracaso en la escuela, sino también en otros niveles de su vida. Por ejemplo, la dificultad de integraci6n de estos chicos en el sistema formal tal vez se deba a las divergencias sociales que existen entre su vida cotidiana y las características de la institución educativa (queda para otro momento discutir el rol de la escuela en esta sociedad y las brechas que deja el sistema educativo para intentar producir algunas modificaciones). Estrechamente relacionado con lo anterior se vincula el aprendizaje de la lecto-escritura (leer y escribir) que no sólo es uno de los objetivos básicos de la educación primaria, hoy E.G.B., sino que es condición de éxito o fracaso escolar. En nuestra práctica observamos que los chicos que presentaban mayores problemas en su escolaridad eran aquellos que se mandaban con un grado importante de dificultad con el lenguajc escrito. Entendemos la lecto-escritura corno una herramienta importante, ya que amplia las posibilidades no sólo de comunicación, sino también de reflexión e interpretación de la realidad.

Propuesta de trabajo

A partir de esto impulsamos un proyecto de lecto-escritura, desde una perspectiva comunicacional y social, que valore la importancia del sentimiento de pertenencia y arraigo en el hogar, la escuela y el barrio. Que oriente la tarea cotidiana hacia pequeños objetivos concretos que le den valor y sentido. Y consolide el valor de la solidaridad, fortaleciendo la propia identidad. Tuvimos en cuenta la apropiación de la lecto-escrituta como una herramienta utilizada en ámbitos vinculados con las necesidades concretas. Para esto intentarnos generar un ambiente en donde los chicos sientan como propia la necesidad de escribir, promoviendo el contacto permanente con diferentes materiales escritos, estimulando tanto su lectura como la producción de diferentes tipos de texto (como forma de registro de actividad para su posterior lectura), acorde con las necesidades que surjan en cada momento, atendiendo el nivel que cada chico ha alcanzado en la apropiación del lenguaje escrito. También generamos actividades con tos chicos vinculadas con los intereses e intenciones expresados en productos donde ellos puedan sentirse identificados. Que los chicos experimenten de manera significativa el valor del esfuerzo, como parte del proceso de su producción, que trascienda la ejercitación y el sin sentido. Consideramos que es importante que los chicos se apropien de los objetivos de las actividades, promoviendo que éstos sean planteados por ellos. Para esto trabajamos en proyectos, en forma de talleres, intentando que las temáticas surjan de ellos mismos, donde el producto final sea compartido con su familia y el resto de la comunidad (por ejemplo: muestra de las piezas hechas en el taller de alfarería).

Fundamentos provisorios

Si entendemos a los saberes como experiencia socia] mente acumulada, producto de relaciones sociales, esto implica, para nosotros, reconocerlos como productos de procesos históricos, donde las relaciones de poder son las que los orientan en función de intereses determinados. Tratamos de plasmar esta idea en el trabajo cotidiano, valorando la producción de quienes la llevamos a cabo, atendiendo a nuestros intereses. Es en la tarea de todos tos días donde intentamos construir un tipo de saber que implique nuevas relaciones de poder. Para estos planteamos situaciones que posibiliten prefigurar un tipo de relación donde todos los integrantes (chicos y adultos) discutan sus intereses en forma explícita. Esto implica tanto la elección de los contenidos como de la forma del trabajo.

En el tintero

A partir de esto nos queda un manojo de preguntas que forman parte de nuestras discusiones. ¿En qué medida sólo la elección de un método didáctico garantiza nuestro objetivo? Esto nos lleva a preguntarnos acerca de la relación entre teoría y práctica como una dicotomía puramente analítica, teniendo en cuenta cómo estos dos conceptos están implícitos en toda acción. En el marco de educación popular: ¿qué es lo popular? ¿Es tener una mirada clasista? ¿Es lo perteneciente al pueblo? Y si es así ¿ Qué es lo que pertenece al pueblo? ¿Cuáles son los espacios de una educación que pretende ser popular? ¿Está determinada a estar fuera del sistema educativo formal o es posible llevar a cabo un proyecto de este tipo dentro? ¿Cuales son las posibilidades de desarrollo en ambos casos y cuáles sus limitaciones?