4.-Algo sobre el debate acerca del capitalismo de Estado

Otra recusación que hace usted, siguiendo a la "oposición de izquierdas", es que la política exterior de los bolcheviques durante ese período no fue una política de Estado proletario sino una política de Estado burgués, o capitalista de Estado, porque giró en torno a las contradicciones interimperialistas y a la concepción policlasista del ejército. Esta recusación se basa en que, para hacer la revolución europea en 1918, la Rusia revolucionaria proletaria se bastaba a sí misma, sin necesidad de transar alternativamente con una y otra parte de las fuerzas en conflicto para conseguir ventajas o ayudas, ni de apelar a la movilización militar de los campesinos:

<<Por eso se trata de precisar claramente el concepto de guerra revolucionaria que por ahí mismo toma todo su significado. En ningún momento los comunistas de izquierda querían hacer una guerra "al lado de los aliados" [francobritánicos], (aceptando su ayuda o siguiendo su plan de combate) sino más bien, por el contrario, hacerles frente con el mismo título que a los imperialistas centrales [austroalemanes], o cualesquiera otros imperialismos (...)
En lugar de esto, la guerra revolucionaria para defender el proceso proletario, "su dictadura" (y no al Estado ruso o los territorios rusos) y para extender la revolución, habría reclamado:

Respecto de que cualquier pacto con un enemigo estratégico, en sí y por sí supone abdicar de la revolución, decir, en primer lugar, que los fines políticos inmediatos en todo proceso revolucionario, están acotados o limitados por determinadas y precisas condiciones históricas ("La humanidad no se propone nunca nada que no pueda alcanzar"), y estos fines de tal modo condicionados, crean sus propios medios de realización; en cualquier caso, no respetar esas condiciones que limitan la libertad de acción, equivale, de hecho, a carecer en absoluto de fines. Aquí hay una confusión que es necesario aclarar. ¿Qué son los principios políticos? Según el significado aristotélico adoptado por Marx, el vocablo "principio" es sinónimo de causa -en este caso en tanto acción consciente-, que tiene su respectivo efecto de última instancia en la finalidad política estratégica bajo determinadas condiciones históricas, que, de momento, son un dato de la realidad a respetar y crean los medios necesarios para conseguir dichos fines. Y aquí, las consideraciones morales deben ponerse al margen o, en cualquier caso, deben juzgarse con arreglo a los fines propuestos por uno u otro bando, que llevan naturalmente implícitas sus respectivas concepciones del mundo y de la moral. Lenin ilustra muy bien este asunto. Por ejemplo, usted, de acuerdo con los "comunistas de izquierda", reprochan a los bolcheviques haber aceptado la ayuda del bando anglo-francés en momentos extremadamente críticos para el destino de la recién nacida revolución rusa durante las postrimerías de la primera guerra mundial. Lenin contesta:

<<Cuando Kerensky, un representante de la clase dominante de la burguesía, es decir, los explotadores, hace un arreglo con los explotadores anglo-francéses para conseguir de ellos armas y papas, y al mismo tiempo ocultar al pueblo los pactos que prometen (si tienen éxito) dar a un ladrón Armenia, Galitzia y Constantinopla, y al otro Bagdad, Siria, etc, ¿acaso es difícil comprender que este arreglo es expoliador y fraudulento, una acción infame de Kerensky y sus amigos?
No. No es difícil comprenderlo. Lo entendería cualquir campesino, hasta el más ignorante y analfabeto.
Ahora bien, si un representante de la clase oprimida y explotada -luego de que esa clase derrocó a sus explotadores y publicó y anuló todos los rapaces tratados secretos- es asaltado por los imperialistas de Alemania, ¿se le puede reprochar por buscar un "trato con los bandidos" anglo-franceses para obtener por ese medio armas y papas a cambio de dinero, madera, etc.? ¿Se puede considerar deshonroso, vergonzoso, sucio un trato semejante?
No. No se puede...>> (Lenin: "Sobre la sarna" 22/02/918)

En el post scriptum de este trabajo, a propósito de la lucha de liberación de los incipientes burgueses norteamericanos contra los colonialistas ingleses a finales del siglo XVIII, Lenin alude a la ayuda que recibieron de los colonialistas Franceses y españoles, para justificar la ayuda que en 1918 los bolcheviques solicitaron y obtuvieron de los imperialistas anglo-franceses, a fin de contrarrestar el avance sobre territorio soviético de sus rivales, los imperialistas alemanes. Desde el punto de vista de los fines políticos genéricos, la analogía es pertinente. Usted, sin embargo, entiende que no lo es, dado que:

<<El post scriptum de este artículo es muy significativo de la identificación que hacía Lenin entre el proceso de una revolución burguesa, y el de una revolución proletaría, contrariamente a la posición de los comunistas de izquierda.>> (Guy Sabatier: Op. Cit.)

El razonamiento implícito en este párrafo es el siguiente: la ayuda de los colonialistas españoles y franceses a los burgueses norteamericanos se inscribió en un proceso revolucionario burgués que consagra el cambio. Por lo tanto, fue legítima; no porque favoreciera o perjudicara a la revolución anticolonial, sino porque formaba parte de la moral del capitalismo. En cambio, la transacción de los bolcheviques con los capitalistas anglo-franceses vició el proceso revolucionario socialista y, por tanto, fue ilegítima y contrarrevolucionaria, independientemente de los resultados prácticos desde el punto de vista de su finalidad específica: contrarrestar el avance alemán para poder negociar la paz con ellos en mejores condiciones; y para usted lo fue sólo en virtud de que la moral de los comunistas es contraria a toda práctica mercantil, a todo trato con el enemigo de clase. Por eso usted no dudó un segundo en identificar el proceso contrarrevolucionario zarista de su alianza con Gran Brataña antes de la guerra, con la política oficial del flamante Partido Comunista de la URSS en febrero de 1918, afirmando que, esa ayuda de la Entente a los bolcheviques,

<<En cierto modo era prolongar, tras el fracaso de la política de paz separada, la alianza militar concertada por el zar antes de octubre, con las potencias imperialistas, Francia e Inglaterra, que los EE.UU. acababan de reforzar>> (Ibíd)

Por lo menos, usted marca en este punto una saludable distancia con algunos colegas suyos "comunistas de izquierda", quienes, según cuenta Lenin en el mismo "post scriptum", se habían propuesto escribir un "trabajo erudito" acerca del "sucio trato" de los norteamericanos en aquellos tiempos, como si la moral no fuera también un convencionalismo producto de la historia, tan poco sujeta a condiciones históricas específicas como la táctica política en general. Esto es tan erróneo, como cierto que en toda guerra de clases, cada bando combate primordialmente por hacer prevalecer su propia moral. De ahí que, como decía Gramsci con toda razón, cada moral sólo rige las relaciones entre los miembros de cada trinchera, de modo que, en términos estrictamente militares, sólo puede ser inmoral la acción presidida por la moral de cada bando que no cumple con los objetivos propuestos.

A primera vista, este razonamiento da razón a los "comunistas de izquierdas", porque la moral de los comunistas no casa con el "tu me das yo te doy". Pero el caso es que, quienes combatimos por la moral comunista, de hecho estamos reconociendo que esa moral no tiene vigencia universal. ¿Por qué? Porque la sociedad actual carece aun del suelo económico-social que haga posible asumirla siquiera sea en el bando de quienes combaten por ella, en tanto ese suelo es todavía inexistente porque las condiciones objetivas no dan para ello. Por tanto, quienes desde la trinchera anticapitalista combatimos por el comunismo, somos comunistas por convicción científica y por el proyecto socialista (¿qué proyecto?), pero no por conciencia de clase social y culturalmente sedimentada en una realidad comunista que no existe. Por lo tanto, si estamos de acuerdo en que la práctica social determina la conciencia y no al revés, los comunistas que regimos nuestra conducta política por el materialismo histórico, aceptamos no poder desembarazarnos totalmente del espíritu objetivo mercantil de la burguesía, que no puede desaparecer de la moral imperante en el bando "comunista" por el sólo hecho de combatir contra él.

Por lo tanto, mientras no se gane la guerra de clases -y bastante más allá de ese momento- los comunistas de hoy deberemos seguir pisando suelo social burgués y, por tanto, como asalariados, en nuestro neg-ocio con la burguesía y durante el tiempo de la jornada laboral que hemos vendido y en el que se nos niega el ocio -el tiempo propio- tampoco podemos dejar de actuar y pensar como burgueses, y a veces hasta nos vemos precisados a hacerlo en nuestro carácter de militantes en nombre de la moral comunista -como hicieron los bolcheviques-, siempre que el uso de lo que compremos, sirva efectivamente a la revolución y lo que vendamos no sean los principios comunistas. Ellos vendieron espacio territorial ruso a cambio de tiempo para superar su inferioridad relativa y contraatacar en el momento propicio, como así ocurrió. Los "comunistas de izquierda" y usted mismo, parecen no haber comprendido las implicancias políticas del doble carácter de la mercancía.

Quienes juzgan cualquier acto de compra-venta haciendo abstracción de las condiciones de actuación y la finalidad específicas de los agentes que intervienen en él, incurren en una determinación abstracta, en un hegelianismo impenitente. Desde este punto de vista, la crítica de los "comunistas de izquierda" a la moral burguesa -en que necesariamente debieron incursionar los bolcheviques, desde la entrega de la tierra a los campesinos carentes de ella, hasta la implantación del capitalismo de Estado y el tratado de Rapallo, pasando por el tratado de Brest Litovsk y la transacción con el imperialismo franco-británico- queda categóricamente recusada. Para nosotros, todo lo que de moral burguesa tuvieron estos actos políticos de los bolcheviques, fue usada magistralmente con intención y acierto en contra de esa moral, en pro de la revolución mundial y la construcción del socialismo.

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org