La teoría frentepopulista del partido en nombre del marxismo leninismo
Comunistas y proletarios

<<La cuestión es esta, mi estimado GPM: ¿qué importa si Cuauhtémoc Cárdenas es parte de la burguesía Mexicana? ¿ No era Engels parte de la misma clase en Inglaterra? ¿Era Lenin parte de la clase obrera? ¿Y estoy seguro que muchos otros líderes revolucionarios mundiales tampoco eran proletarios. Vosotros decís que la ideología es importante pero habéis fracasado miserablemente en comprender la política progresista del Cardenismo en Méjico, que se demuestra por el hecho de que el PRI reprimió a todos los progresistas y especialmente al movimiento comunista mexicano. El Cardenismo no es un movimiento comunista pero es un movimiento democrático revolucionario>> (Ben Garza: su escrito del 08/09/01)

En primer lugar, desde el punto de vista económico-social, es indudable que Engels fue un burgués de toda la vida. En cambio, Lázaro Cárdenas fue de extracción obrera. Sin embargo, desde su más temprana juventud Engels fue un revolucionario clarividente, mientras que Lázaro Cárdenas se cocinó políticamente en el horno pequeñoburgués de la contrarrevolución stalinista. En cuanto a Quauhtémoc Cárdenas, lo único que sabemos de él es que actúa como agente político del sistema capitalista en Méjico, y con eso basta.

Según el marxismo, llegar a ser comunista no pasa necesariamente por la condición social proletaria, sino por la práctica política consecuente con la filosofía del proletariado: el materialismo histórico. Para Marx y Engels, tanto como para Lenin, la revolución proletaria consiste esencialmente en la tarea de fundir la teoría revolucionaria con el movimiento obrero espontáneo. Esta idea aparece formulada con total claridad en el "Manifiesto comunista", donde distinguen entre proletarios y comunistas:

<< Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto. Prácticamente, los comunistas son, pues, el sector más resuelto (*) de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario. >> (Op.cit.: II "Proletarios y Comunistas". Corresponde a la versión castellana de la edición alemana de 1848 (*) En la edición inglesa de 1888, en lugar de "el sector más resuelto" dice "el sector más avanzado y más resuelto".)

Vamos a darle a estas palabras el valor que en verdad tienen, conducta que al señor Ben Garza le trae al pairo. Se dice aquí que "los comunistas destacan y hacen valer" los intereses del proletariado. Esto no se puede comprender cabalmente si se carece de una clara noción del concepto de proletariado desde el punto de vista de la función que cumple dentro de la sociedad burguesa y la tarea histórica que su propia condición de clase le impulsa a realizar superando al capitalismo. Para Marx, el proletariado es la encarnación humana de la fuerza social productiva del trabajo, entendida como la articulación entre el operario y su herramienta. Y esto enlaza directamente con el significado de la expresión "progreso histórico-social". Por lo tanto, aunque la casi totalidad de los asalariados de hoy día no lo sepan, su interés fundamental radica en el progreso material de la humanidad, ligado históricamente al desarrollo de su nivel intelectual y de su cultura general que favorecen el cambio revolucionario en su conciencia y práctica política.

¿Por qué los comunistas son "el sector más avanzado y resuelto de los partidos obreros de todos los países"? Porque los partidos políticos de composición social proletaria no comunistas, representan los intereses del movimiento obrero espontáneo. Son la representación de una inmensa mayoría de asalariados que se limitan a luchar contra la burguesía por aumentos salariales y/o mejores condiciones de trabajo, lo cual significa que siguen reconociendo que quien manda sobre su trabajo es el patrón y que, por tanto, sólo se reconocen como "clase en sí", esto es como parte del capital, como asalariados dependientes del capital, como "capital variable". Esa conciencia espontáneamente dependiente de los asalariados en general, está determinada por el hecho de que son los patrones quienes les emplean y mandan sobre su trabajo, además de que, en el paro, aprenden el infundio de que sin capital no puede haber trabajo. Esta realidad es la que les induce a pensar que las personas para las que trabajan son "sus" patrones y el Estado que rige esa relación de dependencia es "su" Estado, y que no puede ser de otra manera. Esta es la situación "normal" o "habitual" de la conciencia política imperante en el movimiento espontáneo de los asalariados, situación que solo excepcionalmente y bajo determinadas condiciones también excepcionales tienden a sobrepasar, condiciones económicas y políticas que sus propias luchas espontáneas contribuyen a crear.

Pues bien, los comunistas son el sector más avanzado del movimiento obrero, porque, con independencia de las condiciones económicas y políticas de la lucha de clases, están preparados para ver más allá de esa situación subrogada o dependiente que confiere a los obreros que luchan espontáneamente, la relación cotidiana de dependencia con sus patronos y el Estado capitalista. Y ¿qué es lo que les hacer ver a los comunistas más allá de la relación inmediata entre obreros y patronos?. La moderna ciencia social del materialismo histórico.

¿Por qué los comunistas son también "el sector más resuelto de los partidos obreros"? Porque, como en todo trabajo, la decisión y confianza en la posibilidad real de ejecutar con eficacia su obra -en este caso transformar el capitalismo- depende tanto del conocimiento pericial de la herramienta a utilizar por el operario -que, en este caso, es el materialismo histórico materializado en el partido revolucionario- como de la materia prima a transformar: las relaciones de producción capitalistas. Esto es lo que Marx y Lenin han querido significar diciendo que los comunistas "tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario."

La tarea de los comunistas consiste básicamente en fundir la teoría revolucionaria con el movimiento asalariado espontáneo, para convertir a una minoría socialmente significativa de ellos/as en hábiles operarios de la revolución socialista, miembros del partido educados con paciencia y tenacidad en la comprensión científica de la sociedad que les explota y oprime. (Si de él dependiera, el señor Ben Garza metería a todos los asalariados mejicanos en el PRD. Ese es su ideal político. ¿Para qué?, pues, para convertir esas voluntades en votos y representación parlamentaria, algo que, como veremos enseguida, es completamente contrario a lo que preconizaron Marx, Engels y Lenin.)

Durante todo el primer período infantil del capitalismo, el grado de explotación al que estaban sometidos los obreros en tiempos de Marx, Engels y Lenin, la consecuente falta de tiempo libre y bajo nivel de instrucción y cultura, les dificultaba enormemente el acceso al conocimiento científico de la realidad capitalista. El tiempo de trabajo socialmente necesario sólo dejaba margen para poco más que las funciones fisiológicas de los productores directos. No existían todavía, pues, las condiciones necesarias como para que el proletariado pudiera constituirse en cantera de científicos en general y sociales en particular. Esto explica que en toda una primera etapa, las reflexiones científicas acerca de la explotación capitalista hayan tenido que ser hechas por quienes no las sufrían directamente. En semejantes condiciones, que los revolucionarios marxistas encargados de esa labor educativa provinieran en su gran mayoría de los medios intelectuales de extracción social burguesa, era una restricción muy dura. Tal era la contradicción y seria dificultad a superar. Así lo observó Lenin en 1903, durante los debates del II Congreso del POSDR para redactar el artículo primero del estatuto que definía el carácter del partido:

<< Nadie se atreverá a negar que la intelectualidad, como una capa especial dentro de las sociedades capitalistas contemporáneas, se caracteriza, en conjunto, precisamente por su individualismo y su incapacidad de someterse a la disciplina y a la organización (v. Ios conocidos artículos de Kautsky sobre los intelectuales); en esto consiste, por cierto, la diferencia que separa del proletariado, con desventaja, a ese sector social; en esto reside una de las razones que explican la flojedad y vacilación de los intelectuales, que tantas veces ha sentido el proletariado. Y esta cualidad de los intelectuales está inseparablemente ligada a sus condiciones habituales de vida, a sus condiciones de salario, que en muchísimos puntos se acercan a las condiciones de existencia pequeñoburguesa (trabajo individual o en colectividades muy pequeñas, etc.). ¡Por último, no es tampoco un fenómeno casual el que precisamente los defensores de la fórmula del camarada Mártov hubieran de poner ejemplos de profesores y estudiantes de bachillerato!
No fueron paladines de una amplia lucha proletaria los que, en la discusión acerca del artículo primero, intervinieron contra los paladines de una organización radical clandestina, como pensaban los camaradas Martínov y Axelrod, sino que los partidarios del individualismo intelectual burgués chocaron con los partidarios de la organización y disciplina proletarias. >>

El hecho de que el partido bolchevique demostrara haber sido la herramienta revolucionaria idónea, ratifica que la intelectualidad de origen burgués que formó parte de sus filas no constituyó un obstáculo insalvable. Tras remitir a los análisis de Kautski, Lenin puso el ejemplo de intelectuales como Marx, Engels, a quienes atribuía la capacidad de asumir los intereses colectivos de la clase que representaban, por encima de su prosapia intelectual elitista, virtud que la mayoría de sus compañeros de partido demostraban no poseer, ocasionando numerosos problemas políticos y organizativos que entorpecieron seriamente la vida partidaria:

<< ...En los momentos actuales, vuelve a interesarnos vivamente el problema del antagonismo entre la intelectualidad y el proletariado. (...) Se trata de un antagonismo social que se relaciona con las clases y no con las personas. Puede haber, individualmente, intelectuales que se identifican con el proletariado en su lucha de clase, como hay capitalistas que individualmente lo hacen. Cuando así acontece el intelectual cambia incluso de carácter... >> [V.I. Lenin: Un paso adelante, dos pasos atrás.] m (Las elecciones. Final del congreso. Febrero/mayo de 1904)

Al hablar de los "intelectuales que se identifican con el proletariado", Lenin no se refiere a quienes elaboran ideas y políticas para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados dentro del sistema capitalista, sino aquellos que, poniendo su intelecto en función del conocimiento científico de la realidad capitalista, se proponen cambiarlo de raíz, subvertirlo. El caso de Lázaro Cárdenas, tanto como el de su hijo, nada tienen que ver con esta concepción del intelectual revolucionario. Ninguno de estos dos personajes históricos encajan en la categoría de intelectuales políticos del proletariado. Ambos no han llegado a ser más que políticos pragmáticos al servicio de una causa dentro de un sistema de vida que no necesita de fundamentos teóricos para llevar a la práctica, porque la realidad del capitalismo precedió, precede y preside la conciencia que de él se forjan y defienden quienes le administran económica y/o políticamente. Intelectuales burgueses como Marx, Engels y Lenin, jamás se propusieron mitigar la lucha de clases administrando el capitalismo con esa finalidad, sino exacerbar esa lucha en todo lo posible para destruirlo. Y lo hicieron porque tenían fundamentos científicos. Rompieron con el sistema capitalista desde la ciencia. Esto es lo que Lenin ha querido significar diciendo que este tipo de intelectuales burgueses "cambian incluso de carácter", no sólo en el sentido psicológico, sino también -y sobre todo- en el sentido de clase. De este razonamiento se desprende que el intento de homologar a personajes de extracción obrera como Cárdenas, con burgueses como Engels, es de una ramplonería insuperable.

Que el cardenismo se caracterizó siempre por administrar el capitalismo cuidando de preservar y, en lo posible, extender, la ineficiente explotación de trabajo ajeno en pequeña y mediana escala, desde el punto de vista del objetivo socialista esto no es en absoluto progresista sino al contrario. Los reformistas se cuecen en la salsa de sus propias contradicciones, porque, por un lado, frente al gran capital, tienden a frenar el desarrollo de las fuerzas productivas dentro del sistema defendiendo el atraso relativo que supone la pequeña y mediana empresa, al mismo tiempo que, por otro lado, de cara al proletariado, esgrimen el principio socialdemócrata de la vía capitalista al socialismo, pregonando que "sólo un capital acompañado hasta las últimas consecuencias de su desarrollo, puede ser socializado".

Que el cardenismo fue reprimido por el PRI, eso sólo demuestra el oportunismo que formaciones pequeñoburguesas como el PRD practican con el proletariado en condiciones económicas de expansión, apoyando sus reivindicaciones para encaramarse en el aparato estatal. Y en condiciones de crisis, utilizan la alianza "de lucha" que gestan al interior de sus partidos entre el proletariado y la pequeñoburguesía -que, en realidad representan- no precisamente para activar la energía potencialmente revolucionaria del movimiento espontáneo de los asalariados, sino para desactivarla. Ofrecen esa valiosa función contrarrevolucionaria a los poderes fácticos del gran capital, a cambio de mejores condiciones de reparto de la explotación del trabajo ajeno para los pequeños y medianos empresarios.

Y cuando el proletariado dentro de esa alianza tiende espontáneamente a llevar la lucha por sus reivindicaciones más allá de lo que la ley del valor permite a la burguesía, esos partidos no pueden evitar que el enfrentamiento se produzca, pero habiendo impedido el desarrollo de una alternativa política independiente, las luchas por reivindicaciones que el sistema no les puede conceder, desgastan inútilmente al proletariado hasta que la gran burguesía impone su propia solución de modo violento y catastrófico a instancias del aparato militar del Estado. Esto es lo que hicieron en Italia y Alemania los partidos comunistas degenerados en la década de los años veinte; en España el Frente popular entre 1936 y 1939; en Bolivia el MNR entre 1969 y 1971; en Sri Lanka el PLSL entre 1971 y 1978; en Chile la Unidad Popular entre 1971 y 1973; en Argentina el peronismo entre 1969 y 1976; en Brasil el gobierno de Goulart entre 1961 y 1964, por citar sólo algunos ejemplos, los más representativos de la misma línea política trazada para el "movimiento democrático revolucionario" mejicano que Ben Garza sigue actualmente, militando en el PRD.

Esto no quiere decir que la pequeñoburguesía sea invariablemente contrarrevolucionaria. Tiende a dejar de serlo apoyándose en el proletariado cuando advierte el peligro de ser expropiada por el gran capital. Así lo señaló Marx los llassalleanos evocando el "Manifiesto" en su "Crítica del programa de Gotha":

<< Por otra parte, el proletariado es revolucionario frente a la burguesía, porque habiendo surgido sobre la base de la gran industria, aspira a despojar a la producción de su carácter capitalista, que la burguesía quiere perpetuar. Pero el "Manifiesto" añade que las "capas medias... se vuelven revolucionarias cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado".
Por tanto, desde este punto de vista es también absurdo decir que frente a la clase obrera "no forman más que una masa reaccionaria" juntamente con la burguesía, y, además —por si eso fuera poco—, con los señores feudales. >> (Op.cit.)

Pero la condición suficiente para que la pequeñoburguesía pueda cumplir un rol revolucionario depende de la actitud política del proletariado. Y la experiencia histórica, que no la previsión teórica, ha demostrado que la actitud revolucionaria del proletariado depende de la capacidad de su vanguardia marxista para fundir el materialismo histórico con el movimiento espontáneo organizando a sus mejores elementos en un partido político independiente. Y esto es lo que el señor Ben Garza se niega a comprender y aceptar. Por eso está donde está.

GPM, diciembre de 2001

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