Nuestra segunda respuesta

Grupo de Propaganda Marxista 28 de junio de 1999

Estimado Rafael Pla:

En referencia a los frentes populares, el 11 de mayo último te dijimos:

<<<<A poco que se observe desprejuiciadamente lo acontecido en la lucha política de clases desde los tiempos de Lassalle, es inevitable concluir que ha sido éste el más eficaz instrumento contrarrevolucionario que la burguesía ha logrado aplicar con todo éxito al movimiento político de los asalariados>>.

El 20 de mayo tú respondiste:

<< <<La verdad, vuestro razonamiento aquí me parece muy extraño. Dicha alianza de clases es sólo posible cuando un sector de la burguesía (pequeña, pequeña y media, no monopolista, pequeña y "nacional" en la terminología de Mao...) se alía con la clase obrera contra otro sector de la burguesía (oligárquico, monopolista, imperialista...). Llamar a ésto "el más eficaz instrumento contrarrevolucionario" de la burguesía es una ofensa tanto a la lógica "aristotélica" como a la lógica "dialéctica" (os remito a los trabajos de Mao sobre las contradicciones).>>

Antes de ponernos con Mao, con tu permiso vamos a ver qué diferencia hay entre Hegel y Marx acerca de la dialéctica. Tanto como para intentar coincidir acerca de qué estamos hablando.

Según el pensamiento de Hegel, la contradicción entre opuestos se supera dialécticamente conservándose al interior de la relación misma que no hace más que confirmarse ad eternum. Así, ocurre con la religión cristiana, donde la contradicción de idéntica naturaleza divina entre el padre y el hijo, se resuelve y conserva litúrgicamente en el espíritu santo, del mismo modo que la dialéctica al interior de una semilla que hace germinar el vegetal de su especie, se resuelve en el fruto que la reproduce .

En el "Epílogo" a la segunda edición de "El Capital", Marx advierte sobre la distinción entre el método dialéctico del materialismo histórico y el idealista hegeliano. Esta distinción no sólo consite en que el materialismo histórico invierte el sentido de la relación dialéctica entre el ser y su representación, sino el concepto mismo de dialéctica.

Respecto de la dialéctica entre burguesía y proletariado, Marx descubre que no se reduce al simple movimiento contradictorio de las dos clases en tanto categorías sociales opuestas pero de idéntica naturaleza económica y, por tanto, política, al interior de la relación capitalista misma.

En el capítulo V del primer libro de "El Capital", Marx distingue entre el proceso de trabajo y el proceso de valorización. El proceso de trabajo se define por una relación técnica entre el trabajo social y sus medios de producción con arreglo a la creación de un valor de uso cualquiera. Esta relación es común a todos los períodos históricos del desarrollo de la humanidad e independiente a cualquier tipo de relación social. Pero el caso es que, bajo el capitalismo, el proceso de trabajo es, al mismo tiempo, un proceso de valorización. Esto último se traduce en que a la burguesía no le interesa producir riqueza en general sino valor, y no sólo valor sino plusvalor.

¿Cuál es la diferencia en términos de dialéctica social entre el proceso de trabajo, de caracter técnico socialmente genérico y el proceso burgués socialmente específico de valorización? Desde el punto de vista del proceso laboral, como ha venido sucediendo desde que la humanidad dejó atrás el trabajo de recolección, el asalariado de hecho emplea y consume las máquinas y herramientas que le son asignadas, así como las materias primas sobre las que actúa para la creación de un nuevo producto. Pero desde el punto de vista del proceso de valorización, en cambio, las cosas operan una inversión nada ficticia sino plenamente real de sentido, donde no es ya el obrero quien emplea los medios de producción sino que los medios de producción le emplean a él. No es el trabajador quien se realiza en el trabajo materializado sino que es el trabajo materializado en foma de valor el que se realiza -y no sólo se conserva sino que se acrecienta- mediante la succión de trabajo vivo impago creado en el proceso laboral.

Ahora bien, si la jornada de labor se compone de trabajo excedente y trabajo necesario, la primera parte, el plusvalor, su acumulación supone una ampliación en la escala de la producción, o sea, la inversión de ese capital adicional en un mayor número de más eficientes medios de producción y la contratación de más trabajadores. Por lo tanto, por el lado del plusvalor, el proceso de valorización supone la producción y reproducción de las relaciones de producción capitalistas a escala ampliada. Por otra parte, el trabajo necesario o salario, en tanto surge de las cláusulas del contrato laboral, reproduce la fuerza de trabajo como capital y, por tanto, perpetúa a relación capitalista misma, el dominio de la burguesía sobre el proletariado.

En semejantes condiciones, mientras el trabajo funja como capital variable para la producción de plusvalor en función acumulativa, la contradicción entre burguesía y proletariado no deja de ser una relación de idéntica naturaleza social, una contradicción del tipo hegeliano donde el desarrollo a que induce no trasciende a la identidad del trabajo asalariado con el capital. En esta realidad y en este tipo de contradicción de tipo hegeliano pensaba Lenin cuando decía:

<<La dialéctica es la doctrina de cómo los contrarios pueden ser y cómo suelen ser (cómo devienen) idénticos -en qué condiciones suelen ser idénticos- convirtiéndose el uno en el otro- por qué el entendimiento humano no debe considerar estos contrarios como muertos, petrificados, sino como vivos, condicionales, móviles y que se convierten el uno en el otro>> (V.I. Lenin: "Resúmen de Hegel en 'Ciencia de la Lógica'". Libro I, sección Iª)

Esto quiere decir que la contradicción entre burguesía y proletariado no puede tener una solución superadora del capitalismo al interior del proceso de valorización. Pero el caso es que el proceso de valorización no deja de ser al mismo tiempo un proceso de trabajo; y según progresa la acumulación y el desarrollo de la fuerza productiva en su interior, el aumento históricamente irreversible en la composición orgánica del capital y la consecuente baja tendencial en la tasa de ganancia, provoca crisis cada vez más frecuentes y profundas. Esta realidad tiende históricamente a poner cada vez más en evidencia que el proceso de trabajo y el proceso de valorización no constituyen una relación de idéntica naturaleza social, revelando así que la consustancialidad entre burguesía y proletariado es sólo aparente y relativa al proceso de valorización y que el capitalismo no es un modo de producción eterno sino históricamente provisional y transitorio.

En el curso de este proceso de creciente inadecuación del proceso de trabajo al proceso de valorización que se pone de manifiesto durante las crisis periódicas, las medidas puramente políticas de la burguesía -más o menos compulsivas más o menos consensuales-, van suplantando la inevitable carencia de soluciones económicas a las crecientes demandas sociales. Para nosotros, el frente popular o policlasista ha sido y sigue siendo el principal instrumento de dominación política que la burguesía ha podido utilizar exitosamente desde mediados del siglo pasado para conjurar las crecientes contradicciones entre el proceso de trabajo y el proceso de valorización; para que la relación entre burguesía y proletariado no deje de ser una relación de idéntica naturaleza social; para que la conciencia de los trabajadores no trascienda la estructura del proceso de valorización; para que el proletariado no asuma políticamente su condición de fuerza productiva fundamental; en fin, para que la dialéctica entre explotadores y explotados no sea vista desde la perspectiva de la relación entre el proceso de trabajo y el proceso de valorización.

Ahora acerquémonos a Mao. Acerquémonos a la historia del "aspecto particular de la contradicción". El partido comunista chino empezó a perfilar su organización y su programa a partir de su primer Congreso celebrado en 1921. Desde entonces hasta fines de 1927, su dirigente político máximo fue Chen Tu Hsiu. A este hombre le cupo asumir la máxima responsabilidad política durante las fases más decisivas del período revolucionario entre 1924 y 1927.

Como hemos expuesto en otra parte de nuestros análisis sobre el actual conflicto en Yugoslavia, en 1916 los bolcheviques habían elaborado las líneas generales de la revolución en los países coloniales y semicoloniales. En 1920, la Comintern proclamó la alianza de los partidos comunistas de Occidente con los movimientos antiimperialistas del Oriente. Pero no fue más allá de la enunciación general de este principio. En esas resoluciones de la Comintern no aparecen siquiera esbozados los lineamientos a seguir por los partidos comunistas chino o hindu en relación con sus respectivas burguesías "antiimperialistas".

Así fue como desde su primer congreso, el partido comunista chino empezó a sufrir las presiones de la Comintern para que buscara acercarse al Kuomintang, el partido de la burguesía nacional china dirigido por Sun Yat Sen en lucha abierta contra el imperialismo occidental. Esta actitud de la Internacional Comunista se vio estimulada por el propio deseo de recibir ese apoyo que la dirigencia del Kuomintang hizo llegar a Moscú. Agitando las banderas de un socialismo populista, el Kuomintang estaba dispuesto a colaborar con los comunistas chinos, pero con la condición de que se pusieran bajo sus directivas políticas.

Chen Tu Hsiu, de acuerdo con la línea bolchevique, reconocía la necesidad y conveniencia de que los comunistas chinos colaboraran con el Kuomintang, pero dadas las exigencias de la burguesía nacional china, temía que una alianza demasiado estrecha pudiera desdibujar el perfil ideológico y político del partido todavía en proceso de formación como tal. Prefería que el partido se consolidara entre la clase obrera china antes de profundizar en una política de alianzas con el Kuomintang. Fue esta renuencia de Chen Tu Hsiu la que abortó en 1922 un primer intento de adhesión al Kuomintang auspiciada por Maring-Sneevliet, que asistió como delegado de la IIIª Internacional ante el II Congreso del P.C.Ch. Ese mismo año, Maring regresó a China con la directiva inapelable de que el P.C.Ch. se integrara en el Kuomintang aunque sin tener en cuenta las condiciones, es decir, conservando de hecho su independencia política. Esto se tradujo en la decisión de que los militantes del P.C.Ch. adhiriesen individualmente al K.M.T.

En enero de 1924, a través de su emisario A..A. Joffe, el P.C.U.S. firmó un acuerdo con el K.M.T. que limitaba los objetivos del comunismo internacional en China a las aspiraciones de la burguesía nacional históricamente progresivas de unidad política del territorio e independencia nacional, asumiendo la responsabilidad de disciplinar al P.C.Ch. tras esta línea política. A comienzos de 1924, tras la muerte de Lenin, Stalin se hizo cargo del partido consiguiendo que el P.C.Ch. se uniera formalmente al Kuomintang, bajo la promesa de acatar su disciplina evitando criticar abiertamente su política.

En ese momento el nuevo ejército nacionalista contaba ya con oficiales rusos y numerosos oficiales chinos recibían instrucción militar en Moscú. Uno de ellos fue Chiang Kai Shek, quien a su regreso, durante el Congreso del Kuomintang pronunció un encendido discurso que Pierre Broue -citando el libro de Harold R. Isaacs: "The tragedy of chinese revolution", recoge en "El partido bolchevique":

<<Nuestra alianza con la Unión Soviética y con la revolución mundial, es en realidad una alianza con todos los partidos revolucionarios que luchan en común contra los imperialistas para llevar a cabo la revolución mundial. La Cámara de Comercio de Cantón terminó un llamamiento con el grito de "viva la revolución mundial">> (Op.cit.: cap.X)

En un principio, Chen Thu Hsiu y sus camaradas desacataron las directivas de la Comintern, manteniendo de hecho la independencia del partido que se expresó durante la huelga de Cantón, la más importante hasta entonces en la historia de China, en contra de las concesiones a las empresas occidentales. El P.C.Ch. estuvo a la vanguardia de este movimiento antiimperialista.

Durante esta huelga, los trabajadores de Canton protagonizaron una experiencia de poder incipiente; surgió el primer soviet chino que contó con 2.000 piquetes armados y una policía propia; este organismo creó un tribunal de justicia y hasta dispuso la edificación de escuelas. Consecuente con la línea bolchevique formalmente vigente hasta entonces, el Partido Comunista Chino colisiomó al interior del Kuomintang donde prevaleció el espíritu de detener la iniciativa política y el desarrollo del movimiento.

Al influjo de esta experiencia revolucionaria que el Kuomintang pugnaba por abortar, y advirtiendo que la sociedad china entraba en una dinámica de guerra civil, el P.C.Ch. intentó liberarse de las ataduras que le suponía mantenerse dentro del Kuomintang. Para eso hizo gestiones ante Moscú y en octubre de 1925 Chen Tu Hsiu propuso que el P.C.Ch. abandonara el Kuomintang, pero el ejecutivo de la Comintern desaprobó esa propuesta ordenando al P.C.Ch. que evitara la guerra civil. La línea que dictó la Comintern al P.C.Ch. consistió en evitar que el protagonismo de la clase obrera se extendiera al resto del país. Fieles a su alianza con el Kuomintang, asesores militares y diplomáticos soviéticos prestaban por ese entonces servicios en el cuartel general de Chiang Kai Shek, armando y adiestrando a las tropas del Kuomintang.

Bujarin y Stalin, quienes se habían puesto al frente del P.C.U.S. y de la Comintern, falsearon los lineamientos bolcheviques respecto de la política antiimperialista en países semicoloniales como China. En efecto, según la doctrina de Lenin las consignas que debían adoptar los movimientos de liberación en las colonias y semicolonias eran de tipo nacional burgués, democráticas: estas consignas incluían la unidad nacional, el control de la aduana por el Estado, la expulsión de la tropas y barcos imperialistas y la abolición de los privilegios para los extranjeros. Esta doctrina contemplaba la colaboración entre el proletariado y la burguesía oprimida por el imperialismo, pero sólo mientras esa burguesía estuviera dispuesta a acompañar las luchas del proletariado por la efectiva emancipación nacional de las colonias y no impidiera su acción consecuentemente revolucionaria. Lenin jamás planteó una alianza a toda costa y menos aún que el partido proletario se atara de pies y manos diluyéndose en las organizaciones políticas de la burguesía. Al contrario, como profundo conocedor del comportamiento y la naturaleza de la burguesía desde los tiempos de la Revolución francesa, Lenin sostuvo que la mejor garantía de cumplimiento de las tareas antiimperialistas de tipo democrático-burguesas, descansaba en que los partidos comunistas conservaran su total inedependencia politica y organizativa respecto de cualquier sector de la burguesía.

En su discurso durante la reunión del pleno conjunto del Comité Central y de la Comisión Central de Control del P.C.(b) de la URSS, celebrado entre el 29 de julio y el 9 de agosto de 1927, Stalin citó el siguiente pasaje extraído del Tomo XXV de las Obras Completas de Lenin:

<<"La Internacional Comunista debe establecer una alianza temporal con la democracia burguesa de las colonias y países atrasados pero no fundirse con ella, y mantener absolutamente la independencia del movimiento proletario, incluso en su forma más embrionaria" (t. XXV Pp.290) "...nosotros, como comunistas sólo debemos apoyar y sólo apoyaremos, los movimientos burgueses de liberación en las colonias en el caso de que estos movimientos sean verdaderamente revolucionarios, en el caso de que sus representantes no nos impidan educar y organizar en un espíritu revolucionario a los campesinos y a las grandes masas de explotados">> (J. Stalin "Obras Escogidas" T II. Subrrayado nuestro)

Esta cita revela todo el cinismo que Stalin se vio obligado a desplegar para eludir su responsabilidad política ante el fracaso de su política en China. Como se ve, esta línea política bolchevique diseñada por Lenin seguía teóricamente vigente en el P.C.U.S. Stalin la esgrimió entre julio y agosto de 1927 contra la oposición de izquierda, cuando la sangre de los miles de comunistas asesinados en Shangai por las huestes de Chiang Kai Shek todavía estaba caliente. En marzo de 1924, la comintern ordenó al Comité Central del P.C.Ch. que se abstuviera de acompañar a los movimientos agrarios revolucionarios y de criticar al sunyatsenismo. Esto permitió al Kuomintang reprimir con toda comodidad a las masas obreras y campesinas en Canton y Hong Kong. Este extremo antibolchevique contrarrevolucionario del stalinismo se puso de manifiesto a principios de 1926, cuando el Kuomintang fue admitido en la Internacional Comunista en calidad de partido asociado y el Ejecutivo de la Comintern eligió al general Chiang Kai Shek como miembro honorario.

Fue así como la filosofía proburguesa del Frente Popular consiguió penetrar en el movimiento político internacional del proletariado. Una incursión en toda regla del proceso de valorización en la estructura política del proceso de trabajo a nivel mundial. De esta forma, el tandem Bujarin-Stalin se puso a la derecha de los mencheviques, quienes si bien desde antes de 1905 preconizaron que la revolución democrática debía ser dirigida por la burguesía liberal rusa, nunca se les ocurrió plantear que para eso el proletariado tenía que disciplinarse férreamente a las directivas de la burguesía, hasta el punto de fundir su organización en el partido Kadete. Esto es lo que Bujarin y Stalin se empeñaron todo ese tiempo en conseguir del P.C.Ch.

El 20 de marzo de 1924, sólo una semana después de haber sido elegido miembro honorario por el "Estado Mayor de la Revolución Mundial", Chiang Kai Sheck aprovechó ese honor y autoridad para dar su primer golpe de Estado en Cantón contra el P.C.Ch. Ese día detuvo a los dirigentes sindicales de orientación comunista, clausuró los locales de la Unión General y excluyó a todos los militantes del P.C.Ch. que venían desempeñando diversas responsabilidades en el cuartel general del Kuomintang.

Convencidos de que el Kuomintang preparaba la guerra civil contra ellos, los comunistas chinos juzgaron necesario crear un brazo armado del partido. Para ello solicitaron la ayuda soviética. Los representantes soviéticos en Cantón vetaron categóricamente el plan y negaron la ayuda solicitada. Según el historiador Isaac Deutscher en "Trotsky: el profeta desarmado", Chen Tu Hsiu relata que el comité Central chino pidió a los asesores militares soviéticos en Cantón que las municiones procedentes de la URSS para Chiang Kai Shek fueran entregadas a los comunistas, cuando menos 5.000 rifles para poder armar a los campesinos insurrectos en Kwantung. La solicitud fue rechazada.

En diciembre de 1924, once meses después de la muerte de Lenin, Stalin lanzó al mundo la consigna del "socialismo en un solo país", oficializando así la orientación que de hecho se había venido dando a la política exterior de la URSS, ejercida en exclusiva función de defensa del Estado nacional soviético y contra los principios más elementales del internacionalismo. La historia política de China anterior e inmediatamente posterior a este anuncio, así como la teoría maoista sobre la "universalidad y particularidad de la contradicción", se explican por la degeneración del marxismo iniciada por Stalin en nombre del marxismo.

A principios de 1926, las autoridades soviéticas nombraron una "Comisión especial" presidida por Trotsky, encargada de aconsejar al Politburó sobre la línea diplomática en China. Habiendo consultado los archivos de Trotsky donde se refiere a lo actuado por esta comisión, Deutscher dice que el informe que Trotsky presentó el 25 de marzo de 1926 se ciñó estrictamente al terreno diplomático, desentendiéndose por completo de los objetivos del P.C.Ch. Tanto el Partido Comunista como el Kuomintang querían extender la revolución del sur al norte derrocando al gobierno proimperialista de Chan Tso Lin establecido en esa parte del país. Pero los planes de la Comintern no pasaban por ahí sino más bien por el mantenimiento del statu quo con el imperialismo japonés, es decir, por mantener a los dos sectores enfrentados de la burguesía china en sus dominios territoriales respectivos. Y tal parece que todo el tiempo en que presidió esa comisión, Trotsky se prestó a ello:

<<La comisión de Trotsky contaba con que China seguiría dividida; y sus recomendaciones parecían concebidas para prolongar esa división. Por ese entonces Chiang Kai Shek estaba preparando ya su gran expedición militar contra el norte. (...) la comisión de Trotsky no se fijaba el objetivo de fomentar la revolución, sino de asegurar todas las ventajas posibles para el gobierno soviético. De esta suerte, la comisión sugirió que la diplomacia soviética tratara de lograr un modus vivendi y una división de esferas entre el gobierno de Chiang Kai Shek en el sur y el de Chang Tso Lin en el norte>> (Isaac Deutscher: op.cit. Cap.V)

En abril de 1926, el Politburó aprobó el informe de la Comisión de Trotsky. Según el relato de Deutscher, en ese momento Trotsky cambió por completo sus planteamientos. De haberse ceñido a los objetivos diplomáticos de la URSS pasó a reivindicar la política revolucionaria en China:

<<Protestó contra la admisión de la Kuomintang en la Comintern. El sunyatsenismo, dijo, exaltaba la armonía de todas las clases, y por consiguiente era incompatible con el marxismo que se basaba en la lucha de clases. Al elegir a Chiang Kai Shek como miembro honorario, el Ejecutivo de la Comintern había jugado una mala broma>> (ibíd)

Durante la reunión del Politburó donde se discutió el informe de la Comisión, Stalin presentó una enmienda para que los asesores militares soviéticos disuadieran a Chiang Kai Shek de emprender su expedición. La comisión rechazó la enmienda pero aceptó que los asesores militares le "aconsejaran moderación". En julio de 1926, el ejército del Kuomintang inició su marcha hacia el norte. La aparición de este ejército en la China central estimuló al movimiento revolucionario. Las provincias septentrionales y centrales se agitaron en levantamientos contra la administración de Chang Tso Lin y los señores feudales que la apoyaban. Los trabajadores urbanos constituían el elemento más activo del movimiento político contra las clases dominantes chinas aliadas del imperialismo. El Partido Comunista Chino encabezaba y estimulaba estos levantamientos y sus miembros dirigían los sindicatos que habían surgido de la noche a la mañana. Contando con su apoyo, las poblaciones por donde pasaban las tropas del Kuomintang se levantaban contra los terratenientes y usureros para expropiarlos.

Ante esta marea revolucionaria, el Kuomintang no hizo más que intentar ponerle freno. Prohibió las huelgas y las manifestaciones, suprimió los sindicatos y envió expediciones punitivas a someter a los campesinos y a requisar alimentos. Esto agravó la hostilidad manifiesta entre las fuerzas de la burguesía dirigidas por Chiang y los comunistas al interior del Koumintang. En su informe sobre estos acontecimientos, Chen Tu Hsiu pidió una vez más a Moscú permiso para liberar al P.C.Ch de la disciplina política contrarrevolucionaria del Kuomintang. Con esta actitud, el P.C.Ch. ratificaba su intención de mantenerse dentro de los lineamientos de la política oficial del Partido Comunista bolchevique y de la propia Comintern en tiempos de Lenin, consistente en apoyar el frente único entre el los comunistas chinos y el Kuomintang para luchar contra los señores feudales del norte aliados del imperialismo. Pero fiel a esa política sostenía que esa lucha no se podía ganar bajo la dirección burguesa del Kuomintang, porque ninguna burguesía nacional podía ni quería librarse del imperialismo, sino sólo renegociar su dependencia en mejores condiciones.

Tal petición fue rechazada de modo terminante. Por esos días, durante la XIV Conferencia del P.C.U.S. Stalin homologó al partido bolchevique con las huestes burguesas chinas al decir que:

<<Es a nuestro partido a quien ha correspondido el papel histórico de encabezar la primera revolución proletaria del mundo. Estamos persuadidos de que el Kuomintang conseguirá desempeñar idéntico papel en Oriente>> (Isaacs: op.cit.)

Bujarín rechazó la petición de Chen Tu Hsiu como una <<peligrosa herejía ultraizquierdista>>. Como informante del comité Central en la XV Conferencia del Partido efectuada en octubre de 1926, Bujarin ratificó la necesidad de mantener <<un frente nacional revolucionario único>> en China, donde <<la burguesía comercial e industrial desempeña actualmente un papel objetivamente revolucionario>>

Stalin y Bujarin exigían del Partido Comunista Chino que colaborara en mantener el equilibrio entre los intereses del campesinado y los de la burguesía antiimperialista, contraria al movimiento agrarista revolucionario. Se trataba de evitar una reforma agraria profunda e integral que eliminara la renta territorial de los grandes propietarios, verdadero obstáculo al desarrollo y correa de trasmisión del dominio imperialista al interior de los países coloniales a instancias de sus oligarquías terratenientes y compradoras. La exacciones feudales y la renta territorial pagada a los terratenientes por el campesinado y los industriales arrendatarios, disminuye los fondos para la inversión agraria, retrasa el progreso de la composición orgánica del capital y de la productividad del trabajo en el campo, lo cual tiende a mantener relativamente altos los precios de los productos básicos y, por tanto, los salarios industriales, recortando el plusvalor de la burguesía urbana. Clásicos de la economía política como Stuart Mill y Ricardo, nada sospechosos de comunismo, aconsejaban acabar con el diezmo, la renta y los terratenientes, a quienes calificaban de verdaderos parásitos sociales. La burguesía China estaba objetivamente interesada en esta tarea democrático burguesa. Pero temía que, una vez cumplida esta etapa de lucha antioligárquica y antiimperialista, la lógica de la revolución acabara también con ella. La burguesía china se comportó como en tiempos de Marx la burguesía alemana. De hecho, ninguna burguesía dependiente ha estado jamás dispuesta a un ajuste de cuentas con sus propias oligarquías terratenientes y compradoras aliadas de las potencias imperialistas.

Esta ley de la lucha de clases, debidamente respetada por la praxis revolucionaria de Lenin y los bolcheviques, aparece recogida en el papel por la Comintern al momento de acordar y redactar la resolución del VII Pleno de noviembre de 1926:

<<Una peculiaridad original del momento es el carácter transitorio de la situación, en la que el proletariado ha de elegir entre la perspectiva de un bloque con capas considerables de la burguesía y la perspectiva del fortalecimiento de su alianza con el campesinado. Si el proletariado no expone un programa agrario radical, no logrará atraer al campesinado a la lucha revolucionaria y perderá la hegemonía en el movimiento de liberación nacional (...) El gobierno popular de Cantón no podrá mantenerse en el poder durante la revolución, no podrá obtener el triunfo completo sobre el imperialismo extranjero y sobre la reacción interior, mientras la causa de la liberación nacional no sea identificada con la revolución agraria>> (J. Stalin: op.cit.)

Y en discurso que Stalin pronunció durante las sesiones de la Comisión China preparatoria de dicha resolución:

<<...entre los kuomintanistas e incluso entre los comunistas chinos hay quienes no estiman posible el desencadenamiento de la revolución en el campo, temerosos de que la incorporación del campesinado a la revolución rompa el frente único antiimperialista. Esto es un profundísimo extravío, camaradas. El frente antiimperialista en China será tanto más fuerte y poderoso cuanto antes y más a fondo se incorpore el campesinado chino a la revolución>>. (Ibíd)

Pero que convirtió en papel mojado al insistir en ordenar al P.C.Ch que permaneciera sometido a la disciplina política contrarrevolucionaria del K.M.T. El extremo de falta de carácter y sumisión a los dictados de Moscú por parte de Chen Tu Hsiu, se puso de manifiesto al aceptar que dos miembros del P.C.Ch. entraran a formar parte del gobierno del Kuomintang en las carteras de agricultura y trabajo. Así fue como el primero cumplió el cometido de contener la revolución antioligárquica y antifeudal en el campo y el otro firmó e hizo cumplir los decretos antiobreros exigidos por la burguesía industrial china.

Shangai era por entonces la ciudad y centro comercial más importante de China, convertida por las potencias occidentales en una zona extraterritorial bajo su dominio directo a través de buques de guerra fondeados en la bahía del mismo nombre. En marzo de 1927, poco antes de que hicieran entrada en esa ciudad las tropas Chiang, el día 19 los obreros de Shangai se sublevaron derrocando a las autoridades y apoderándose de la ciudad. Una vez más, Chen Tu Hsiu apeló al Politburó de la Comintern para que le permitiera tomar parte activa en los acontecimientos, el mayor levantamiento protagonizado por el proletariado de Asia hasta ese momento. Una vez más, el P.C.Ch. fue disciplinado por Moscú a la línea de lealtad al Kuomintang, ordenándosele que cediera el control de la ciudad al ejército comandado por Chiang. El P.C.Ch. lanzó la consigna de "asamblea de delegados" pero no se comprometió activamente con ella.

Asegurada la colaboración del P.C.Ch., las tropas del Kuomintang se mantuvieron a las puertas de Shangai dejando que la insurrección obrera dirigida por la Unión General de Trabajadores hiciera la faena de expulsar las últimas tropas de Wang. Hecho esto, siguiendo las directivas del P.C.Ch., los obreros triunfantes depusieron las armas y entregaron todo el poder al Kuomintang. El 5 de abril, Stalin pronunció un discurso ante 3.000 militantes en la "Sala de las Columnas", donde se ratificó en la teoria de la identidad particular de los contrarios dentro del frente popular antiimperialista chino:

<<Chiang Kai Shek se somete a la disciplina. El Kuomintang es un bloque, una especie de Parlamento revolucionario (...) Chiang Kai Shek sólo puede lanzar al ejército contra los imperialistas>> (Cfr. Isaac: op. cit.)

En ese momento, el P.C.Ch. advierte a Stalin que el Kuomintang se dispone a desarmar a los insurrectos. La respuesta fue la siguiente: <<Enterrad las armas>>. El 12 de abril, tres semanas después de aquél alzamiento victorioso de los obreros de Shangai, Chiang Kai Shek ordenó una matanza en la que perecieron decenas de miles de comunistas y obreros simpatizantes. El día 21, Stalin declara que:

<<...Los acontecimientos han confirmado plena e integramente la justeza de la línea>> de la Internacional (Cfr. Isaac: op.cit.)

La "justeza de la línea" pasó en realidad por no alterar el equilibrio de poder con las potencias occidentales en esa zona, violando las propias resoluciones votadas en continuidad con la política bolchevique para ajustar la realidad de ese país a los intereses de la fracción stalinista, a su teoría del socialismo en un solo país.

En julio de 1927, la URSS rompió relaciones con Chiang Kai Shek. En ese momento, el P.C.Ch. había perdido toda influencia. Entre el 29 de julio y el 9 de agosto de ese año, se reunió el Pleno conjunto del Comité Central y de la Comisión Central de Control del P.C.U.S. En ese Pleno se debatió el resultado de la política de la Comintern en China. El 1 de agosto, Stalin pronunció un discurso donde, además de los citados aquí, leyó numerosos párrafos de la Resolución del 26 de noviembre de 1926 y otros documentos correspondientes a directivas inmnediatamente postertiores a la matanza de Shangai, con la evidente intención de exculpar a la Comintern de los graves sucesos acaecidos tres meses antes. Pero curiosamente nada dijo de lo actuado por Chen Tu Hsiu y demás dirigentes del P.C.Ch. -a quienes ni siquiera nombró. No explicó por qué causa lo expresado en los párrafos de las resoluciones que leyó en su discurso fueron "incumplidas", ni por qué se permitió el ingreso de Chiang Kai Shek en la Internacional comunista, ni por qué durante los momentos más cruciales de ese período, la acción del P.C.Ch. pasó por el filtro de la disciplina que le impuso la burguesía china en el Kuomintang.

Vayamos ahora, por fin, como tú nos has aconsejado, a la teoría de Mao acerca de la dialéctica. En principio decir que según la traducción que aparece en la versión de la editorial "Lenguas Extranjeras", al hablar de <<identidad>> de los contrarios, tanto Lenin como Mao han incurrido en reiteradas concesiones terminológicas al hegelianismo, lo cual no ayuda a comprender la distinción conceptual entre el materialismo histórico y el idealismo hegeliano acerca de la palabra "dialéctica". Desde su "Introducción a la crítica de la economia política", Marx dejó muy claro que el principio de la identidad de los contrarios convierte a la dialéctica en algo inutilizable para la ciencia social:

<<Nada es más simple para un hegeliano que plantear la producción y el consumo como idénticos. (...) El resultado a que llegamos no es que la producción, la distribución, el cambio y el consumo sean idénticos sino que son los elementos de una totalidad, diferenciaciones en el interior de una unidad>> (K.Marx: op.cit.)

Y Engels coincide con Marx en el "Antidüring", mostrando que el materialismo histórico nada tiene que ver con el galimatías dialéctico donde al final se demuestra "que todo es uno y lo mismo" y donde la negación de la negación <<funge como partera, dando a luz el futuro en el seno del pasado>>. Mao, al igual que Lenin, desde luego nunca se confundieron al respecto, pero lo cierto es que aun sin quererlo contribuyeron a ello.

En su trabajo de 1957 "Sobre el tratamiemnto correcto de las contradicciones en el seno del pueblo", Mao distingue dos tipos de contradicciones sociales: <<contradicciones entre nosotros y el enemigo, y contradicciones en el seno del pueblo>>. Para ilustrar esta distinción a propósito de los hechos históricos que acabamos de exponer, Mao dice lo siguiente:

<<...Durante la guerra de resistencia contra el Japón, el pueblo lo integraban todas las clases, capas y grupos sociales que se oponían a la agresión japonesa, mientras que los imperialistas japoneses, los colaboracionistas chinos y los elementos projaponeses eran todos enemigos del pueblo. (...) Hablando en términos generales, las contradicciones en el seno del pueblo son contradicciones que se dan sobre la base de la identidad fundamental de los intereses de éste. En nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional pertenece a la categoría de las contradicciones en el seno del pueblo >> (Mao Tse Tung: op.cit. parágrafo I)

En su otro célebre trabajo de 1937 titulado "Sobre la contradicción", siguiendo a Lenin al explicar la relación entre el concepto de la unidad y el de lucha, Mao dice que la permanencia de los contrarios en unidad es un estado de situación relativo y condicional, por tanto, transitorio y temporal, mientras que la lucha de los contrarios es absoluta, como es absoluto el desarrollo, el movimiento.

¿Cómo surge la unidad de los contrarios? Mao contesta: Cuando se presentan <<determinadas condiciones necesarias>>:

<<Al afirmar más arriba que entre los contrarios existe identidad y que, por esta razón, ambos pueden coexistir en un todo único y, además, transformarse el uno en el otro, nos hemos referido a la condicionalidad; esto es, bajo determinadas condiciones, dos cosas contrarias pueden unirse y transformarse la una en la otra (...) La identidad de los contrarios se produce sólo a causa de determinadas condiciones, y por eso decimos que es condicional y relativa. (...) La combinación entre identidad, condicional y relativa, y la lucha, incondicional y absoluta, forma el movimiento de los contrarios en todas las cosas.>>

Ahora bien, si aplicamos estos principios generales de la dialéctica a la relación entre el Kuomintang y el Partido comunista Chino desde 1924 a 1927, hay que hacerse lógicamente la siguiente pregunta: ¿Qué condiciones históricas determinadas hicieron necesaria y posible esta unión entre el proletariado chino y su correspondiente burguesía nacional? Lenin y los bolcheviques responden: El carácter neocolonial y semifeudal de China; la necesidad de liberar a ese país del imperialismo y de las correas de trasmisión de su dominio al interior de China: las reminiscencias feudales, el latifundio de los terratenientes y la burguesía ligada al comercio exterior, tarea en la cual tanto la clase obrera y el campesinado pobre y medio como la burguesía urbana en general estaban objetivamente interesados.

Y aquí se impone otra pregunta: ¿se vieron estos principios de la dialéctica marxista ratificados por la historia de China entre 1924 y 1927? Terminantemente sí, pero no. Con esto queremos decir que la dialéctica materialista se ha confirmado a pesar de quienes pasaban por ser marxistas. Se ha visto confirmada a despecho de la contumaz política reaccionaria de la Comintern, en su empeño de mantener al Partido Comunista Chino maniatado dentro del frente de clases, en su interés por convertir la unidad de los contrarios en una identidad hegeliana de naturaleza capitalista: el Kuomintang. El paradójico "sí pero no" de la respuesta a esta pregunta, está en que la lucha de los obreros y campesinos chinos desbordaron ese experimento político a contrapelo de la historia, pero a costa de una estrepitosa derrota de la revolución en ese país.

Aquí, Mao no sólo abandona el materialismo histórico, sino que de Hegel retrocede a Fichte, porque el material histórico que ha empleado para llenar de contenido la forma dialéctica pura del "aspecto principal de la contradicción", ha salido de su propia subjetividad. Para "el gran timonel" todo se explica por el "traidor" Chiang Kai Shek. Haciéndose cargo de la responsabilidad política que también pesa sobre él, en un gesto de honestidad personal que le honra Trotsky le contestó: "traidor a nuestras ilusiones".

La "traición" de Chiang Kai Shek que destruyó la "identidad" de los contrarios al interior del Kuomintang, se produjo a raíz de la dinámica cuasi espontánea de la lucha obrero campesina que provocó el cambió cualitativo en las <<determinadas condiciones necesarias>>. Pero el resultado de todo este proceso dialéctico tuvo su principio activo en las <<condiciones>> artificialmente creadas por la Comintern al forzar la permanencia del P.C.Ch. dentro del frente policlasista creado por Sun Yat Sen, que privó al movimiento obrero campesino de dirección revolucionaria. Así se explica que cuando las <<condiciones necesarias>> de la lucha de clases elemental provocaron la ruptura de esa <<identidad condicional>> dentro del Kuomintang, ya era demasiado tarde para que saldara en favor de la revolución democrática.

El 1 de agosto de 1927, Stalin dedicó una parte de su discurso a responder a las acusaciones de "haber engendrado los Cavaignac de China", tratando de demostrar que la derrota del movimiento revolucionario de 1927 no se produjo por causa de haber hecho pasar la acción del proletariado por las manos del general burgués moderado llamado Chiang Kai Shek, sino que obedecío a una correlación de fuerzas desfavorable:

<<¿Qué calificativo merecen las personas que olvidan la correlación de las fuerzas de clase durante la revolución e intentan explicarlo todo exclusivamente por la táctica de tal o cual partido? De estas personas sólo cabe decir una cosa: que han roto con el marxismo...>> (J. Stalin: op.cit.)

Cierto: La correlación de fuerzas cuenta a la hora de valorar las posibilidades de triunfo en una confrontación. A esto se refiere Lenin en "Dos Tácticas" publicado por "Vperiod" el 14 (1) de febrero de 1905:

<<Una revolución popular no puede fijarse de antemano, es cierto (...) Pero sí es algo perfectamente realizable el fijar de antemano una insurrección, siempre y cuando que realmente se la haya preparado y que la insurrección popular sea posible, en virtud de las transformaciones ya producidas en cuanto a las relaciones sociales. (quiere decir, que el proletariado sea lo suficientemente numeroso) (...) ¿Cabe fijar de antemano el movimiento obrero? No, no cabe. Sencillamente porque este movimiento es la resultante de mil actos sueltos, provocados por la transformación de las relaciones sociales. Pero sí cabe fijar de antamano una huelga, a pesar (...) de que toda huelga es el resultado de una transformación en las relaciones sociales. ¿Cuándo puede fijarse de antemano una huelga? Cuando la organización y el círculo que la fijan tienen influenbcia sobre las masas y saben valorar certeramente el momento del creciente descontento y de la irritación existente en el seno de las masas obreras. ¿Se han enterado ustedes ahora de qué se trata, camarada Martínov y "camarada" editorialista del Nº 62 de "Iskra"? Pues bien, si lo han entendido, esfuércense en establecer la comparación necesaria entre una insurreción y una revolución popular. "Una revolución popular no puede fijarse de antemano". Pero sí una insurrección, a condición de que quienes la fijan tengan influencia sobre las masas y sepan valorar certeramente el momento.>> (V.I. Lenin: Op.cit. "Obras Completas Tomo VIII Pp. 149)

¿Cómo se puede adjudicar la derrota del movimiento revolucionario Chino en abril de 1927 a la correlación de fuerzas desfavorable, cuando las condiciones de esa derrota habían sido fijadas de antemano por la Comintern en manos de la fracción stalinista dominante? ¿Qué tipo de influencia y capacidad de poner en práctica sus valoraciones puede tener una fuerza política como el P.C.Ch. sometido como estaba a la disciplina de unos aliados que a la postre demostraron ser sus verdaderos enemigos?

En el balance que Mao hizo en octubre de 1928 de este período de la revolución China: "Por qué puede existir el poder rojo en China" , dice que la derrota de 1927 se produjo

<<Debido a que el proletariado no ejerció firmemente su hegemonía en la revolución de 1926-27...>>

Y en su trabajo de agosto de 1937 "Sobre la contradicción", abandonó por un momento el subjetivismo histórico de esa época para criticar de modo oportunista la política de la Comintern echando la culpa de la derrota de 1927 al oportunismo del P.C.Ch:

<<En China, la derrota que la gran burguesía infligió al proletariado en 1927 se produjo por obra del oportunismo que existía entonces en el seno del proletariado chino (dentro del Partido Comunista Chino). Cuando liquidamos ese oportunismo la revolución china volvió a desarrollarse>>

Entre la Liga socialista de la gente de Milosevik o la Izquierda Unida en que tú militas y el frente de clases que cumplió su misión histórica en abril de 1927, la única diferencia está en que el Kuomintang fue obra de la burguesía china, mientras que en países como Yugoslavia o España, el diseño y fabricación de ese instrumento contrarrevolucionario corrió por cuenta de los partidos comunistas respectivos. A la lógica dialéctica no se la puede ofender, estimado Rafael. De ninguna manera. Tampoco nada en el mundo puede impedir que se cumpla. Lo que sí puede impedirse es la revolución comunista. Muy a pesar de tus mejores intenciones y loables afanes, guste o no guste, ese ha sido y sigue siendo el cometido de los frentes populares.

Otra de las observaciones que nos has hecho dice lo siguiente:

<<La verdad es que como caracterización de clase del P.C.E. me parece muy poco rigurosa. No os voy a decir que en el PCE no haya algún empresario individual, pero suponer que ésto suponga un frente de clase no tiene ningún sentido. Es como si dijérais que la Liga de los Comunistas de Marx y Engels era un frente de clases entre una parte del sector marginal de la patronal alemana, etc., por el hecho de que Engels era individualmente un miembro de la clase burguesa. Pienso que Lenin ya aclaró suficientemente este tema en el "¿Qué hacer?".Tampoco entiendo eso de "la aristocracia obrera políticamente estatalizada". ¿A quién os referís? ¿A los obreros de la Ford, la Seat, etc. que militan en el PCE o en el PSUC?>>

Has invertido los términos. En rigor de verdad, lo que nosotros hemos dicho es que al cambiar el signo ideológico de su política y de su programa, los partidos comunistas de raíz leninista, como El P.C.E., tienden a cambiar su composición de clase. Tanto más cuanto mayor es su implicación y participación en las instituciones de Estado burguesas. Esto es lo que el G.P.M. ha significado inequívocamente al decir que:

<<(...) en el P.C.E. el frente de clases entre una parte del sector marginal de la patronal española y la fracción de la aristocracia obrera políticamente estatalizada por este partido, actúa en función de oposición institucional de izquierda dentro del Estado imperialista español, mientras que la Liga Socialista yugoslava es la expresión política del frente popular en el poder a cargo del Estado dependiente yugoslavo en guerra con el imperialismo.>>

Nosotros no juzgamos a las formaciones políticas sólo por su composición de clase sino ante todo por su práctica y por su programa. De modo que no se trata tanto de la cantidad de pequeños y medianos patronos que un partido que dice ser obrero y comunista pueda llegar a tener en un momento determinado, como de la práctica política y el programa que contemplan semejante posibilidad. Y el caso es que tanto por su práctica como por su programa, el P.C.E. constituye uno de los tantos paradigmas hegelianos de la identidad política de los contrarios. Más aún cuando, dado el carácter institucional de ese partido, la conciliación de clases entre el proletariado y la pequeña y mediana burguesía no sólo aparece sintetizada en el programa y la práctica partidaria del P.C.E., sino que esa dialéctica paralizante se encuentra avalada por los poderes fácticos del Estado burgués imperialista que integra desde la "Transición". Nada que ver con la "Liga de los Comunistas" en tiempos de Marx y Engels.

En el contexto citado, la expresión "aristocracia obrera políticamente estatalizada" se refiere a los militantes generalmente de origen obrero que integran formaciones como el P.C.E., cuya jerarquía dentro del partido suele corresponderse con el montante de la renta, privilegios y notoriedad pública que usufructúan por el desempeño de diversos cargos (concejalías, alcaldías, diputaciones regionales, escaños en el Congreso, etc.) dentro del aparato estatal burgués al que, en realidad, representan de cara a los trabajadores sin partido.

Por último nos resta opinar sobre tu siguiente juicio:

<<La verdad, creo que no tenéis ni repajolera idea de lo que siente por la OTAN la militancia del PCE. Y eso de que representa a una supuesta "pequeña y mediana burguesía ecopacifista" es angelical.>>

La propiedad privada capitalista conduce inevitablemente al monopolio nacional. El monopolio con base en el Estado nacional conduce al imperialismo que es su proyección internacional. Finalmente, con el progreso de la acumulación, el aumento en la masa de capital en funciones y la consecuente ampliación en la escala de la producción, confirma la dialéctica entre cantidad y calidad provocando un cambio cualitativo en la organización del capital que así abandona su base nacional para unificarse económica, políticamente y militarmente a nivel internacional.

La OTAN es el brazo armado del capital imperialista europeo unificado del cual España es uno de sus miembros. En tanto formación política integrada en el Estado Español, el P.C.E. forma parte de todo ese tinglado. Tan es así que de su programa y de su práctica política en modo alguno se infiere su interés político en romper con esta lógica general del capital descrita en el párrafo anterior. Pero intenta retardarla. Hace propios los infundios burgueses que legitiman la explotación del trabajo asalariado, pero denuncia sus excesos en Maastrich, del mismo modo que ha hecho propios los infundios de la coalición imperialista respecto del régimen de Milosevik para justificar la intervención en Yugoslavia, pero esgrime sus escrúpulos legales y morales para canalizar su "odio" hacia la OTAN protestando ante las naturales consecuencias de la guerra. Es la expresión política contradictoria de la típica moral de los pequeños patrones que Marx veía en Proudhon a su máximo exponente:

<<Hacen en realidad lo que hacen todos los buenos burbueses. Todos ellos dicen que la competencia, el monopolio, etc., como ideas abstractas, constituyen los fundamentos únicos de la vida, pero que en la práctica dejan mucho que desear. Todos ellos quieren la competencia, sin las funestas consecuencias que engendra. Todos ellos quieren lo imposible, es decir, las condiciones de la vida burguesa, pero sin las consecuencias necesarias a que conducen. Todos ellos son incapaces de comprender que la forma burguesa de la producción es una forma histórica y transitoria, ni más ni menos que lo era la feudal. (...) En una sociedad avanzada y empujado por la fuerza de su propia situación (en el caso del P.C.E. su condición de partido estatalizado), el pequeño burgués se convierte de una parte en socialista y de otra en economista, es decir, se deja fascinar por el esplendor de la gran burguesía y, al mismo tiempo, siente conmiseración por los sufrimientos del pueblo. Es a un tiempo pueblo y burgués. En lo más íntimo de su conciencia se jacta de ser imparcial, de haber encontrado el equilibrio justo (...) Semejante pequeñoburgués idolatra la contradicción porque la contradicción es la esencia misma de su ser. Él mismo no es otra cosa que la contradicción puesta en acción. No tiene más remedio que justificar por medio de la teoría lo que él mismo es en la práctica; hay que reconocerle al señor Proudhon el méríto de ser el intérprete científico de la pequeña burguesía francesa, y no cabe duda de que éste es un mérito real, ya que la pequeña burguesía está llamada a ser parte integrante de todas las revoluciones sociales que se preparan>> (Carta de Marx a A Annenkov del 28/12/846. Lo entre paréntesis es nuestro)

Sin ánimo de personalizar, este espíritu de la contradicción en que el P.C.E. educa a sus militantes, se expresa en que todo el odio que les infunde la OTAN pasa por el filtro del amor que sienten por su terruño político: el Estado imperialista español. Seguimos en la identidad de los contrarios.

Aunque a ti pueda parecerte angelical decirlo, que el P.C.E. haya encarado la intervención del imperialismo en Yugoslavia desde las bucólicas aspiraciones del movimiento ecopacifista europeo, es algo que está en la más pura evidencia empírica de lo actuado por ese partido. Tú crees tener la prueba de lo contrario. Nos dices que en este conflicto el P.C.P.V. ha adoptado una posición de clase y para eso nos has invitado a leer el manifiesto titulado "L’OTAN, LA PAU I LA LLUITA DE CLASSES" suscripto por la Comissió Política del P.C.P.V. Decís vosotros allí que la OTAN es <<el braç armat de les multinacionals, del Fons Monetari Internacional, del fòrum de Davos, en definitiva dels potentats de la Terra.>>. De acuerdo. Seguís diciendo que la OTAN <<intervé als conflictes com a part belligerant, als serveis d’uns interessos molt concrets, els interessos d’unes determinades classes socials, d’aquells que concentren en les seues mans la riquesa del món mentre condemnen a la resta a la misèria. Doncs la desigualtat flagrant, les injustícies socials, l’explotació i la divisió de classes entre explotadors i explotats continua existint, si de cas de forma més "globalitzada" a nivell mundial>>. Aquí ya no estamos tan de acuerdo, porque estais induciendo a pensar que se trata sólo de los intereses del gran capital europeo y americano, del capital multinacional. Esto suena como decir que el Estado imperialista español es el Estado de los monopolios, o sea, que representa exclusivamente esos intereses, lo cual es falso. El Estado burgués español representa los intereses de TODA la burguesía, incluída la pequeña y mediana. Del desarrollo desigual no sólo se beneficia el capital imperialista sino el pequeño y mediano capital localizado en las metrópolis. No puede decirse lo mismo de los asalariados y esto lo hemos expuesto en nuestra polémica con los "Camaradas anónimos"

Continuais afirmando que <<en aquestes condicions la lluita de classes, que existia abans de Marx, continua existint inevitablement en l’actualitat>>. Y, finalmente, que el neoliberalismo supone la <<agudització de la lluita de classes des de la prepotència del gran capital internacional...>> Al decir esto presentais la lucha de clases a nivel internacional como una pelea barriobajera al estilo de las películas americanas ambientadas en el Bronx. No, estimado Rafael. El gran capital no actúa movido por la prepotencia sino por las leyes de la acumulación. Y lo que está pasando en este mundo de hoy día, es que a la burguesía internacional se le impone dar ocupación productiva a los aproximadamente 12 o 14 billones de dólares de capital ocioso o ficticio expulsado del aparato de la producción de plusvalor porque la tasa general de ganancia sigue deprimida y no compensa todo el capital adicional potencialmente disponible a la salida de cada periodo de rotación. Polemizando con Lorenzo Peña ya nos hemos explicado acerca de lo que -a juicio de los marxistas- está en la raíz del conflicto entre la OTAN y el régimen nacional-populista yugoslavo. Lo fundamentos teóricos de esta realidad estan comprendidos en la teoría marxista de las crisis económicas del capitalismo que también aparece divulgada en nuestra página.

La burguesía internacional necesita cada vez con más urgencia entrar a saco en países con regímenes estatalizantes que impiden la libre explotación del trabajo asalariado, como es el caso de Yugoslavia, Irak. Cuba, Libia, Irán, Rusia o China, donde gran parte del plusvalor aparece participado por las burocracias gobernantes y la pequeñoburguesía subsidiada. Lo sucedido en Chile, Argentina, Uruguay, Nicaragua, El Salvador o Guatemala, se explica por esta filosofía inducida por la ley del valor en el mundo entero. Para eso la burguesía imperialista trata de agudizar las contradicciones internas en esos países, interviniendo sólo cuando las circunstancias internas de la lucha de clases lo hacen necesario y propicio. Pero para la consecución de los objetivos que le marca la ley del valor, el capitalismo internacional no tiene por norma invariable apelar a la intervención militar directa ni a través de los ejércitos aliados en la periferia del sistema. Salvo para los sectores ligados a la industria permanente de armamentos que en modo alguno dictan el comportamiento a los Estados, la guerra no está en la voluntad política de los burgueses sino en la naturaleza económica del sistema capitalista.

Que es falsa la idea de atribuir a la burguesía imperialista la tendencia permanente a la utilización de medios bélicos para remover los obstáculos que se oponen a los objetivos que le marca la ley del valor en el mundo, lo demuestran casos de la historia reciente como la ex RDA, Polonia, Hungría, Albania, Rumanía, Checoeslovaquia, Bulgaria y hasta el momento Korea, Cuba, Rusia o China. Cierto es que siempre utiliza la diplomacia secreta y el espionaje. También cuando es preciso apela al apoyo logístico y a los servicios de inteligencia militar en apoyo de sus aliados internos, como en la primera parte de la guerra de Vietnam, o a lo largo de guerras civiles como la de Angola, El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, o para instigar golpes de Estado de consecuencias más o menos genocidas como en Brasil, Chile, Argentina o Uruguay. Pero esto nada tiene que ver con lo que la gente suele entender por prepotencia. Esta expresión no es una categoría política. No explica nada y lo confunde todo. Su empleo más o menos inconsciente no hace otra cosa que mantener a los explotados y oprimidos en la ignorancia política más paralizante.

Claro que la guerra y la economía de armamentos a ella asociada es una fuente alternativa de acumulación de capital y en los momentos de crisis contribuye a que el sistema pase de la depresión al reanimamiento. La segunda guerra mundial contribuyó decisivamente a preparar la onda larga expansiva del capital que agotó sus posibilidades en 1968. Pero no es menos cierto que las guerras interburguesas salen del mismo huevo de las crisis donde a la par se incuban los procesos revolucionarios. Así fue como tras la primera guerra mundial, la burguesía perdió la base social y material de la acumulación en el inmenso territorio que pasó a ser la URSS, y tras la segunda, el horizonte geográfico europeo de la explotación capitalista retrocedió al Oeste del Elba. Con esto ha quedado demostrado:

  1. que la confrontación de intereses en tiempos de crisis, allí donde la diplomacia imperialista encuentra obstáculos, no puede resolverse más que por la violencia y al margen de cualquier consideración jurídica o humanirtaria, como se acaba de ratificar una vez más.
  2. que así como los capitalistas no dominan ni controlan el mercado, tampoco pueden prever ni la dinámica objetiva que conduce a las grandes confrontaciones bélicas, ni sus propios resultados.

Al parecer no es éste el pensamiento que anima al P.C.P.V. sino el siguiente:

<<Per això, quan el Partit Comunista es pronuncia per la pau, ho fa des de la constatació de l’existència de la lluita de classes, que no depèn de la nostra voluntat. Però la lluita de classes es pot desenvolupar de moltes formes. I nosaltres propugnem que es desenvolupe en un marc de pau i democràcia, amb respecte als drets socials i a les voluntats majoritàries dels pobles, i denunciem que massa a sovint els privilegiats han utilitzat a les forces armades en contra de la voluntat popular, del qual va ser un exemple paradigmàtic el colp de l'assassí Pinochet, amb el suport dels amos de l'OTAN.
I som conscients que quan s'arriba a una situació de guerra els qui s'enfronten físicament en els fronts de batalla i pateixen les conseqüències son diferents sectors populars, per molt que una part d’aquestos s’hagen vist arrossegats a defensar els interessos d'una minoria de privilegiats que resten resguardats en la retaguarda.
Per tot això, la nostra posició per la pau i en contra de la guerra és també una posició de classe, de defensa dels interessos de les classes populars en contra dels privilegiats. Per això, l’exigència de dissolució de l’OTAN, el bloc militant restant, és un requisit de la lluita per la pau mundial, pel respecte a la voluntat dels pobles del món.>>

O sea, que denunciais a la OTAN por esto, por lo otro y por lo de más allá, pero lo único que se os ocurre es clamar por la paz para que todo quede en esencia igual que antes, como así parece que resultará. ¿Por qué? Pues, porque vosotros pensais que hay otra forma de dirimir la lucha de clases, la forma pacífica y por medios democráticos. Como la guerra no tiene nada que ver con estos civilizados principios vuestros, no os interesa pringaros para intentar transformar la barbarie de cualquier guerra interburguesa en otra cosa que no sea la paz. Y si alguien os dice que esta es una paz que en realidad está poniendo a la humanidad en el camino de una nueva guerra todavía más bárbara y catrastrófica que ésta, vosotros preferís seguir las mentiras de vuestro corazón con el sensual optimismo a que induce la práctica consetudinaria de la conciliación de los contrarios dentro del Estado y de tu propio partido. Un optimismo sobredeterminado por la idea de progreso envuelta en la filosofía de los derechos humanos, que las magnificencias de la gran burguesía española han conseguido hacer prevalecer en la opinión de quienes todavía cumplen disciplinadamente sus deberes cívicos en la "fiesta de la democracia".

Otra mentira del corazón ecopacifista consiste en imaginarse la disolución de la OTAN por medios democráticos. Mientras se mantengan intactas las condiciones materiales de existencia que hacen necesario y posible ese brazo armado de la burguesía internacional, no habrá régimen democrático capaz de separar a ese miembro superior de su cuerpo. Dicho en términos de fauna ictícola, el tiburón imperialista conservará todos los dientes mientras pueda moverse a gusto en su elemento: el agua del desarrollo desigual internacional. Y para dejarle sin ese hábitat no hay más cojones que abandonar vuestro ecologismo pacifista proponiéndonos abolir por imposición violenta de las mayorías proletarias la propiedad privada sobre los medios de producción detentada por las minorías capitalistas. Porque la burguesía jamás en ninguna parte ha podido ni querido resignar políticamente lo que la ley del valor le ha exigido desde la base material del sistema.

¿Cómo hacerlo? Empezando por fundir estas razones revolucionarias con el movimiento obrero para convertirlas en fuerza política efectiva. Lo que hicieron Marx y Engels desde 1846 y estuvo haciendo Lenin desde antes de escribir en 1902 su "¿Qué Hacer?" Todo lo demás son "pajoleras ideas" para el cultivo de juegos florales con palabras en el jardín de la burguesía.

Prometiste llevar al último Consejo Federal del P.C.E. el espíritu del manifiesto que acabamos de comentar aquí. Notamos que los escrúpulos jurídicos y humanitarios del P.C.P.V. se han trasladado al centro de la campaña electoral de I.U. y eso merece una felicitación. Pero el resultado de los comicios ha demostrado que la clientela política de izquierdas está hoy más a la derecha de lo que vosotros habeis estimado. Como ocurre con cualquier empresa capitalista donde la demanda le dicta qué, cómo y cuanto tiene que producir, en un partido que se lo juega todo o casi todo a la filosofía comicial, los votos tiran de las ideas propias y no al revés. De modo que en un momento de retroceso ideológico y político como éste, una de dos: o te das cuenta de que el P.C.E. le hace el juego a la burguesía imperialista española y te quitas para siempre el cepo de la democracia de mercado, o decides lastrar cualquier escrúpulo y a vivir que son dos días. Cualquiera de las dos opciones te sugiere abandonar ese partido. Como hizo Berga, que una vez le dijo a Nines Maestro que él estaba en el partido para ganar dinero y ahora milita en el PSOE, donde sin duda ganará más; o bien como hicieron otros, que lo dejaron por razones políticas revolucionarias como las que hasta aquí te hemos expuesto.

Saludos comunistas. GPM.

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