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EL EURO ¿SOLUCIÓN O PROBLEMA?

Tras el cumplimiento de las condiciones de Maastricht, el Estado Español entra triunfante en el club de los países del Euro. Sin embargo, tras la apariencia técnica de las cifras que han merecido el aprobado, se esconden profundas injusticias y mucho sufrimiento.

La rebaja de la inflación ha sido a costa del ajuste de los salarios, la precarización del trabajo y el aumento del paro. También de la caída del precio de los productos agrícolas, que originan la dependencia y la ruina de muchos pequeños campesinos. El control del déficit del Estado sale del ahorro en prestaciones de desempleo y pensiones de jubilación, así como de la entrega a los negocios privados de las empresas y servicios públicos.

Los bajos tipos de interés favorecen a quienes pagan una hipoteca pero, asociados a la especulación y la precariedad, sirven también para hacer imposible el acceso de los jóvenes a la vivienda. Los cambios fijos de la peseta con el resto de monedas "Euro", sólo se mantendrán a base de la desprotección social y la precarización del trabajo para la mayoría.

En resumen, la Moneda Única equivale a contratos basura, medio ambiente basura, política basura y personas basura. Sólo aceptando esta vida basura para millones de personas es posible la Moneda Única.

EURO, EMPLEO Y MEDIO AMBIENTE

La construcción de Europa se rige desde 1992 por el Tratado de la Unión Europea aprobado en la ciudad holandesa de Maastricht. En este Tratado se establece la moneda como el verdadero cemento unificador de Europa y se fijan unas condiciones de convergencia que no hablan de bienestar social sino de estabilidad monetaria.

La persecución de la moneda única europea sirve, además, para potenciar el dominio del Capital en el interior de cada país y para subordinar a los países de la cuenca sur y oriental del Mediterráneo, mediante un injusto proyecto que prevé una Zona de Libre Comercio entre ellos y la Unión Europea para el año 2010.

Los derechos sociales, por tanto, sólo se respetarán si coinciden con las expectativas de los dueños del dinero. Sin embargo, esta coincidencia no se produce para muchos millones de personas. El desempleo masivo y el aumento de la desigualdad así lo atestiguan. Se ha roto la conexión entre beneficio privado y bienestar social. La moneda única se nos impone, aunque suponga paro, precariedad y pérdida de las prestaciones sociales.

La Política Agraria Común y su revisión según la "Agenda 2000", al plegarse a la dinámica impuesta por la Organización Mundial del Comercio (OMC), intensifica la búsqueda de competitividad y la caída de los precios. Esto va a mantener la dinámica de destrucción de empleo rural, contaminación de las aguas, pérdida de nuestra capacidad productiva alimentaria, privatización de la vida animal y vegetal (patentes), atentados contra la biodiversidad, dependencia de unas pocas multinacionales para la alimentación, etc.

La Europa de la Moneda Única acrecienta el dominio y la autonomía del Capital. Cuanto más se acrecienta la dimensión del Capital, más aumenta la supremacía de éste sobre los trabajadores y sobre los pueblos. Los gobiernos, prisioneros de eta lógica, no sólo no protegen las necesidades sociales, el medio ambiente y la soberanía alimentaria, sino que colaboran en su permanente violación al impulsar la Globalización Económica y la Moneda Única.

Aceptar la Moneda Única y reclamar a un tiempo una Europa social y respetuosa con el medio ambiente es pedir la cuadratura del círculo. Las piadosas declaraciones a favor del empleo sólo pueden concretarse, como lo han hecho en la Cumbre por el Empleo celebrada en Luxemburgo el 22 de noviembre de 1997, en proponer la precariedad masiva como única solución al paro masivo y la presión sobre los parados que cobran seguro de paro para que acepten cualquier tipo de trabajo, so pena de perder la prestación.

El derecho al trabajo, a la vivienda, a un salario digno, a una pensión en la vejez, están amenazados. A partir de 1999 en la Europa de la Moneda Única y el Pacto de Estabilidad, lo estarán más aún. Un Capital que ya somete a los estados nación será aún más incontrolable en un espacio europeo, donde dicho Capital es más fuerte y las instituciones políticas más débiles.

LA LIBERTAD ¿PARA QUÉ? ¿PARA QUIÉN?

La libertad de movimientos de Capital que facilita la Moneda Única, exige que la liberta de la mayoría de las personas se elimite a elegir entre la miseria del paro o la esclavitud del trabajo, sin más fin que engordar el Capital, ni más ley que la voluntad del empresario.

El poder de la moneda, del Capital, procede de succionar el poder de la sociedad. Este hecho, que aparece como normal, tiene su origen en una violenta lucha de clases. Pero una lucha peculiar, porque vencedores y vencidos parecen formar parte del mismo bando, a pesar de que los primeros disfrutan de los aparatos de coacción física y mental que garantizan el orden y los segundos ponen las víctimas y los damnificados de dicho orden.

¿Qué clase de democracia es la que permite que unos individuos, los empresarios, que sólo buscan su beneficio privado, desentendiéndose de todo lo demás, sean los que den y quiten empleo y por lo tanto el sustento a la mayoría de la población? ¿Qué justicia es la que garantiza que los derechos constitucionales del Capital sean de hierro y los derechos al trabajo, a la vivienda y a la integridad física de los trabajadores y trabajadoras sean de papel?

¿Qué Estado de Derecho es el que consiente a las patronales el incumplimiento generalizado de las leyes laborales, aprovechándose de la necesidad de las personas paradas o inmigrantes? ¿Que moralidad pública es la que tolera que banqueros, políticos y plumíferos, prediquen desde sus sueldos millonarios y sus contratos blindados la precariedad y el trabajo esclavo para la mayoría?

¿Qué humanismo es el que condena a muchos a la exclusión y al resto a la impotencia ante dicha exclusión? ¿Qué igualdad ante la ley es la que considera al empresario una especie a proteger mientras la inestabilidad preside la vida de eventuales y parados, que suman el 40% de la población activa? ¿Qué libertad es la que sólo es posible dentro de las leyes del mercado, es decir, de la lógica del beneficio capitalista?

El 1 de abril de 1939 el ejército, la burguesía y la iglesia, vencedores de la guerra civil, imponían sus consignas a los trabajadores y a la izquierda: ¡ESPAÑA UNA, GRANDE Y LIBRE. ARRIBA ESPAÑA. VIVA FRANCO!

Hoy, casi sesenta años después, el moderno totalitarismo proclama en nombre de la democracia: ¡MONEDA ÚNICA, GRANDE Y LIBRE. ARRIBA EL MERCADO. VIVA EL REY!

La situación de entonces era, sin duda, más dramática. Pero hoy, también impotentes y desmoralizados, tenemos un gravísimo problema añadido. Las consignas del poder también las grita la mayoría de la mal llamada izquierda.

 

LA RESISTENCIA CONTRA LA MONEDA ÚNICA

Los beneficios inmensos del gran capital crecen simétricamente a la degradación social. Y no pasa nada. Ante esta falta de respuesta, los ricos se crecen y sus propuestas son cada vez más agresivas y osadas. Intentan pasar a la esfera de sus negocios la protección de los derechos sociales, sanidad, educación, pensiones, etc. Intensifican la flexibilización del trabajo para que las personas nos comportemos como mercancías de usar o dejar según las necesidades del mercado. Ya ni siquiera prometen nada. Hay que obedecer porque sí. Los sacrificios para llegar a la moneda única no han sido nada para los que nos esperan, una vez dentro, para evitar ser expulsados.

Sin embargo, existen millones de perjudicados que son políticamente invisibles porque están aislados. También se dan innumerables dinámicas de resistencia social que, a pesar de tener un enemigo común: la Europa de Maastricht y la moneda única, no acaban de confluir y unificarse.

La lucha por la jornada semanal de 35 horas por ley, abre la posibilidad de aunar muchas voluntades frente al avance de la precariedad y la exclusión social. Sin embargo, para que esta mejora sea útil para repartir el empleo y no para repartir el paro, es imprescindible que se aplique con el mismo salario y en computo semanal. Sin estas condiciones, las 35 horas serían un instrumento más de la flexibilización del trabajo, con más beneficio para el capital que para los trabajadores.

Es necesario luchar, además, por un salario social a cuenta de la inmensa productividad del sistema y de la obscenidad de los beneficios del capital. Un salario que atienda las urgencias de las más de 700.000 personas en paro de larga duración. Que ayude a los más de 6 millones de trabajadores que entran y salen del mercado de trabajo, a resistir frente a los abusos de los contratos basura. Que remunere el importantísimo trabajo invisible y desvalorizado de 5 millones de amas de casa y alivie la dependencia material que comporta su situación.

No sólo hay que pedir leyes, hay que utilizar la fuerza que nos queda para impedir la ilegalidad que sufren cotidianamente los precarios, al lado de flamantes secciones sindicales. Defender a la juventud que okupa frente a la criminalización y la represión que el poder ejerce sobre ellos. Hay que aflorar y organizar el inmenso conflicto social de los que sufren solos. Si no lo hacemos nosotros alguien lo hará, y será contra nosotros mismos.

Necesitamos salir de esta postración. La lucha simultánea por el REPARTO DEL EMPLEO Y LA RIQUEZA, CONTRA LA MONEDA ÚNICA Y POR LA LIBERTAD pueden contribuir a la reconstrucción de la resistencia contra un capitalismo cada vez más UNO, GRANDE Y LIBRE, que en el estado español se oculta tras la máscara de la monarquía parlamentaria.

 

CRONOLOGÍA DEL EURO

1948: Bélgica, Holanda y Luxemburgo, crean una unión económica y aduanera (BENELUX).

1952: Italia, Francia y la RFA forman, junto al BENELUX, una unión aduanera para el carbón y el acero. Es la Comunidad Económica del Carbón y el Acero (CECA).

1957: Tratado de Roma. La CECA extiende lo acordado para el carbón y el acero al resto de las mercancías. Constitución de la Comunidad Económica Europea. Europa de los Seis.

1962: El gobierno español solicita a la CEE la apertura de negociaciones para la adhesión. La respuesta fue un frío acuse de recibo. Posteriormente, en 1970, el estado español firmó un acuerdo preferencial con la CEE basado en reducciones arancelarias y eliminación de algunos contingentes en el comercio exterior.

1970: Octubre. El Consejo de Ministros de la CEE considera por primera vez, a propuesta de Pierre Werner, primer ministro de Luxemburgo, el horizonte de una moneda única en Europa en el plazo de diez años. La crisis del capitalismo internacional, que se inicia a partir de 1973, impide el desarrollo de este proceso.

1973: Se amplía la CEE con el ingreso de Inglaterra, Irlanda y Dinamarca. Europa de los Nueve.

1977: Julio. El primer gobierno democrático español, presidido por Adolfo Suárez, solicita, pocos días después de su constitución, la adhesión a la CEE.

1979: Se crea el Sistema Monetario Europeo (SME) y el ECU, como unidad de cuenta, basado en una "cesta" de las monedas comunitarias. El SME perfecciona la "serpiente monetaria" creada en 1972 y persigue corregir los desajustes especulativos entre las monedas, estableciendo una banda de fluctuación del 2,25% en torno al cambio central definido respecto al ecu. La peseta ingresará en el SME en julio de 1986.

1981: Incorporación de Grecia. Europa de los Diez.

1986: Adhesión de Portugal y España. Europa de los Doce. En febrero de este año se firma el Acta Única Europea, que establece como eje central de la construcción europea la construcción de un mercado único para el 1 de enero de 1993. La moneda única se inscribe en este proceso como un fin necesario para el funcionamiento de dicho mercado. La retórica sobre cohesión social, incorpora, por un lado, los fondos estructurales para limitar los profundos desajustes que la apertura económica va a suponer en los países más débiles, pero por otro lado supone un mero maquillaje frente a las exigencias de flexibilización y precarización de la mano de obra.

1989: Se aprueba el "Plan Delors" para la unión económica y monetaria en tres fases. La primera fase, a partir de julio de 1990, persigue impulsar la liberalización de los movimientos del capital y la elaboración de las condiciones de convergencia. El instrumento es la cooperación de los Bancos Centrales para la coordinación de las políticas monetarias.

1992: En el mes de febrero se firma en Maastricht el Tratado de la Unión Europea (TUE). Se prevé su entrada en vigor el 1 de noviembre de 1993. El TUE establece la legalidad que va a regir la construcción europea desde esta fecha hasta la implantación total de la moneda única en julio del año 2002. Recoge y adapta, dentro de él, como un tratado holding, el resto de los acuerdos de la construcción europea desde sus comienzos.

Se fortalece el carácter monetario de la Unión Europea a costa de la dimensión social, política, e incluso económica. Las condiciones de convergencia buscan la estabilidad de precios (tipos de interés, inflación y paridad de las monedas), imponiendo límites a la intervención política del Estado en el ciclo económico (déficit público y deuda pública).

El TUE establece la segunda fase de la Unión Monetaria (enero 1994), estimulando la coordinación de los bancos centrales y la creación del Instituto Monetario Europeo y también la tercera fase que tendrá como inicio enero de 1997 o, en todo caso, enero de 1999.

En septiembre de 1992 se produce la primera oleada de acoso especulativo del capital transnacional a las monedas más débiles. A este ataque se le llama "tormenta monetaria". Tras la precaria victoria del "sí" en el referéndum francés sobre Maastricht (20.9.91) y el "no" a Maastricht en el primer referéndum de Dinamarca (3.6.92) el gran capital internacional pierde confianza en la viabilidad de la moneda única y, por lo tanto, en la garantía de no devaluación de las monedas de los países más débiles, entre ellos España. Los movimientos especulativos son tan violentos que acaban expulsando del SME a la lira italiana y a la libra inglesa. El Estado Español se ve obligado a emplear el 25% de sus reservas de divisas para frenar el desplome de la peseta, que inicia un camino de depreciación y cuatro devaluaciones, desde una paridad de 63 pesetas/marco antes de septiembre de 1992 a 93 pesetas/marco a comienzos de 1995. El SME salta por los aires. La banda ancha de fluctuación es cambiada del más menos 6% al más menos 15%.

1995: El 1 de enero ingresan Austria, Finlandia y Suecia. Europa de los Quince. En diciembre la Cumbre de Madrid decide llamar euro a la moneda única y el escenario de la tercera fase de la unión monetaria en tres etapas.

1997: Julio. Tratado de Amsterdam. La revisión del TUE fracasa en los aspectos institucionales y de política exterior. Sin embargo, se incorpora el Pacto de Estabilidad que prevé multas de entre el 0,2% y el 0,5% del PIB para los países que, una vez dentro de la moneda única, incumplan las condiciones de déficit público.

1998: En marzo se abren negociaciones para la adhesión de Polonia, Hungría, República Checa, Eslovenia, y Chipre. En una segunda oleada esperan la apertura de negociaciones Rumanía, Bulgaria, Lituania, Estonia y Eslovaquia. El 2 de mayo la Cumbre de Bruselas del Consejo europeo (jefes de estado o gobierno, ministros de asuntos exteriores y presidente de la Comisión Europea), aprueban las paridades irrevocables entre las monedas (85,07 pesetas/marco y 168 pesetas/euro), a partir del 1 de enero de 1999. La Cumbre de Londres aprueba, a propuesta del Instituto Monetario Europeo la lista de los once países que integrarán el euro. Son todos menos Suecia, Dinamarca, Inglaterra y Grecia.

 

LA TERCERA FASE DE LA UNIÓN MONETARIA

Hasta 1.1.1999. Criba de los países que pasan a la tercera fase. Creación del Banco Central Europeo (BCE) y del Sistema de los Bancos Centrales Europeos (SBCE). Inicio de la fabricación del euro. Adaptaciones legislativas para la adopción de la moneda única.

Primera etapa. Del 1.1.99 al 31.12.2001 (período transitorio). Comienzo de la tercera fase. Cambios irrevocables. Euro como moneda de pleno derecho de utilización voluntaria (no obligación, no prohibición). Desaparece el Ecu. Comienza el funcionamiento de SBCE y TARGET (sistema de compensación interbancaria). Nuevo mecanismo de tipos de cambio entre euro y otras monedas de países no participantes en la primera oleada. Principio de continuidad en los contratos (pesetas-euro). Deuda pública en euros.

Segunda etapa: Desde 1.1.2002 al 30.6.2002 (período de canje). Comienza la circulación de billetes y monedas euro. Retirada de la circulación de billetes y monedas de cada estado. Pesetas y euros son de curso legal. Transacciones en las dos monedas. Cambio de pesetas a euros en los bancos.

Tercera etapa: Desde el 1.6.2002 en adelante. Circulación del euro. La peseta deja de tener curso legal. Sólo se puedan cambiar pesetas a euros en el Banco de España.

Agustín Morán. CAES - septiembre 1998

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