Génesis de la moral social alternativa
en el pasaje de un período histórico a otro

Finalmente, cuando esta tendencia superadora se cumple políticamente mediante la toma del poder por el proletariado bajo la dirección del partido, como no puede ser de otra manera la superación de la moral capitalista comienza por su base, por la despótica -y al mismo tiempo democrática- “expropiación de los expropiadores”, de las minorías sociales burguesas detentadoras hasta ese hipotético momento de los medios materiales de producción, por parte de las mayorías asalariadas, eliminando así, por tanto, el carácter mercantil monetario de la mayor parte[16]de la riqueza social constituida por el capital fijo (CF) (maquinarias, herramientas, campos, edificios, etc.) y el capital circulante (Ccr), (materias primas y auxiliares), todas ellas de consumo social productivo que integran el capital constante Cc, base objetiva de la producción de plusvalor y de la acumulación de capital, que, una vez expropiados sin indemnización, pasan a ser propiedad colectiva no ya como valores mercantiles en forma de capital para la creación de más valor para los fines de la acumulación, sino como simples valores de uso de propiedad colectiva, para la creación de riqueza con arreglo a la satisfacción de las necesidades sociales de los productores asociados.

Al quedar constitucionalmente prohibido el trabajo por cuenta ajena, desaparece la figura social del capitalista y la competencia interburguesa pierde así gran parte de su base de sustentación, condenada a languidecer hasta su desaparición definitiva, entre la pequeña e ineficiente producción mercantil familiar y las grandes empresas colectivas basadas en la cooperación planificada a escala de las distintas ramas de la producción. Así, el individualismo, la consagrada idea del “himself made man”, paradigma moral sustento de la psicología y sus derivados -“ciencia” que no casualmente nace con el capitalismo- se va diluyendo en la práctica de un nuevo concepto de individuo que tiene por condición de existencia a la comunidad, hecho a la moral de la solidaridad basada el“trabajo libre asociado”, superador de la limosna que consolida la desigualdad social de patrimonios basada en la explotación del trabajo ajeno como condición de la riqueza de algunos y la pobreza de muchos. En todo caso se trata de un individualismo basado en trabajo propio mancomunado con el de otros como condición de vida de todos.

Condición de vida individual y colectiva que, en tanto las fuerzas sociales productivas no superen la penuria relativa heredada del capitalismo, y tarde en revolucionarse el concepto reminiscente de necesidad creada para el consumo superfluo de necesidades creadas como exclusiva fuente adicional de plusvalor para la acumulación, así como formas de diferenciación sociológica o de “status” social al interior de las clases subalternas con fines maquiavélicos de embrutecimiento y consecuente control social sin necesidad de aplicar la violencia, seguirán pesando como elementos de división e insolidaridad en el movimiento.

               Estas necesidades reminiscentes de la sociedad de clases bajo el capitalismo cercenado por su base, aunque no del todo superado en pautas morales que no se pueden eliminar por decreto, tienden a desvanecerse una vez adoptada la decisión democrática de prohibir la explotación del trabajo ajeno que ha venido dando pábulo a las enormes diferencias patrimoniales entre capitalistas y asalariados en general, así como entre el trabajo asalariado más cualificado respecto de las tareas más rudimentarias que no exigen especial preparación. Así, según aumenta la disponibilidad colectiva de recursos productivos y trabajo excedente -antes en manos privadas bajo la forma capitalista de plusvalor para fines ajenos al desarrollo social- es posible emplear esta enorme parte del trabajo social materializado en recursos materiales, a socializar o extender rápidamente el progreso científico técnico entre la población a costes sociales de formación perfectamente asumibles por el nuevo sistema, de modo que la brecha abierta por el capitalismo entre la remuneración del trabajo simple y del trabajo complejo tiende a estrecharse y a desaparecer la cosificación como medio de diferenciación social entre los productores según la mayor capacidad adquisitiva de su salario. Finalmente, en la medida en que los medios de producción dejan de ser mercancías para pasar a ser objetos de uso productivo en régimen de cooperación planificada, la competencia como medio de asignación de recursos productivos y riqueza desaparece y, con él, se debilita la diferenciación social de los ingresos y las pasiones fetichistas asociadas a la propiedad compulsiva, como la codicia y la envidia, correas de transmisión del individualismo cerril, temeroso, agresivo y muy a menudo frustrado, en cuyas entrañas laten muchas degeneraciones de la psiquis y el comportamiento, que en no pocos casos se abren paso hacia el suicidio y/ o el asesinato.

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[16] <<La sociedad capitalista emplea una parte más considerable de su trabajo anual disponible en producir medios de producción (ergo, en producir capital constante), los cuales no se pueden resolver en rédito ni bajo la forma del salario ni bajo la del plusvalor, sino que pueden únicamente funcionar como capital>> (K. Marx: "El Capital " Libro II Cap. XX)