DOS EJEMPLOS SIGNIFICATIVOS

Según lo razonado hasta aquí, para la tradición Marxista -que nosotros pugnamos con todas nuestras fuerzas y en la medida de nuestra capacidad por mantener viva en el movimiento del proletariado consciente- desde el punto de vista de una política efectivamente revolucionaria es necesario tener claras dos cuestiones:

  1. que los movimientos nacionales de los países capitalistas más avanzados de Europa y América cumplieron y agotaron su cometido histórico entre 1789 y 1871 y que,
  2. las consignas de apoyo a la liberación nacional de la burguesía pierden validez histórica en cualquier parte donde el capitalismo llegue a ser el modo de producción dominante de la sociedad y el proletariado suficientemente numeroso como para luchar por su propia autodeterminación social como clase, independientemente de la forma política de gobierno vigente y de las clases o sectores de clase que lo administren o dirijan.

Para que no queden dudas acerca de la primera cuestión y para delimitar precisamente qué es y que no es marxismo en este orden de cosas, es oportuno hacer mención a dos ejemplos históricos de significación categórica: las condiciones objetivas en Rusia y Alemania en 1917 y 1918 respectivamente. En el capítulo primero de su "Historia de la Revolución Rusa", Trotski hizo una síntesis magistral del desarrollo del capitalismo en Rusia, tema que treinta años antes había sido ampliamente expuesto por Lenin para descubrir el carácter de la revolución en Rusia y, consecuentemente, dar fisonomía política al partido bolchevique que dirigió la primera experiencia proletaria triunfante. Tras dar por sentado que todavía en vísperas de la Revolución el trabajo social en el campo permanecía al mismo nivel de desarrollo del siglo XVII, Trotski demuestra con cifras que este atraso relativo se combinaba en ese país con el extraordinario dinamismo del más avanzado capitalismo industrial:

<<Nacida tarde, (la industria en Rusia) no repite la evolución de los países avanzados, sino que se incorpora a éstos, adaptando a su atraso propio las conquistas más modernas. Si la evolución económica general de Rusia saltó sobre los períodos del artesanado gremial y de la manufactura, algunas ramas de su industria pasaron por alto toda una serie de etapas técnico-industriales que en Occidente llenaron varias décadas. Gracias a esto, la industria rusa pudo desarrollarse en algunos momentos con una rapidez extraordinaria. Entre la revolución de 1905 y la guerra, Rusia dobló, aproximadamente, su producción industrial. A algunos historiadores rusos esto les parece una razón bastante concluyente para deducir que «hay que abandonar la leyenda del atraso y del progreso lento». En rigor la posibilidad de un tan rápido progreso hallábase condicionada precisamente por el atraso del país, que no sólo persiste hasta el momento de la liquidación de la vieja Rusia, sino que aún perdura como herencia de ese pasado hasta el día de hoy.

El termómetro fundamental para medir el nivel económico de una nación es el rendimiento del trabajo, que, a su vez, depende del peso específico de la industria en la economía general del país. En vísperas de la guerra, cuando la Rusia zarista había alcanzado el punto culminante de su bienestar, la parte alícuota de riqueza nacional que correspondía a cada habitante era ocho o diez veces inferior a la de los Estados Unidos, lo cual no tiene nada de sorprendente si se tiene en cuenta que las cuatro quintas partes de la población obrera de Rusia se concentraban en la agricultura, mientras que en los Estados Unidos, por cada persona ocupada en las labores agrícolas había 2,5 obreros industriales. Añádase a esto que en vísperas de la guerra (de 1914) Rusia tenía 0,4 kilómetros de líneas férreas por cada 100 kilómetros cuadrados, mientras que en Alemania la proporción era de 1,7 y de 7 en Austria-Hungría, y por el estilo, todos los demás coeficientes comparativos que pudiéramos mencionar.

Como ya hemos dicho, es precisamente en el campo de la economía donde se manifiesta con su máximo relieve la ley del desarrollo combinado. Y así, mientras que hasta el momento mismo de estallar la revolución, la agricultura se mantenía, con pequeñas excepciones, casi en el mismo nivel del siglo XVII, la industria, en lo que a su técnica y a su estructura capitalista se refería, estaba al nivel de los países más avanzados y, en algunos respectos, los sobrepasaba. En el año 1914 las pequeñas industrias con menos de cien obreros representaban en los Estados Unidos un 35 por 100 del censo total de obreros industriales, mientras que en Rusia este porcentaje era tan sólo de 17,8. La mediana y la gran industria, con una nómina de 100 a 1.000 obreros, representaban un peso específico aproximadamente igual; los centros fabriles gigantescos que daban empleo a más de mil obreros cada uno y que en los Estados Unidos sumaban el 17,8 por 100 del censo total de la población obrera, en Rusia representaban el 41,4 por 100. En las regiones industriales más importantes este porcentaje era todavía más elevado: en la zona de Petrogrado era de 44,4 por 100; en la de Moscú, de 57,3 por 100. A idénticos resultados llegamos comparando la industria rusa con la inglesa o alemana. Este hecho, que nosotros fuimos los primeros en registrar en el año 1908, se aviene mal con la idea que vulgarmente se tiene del atraso económico de Rusia. Y, sin embargo, no excluye este atraso, sino que lo complementa dialécticamente.>>

También la fusión del capital industrial con el bancario se efectuó en Rusia en proporciones que tal vez no haya conocido ningún otro país. Pero la mediatización de la industria por los Bancos equivalía a su mediatización por el mercado financiero de la Europa occidental. La industria pesada (metal, carbón, petróleo) se hallaba sometida casi por entero al control del capital financiero internacional, que se había creado una red auxiliar y mediadora de Bancos en Rusia. La industria ligera siguió las mismas huellas. En términos generales, cerca del 40 por 100 del capital acciones invertido en Rusia pertenecía a extranjeros, y la proporción era considerablemente mayor en las ramas principales de la industria. Sin exageración, puede decirse que los paquetes de acciones que controlaban los principales bancos, empresas y fábricas de Rusia estaban en manos de extranjeros, debiendo advertirse que la participación de los capitales de Inglaterra, Francia y Bélgica representaba casi el doble de la de Alemania. (L.D. Trotski: op.cit. Lo entre paréntesis es nuestro)

En cuanto a la situación alemana en 1918, hasta el mes de noviembre de ese año, la dirección política de ese país permanecía todavía en manos de la nobleza al frente de una monarquía absoluta, tal como en los tiempos en que Marx y la Liga de los comunistas lucharon contra esa forma despótica de gobierno. Sin embargo, igual que en Rusia, hacía ya mucho tiempo que en ese país habían pasado a predominar las relaciones de producción capitalistas.

En 1914, Alemania estaba en vías de convertirse en la primera potencia económica del mundo. La aplicación de las técnicas al proceso de producción elevó la productividad del trabajo por encima de cualquier país europeo: a igual intensidad y cualificación, era menester en Alemania un menor tiempo de trabajo para fabricar el mismo producto. El capital constante en relación con el capital variable era, en Alemania, superior al de otros países. El valor comercial de los productos alemanes era inferior a los precios medios vigentes en el mercado mundial. Como consecuencia de esta superioridad de su desarrollo tecnológico relativo, la burguesía alemana extraía y se apropiaba buena parte de la plusvalía producida por los asalariados de otras fracciones del capital mundial en funciones. Esta apropiación de plusvalía no producida en Alemana, daba al capitalismo de ese país una mayor capacidad de acumuación, de modernización y de nuevos incrementos de productividad por encima de la media internacional.

Esta es la razón por la cual más de diez años antes de 1916, Lenin postuló que los asalariados europeos, incluso los de la Rusia zarista, podían y debían dejar de ser meros auxiliares de la burguesía para emplearse en la tarea de constituirse en clase dominante, pasando de contribuir a la autodeterminación política nacional de las burguesías en lucha contra los resabios feudales en sus paises respectivos, a la lucha por su autodeterminación social como clase. Así decía respecto del proletariado ruso en 1905:

<<El desenlace de la revolución depende del papel que desempeñe en ella la clase obrera: de que se limite a ser un mero auxiliar de la burguesía, aunque sea un auxiliar poderoso por la intensidad de su empuje contra la autocracia, pero políticamente impotente, o de que asuma el papel de dirigente de la revolución popular>> (V.I. Lenin: "Dos tácticas de la socialdemocracia" Prefacio)

Y a fines de 1917, en "La revolución proletaria y el renegado Kautsky", Lenin se reafirma en la línea política que había llevado al triunfo de la revolución rusa de octubre, en el sentido de que una vez alcanzado cierto grado de expansión del modo capitalista de produción y el consecuente aumento de los asalariados, para proponerse realizar la tarea de su emancipación social en paises como Rusia y Alemania, el proletariado no tenía siquiera que esperar a que la burguesía completara su revolución arrebatándole a la nobleza el poder político del Estado, advirtiendo de la derrota segura que supondría esta espera suicida, tal como a fines del año siguiente se demostraría en Alemania :

<<Desde el punto de vista práctico de la política, la idea de que los Soviets son necesarios como organización de combate, pero no deben convertirse en organizaciones de Estado, es todavía infinitamente más absurda que desde el punto de vista teórico. Incluso en tiempos de paz, sin situación revolucionaria, la lucha entre las masas obreras y los capitalistas, por ejemplo, la huelga de masas, origina en ambas partes formidable irritación, extremo ardor en el combate, constantes manifestaciones de la burguesía en el sentido de que ella es y quiere seguir siendo "el ama de su casa", etc. Y en tiempos de revolución, cuando la vida política está en efervescencia, una organización como los Soviets, que comprende a todos los obreros de todas las ramas de industria, y también a todos los soldados y a todos los campesinos pobres y trabajadores, es una organización que por sí misma, por la marcha del combate, por la simple "lógica" de la ofensiva y de la defensiva, llega necesariamente a plantear el problema en forma tajante. Querer tomar una posición neutra, "conciliar" al proletariado con la burguesía, es una necedad condenada a un fracaso lastimoso: esto fue lo que sucedió en Rusia con las prédicas de Mártov y otros mencheviques; esto es lo que inevitablemente sucederá en Alemania y en otros países si los Soviets se desarrollan bastante ampliamente, si llegan a unirse y a afianzarse. Decir a los Soviets que luchen, pero que no tomen todo el Poder del Estado en sus manos, que no se transformen en organizaciones de Estado, equivale a predicar la colaboración de clases y la "paz social" entre el proletariado y la burguesía. Es ridículo pensar siquiera que, en una lucha encarnizada, semejante posición pueda conducir a algo que no sea una vergonzosa derrota>> V.I. Lenin Op.cit. cap. IV)

Cuando Lenin dice en 1916 que las guerras de liberación nacional de la burguesía europea contra la reaccion feudal son "un pasado lejano" que se agotó en 1871, está afirmando que tras la derrota de la comuna de Paris que propició la onda larga expansiva del capitalismo mundial, ni en la Rusia de los Romanov ni en la Alemania del Emperador Guillermo II estaba planteada ya la necesidad de que el proletariado de esos dos países siguiera siendo un mero auxiliar político de las burguesías en esos dos países de neto corte capitalista:

<<En Inglaterra, Francia, Alemania, etc. La "patria" ha dado de sí todo lo que podía dar, ha desempeñado ya su papel histórico, , es decir, el movimiento nacional no puede ya dar allí nada progresista, algo que eleve a una nueva vida económica y política masa humanas. Allí no está en el orden del día de la historia la transición del feudalismo o del salvajismo patriarcal al progreso nacional, a la patria culta y libre políticamente, sino el paso de la "patria" capitalista demasiado madura, que ha caducado, al socialismo.>> (V.I. Lenin: "Sobre la caricatura del marxismo y el...." Punto 2)

Y para llegar a esta conclusión –como lo demostró en "El desarrollo del capitalismo en Rusia"- Lenin se basó en el profundo conocimiento de las leyes del movimiento de la sociedad burguesa y en datos de la realidad económica como los que acabamos de citar, confirmando plenamente lo dicho más arriba respecto de la primera cuestión a la hora de discernir acerca del carácter de la lucha del proletariado en esas situaciones concretas.

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