El concepto de "democracia revolucionaria "
y el hábito de la descontextualización histórica y literaria
en la lucha ideológica y política de clases
Estamos en el centro de la discrepancia entre
reforma y revolución respecto de la teoría del Estado y el concepto
de democracia. Para los marxistas, una vez que la burguesía eliminó
los restos políticos del poder feudal pasando a convertirse en clase
dominante, ya no hay ni puede haber "democracia burguesa revolucionaria" y esta
expresión se convierte en una contradicción en sus propios términos.
Más aun a estas alturas del proceso de acumulación del capital
mundial, donde la burguesía como clase dominante no tiene nada que revolucionar
a nivel económico-social en ningún sitio, a no ser que se le ocurra
acabar con las pocas reservas indígenas que quedan.
Ni siquiera en países como Afganistán,
porque la regresión al despotismo semifeudal en ese país, es una
de las consecuencias políticas de la crisis económica, social
y moral del capitalismo, como que la aparente ofensiva del integrismo islámico,
ha sido un producto genuino de la más desarrollada democracia burguesa
en el mundo. Ahí, en esa "democracia", la de los EE.UU. y demás
países de la cadena imperialista, está la lógica social
superexplotadora y opresiva que ha creado todas las condiciones políticas
de la nueva barbarie a la que está siendo arrastrado el mundo desde el
demencial atentado del 11 de setiembre último; un fruto auténtico
del capitalismo postrero que cayó como fruta madura sobre las Torres
Gemelas de New York y el Pentágono, pero cuya semilla fue plantada hace
mucho por la "democracia" burguesa opulenta en Oriente Medio -desde cuando decidió
apoyar "democráticamente" el genocidio de la "democracia" de Israel sobre
los palestinos tras la segunda guerra mundial- y en Asia Central, desde que
hace unos años armó "democráticamente" a los integristas
musulmanes afganos y pakistaníes para acabar con la URSS.
¿En qué se parecen los talibanes al señor
Ben Garza? En que ambos se limitan a reivindicar dentro del sistema capitalista,
una cultura en territorios históricos que les han sido arrebatados, y
en que, además, practican la misma política antiimperialista pequeñoburguesa.
¿En qué se diferencian? Pues, exceptuando el factor religioso, en que
el señor Ben Garza no parece ser un déspota sino, según
dice, un "demócrata burgués revolucionario" en tránsito
al socialismo, o sea, una entelequia política, como nos proponemos demostrar
seguidamente.
Si la burguesía en su conjunto es económica
y socialmente una clase conservadora, reaccionaria y caduca -como lo ratifica
la barbarie de esta guerra- lo son también sus instituciones políticas.
De esta conclusión se infiere que no hay forma política sin contenido
económico-social, y de que son los contenidos sociales históricamente
determinados los que diseñan sus formas políticas correspondientes.
Las formas políticas puras, independientes de sus contenidos económico-sociales
sólo existen en la imaginería liberal; son puras evanescencias
del pensamiento enajenado. Y cuando uno se mete -o le meten- en semejantes nebulosas
intelectuales, no ve ni lo que tiene delante de las narices.
¿Qué diferencia sustancial
hay entre la democracia vigente en EE.UU., la que hoy día existe en Méjico
y la que el señor Ben Garza y el PRD quieren? Ninguna. Como que lo sustancial
de la Constitución y todo el ordenamiento jurídico-político
mejicano y del resto de países latinoamericanos, se han inspirado, precisamente,
en la Constitución y el ordenamiento jurídico-político
norteamericano. En alguno de ellos, como Cuba y Argentina, esa copia del espíritu
constitucional burgués yanky, se tradujo, incluso, arquitectónicamente.
Todas esas constituciones consagran las necesidades de la burguesía como
clase dominante, defienden a ultranza la propiedad privada sobre los medios
de producción, la libre explotación del trabajo ajeno y las mismas
leyes represivas que sólo se aplican a los asalariados.
Es una constitución exclusiva y excluyente de los burgueses y para los
burgueses. De modo que no nos venga el señor Ben Garza con sus melifluos
infundios stalinistas para consumo de analfabetos políticos que en este
orden de la vida no hacen más que chuparse el dedo.
El señor Ben Garza es de los que creen
-y hacen creer- que hay democracias burguesas buenas y democracias burguesas
malas. Por ejemplo, ante el bárbaro espectáculo de este nuevo
episodio bélico, con toda seguridad coincide con nosotros en que ha sido
auspiciado y patrocinado por "el capital imperialista yanky", pero no siente
que las bombas que caen sobre territorio afgano estallen en su conciencia "democrática".
Como si la preparación y ejecución de esta nueva matanza planificada
por los servicios de inteligencia y la diplomacia secreta de los EE.UU. -incluyendo
la política de crear opinión pública belicista a instancias
del cuarto poder- no estuviera prevista en la constitución actualmente
vigente en Méjico y la que él y su partido preconizan; como si
no formaran parte del mismo sistema democrático burgués de gobierno
en todo el mundo. De hecho, la política que desarrolla el PRD así
como la aplicación del programa que promete cumplir de llegar a ser gobierno,
en modo alguno suponen un cambio sustancial ni en el ordenamiento
jurídico-político ni en la base económica del sistema capitalista
en ese país. Por tanto, eso de que el PRD propone completar el "período
y la ideología transicional para México" es un completo embeleco,
un chupete para niños de teta políticos. Y en esto nos remitimos
a la lectura del programa del PRD, al cual hemos hecho ya referencia crítica
en nuestra comunicación anterior, que el señor Ben Garza ha incurrido
en la sofistería de no considerar en su respuesta al GPM del 08/09/01:
<<Es una equivocación
del GPM pensar que, simplemente, porque el PRD no se declara abiertamente
un partido marxista-leninista es contrario al marxismo. Preguntamos
al GPM: ¿exactamente, donde (los revolucionarios) podemos echar
las genuinas anclas de la izquierda, si no es en el marxismo-leninismo?
¿no reconoce el GPM que la democracia revolucionaria es un período
y una ideología transicional para México?. Por el simple
hecho de no ir por las calles con banderas y estandartes rojos y en
cambio usar el estandarte azteca mexicano y la bandera de la Democracia
Revolucionaria Mexicana, no nos hace ser antimarxistas o antimarxistas-leninistas!
Estas necias conclusiones solamente pueden ser interpretadas por semejantes
grupos de pensamiento político atrasado y sectario, como el GPM.
>> (Ben Garza: Op.cit. 08/09/01)
Esto que dice el señor Ben Garza no es
marxismo-leninismo sino stalinismo. Para el señor Ben Garza, la transición
al socialismo se inicia dentro de la sociedad capitalista liderada políticamente
por el Estado burgués, como soñaba Bernstein, el primer revisionista
teórico del marxismo. (el primero en la práctica fue Lassalle).
Y como pugnó por hacer valer Stalin entre febrero y octubre de 1917 según
demostraremos más adelante. Para Bernstein, el socialismo debía
salir tan tranquilo y naturalmente del capitalismo como una mariposa de su capullo;
lo concebía como el resultado, sin solución de continuidad, del
compromiso de los asalariados con la burguesía dentro de la democracia
capitalista. Como alternativa a la dictadura del proletariado, tanto Bernstein
-como poco después Kautsky- sostenían que el medio para transitar
hacia el socialismo eran las instituciones políticas del capitalismo,
y la transición misma consistía en la profundización de
la democracia burguesa, lo que el señor Ben Garza entiende por "democracia
revolucionaria"
<<La democracia social no
tiene, pues, por qué actualizar ni desear el derrumbamiento próximo
del sistema económico actual (...). Su tarea es -y eso durante mucho
tiempo- reorganizar a la clase obrera políticamente, educarla hacia la
democracia (burguesa) y luchar por todas las reformas en
tanto sirven para el beneficio de la clase obrera y la transformación
del Estado en el sentido de la democracia>> (Eduard
Bernstein: "Teoría del derrumbamiento y política colonialista".
1898. Lo entre paréntesis es nuestro)
<<¿O tiene, por ejemplo, sentido,
sostener el lema de la dictadura del proletariado en una época en que,
en todos los lugares posibles, portavoces de la democracia social (burguesa)
se ponen prácticamente sobre el terreno del trabajo parlamentario,
de la representación popular proporcional y de la legislación
popular en que todos están contrarios a la dictadura? (...) Toda la acción
práctica de la democracia social consiste en establecer situaciones y
condiciones que deben hacer posible la transición sin arrebatos
convulsivos del orden social moderno en uno más alto. (...) Pero
la dictadura de clase pertenece a una cultura inferior
y, desde el punto de vista de la pertinencia y de la viabilidad de la causa
(socialista) no es más que un retroceso, un atavismo
político (...)>> (Eduard Bernstein: "Las condiciones
del socialismo y las tareas de la democracia social. 1899. Lo entre paréntesis
es nuestro)
Hasta cierto punto Stalin discrepó de Bernstein
y Kautsky. En todos sus textos anteriores e inmediatamente posteriores a la
revolución de octubre, siempre sostuvo la tesis marxista-leninista de
que el socialismo no se desprendía de la democracia burguesa como una
fruta madura y que no podía haber revolución socialista sin ruptura
radical violenta con la democracia burguesa. Pero desde agosto de 1935, Stalin
abandonó esa teoría de la violencia revolucionaria y de la democracia
con vía al socialismo. Su táctica de los frentes populares que
orientó su política exterior en el sentido del statu quo con el
imperialismo, a instancias de los partidos comunistas bajo la órbita
de la URSS permitió en numerosos países congelar pacíficamente
la lucha de clases dentro de la democracia burguesa, en un período de
transición al socialismo "sine die". La "democracia revolucionaria transicional"
del señor Ben Garza, bebe sin duda en esta fuente. Para Marx y Engels,
tanto como para Lenin desde marzo de 1917, no hay ni puede haber período
de transición democrática de años al socialismo. Menos
todavía en países como el Méjico de hoy día. Para
ellos, la transición al socialismo no se inicia en la democracia burguesa
bajo el dominio del capital, sino inmediatamente después, cuando ya se
ha procedido a destruir el Estado capitalista, suplantando la "democracia social"
burguesa -con la que tan a gusto se siente Ben Garza- por la dictadura del proletariado,
que pasa a ser automáticamente una democracia en tanto mayoría
absoluta de la población en el mundo actual. Esta idea del punto a partir
del cual comienza la sociedad de transición al socialismo y de su medio
político-institucional también transitorio, fue expresada por
Marx con rotunda y sintética claridad en su "Crítica del programa
de Gotha":
<<<<Entre la sociedad
capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación
revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde
también un período político de transición, cuyo
Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado>>
(K. Marx Op. Cit. Mayo de 1875)
Que los contenidos económicos de la sociedad
capitalista -encarnados en la volutad política de la burguesía-
discurran por el brumoso cauce de las formas "democráticas" que para
sí se da esa clase social en el poder, solo sirven para nublar la conciencia
y desviar la voluntad política de sus clases subalternas. Así
lo entendió Lenin cuando salió al paso del revisionismo pequeñoburgués
del marxismo a principios del siglo pasado. Revisionistas renegados del marxismo,
como Bernstein y Kautsky, postulaban dentro del movimiento obrero que en la
democracia burguesa cabía cualquier dinámica social, incluida
la subversiva. Fundaban esta posición en que, al separarse de la sociedad
civil, el Estado pasa a representar los intereses generales de esa sociedad,
incluidos los intereses históricos del proletariado como agente político
revolucionario. En su obra "Parlamentarismo y Democracia", entre otros
de sus escritos de la época, Kautsky desgranó sus argumentos a
favor de esta tesis, diciendo falazmente que, en el Estado moderno, el "centro
de gravedad de la actividad política radica necesariamente en el Parlamento",
y que:
<<...este hecho no constituye
ningún infortunio para el proletariado, dado que mediante la lucha de
clases que sostuvo, ha desarrollado una serie de cualidades que le permiten
utilizar el parlamento en su favor>> K. Kautsky: "Parlamentarismo
y democracia" (La legislación directa por el pueblo y la lucha de
clases)
Y Kautsky dijo esto no sólo en el sentido
de que el Parlamento sirve a los asalariados para mejorar su situación
dentro del sistema, para hacer menos gravosa la explotación a la que
se ve sometido. También contempla la posibilidad real de que, a instancias
de esa institución del Estado moderno -entendido por Kautsky no como
instrumento político de la burguesía sino como un "campo de batalla
electoral", donde el que obtiene más votos lo ocupa para hacer en él
lo que quiera- el proletariado de cualquier país pueda protagonizar un
cambio revolucionario:
<< El proletariado militante
tiene tanta fe en el desarrollo social, tanta confianza en sí mismo,
que no teme a combate alguno, ni siquiera al que tiene que librar contra un
poder superior. Lo único que pide es una plataforma de lucha (el
parlamento) desde donde pueda actuar libremente. El Estado democrático
ofrece ese campo de batalla definitiva entre la burguesía y el proletariado>>
(Ibíd)
Pues bien, a juzgar por lo que dice y hace, el
señor Ben Garza participa de esta concepción de la lucha de clases,
está comprendido en este pensamiento político:
<< Después de trece
años de lucha democrática revolucionaria protagonizada por el
PRD y las otras fuerzas democráticas Mexicanas, en este país hay
espacio real para los sindicatos y el movimiento obrero. Desde la muerte de
su gran líder y la caída del PRI, los sindicatos están
en una etapa transicional y hay grandes rupturas que se muestran desde el mantenimiento
con el viejo régimen. Una ventana ha sido abierta y creada por el movimiento
bajo la ideología de la democracia revolucionaria. >> Ben Garza:
Esto no sólo está en las antípodas
del marxismo leninismo, del materialismo histórico, sino de la más
cruda realidad. Es cierto que tanto Marx como Engels contemplaron la posibilidad
de que, en sociedades avanzadas como EE.UU. o Inglaterra, el proletariado pudiera
revolucionar el capitalismo por medios pacíficos a través de las
instituciones estatales:
<< Sabemos que hay que tener
en cuenta las instituciones (burguesas), las costumbres y las tradiciones
de los distintos países; y nosotros no negamos que existan países
como América, Inglaterra y, si yo conociera mejor vuestras instituciones,
agregaría Holanda, en los que los trabajadores pueden llegar a su objetivo
por medios pacíficos. Si bien esto es cierto, debemos reconocer también
que en la mayoría de los países del continente será la
fuerza la que deberá servir de palanca de nuestras revoluciones. Es a
la fuerza a la que habrá que recurrir por algún tiempo a fin de
establecer el reino del trabajo. >> (K. Marx: Discurso ante el congreso
obrero de La Haya el 08/09/872. Cfr. F. Engels: "Contribución a la
crítica del proyecto de programa" 29/06/891)
Pero ni uno ni otro sostuvieron jamás que
el Estado burgués fuera un simple "campo de batalla" y que la revolución
socialista consistiera en la simple ocupación por vía comicial
de ese espacio político dejándolo intangible. Cuarenta años
antes de decir esto último, a la luz del proceso político que
consolidó el poder de la burguesía en Francia con el golpe de
Estado de 1851, Marx desnudó por adelantado la falacia kautskyana de
que el "centro de gravedad de la actividad política radica necesariamente
en el Parlamento", demostrando que esta institución no ha hecho más
que ir reforzando históricamente al poder ejecutivo y que los comicios
sirven para que las distintas burocracias partidarias representativas de otras
tantas fracciones burguesas, se disputen el poder ejecutivo como "el botín
del vencedor":
<< Este Poder ejecutivo, con
su inmensa organización burocrática y militar, con su compleja
y artificiosa maquinaria de Estado, un ejército de funcionarios que suma
medio millón de hombres, junto a un ejército de otro medio millón
de hombres, este espantoso organismo parasitario que se ciñe como una
red al cuerpo de la sociedad francesa y la tapona por todos los poros, surgió
en la época de la monarquía absoluta, de la decadencia del régimen
feudal, que dicho organismo contribuyó a acelerar. (...) La primera revolución
francesa, con su misión de romper todos los poderes particulares locales,
territoriales, municipales y provinciales (residuos del pasado) para
crear la unidad civil de la nación (burguesa), tenía necesariamente
que desarrollar lo que la monarquía absoluta había iniciado: la
centralización; pero al mismo tiempo amplió el volumen, las atribuciones
y el número de servidores del Poder del gobierno. Napoleón perfeccionó
esta máquina del Estado. La monarquía legítima y la monarquía
de julio no añadieron nada más que una mayor división del
trabajo (...) Finalmente, la república parlamentaria, en su lucha contra
la revolución, viose obligada a fortalecer, junto con las medidas represivas,
los medios y la centralización del Poder del gobierno. Todas las revoluciones
(burguesas) perfeccionaban esta máquina, en vez de destrozarla.
Los partidos que luchaban alternativamente por la dominación, consideraban
la toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botín
principal del vencedor" (K. Marx: El 18 Brumario de Luis Bonaparte"
Primera edición en 1852)
Diga lo que diga, para esto milita en realidad
el señor Ben Garza en el PRD sección California, en modo alguno
para promover la revolución proletaria en Méjico.
De haber experimentado la evolución de
Estados imperialistas como el de EE.UU., Francia, Inglaterra o Suiza, Marx y
Engels no hubieran dudado un momento en corregir lo que de ellos citamos aquí
acerca de que los asalariados de estos países puedan supuestamente conseguir
sus propósitos como clase autoconciente por la vía "democrática"
y pacífica.
A Lenin, que sí conoció a fondo
esa evolución ultrarreaccionaria del capitalismo en los países
de la cadena imperialista, le cupo la misión histórica de completar
la teoría del Estado desde la perspectiva del materialismo histórico,
tarea que comenzó a cumplir sistemáticamente en 1917, legando
a la humanidad "El Estado y la revolución", uno de los más
valiosos aportes teóricos a la memoria colectiva del movimiento proletario.
Allí, y en "La revolución proletaria y el renegado Kautsky",
es donde se refiere con más extensión y profundidad a lo que acabamos
de explicar sumariamente.
Sin duda, la democracia burguesa constituyó
un enorme avance social en cuanto a la forma jurídico-política
con que las clases dominantes que han sido en las distintas épocas de
la historia habían venido rigiendo el comportamiento de sus clases subalternas
y administrando sus respectivos intereses. En "La revolución proletaria
y el renegado Kautsky" Lenin reconoció este progreso del capitalismo
respecto del medievo. Y durante una conferencia pronunciada en la universidad
de Sverdlof el 11 de julio de 1919, llegó a decir que sin el parlamentarismo
burgués y su correspondiente sistema electoral, el desarrollo político
de la clase obrera hubiera sido imposible. Con esto último dio a entender
que si el proletariado puede llegar a adquirir conciencia de sí mismo
a instancias del parlamentarismo, no lo es tanto por el avance que la democracia
capitalista supuso respecto de las formas políticas del pasado, sino
porque, siendo el proletariado una clase social históricamente superior
a la burguesía, la democracia capitalista le permite tomar conciencia
de esa superioridad a fuerza de sufrir la decadente irracionalidad de esa forma
política de dominación. Y para Lenin, la máxima expresión
de esa irracionalidad decadente radica en la contradicción entre la igualdad
formal entre patronos y obreros que proclama la máxima "democrática"
de "un hombre un voto", y la sistemática interposición del capital
entre representantes y representados que convierte la voluntad política
de los asalariados en papel mojado:
<< Considerad el parlamento
burgués. ¿Puede admitirse que el sabio Kautsky no haya oído decir
nunca que los parlamentos burgueses están tanto más sometidos
a la Bolsa y a los banqueros cuanto más desarrollada está la democracia?
(...)En el más democrático Estado burgués, las masas
oprimidas tropiezan a cada paso con una contradicción flagrante entre
la igualdad formal, proclamada por la "democracia" de los capitalistas, y las
mil limitaciones y tretas reales que convierten a los proletarios en esclavos
asalariados. Esta contradicción es lo que abre a las masas los ojos ante
la podredumbre, la falsedad y la hipocresía del capitalismo. >>
(V.I. Lenin: "La revolución proletaria y el renegado Kautsky"
Democracia obrera y democracia proletaria. Noviembre de 1918)
Transparency International: www.gwdg.de/~uwvw/2001.htm
es una organización dedicada a combatir el grado de corrupción
en el mundo. El Indice de Percepción de la Corrupción que presentó
para el año 2001, clasifica 91 países. Este índice ha sido
elaborado basándose en el grado de corrupción percibido por empresarios,
académicos y analistas de riesgo. Se mide por una escala que se extiende
entre el 10 (altamente limpio) y 0 (altamente corrupto). En la percepción
para el año 2001 sobre 90 países, casi dos tercios obtuvieron
una puntuación menor a 5, todos ellos pertenecientes al llamado tercer
mundo. A primera vista, este resultado sugiere la engañosa idea de que,
a mayor desarrollo de la democracia burguesa menor corrupción. Este engaño
se desvela comprobando que en esos altos índices de corrupción
que registran los países dependientes del llamado "tercer mundo", están
los estrechos vínculos que el soborno urde entre el gran capital multinacional
que cotiza en las bolsas de esos países, y destacados personeros de los
partidos políticos "democráticos" eventualmente a cargo de los
respectivos gobiernos, que así se lucran mutuamente con jugosos proyectos
de inversión en las diversas ramas de la producción. Entre las
formas de soborno, una de las más utilizadas es la financiación
de las campañas electorales. Y cuanto mayor es la masa de capital global
acumulado, mayor es la irresistible presión de los conglomerados capitalistas
sobre los Estados y sus eventuales funcionarios, hasta el punto en el que, de
forma más o menos encubierta el gran capital se apropia del Estado, se
fusiona con él. Esta fusión no solo se opera desde fuera, corrompiendo
a los funcionarios del aparato estatal, sino desde dentro, a través de
los capitalistas del país anfitrión entrelazados con el capital
extranjero, que simultanean su función empresarial con cargos en el poder
ejecutivo y/o escaños parlamentarios, así como también
mediante la cooptación por parte de grandes empresas, de simple burócratas
estatales con influencia e información privilegiada, que así pasan
a la condición de "intelectuales orgánicos" de la burguesía.
<< "La unión personal"
de los bancos y la industria se completa con la "unión personal" de ambas
con el gobierno. "Los puestos en los consejos de administración --escribe
Jeidels-- son confiados voluntariamente a personalidades de renombre, así
como a antiguos funcionarios del Estado, los cuales pueden proporcionar no pocas
facilidades (!!) en las relaciones con las autoridades. . . En el consejo de
administración de un banco importante hallamos generalmente a un miembro
del parlamento o del ayuntamiento de Berlín"..>>
También denuncia Lenin el fraude real que
supone la forma en que el parlamento traduce el principio constitucional burgués
de "igualdad ante la ley", aprobando multitud leyes de control social, policíacas,
sólo aplicables a una parte de la población, a los asalariados.
O sea: burla sistemática de la voluntad popular expresada en las urnas,
más luego, ante la protesta, leyes represivas y edictos policiales. Un
comportamiento común a todos los "Estados de derecho" bajo el capitalismo,
incluidos los que gozan de "democracia revolucionaria", con la que tan a gusto
parecen sentirse individuos como el señor Ben Garza:
<< Tomad las leyes constitucionales
de los Estados contemporáneos, tomad la manera como son regidos la libertad
de reunión o de imprenta, la "igualdad de los ciudadanos ante la ley",
y veréis a cada paso la hipocresía de la democracia burguesa que
tan bien conoce todo obrero honrado y consciente. No hay Estado, incluso el
más democrático, cuya Constitución no ofrezca algún
escape o reserva que permita a la burguesía lanzar las tropas contra
los obreros, declarar el estado de guerra, etc. "en caso de alteración
del orden" --en realidad, en caso de que la clase explotada "altere" su situación
de esclava e intente hacer algo que no sea propio de esclavos--. Kautsky acicala
desvergonzadamente la democracia burguesa, callándose, por ejemplo, lo
que los burgueses más democráticos y republicanos hacen en Norteamérica
o en Suiza contra los obreros en huelga. (Ibíd.)
¿Cómo entendían y asumían
la "democracia" los burgueses más "democráticos" de Suiza y EE.UU.
a principios del siglo pasado? Este interrogante lo despejó Lenin en
la citada conferencia de Sverdlof:
<< El hecho es que en Suiza
y en Norteamérica domina el capital, y cualquier intento de los obreros
por lograr la menor mejora efectiva de su situación, provoca inmediatamente
la guerra civil. En estos países hay pocos soldados, un ejército
regular pequeño --Suiza cuenta con una milicia y todos los ciudadanos
suizos tienen un fusil en su casa, mientras que en Estados Unidos, hasta hace
poco, no existía un ejército regular--, de modo que cuando estalla
una huelga, la burguesía se arma, contrata soldados y reprime la huelga;
en ninguna parte la represión del movimiento obrero es tan cruel y feroz
como en Suiza y en Estados Unidos, y en ninguna parte se manifiesta con tanta
fuerza como en estos países la influencia del capital sobre el Parlamento.
La fuerza del capital lo es todo, la Bolsa es todo, mientras que el Parlamento
y las elecciones no son más que muñecos, marionetas.>> (Op.cit.)
Ahora parece como si con la debacle del PRI en
las elecciones legislativas del 2 de julio de 2000, por influjo de la "democracia
revolucionaria" las puertas de la siniestra Dirección Federal de Seguridad
(DFS) se hubieran abierto mágicamente al pueblo mejicano como la cueva
de Sésamo al sencillo leñador en el cuento de "Las mil y una
noches". A tenor de lo que el investigador mejicano Sergio Aguayo adelanta
en la revista "Proceso" http://www.proceso.com.mx/1302/1302n01.html,
la verdad es que, en su libro: "La charola", este "experto en materia
de seguridad nacional" no aporta nada nuevo respecto de la forma en que la burguesía
internacional suele entender la filosofía de los DD.HH. en los centros
de tortura de todo el mundo. Pero ahora que por obra de la "democracia revolucionaria"
la DFS ha confesado sus "pecados" y se hace llamar Centro de Información
y Seguridad Nacional (CISEN), es como si el Estado hubiera cambiado su esencia
represiva y los asalariados mejicanos vivieran desde entonces en otro mundo,
bucólico, donde las fieras se vuelven herbívoras y pastan junto
a los corderos, como en el cuento bíblico. Aplicando la vieja técnica
cristiana de la redención pasada por el confesionario, parece que, en
Méjico, el "nunca mas" del literato Ernesto Sábato funciona, como
en Argentina, aunque, esta vez, ni siquiera hizo falta la penitencia de algunos
chivos expiatorios. Para completar la operación de sublimar la ignominia
represiva, a la catarsis nacional mejicana que ha obrado el nuevo milagro eucarístico
de la comunión entre los explotados y el Estado de los explotadores,
se le ha llamado "democracia revolucionaria". ¡Perfecto! Ya podemos empezar
otra vez a poner la carne y el espíritu del sufrimiento.
El corolario de esta lógica política
interna de la burguesía acerca de la teoría del Estado -sin fisuras
de importancia entre Marx, Engels y Lenin- puede resumirse diciendo que, aun
cuando sea cada vez más difícil, no se puede descartar que los
asalariados organizados como partido políticamente independiente, puedan
llegar en determinadas condiciones a ser gobierno en algún país
por la vía electoral. Pero lo que con toda seguridad no podrán,
es convertir ese gobierno en poder revolucionario efectivo sin doblegar por
la fuerza la voluntad política de la burguesía, destruyendo su
Estado e imponiendo la dictadura democrática de clase. Lenin dijo esto
mismo en los siguientes términos:
<< El derrocamiento de la
burguesía sólo puede realizarse mediante la transformación
del proletariado en clase dominante, capaz de aplastar la resistencia inevitable
y desesperada de la burguesía y de organizar para el nuevo régimen
económico a todas las masas trabajadoras y explotadas. >> (V.I.
Lenin "El Estado y la revolución" Cap. II)
El señor Ben Garza cree y hace creer, que
habiéndose visto liberado él y sus colegas de partido del mafioso
dominio en el gobierno de los "lideres charros" del PRI, los asalariados se
han liberado también de la burguesía mejicana. A semejante "liberación"
le llama él "democracia revolucionaria". A Kautsky, que en 1918 era ya
un renegado de marxismo y se había pasado con armas y bagajes al campo
de la burguesía, le pasó lo mismo que al señor Ben Garza,
que se siente muy bien con la "democracia mejicana", porque a pesar de militar
en el PRD y proclamarse "marxista-leninista", la burguesía respeta y
defiende su condición de minoría. En agradecimiento por haber
sido beneficiario de esa virtud constitucional del capitalismo, Kautsky no sólo
votó en el parlamento alemán los créditos de guerra que
permitieron meter en la primera guerra mundial a ese país, sino que cuatro
años después arremetió contra el concepto de "dictadura
del proletariado" inventándose una virtud de la democracia burguesa:
el respeto y la defensa "de la minoría" parlamentaria. Pero no mencionó
de qué minorías se trataba. Fue Lenin quien se encargó
de refrescarle la memoria y el sentido de la realidad político-social
del capitalismo a Kautsky, y nosotros, por mediación suya, al señor
Ben Garza:
<< En este año de nuestro
Señor, 1918, el quinto año de carnicería imperialista mundial
y de que en todas las "democracias" del mundo se estrangula a las minorías
internacionalistas (es decir, a los que no han traicionado vilmente el socialismo,
como los Renaudel y los Longuet, los Scheidemann y los Kautsky, los Henderson
y los Webb, etc.), el sabio señor Kautsky entona sus melifluas loas a
la "defensa de la minoría". El sabio señor Kautsky "ha olvidado"
una "pequeñez": el partido dominante de una democracia burguesa sólo
cede la defensa de la minoría a otro partido burgués, mientras
que al proletariado, en todo problema serio, profundo y fundamental, en lugar
de "defensa de la minoría" le tocan en suerte estados de guerra o pogroms.
Cuanto más desarrollada está la democracia, tanto más cerca
se encuentra en toda divergencia política profunda, peligrosa para la
burguesía, del pogrom o de la guerra civil. El sabio señor Kautsky
podía haber advertido esta "ley" de la democracia burguesa en el asunto
Dreyfus en la Francia republicana, en el linchamiento de negros e internacionalistas
en la democrática República de los Estados Unidos, en el ejemplo
de Irlanda y del Ulster en la democrática Inglaterra, en la persecución
de los bolcheviques y en la organización de pogroms contra ellos en abril
de 1917, en la democrática República de Rusia. Intencionadamente
cito ejemplos que no corresponden sólo al período de guerra, sino
también al período prebélico, al tiempo de paz. >>
(V.I. Lenin: "La revolución proletaria..." Democracia burguesa
y democracia proletaria).
El señor Ben Garza nos imputa el
no saber "quien es Cuauhtémoc Cárdenas y la tradición progresista
de los cardenistas en Méjico", así como el olvido de que "fue
Lázaro Cárdenas el que dio la ciudadanía a tantos españoles
cuando el fascismo llegó al poder en ese país. Y nos pide que
preguntemos a esos españoles "si apoyan al cardenismo o si están
con el GPM". Lázaro Cardenas fue un general del ejército mejicano
que, cuando fue gobierno -entre 1934 y 1940- expropió veinte millones
de Ha. cultivables en 11.000 ejidos y las repartió entre 750.000 familias
campesinas, que recibieron en promedio 25,6 hectáreas cada una. De estas
tierras, sólo la cuarta parte era cultivable y menos del 5% de riego;
la mitad era de pastos y otra quinta parte de bosques. Además de eso,
utilizó fondos públicos para crear cooperativas entre unos miles
de obreros en paro y nacionalizó el petróleo y los ferrocarriles.
Con esta política reformista y antiimperialista
pequeñoburguesa pacata, el gobierno de Cárdenas facilitó
a la burguesía mejicana el control político del movimiento obrero
y campesino durante muchos años a instancias del PRI, que capitalizó
toda esa herencia hasta que la crisis le desgastó y hubo que degradarlo
hace poco. ¿Quién es Cuauhtemoc Cárdenas? En casi todo un hijo
de su padre, que está hoy donde está para seguir la tradición
familiar que tanto tiempo de bonanza y tranquilidad supuso para las clases dominantes
mejicanas; por supuesto a costa de la sangre, el sudor, las lágrimas
y mucha estupidez política de las masas laboriosas en ese país,
que creyeron en todas esas baratijas políticas del cardenismo. ¡Gloria
y Loor, honra sin par!
Para determinar a ciencia cierta qué aportó
a la presunta transición del capitalismo al socialismo la "democracia
revolucionaria" del Padre -algo que debería interesarle al señor
Ben Garza- resta saber ahora en manos de quien están hoy las tierras
que repartió el general entre una minoría selecta de campesinos,
así como qué fue de aquellas cooperativas que el cardenismo fundó
con ayuda de la burocracia sindical siguiendo la doctrina de Lassalle, tan vapuleado
por Marx. Para responder a este interrogante, basta decir que El 65% de la población
activa total, que era rural en 1940, pasó a ser urbana en 1970, y que
según las últimas cifras del Censo de Población, entre
1970 y 1990 las actividades agropecuarias en Méjico pasaron del 39 a
23% de los ocupados. En ese mismo lapso, la proporción del empleo en
labores que no corresponden al sector primario (industria, comercio y servicios)
aumentó del 61 a 77%. A tenor de estas cifras ¿qué hizo el capitalismo
mejicano con aquellas 750.000 familias "beneficiarias" del cardenismo? Lo más
seguro es que una parte de sus descendientes haya emigrado, otra languidezca
en el paro urbano, y una minoría "privilegiada" malviva de un salario
en los suburbios de México DF. Esto explica que, actualmente, esa ciudad
crece a un ritmo de medio millón de personas y 30 km2. por
año, donde la mayor parte de ellas son asalariados que provienen del
área rural. Estos datos, que hemos transcripto de nuestra comunicación
anterior al señor Ben Garza, confirman la "Ley general de la acumulación
capitalista" formulada por Marx hace 140 años, una ley social bajo el
capitalismo que se cumple históricamente con total independencia de cualquier
acción de gobierno reformista, pero tal parece que la holgazanería
intelectual de nuestro interlocutor y el compromiso que mantiene con la pequeñoburguesía
dentro del PRD, impiden a este "hombre de acción" sacar las debidas consecuencias
políticas militantes de la realidad mejicana de hoy en relación
con el pasado. Sigue fantaseando que al socialismo que previeron científicamente
Marx y Lenin, se pude llegar sin soltar amarras de modo brusco y violento con
la democracia burguesa y la ley del valor.
En cuanto a los españoles que Cárdenas
concedió el asilo, decir que no fue Franco quien los echó de España,
sino Stalin, con su nefasta política frentepopulista, la misma que hoy
sigue preconizando el señor Ben Garza para Méjico. A esa gente
no se le puede preguntar nada porque ya no está en el mundo de los vivos.
Respecto a sus descendientes, la mayoría de ellos, si no todos, nada
quieren tener que ver con la práctica política, y vaya a saber
cuantos no están, incluso, a la derecha del pensamiento reformista que
defendieron sus padres y abuelos, el mismo que les condujo a la derrota en la
guerra civil. Pero el señor Ben Garza, de momento, puede estar tranquilo,
porque "su" ideología política es compartida por una mayoría
de asalariados, no sólo en Méjico sino en el mundo entero. También
pasaba eso a fines del siglo XIX. Marxistas como Lenin eran por entonces una
irrisoria minoría dentro del movimiento obrero internacional políticamente
organizado. Incluso en Alemania, donde el pensamiento que preside ahora mismo
el comportamiento político del señor Ben Garza, predominaba encarnado
en la socialdemocracia, por entonces el partido obrero más poderoso del
Planeta.
Para ultimar este tema de la discrepancia entre
el señor Ben Garza y el GPM respecto de la teoría marxista
del Estado, vamos a exhibir otra perla entre las que este "militante marxista-leninista"
cultiva en el mar estanco de sus confusiones y equívocos políticos.
Veamos la joya:
<< ¿Y, mi estimado GPM, qué
tuvo Lenin que decir sobre la democracia revolucionaria?. Esto es lo qué
él dijo: "si nosotros no empleamos la expresión 'democracia revolucionaria'
como una estereotipada frase ceremoniosa, como un epíteto convencional,
sino que reflexionamos sobre su significado, descubrimos que ser demócratas
significa contar en realidad con el interés de la mayoría del
pueblo y no de la minoría, y que ser un revolucionario significa destruir
todo lo nocivo y obsoleto de la manera más despiadada". (V.I.LENIN,
Obras Escogidas, Vol. 25, p.337)
Lenin también dijo "nosotros
no podemos ser demócratas revolucionarios en el siglo veinte y en un
país capitalista si nosotros tememos avanzar hacia el socialismo">>
(V.I Lenin, Obras Escogidas, Vol. 25. p. 360).
Respecto de las citas de Lenin incluidas en este
párrafo, nos ha sido imposible contextualizarlas porque Ben Garza da
muy pocos indicios para ubicar el texto de donde la extrajo. No menciona el
título de la obra, ni la fecha en que fue escrita, ni a qué versión,
editorial y año corresponde. Pero para quienes conozcan siquiera lo básico
del pensamiento de Lenin, eso no impide comprender lo que efectivamente ha dicho
y significado en ese pasaje, porque su noción del concepto de "democracia
revolucionaria" está siempre vinculado a las condiciones objetivas de
cada período histórico de la lucha de clases y, en cada uno de
ellos, este significado es unívoco y omnicontextual. Es muy probable
que corresponda a un texto anterior a la revolución de febrero, cuando
la democracia burguesa, la república social, era revolucionaria respecto
de la autocracia y, por tanto, había que luchar por ella. De ahí
la formula de poder de los bolcheviques para ese periodo: dictadura democrática
de los obreros y campesinos, esto es, la mayoría social de Rusia. Por
lo visto, el señor Ben Garza confunde la correlación fundamental
de fuerzas sociales y la situación política existente en la Rusia
de principios de siglo, con las del Méjico actual. De otro modo, no podría
atribuir el significado de esa expresión que cita de Lenin, a la caída
del priismo el dos de julio del año pasado. A esto de hacer "amalgamas"
entre un texto literario determinado y un contexto histórico distinto
al que ese texto literario se refiere, era muy aficionado el señor J.V.
Stalin.
Según los análisis y las conclusiones
a que llegó Lenin a principios del siglo pasado, a pesar de ser un país
predominantemente agrario (un 70% de la población económicamente
activa era de extracción social campesina), Rusia no dejaba de ser un
país de desarrollo capitalista, aunque trabado por relaciones de producción
feudales remanentes, en un Estado nacional despótico ferozmente dominado
por la nobleza terrateniente y el inmovilismo político de la burocracia
zarista. En ese contexto histórico social, el proletariado era una clase
relativamente minoritaria, "una isla en un mar de campesinos", como decía
Marx que pasaba en la Europa de 1848, sobre todo en Alemania. De esta experiencia
pasada por los análisis de Marx y Engels, dedujo Lenin que la correlación
de fuerzas sociales fundamentales era completamente desfavorable para plantearse
de inmediato en Rusia la revolución proletaria.
Para cambiar esa correlación social desfavorable
a la revolución socialista, las tareas inmediatas del proletariado pasaban
por postergar, de momento, su "programa máximo", limitándose a
luchar junto al campesinado pobre -y a despecho de la propia burguesía
rusa, como había ocurrido en 1848 en Francia y Alemania- para eliminar
el despotismo zarista, destruyendo su Estado y poniendo en su lugar la república
burguesa. Lenin estimaba que la revolución política democrático-burguesa
redundaría en un impulso a la revolución social proletaria
en Rusia, dado que al sacudirse el férreo despotismo zarista, la república
burguesa supondría una mayor libertad política que favorecería
el desarrollo del movimiento obrero con vistas a luchar por su dictadura
democrática de clase. Esto se tradujo en la fórmula transicional
de poder sintetizada en la consigna: "dictadura democrática de los obreros
y los campesinos, nada que ver con la "democracia burguesa revolucionaria" que
Ben Garza ha visto realizada tras la caída del PRI.
Respecto de la táctica de Lenin, estamos
hablando del período entre 1905 y febrero de 1917. En ese lapso de tiempo,
el ala oportunista del "Partido Obrero Socialdemócrata Ruso" (POSDR),
sostenía que si la revolución era de carácter burgués,
la clase llamada a formar gobierno en la república burguesa debían
ser los capitalistas, y al proletariado le tocaba esperar no sólo a que
eso ocurriera, sino a que el capitalismo se desarrollara lo suficiente como
para convertir al proletariado en la clase más numerosa de la sociedad,
única condición que haría realmente posible la revolución
socialista. Por su parte, los "socialistas revolucionarios", basándose
en la supuesta intangibilidad de la comuna rural rusa, seguían sosteniendo
que en ese país era posible pasar sin solución de continuidad
del feudalismo al socialismo. Tras haber demostrado en "El desarrollo del
capitalismo en Rusia" que las estructuras comunitarias del campo ruso estaban
en franca disolución desde 1862 y, apelando a la memoria histórica
del movimiento proletario europeo comprendida en los textos de donde Marx y
Engels demostraron la incapacidad de la burguesía alemana frente a una
emergencia parecida a la de Rusia en 1905, Lenin decía que esa mayoría
social suficiente con capacidad para realizar la tarea democrático revolucionaria
de desalojar del poder político a la nobleza y a la burocracia zarista
enquistadas en el Estado teocrático Ruso, estaba en la alianza política
entre el proletariado y los campesinos pobres. Y que, para eso, había
que reemplazar al gobierno zarista por un gobierno provisional, que no dejaba
de ser un gobierno burgués, aunque sin burguesía. Los mencheviques
-antecesores de partidos como el PRD, que se negaban a luchar por la revolución
socialista en esos momentos- haciendo oportunismo con la ausencia de claridad
política de los sectores del movimiento más impacientes influenciados
por los "socialistas revolucionarios", argumentaban que la participación
en un gobierno burgués desacreditaría al POSDR ante el proletariado
revolucionario. Lenin respondía que:
<< Esta argumentación
descansa sobre la confusión de la revolución democrática
y la revolución socialista, de la lucha por la república (incluyendo
todo nuestro programa mínimo) y la lucha por el socialismo. No cabe duda
de que la socialdemocracia sólo conseguiría desacreditarse si
trazase como objetivo inmediato la revolución socialista. Pero la socialdemocracia
ha luchado siempre precisamente contra estas ideas oscuras y confusas de
nuestros "socialistas revolucionarios".
Precisamente por ello ha insistido siempre
en el carácter burgués de la revolución ante la que se
encuentra Rusia y, precisamente por ello, ha sostenido la necesidad de distinguir
rigurosamente entre el programa mínimo democrático y el programa
máximo socialista. >> (V.I. Lenin: "La dictadura democrática
del proletariado y los campesinos" 12/04/905)
Pues bien, el desarrollo social, la situación
política y las tareas del momento en que Lenin habló de la "democracia
revolucionaria" que cita el señor Ben Garza, nada tienen que ver con
el desarrollo social, la situación política y las tareas de la
revolución proletaria hoy día en Méjico. Volvemos a insistir
en lo que le hemos dicho en nuestro escrito anterior y que este señor
ha pasado por alto: Según las últimas cifras del Censo de Población,
entre 1970 y 1990 las actividades agropecuarias en Méjico pasaron del
39 a 23% de los ocupados. En ese mismo lapso, la proporción del empleo
en labores que no corresponden al sector primario (industria, comercio y servicios)
aumentó de 61 a 77%. Como ocurre en las economías más desarrolladas,
el empleo tendió a concentrarse en las actividades de comercio y servicios.
Adicionalmente, tuvo lugar un importante aumento en la proporción representada
por el trabajo asalariado dentro del empleo social, sobre todo en actividades
no agropecuarias. De los 41.500.000 mejicanos que forman la Población
económicamente activa tributaria de la hacienda pública en Méjico,
32.370.000 (78.6%) son asalariados y 4.000.000 (9,63%) se ganan la vida como
trabajadores por cuenta propia bajo el régimen de producción mercantil
simple, de lo cual se deduce que los explotadores de mano de obra asalariada
-entre grandes, medianos y pequeños- apenas si exceden los cinco millones
de personas (12,36%).
Dicho en pocas palabras: La Rusia de Lenin era
una sociedad capitalista pero eminentemente agraria, con un proletariado minoritario
y un Estado teocrático absolutista con base social en una nobleza terrateniente
poderosa. El Méjico de Cuauthémoc Cárdenas, en cambio,
es capitalista y eminentemente urbano, donde el proletariado es mayoría
social absoluta en un Estado democrático burgués. Según
la estrategia revolucionaria resultante de aplicar el materialismo histórico
a la realidad social del Méjico actual, están dadas, pues, sobradamente
en ese país desde hace ya mucho, todas las condiciones objetivas
para que los asalariados procedan a luchar políticamente por su emancipación
social sin transiciones políticas de ninguna naturaleza al interior del
capital. Estas son las condiciones que el ala derecha del POSDR decía
en 1917 que debían darse para justificar que el proletariado luche por
su dictadura social de clase. Esto quiere decir dos cosas:
Esta confusión proviene, como hemos dicho
más arriba, de despojar a las formas políticas de sus respectivos
contenidos históricos de clase, de independizar absolutamente la superestructura
ideológica y la acción política de su base material o estructura
económico-social, de invertir la prelación de esta dialéctica
entre base y superestructura. Esta metodología metafísica de abstraer
arbitrariamente los contenidos económico-sociales de las formas políticas,
permite conferirle a la democracia burguesa una legitimidad absoluta y eterna,
el "non plus ultra" de la por eso llamada "democracia en general" o "democracia
popular", entendida como voluntad política de "todo el pueblo", por encima
de las clases; una metafísica reforzada empíricamente por su remanente
vigencia institucional, por el simple hecho de que, a despecho de su irracionalidad
día que pasa más evidente, sigue sobreviviendo al antagonismo
entre las clases, gracias a la irracionalidad argumental de millones de seres
humanos "pensantes" como el señor Ben Garza:
<< Ante todo, ese argumento
se basa en los conceptos "democracia en general" y "dictadura en general", sin
plantear la cuestión de qué clase se tiene presente. Ese planteamiento
de la cuestión al margen de las clases o por encima de ellas, ese planteamiento
de la cuestión desde el punto de vista -como dicen falsamente- de todo
el pueblo, es una descarada mofa de la teoría principal del socialismo,
a saber, de la teoría de la lucha de clases, que los socialistas que
se han pasado al lado de la burguesía reconocen de palabra y olvidan
en la práctica. Porque en ningún país capitalista civilizado
existe la "democracia en general", pues lo que existe en ellos es únicamente
la democracia burguesa, y de lo que se trata no es de la "democracia en general",
sino de la dictadura de la clase es decir, del proletariado, sobre los opresores
y los explotadores, es decir, sobre la burguesía, con el fin de vencer
la resistencia que los explotadores oponen en la lucha por su dominación.
>>
Uno de los rasgos más típicos
que definen el carácter político de los oportunistas, es su irresistible
propensión teórica a apoderarse de palabras y expresiones de reputadas
terceras personas, como Marx o Lenin, para trucar su significado separándolas
de los contextos literarios e históricos en que han sido pronunciadas
o escritas, y luego difundir a los cuatro vientos que ese es el significado
que sus autores han querido dar a esas palabras; este comportamiento ha inspirado
el conocido refrán de que "a río revuelto ganancia de pescadores".
Es que sin la debida y rigurosa consideración del significado histórico
debidamente contextualizado de determinadas palabras, su actualización
tiene que ser necesariamente arbitraria o subjetiva, falseando así la
verdad de la memoria histórica. De este modo, tergiversando la actualización
de significados pretéritos, se falsea también la comprensión
histórico-racional de los hechos presentes. Éste es el método
del señor Ben Garza. De ahí que, para ganar clientela partidaria,
su táctica en materia de adoctrinamiento pase por operar una metamorfosis
de significados, como la metamorfosis que se opera con el valor económico
al cambiar una cosa por otra, donde la "democracia en general" es el dinero
de la "voluntad popular".
La revolución democrática
antizarista en Rusia se consumó en febrero de 1917. La nueva correlación
de fuerzas políticas que cristalizó ante la emergencia de los
Soviets, inauguró un período de doble poder, en el marco de una
situación política que convirtió a Rusia en el país
burgués de las más amplias libertades cívicas en el mundo.
La burocracia zarista había sido desalojada del poder político
para implantar la república burguesa, pero los terratenientes y los capitalistas
seguían en su sitio. En ese momento, para los revolucionarios rusos la
expresión "democracia revolucionaria" era algo anacrónico, porque
ante la emergencia de los Soviets la revolución política
burguesa había quedado atrás y ahora se trataba de consumar la
revolución social.
Por lo tanto, en el contexto literario de
Lenin que cita el señor Ben Garza con aire de complacencia triunfal,
la "democracia revolucionaria" nada tiene que ver ya con la democracia burguesa
al estilo de la que hoy existe en Méjico, ni con el significado que Ben
Garza pone en la palabra "transición". Para Lenin, antes de febrero la
lucha del proletariado y los campesinos pobres debían cumplir el tránsito
entre las formas políticas del totalitarismo zarista y la república
burguesa; desde febrero a octubre había que operar el cambio no sólo
en las formas políticas sino en los contenidos sociales, expropiando
a los terratenientes y a los burgueses, esto es, cumpliendo ahora el tránsito
no sólo entre democracia burguesa y los soviets, sino entre el poder
social burgués y el poder social proletario, esto es, entre dos tipos
de organización económico-social y política opuestos, antagónicos
e irreconciliables. El acusado contraste entre esta transición política
de 1917 y la que hoy está planteada en Méjico, consiste en que
sólo está en juego la alternativa de poder político
formal, esto es, quién se hace cargo del gobierno en el Estado
de la burguesía. Es decir, no se trata ahora de una alternativa de dominio
entre dos clases sociales antagónicas y entre dos tipos de Estado distintas
-como fue el tránsito entre el poder político autocrático
del zarismo y el poder político de la burguesía sintetizado en
la República, sino entre partidos burgueses como el PRD,
el PRI y el PAN, al interior de un mismo Estado. Una alternancia entre partidos
políticos antagónicos pero conciliados al interior de una misma
estructura económico-social y un mismo tipo de Estado: el capitalista.
"Hic Rhodas hic salta", aquí está Rhodas, salte aquí, señor
Ben Garza.
El mismo sentido de la controversia entre
el GPM y el PRD representado por Ben Garza, es el que afloró
entre Lenin y los oportunistas mencheviques entre febrero y octubre de 1917.
Y las armas que Lenin utilizó para desenmascarar a los mencheviques son
las mismas que nosotros esgrimimos hoy para desenmascarar con toda eficacia
la suplantación de significado y personalidad política que Ben
Garza ha operado con Lenin al citar el párrafo de su obra que aquí
estamos poniendo en su sitio, atribuyendo a cada cual lo que es suyo:
<< Somos partidarios de un
poder revolucionario firme. Y por muy fuerte que griten los capitalistas y sus
lacayos (se refiere aquí a los mencheviques) afirmando de nosotros
lo contrario, su mentira no dejará de ser mentira.
Lo único que hace falta es que
las frases no oscurezcan el entendimiento ni emboten la conciencia. Cuando se
habla de "revolución", de "pueblo revolucionario", de "democracia revolucionaria",
etc., en nueve casos de cada diez se trata de mentiras o de autoengaño.
Hay que preguntar: ¿qué clase hace la revolución?,
¿contra quién se hace la revolución?
El menchevismo redivivo de Ben Garza salta
aquí a la vista. Actualizando el espíritu de esta cita, queda
claro que la "democracia revolucionaria" que Ben Garza confunde consciente o
inconscientemente -en nombre de Lenin- con "la guerra" parlamentaria que el
PRD libra hoy con el PAN y el "foxismo", sirve para enmascarar ante el proletariado
mejicano el conciliacionismo estratégico entre los pequeños propietarios
y la gran burguesía al interior del Estado capitalista mejicano. Fruto
de esa "guerra" formal, es la alternancia en la superestructura
política, de las distintas oligarquías partidarias en
función de gobierno, que sucesivamente despiertan, frustran y reproducen
en los explotados la esperanza de un cambio, tanto como para mantenerles
siempre cautivos de la pasiva espera, de modo que lo esencial de la estructura
económica y social del sistema capitalista real
siga como está. Tal es el significado y cometido político de la
"democracia revolucionaria" y el compromiso militante de agentes ideológicos
y políticos de la burguesía en el movimiento asalariado, como
es el caso del señor Ben Garza. La visceral e irrespetuosa iracundia
infundada de su discurso ante la consciente y fundamentada irreductibilidad
del GPM frente al oportunismo, es la medida exacta de su frustración
"militante" al servicio de la contrarrevolución burguesa en Méjico.
GPM, diciembre de 2001
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org