Nuestra primera respuesta a Rafael Pla

Grupo de Propaganda Marxista 18 de mayo de 1998.

Estimado Rafael Pla:

No. Nuestras observaciones sobre la consigna de "apoyo incondicional a la RFY" no van dirigidas al P.C.E. Sabemos que vosotros estáis en otra cosa

En cuanto al razonamiento que te impide ubicar nuestra posición "en el tiempo actual", tiene, al parecer, la siguiente figura silogística: El frente popular es la alianza política que la clase obrera formó en el pasado con la socialdemocracia para luchar contra el gran capital. La socialdemocracia se ha pasado al terreno del gran capital. Ergo: hablar hoy de frentes populares constituye un sinsentido.

Afortunadamente, la política no se explica por la lógica de Aristóteles. Para dejar intacta su memoria, hay que decir que a este gigante del pensamiento universal jamás se le ocurrió hacer pasar la inteligibilidad de la política por una simple aplicación de su lógica formal.

El frente popular se define por el bloque histórico de poder formado entre la clase obrera y la pequeñoburguesía o un sector más o menos numeroso de ella, con independencia de las organizaciones, partidos o siglas en que eventualmente se expresa. A poco que se observe desprejuiciadamente lo acontecido en la lucha política de clases desde los tiempos de Lassalle, es inevitable concluir que ha sido éste el más eficaz instrumento contrarrevolucionario que la burguesía ha logrado aplicar con todo éxito al movimiento político de los asalariados.

En nuestra última comunicación que ha motivado tu breve réplica, expusimos los antecedentes históricos de los frentes populares desde que fueron oficializados por la Comintern a partir de 1935. Gestados a principios de los años treinta, estos frentes fueron la síntesis política entre partidos de composición puramente obrera de residual inspiración bolchevique, y distintas organizaciones policlasistas de orientación reformista.

Tras el V y VI congresos de la Internacional Comunista, los frentes populares aparecieron como la "izquierda unida" entre los partidos comunistas seguidores de la línea de Moscú y las organizaciones encuadradas dentro de la socialdemocracia de la IIª Internacional.

Veinte años después, a partir de los años 50, los efectos económicos políticamente integradores de la onda larga expansiva capitalista y el consecuente Estado del bienestar, reforzaron la proclive participación de comunistas de la IIIª Internacional de Stalin y socialistas de la IIª Internacional de Bernstein y Kautsky en el juego de las instituciones burguesas de Estado.

En estas circunstancias, mientras la socialdemocracia se deslizaba hacia el liberalismo burgués y a una implicación mayor con el sistema capitalista, el comunismo oficial acabó por asimilarse a la socialdemocracia tradicional, con lo que el espíritu del frentepopulismo, a fuer de expresarse como una alianza entre partidos obreros y pequeñoburgueses en épocas de crisis, evolucionó hasta cristalizar en los propios partidos comunistas nacidos al influjo de la revolución de octubre.

Y esta realidad acabó expresándose no sólo en políticas de reforma de estructura capitalista, sino en la propia composición de clase al interior de esos partidos, donde al día de hoy se verifica en todos ellos que los pequeños y medianos explotadores de trabajo asalariado de tal modo asimilados a la condición de militantes "comunistas" del partido, van teniendo cada vez más preponderancia social y, por tanto, política, en detrimento de los intereses presentes e históricos de la militancia puramente obrera. A este proceso de degeneración social, ideológica y política de los partidos comunistas a nivel internacional, no escapó ni el P.C.E. ni la Liga de los Comunistas Yugoslavos.

Lo que les hace diferentes es que en el P.C.E. el frente de clases entre una parte del sector marginal de la patronal española y la fracción de la aristocracia obrera políticamente estatalizada por este partido, actúa en función de oposición institucional de izquierda dentro del Estado imperialista español, mientras que la Liga Socialista yugoslava es la expresión política del frente popular en el poder a cargo del Estado dependiente yugoslavo en guerra con el imperialismo.

Y esta diferente realidad vivida por ambos partidos se traduce en dos formas diferentes de sentir y comportarse. Víctima de los bombardeos, la burguesía dependiente que hoy dirige al Estado yugoslavo pasa hoy por odiar a la OTAN, y de momento responde a la guerra con la guerra para evitar -a la postre infructuosamente de no producirse la revolución mundial- que el capital multinacional se apodere de la parte del león correspondiente al trabajo excedente generado por la clase obrera de ese país.

Por lo que se ha visto hasta ahora, la pequeña y mediana burguesía ecopacifista española políticamente representada por el P.C.E. no es precisamente odio lo que siente por la OTAN. El hecho de que a varios de sus líderes se les haya escuchado emplear los mismos argumentos de condena a la "limpieza étnica" presuntamente atribuida al régimen de Milosevik, quiere decir que ese partido acompaña a la coalición internacional en el común interés de que la Europa imperialista termine con el régimen serbio. Pero no como lo está haciendo la OTAN, sino legalmente y sin violencia. Sea como fuere, el caso es que hay algo por lo que este escrupuloso sector de la patronal española suspira y desea con todo su corazón que esto acabe ya con el triunfo de la coalición imperialista. Ese algo consiste en la posibilidad de capitalizar las migajas del botín.

Para saber cómo y cuando comenzó esta guerra, es necesario tener en cuenta los siguientes datos:

Determinados países integrantes de la OTAN, especialmente Alemania y EE.UU., armaron y apoyaron logisticamente al E.L.K. para desestabilizar esa zona de los balcanes (tal como antes apoyaron a las fracciones secesionistas del ejército yugoslavo en Croacia y Bosnia que desató la guerra civil en esas dos ex-repúblicas yugoslavas). El E.L.K. es una milicia de estructura regular compuesta por entre 10 y 15.000 hombres, que pasaron directamente a operar desde 1995 mediante la guerra de movimiento en todo el territorio de Kosovo, incluyendo el uso de armamento semipesado. Hasta ese momento, el régimen yugoslavo no había iniciado ninguna operación de "limpieza étnica".

Una vez conseguido ese objetivo que justificó la "mediación" de la OCSE, las condiciones que el "grupo de contacto" pretendió imponer en Rambouillet suponían la práctica conversión de la República serbia en una especie de protectorado de la OTAN, algo que los imperialistas sabían que ningún pueblo orgulloso de su soberanía nacional como el serbio puede aceptar sino mediante su derrota por medio de las armas.

Antes del 24 de marzo, fecha en que se iniciaron las hostilidades de la OTAN sobre territorio serbio, casi toda la población albanesa residente en esa provincia seguía viviendo en sus respectivos domicilios. La masiva deportación que el imperialismo calificó de "limpieza étnica", fue una clásica operación de técnica contrainsurgente que EE.UU. practicó en Vietnam, conocida por "quitarle el agua al pez de la guerrilla", cuyos primeros efectos significativos empezaron a notarse desde que la OTAN combinó sus bombardeos con una ofensiva generalizada del E.L.K. en todo el territorio de Kosovo.

Todos estos datos fragmentariamente publicados por la prensa de los países imperialistas implicados directamente en el conflicto, están suficientemente contrastados y es de suponer que el P.C.E. los conoce perfectamente. Cierto, las causas objetivas de esta nueva catástrofe bélica no fueron creadas por nadie. Son el más genuino producto del capitalismo en su etapa tardía. También es verdad que hubo causas políticas preexistentes atribuibles a la degeneración ideológica nacionalista del régimen internacionalista yugoslavo surgido de la heroica lucha del proletariado balcánico contra la ocupación nazi durante la segunda guerra mundial. Pero las condiciones políticas prebélicas inmediatas que desataron esta barbarie fueron fabricadas íntegramente por el imperialismo.

No conocemos la actitud adoptada por el PCPV en este asunto. Sabemos que el "Comunicado del P.C.E. ante la agresión de la OTAN a Yugoslavia" omite cuidadosamente referirse a los serbios, síntoma de que hay diferencias. Así lo ha reflejado el periodista Rodolfo Serrano en una nota publicada por "El País" el 10 de abril último, aun cuando no refiriéndose al P.C.E. sino a I.U. Pero es igual. Ese día, Anguita puso en cuestión la imputación de genocidio al régimen serbio predominante en la opinión pública española, declarando que I.U. mandaría una comisión a verificar si las imágenes y las declaraciones de presuntos "testigos" emitidas por diversos medios de prensa respondían a la realidad.

¿Fue enviada esa comisión? ¿Cual ha sido su informe? De esto nada ha trascendido. Lo cierto es que días después, a través de declaraciones por televisión de Anguita y más recientemente del coordinador de Madrid, Ángel Pérez, I.U. dio toda la impresión de sumarse alevosamente a la campaña de intoxicación orquestada por la OTAN y los gobiernos de los países implicados en la agresión contra Serbia. ¿Qué pensar de un partido vacilante y errático respecto de las cuestiones políticas más trascendentales, cautivo de la ubícua filosofía de los DD.HH. e incapaz de combatir con firmeza y solvencia una opinión pública prefabricada por el imperialismo? ¿Qué pensar de un partido cuyos escrúpulos políticos, análisis y resoluciones sobre un conflicto de potenciales efectos catastróficos para la humanidad, están en realidad determinados por expectativas electoralistas, por el afán de ocupar una cuota parte relativamente mayor de escaños y puestos de gobierno en las instituciones de Estado de un país integrante de la OTAN?

Al igual que el resto de los partidos del arco parlamentario, el P.C.E. coincide con la OTAN en la necesidad de convertir a Yugoslavia en una democracia de mercado "moderna", es decir, en un régimen político que permita la libre explotación del trabajo asalariado por parte del capital internacional, sin barreras nacionales ni interferencias político-burocráticas estatales. Pero al mismo tiempo denuncia la ilegalidad de la intervención aliada y la violencia genocida de los bombardeos.

Frente a determinados nacionalismos burgueses estatalistas recalcitrantes, ¿de qué otra manera es posible eliminar los obstáculos políticos que se oponen a la acumulación del capital trasnacional si no es procediendo como en Guatemala, Nicaragua, Argentina, Chile, Irak o Yugoslavia? Formaciones políticas como el P.C.E. -que han optado por cogobernar y defender los asuntos de la burguesía imperialista española, pero que al mismo tiempo viven de una clientela política antiimperialista ligth, con pruritos legalistas y humanitaristas pequeñoburgueses- puestos a contestar preguntas como ésta prefieren mirar para otro lado. No tienen respuesta. De ahí que Anguita y sus principales correligionarios en Madrid, hayan aparecido a la cabeza de manifestaciones "anti-otan" convocadas con evidente desgana, portando en clave de neutro pacifista una pancarta que dice:

 POR LA PAZ: NI OTAN NI MILOSEVIK

Como ocurre en la física con dos fuerzas paralelas de igual magnitud que actúan sobre un mismo punto en sentido contrario, los dos criterios políticos opuestos aplicados de momento por tu partido a este conflicto, tienden a dejar que su desenlace dependa de un accionar que no es ni puede ser el del P.C.E. porque su resultante es nula. Como partido de oposición institucional del Estado imperialista español, está claro que en ese partido se enseña muy bien a ejercer, como es preceptivo, la ética de las ideas, dejando la ética de las responsabilidades para quienes gobiernan.

No obstante, todo lo que este conflicto se prolongue, el tiempo corre en contra de los planes imperialistas. Y a media que la lista de muertos de uno y otro bando se alargue, sumado esto a la falta de voluntad política de los aliados para dar solución a las condiciones infrahumanas que padecen cientos de miles de hacinados en los campos de concentración donde se les tiene recluidos, más las levas forzosas que al parecer impunememente practica el E.L.K. entre los deportados, terminen por agotar la paciencia de quienes hacen de carne de cañón en todo ésto, y el efecto demostración se trasmita a la parte humana y políticamente más sensible de la población en los países imperialistas involucrados.

Será ese el momento en que las verdaderas causas de esta guerra salten a la luz pública y la izquierda del sistema representada por formaciones políticas como el P.C.E. se vean obligadas a salir por un instante de su actual neutralismo para ponerse a cabalgar sobre la conciencia crítica del movimiento surgido a pesar suyo. Será entonces cuando traten de tomar las riendas del movimiento. Pero no para potenciar esa energía en sentido revolucionario, sino para encauzarla y contenerla dentro de los límites "democráticamente tolerables" por el sistema, que para eso están donde están y se les mantiene como partidos de Estado. Y conste que no es esta una originalidad nuestra, sino una nueva previsión basada en la experiencia histórica.

Nos preguntas irónicamente dónde están los "partidos burgueses antiimperialistas" en España, como si tu mismo no supieras dónde estás metido, y nos reprochas la contumacia de permanecer separados de "organizaciones comunistas" al estilo del P.C.E. Cierto, con todo el respeto que nos mereces como persona, tenemos que decirte sin acritud que no queremos ni quisiéramos estar en el pellejo político de tu partido. Y te invitamos a que reflexiones sobre este otro punto de vista, el nuestro, que es el de una minoría con la que acordamos en las siguientes consignas:

FUERA LA OTAN DE YUGOSLAVIA

HUELGA GENERAL INDEFINIDA

EN LOS PAÍSES IMPERIALISTAS BELIGERANTES

CONVIRTAMOS EL ESCENARIO DE LAS GUERRAS INTERBURGUESAS

EN GUERRAS REVOLUCIONARIAS CONTRA EL CAPITALISMO.

Seguramente coincidarás aquí con quienes nos están diciendo que trasladamos mecánicamente criterios políticos extemporáneos que los bolcheviques propusieron a los obreros europeos en los prolegómenos de la primera guerra mundial, y nos preguntarás con evidente espíritu pragmático qué les pueden significar hoy semejantes consignas a los trabajadores comprometidos en este conflicto.

La misma pregunta le hizo Kautsky a Lenin cuando apoyó los planes del imperialismo alemán cuyos capitales excedentarios necesitaban "espacio vital", el mismo espacio que desde 1933 reclamaba Hitler al frente del partido nacionalsocialista que desató la Segunda Guerra Mundial, el mismo que hoy motiva esta agresión de la coalición imperialista contra Yugoslavia, que luego será contra Rusia. ¿Cuantos millones de muertos más hace falta que pesen sobre la conciencia histórica de la humanidad para que dejemos de hacer preguntas como ésta?

La única diferencia entre los acólitos de Kautsky y los actuales seguidores de Anguita, es que en 1914, el SPD era el partido institucional más importante de Alemania con un millón de miembros y cuatro millones de electores. Podía haber parado aquella guerra y no lo hizo. ¿Por qué? Pues, porque a fuer de pisar las alfombras de los despachos ministeriales y hacer comedia política por los pasillos del Reichstag, habiendo sido el partido de la clase obrera había pasado a ser el partido del Estado burgués imperialista alemán; tal como lo previó magistralmente Max Weber cuando antes de 1890 criticaba a Bismark por negarse a abrir las puertas de las instituciones de Estado al SPD:

<<Se puede preguntar -decía Weber- quién tiene más que perder en ello: ¿la sociedad burguesa o la socialdemocracia? En cuanto a mi, yo creo que es la socialdemocracia, más concretamente aquellos de sus adherentes que son los portadores de la ideología revolucionaria>>

Es una ley de la política que cuanta mayor fuerza electoral llegan a tener partidos de izquierda institucionalizados por la burguesía, como el P.C.E., más débiles se vuelven los vínculos ideológicos revolucionarios que le unen a la clase obrera y más fuertes sus compromisos con la fracción nacional del capital que representa el Estado que integran. En este sentido, las claudicaciones de Lassalle y las vacilaciones de Liebknecht o Bebel en 1870 -cuando el SDAP sólo agrupaba a 14.000 obreros-fueron mucho más clamorosas que las de Kautsky en 1914.

En cuanto a los compañeros que en este conflicto han tomado partido por el bando antiimperialista nacional yugoslavo, también ellos coinciden contigo y el P.C.E. en que el pensamiento de los bolcheviques ha sido superado por la historia, pero su pregunta es ésta: ¿Qué pueden significar estas consignas para los trabajadores serbios? A esto nosotros contestamos con otra pregunta:

¿Pensaban así los trabajadores serbios cuando pudieron vencer y vencieron al invasor imperialista alemán durante la segunda guerra mundial? ¿Saben estos compañeros que la lucha contra el fascismo invasor que dirigió el PCY se hizo desde la misma perspectiva internacionalista de unidad multiétnica y multinacional de los distintos pueblos balcánicos propuesta por los bolcheviques y que el GPM propone hoy en sus consignas?

Lenin y los bolcheviques ligaron la liberación de los países dependientes no al antiimperialismo dirigido por burguesías nacionales como la yugoslava, sino a la lucha internacional del proletariado por el socialismo. Y lo hicieron previendo el cumplimiento histórico de la tendencia objetiva irresistible a la mundialización y unidad internacional del capital, cuando todavía no existía atisbo alguno de tales previsiones en la realidad que les tocó vivir. Tal fue la grandeza política y la necesaria vigencia histórica de ese pensamiento. Porque si hay algo que en la sociedad moderna permite elevar el ejercicio de la política a la condición de arte, ese algo está en la capacidad de prever lo que se cuece en la base material del sistema.

Pues bien, aquello que en tiempos de Lenin era sólo una tendencia, es hoy una realidad que sacude la conciencia universal con el estruendo de las bombas de 2.500 kilos que están cayendo sobre territorio serbio. Sin embargo, hay compañeros que siguen insistiendo en atar la lucha de los trabajadores a un antiimperialismo capitalista pequeñoburgués residual que se aferra a la propiedad privada capitalista, pero se niega a aceptar sus lógicas e inevitables consecuencias.

Efectivamente, para los trabajadores que hoy sirven como carne de cañón en el conflicto yugoslavo, consignas de gentes que piensan como los compañeros del GPM no tienen hoy ningún sentido. Y esto es así porque no lo tienen ni para partidos como la Liga Socialista Yugoslava, ni para el P.C.E., ni para los cientos de miles sino millones de honestos militantes que permanecen todavía ganados por la línea del antiimperialismo nacional-burgués oficializada e irradiada por la Comintern en 1935, que el neomarxismo alemán, francés y americano se encargan todavía de mantener y reforzar desde la segunda mitad de este siglo.

Un saludo comunista.

GPM.

18 de mayo de 1998.

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